Una ballena cazada el mes pasado llevaba un arpón del siglo XIX
NUEVA YORK (AFP) - El fragmento de un arpón explosivo de finales del siglo XIX fue descubierto en el dorso de una ballena por unos esquimales que la cazaron el mes pasado, lo cual hace pensar a los expertos de un museo ballenero estadounidense que el cetáceo pudo haber sido herido unos 120 años atrás.
El fragmento cónico de explosivo de unos nueve centímetros de largo estaba en el omóplato de una ballena boreal, dijo John Bockstoce, del museo ballenero de New Bedford (noreste de EEUU). El vestigio forma parte de un proyectil dotado de una minibomba de tiempo, patentado en 1879 y que se fabricó hasta 1885.
Llevaba inscripciones tradicionales que los nativos de Alaska usualmente realizan para reclamar luego a sus presas, explicó a la AFP. Según el experto, el fragmento podría datar de una herida propinada hacia 1890. Bockstoce dijo que la minibomba fue probablemente disparada con un fusil o un cañón especial fijado en la cubierta de un barco, pero obviamente no alcanzó los órganos vitales del cetáceo.
"Seguro no lo pasó muy bien ese día", pero logró sobrevivir con los fragmentos de proyectil en su cuerpo durante más de cien años, comentó el experto. Fue incapaz de precisar la edad de la ballena, pero aclaró que "tiene que haber sido lo suficientemente grande como para merecer ser cazada" cuando sobrevivió a la herida.
Los esquimales de Alaska cazan actualmente ballenas hasta un cupo acordado en el marco de una excepción de subsistencia a una moratoria internacional de caza de ballenas en vigor desde hace más de 20 años.
¡Qué curioso!
Moderador: MODERACION
He encontrado otro artículo sobre el tema en el ABC firmado por FERNANDO IWASAKI
La ballena de la muerte blanca
CUANDO Herman Melville publicó «Moby Dick» (1851), en algún lugar del Océano Ártico nacía una ballena boreal que cuarenta años más tarde sobreviviría a un arponazo en el lomo. Pero entonces aquella ballena era muy joven y el daño que le infligieron no fue suficiente para acabar con una vida que se prometía larga y poderosa. Sin embargo, a fines del último mes de mayo de 2007, la criatura ya centenaria fue abatida frente a las heladas costas de Alaska. Las agencias de noticias dedicaron sus titulares al arpón que extrajeron de sus costillares mientras la destazaban. A mí me gustaría -más bien- convertir estas líneas en un responso pagano por la última ballena que compartió los mismos mares que «Moby Dick».
La punta del arpón encontrado en la vieja ballena boreal, se exhibe ya en una de las vitrinas del New Bedford Whaling Museum de Massachusetts, otrora puerto ballenero próximo a Boston. Se trata de un venablo explosivo que se fabricaba en las factorías de New Bedford entre 1879 y 1885, y que al taladrar las carnes coriáceas de los cetáceos estallaba en varios fragmentos apenas pinchaba en hueso. Para que tal cosa fuera posible, aquellos arpones no podían ser lanzados con la simple fuerza de los brazos -como los descritos por Melville- sino por medio de cañones. Puedo imaginar la herida profunda de la ballena cicatrizándose a través de las décadas, gracias al yodo y la sal de los mares árticos. Puedo imaginar a esos rústicos pescadores del siglo XIX, maldiciéndola cada vez que reconocían el arpón clavado en su lomo, tal como el capitán Ahab blasfemaba en cuanto reconocía los suyos en el lomo erizado de «Moby Dick».
Una ballena boreal adulta pesa unas 100 toneladas y puede llegar a medir entre 18 y 20 metros, y si no hubiera sido por el desdichado ejemplar cazado a fines de mayo, los científicos habrían seguido pensando que su expectativa de vida no pasaba de los 70 años. No obstante, la ballena del arpón acumulaba ella sola más de 140 años y se calcula que en libertad podría haber alcanzado incluso los 200. Pero ya es demasiado tarde para cábalas semejantes, pues una de las criaturas más viejas de nuestro planeta ha tenido que morir para que un museo de Massachusetts añada un arpón del siglo XIX a su inefable colección. He visitado la tienda virtual del New Bedford Whaling Museum, y dentro de poco podremos comprar «on-line» un pisapapeles del rejón explosivo en tamaño natural o su versión más dorada y reducida en formato pin.
