En el Bismarck se celebraron pocas fiestas a bordo ya que el almirante Döenitz deseaba que tan emblemático buque fuese la nave insignia de la marina de guerra y en aras a ello prohibió las mismas.
Lamentablemente, la tórrida tripulación se hizo con un barrilito de un San Bernardo (posiblemente mascota a bordo) que tras algunos arreglillos se convirtió en ese que podéis ver flotando a proa.
En fin, que las fiestas, a partir de entonces no decayeron a pesar de las continuas visitas realizadas por altos mandos.
Normalmente no se adoptaron medidas cautelares contra tales actividades ya que aquellos que en un primer momento quisieron ensombrecer las mismas dieron un paseíto por la pasarela (para tiburones) situada en su costado de estribor.
Reescribiendo la historia, un programa documental de Discovery Channel ha acertado en dictaminar que el hundimiento del Bismack, como consecuencia del deterioro del timón, no fue debido al impacto de un torpedo británico, sino al golpe producido por el "barrilito" del San Bernardo que en un intento de ser ocultado por la tripulación, navegaba en inmersión sujeto por una cadenita. Asimismo se cree que en tales circuntancias la tripulación no pudo hacer nada por intentar repararlo debido a la mayúscula cogorza que presentaba y además todos se encontraban junto a la pasarela festejando el salto al mar del San Bernardo (que ya no les valía para nada).
Creo haber aclarado muchas de vuestras dudas.
¡Cuanta sapiencia!.
Pd.: Mi más respetuosa admiración a dicha tripulación, que haciendo acopio de las más nobles virtudes de la marina imperial de guerra alemana supo demostrar, hasta el fin del Bismarck, el más profundo sentido del deber.
Cualquier similitud a lo acontecido en el relato es pura coincidencia.