«Moby Dick» -la ballena blanca de Herman Melville- estaba inspirada en un feroz cachalote albino que asoló las costas de Perú y Chile a principios del siglo XIX, y que fue perseguido por balleneros de varios países a través de los mares de Australia, Japón, Indonesia, Chile y Perú, antes de ser cazado en 1835. Según J.N. Reynolds, los marineros llamaron «Mocha Dick» a aquel monstruo de la naturaleza, y de su lomo -blanco como la lana- arrancaron más de veinte arpones de piedra, hueso, acero y marfil, procedentes de diferentes épocas y regiones del Pacífico («Mocha Dick: Or The White Whale of the Pacific: A Leaf from a Manuscript Journal», en «The Knickerbocker» vol. 13, Nº 5, Mayo de 1839). Si «Mocha Dick» fue la precursora de la gran ballena blanca de Melville, la centenaria ballena boreal que acaba de morir en Alaska es el último suspiro literario de «Moby Dick».
Los cazadores y coleccionistas están fascinados con el hallazgo del arpón explosivo, esa reliquia del siglo XIX. Yo, que nunca llegaré a nada porque mi único tesoro son los libros y la melancolía, me arrasa la muerte blanca de esa ballena boreal sin aurora, una reliquia del mundo que perdimos. A diferencia del final de «Moby Dick», ahora los huérfanos somos nosotros.
La ballena de la muerte blanca
CUANDO Herman Melville publicó «Moby Dick» (1851), en algún lugar del Océano Ártico nacía una ballena boreal que cuarenta años más tarde sobreviviría a un arponazo en el lomo. Pero entonces aquella ballena era muy joven y el daño que le infligieron no fue suficiente para acabar con una vida que se prometía larga y poderosa. Sin embargo, a fines del último mes de mayo de 2007, la criatura ya centenaria fue abatida frente a las heladas costas de Alaska. Las agencias de noticias dedicaron sus titulares al arpón que extrajeron de sus costillares mientras la destazaban. A mí me gustaría -más bien- convertir estas líneas en un responso pagano por la última ballena que compartió los mismos mares que «Moby Dick».
La punta del arpón encontrado en la vieja ballena boreal, se exhibe ya en una de las vitrinas del New Bedford Whaling Museum de Massachusetts, otrora puerto ballenero próximo a Boston. Se trata de un venablo explosivo que se fabricaba en las factorías de New Bedford entre 1879 y 1885, y que al taladrar las carnes coriáceas de los cetáceos estallaba en varios fragmentos apenas pinchaba en hueso. Para que tal cosa fuera posible, aquellos arpones no podían ser lanzados con la simple fuerza de los brazos -como los descritos por Melville- sino por medio de cañones. Puedo imaginar la herida profunda de la ballena cicatrizándose a través de las décadas, gracias al yodo y la sal de los mares árticos. Puedo imaginar a esos rústicos pescadores del siglo XIX, maldiciéndola cada vez que reconocían el arpón clavado en su lomo, tal como el capitán Ahab blasfemaba en cuanto reconocía los suyos en el lomo erizado de «Moby Dick».
Una ballena boreal adulta pesa unas 100 toneladas y puede llegar a medir entre 18 y 20 metros, y si no hubiera sido por el desdichado ejemplar cazado a fines de mayo, los científicos habrían seguido pensando que su expectativa de vida no pasaba de los 70 años. No obstante, la ballena del arpón acumulaba ella sola más de 140 años y se calcula que en libertad podría haber alcanzado incluso los 200. Pero ya es demasiado tarde para cábalas semejantes, pues una de las criaturas más viejas de nuestro planeta ha tenido que morir para que un museo de Massachusetts añada un arpón del siglo XIX a su inefable colección. He visitado la tienda virtual del New Bedford Whaling Museum, y dentro de poco podremos comprar «on-line» un pisapapeles del rejón explosivo en tamaño natural o su versión más dorada y reducida en formato pin.
«Moby Dick» -la ballena blanca de Herman Melville- estaba inspirada en un feroz cachalote albino que asoló las costas de Perú y Chile a principios del siglo XIX, y que fue perseguido por balleneros de varios países a través de los mares de Australia, Japón, Indonesia, Chile y Perú, antes de ser cazado en 1835. Según J.N. Reynolds, los marineros llamaron «Mocha Dick» a aquel monstruo de la naturaleza, y de su lomo -blanco como la lana- arrancaron más de veinte arpones de piedra, hueso, acero y marfil, procedentes de diferentes épocas y regiones del Pacífico («Mocha Dick: Or The White Whale of the Pacific: A Leaf from a Manuscript Journal», en «The Knickerbocker» vol. 13, Nº 5, Mayo de 1839). Si «Mocha Dick» fue la precursora de la gran ballena blanca de Melville, la centenaria ballena boreal que acaba de morir en Alaska es el último suspiro literario de «Moby Dick».
Los cazadores y coleccionistas están fascinados con el hallazgo del arpón explosivo, esa reliquia del siglo XIX. Yo, que nunca llegaré a nada porque mi único tesoro son los libros y la melancolía, me arrasa la muerte blanca de esa ballena boreal sin aurora, una reliquia del mundo que perdimos. A diferencia del final de «Moby Dick», ahora los huérfanos somos nosotros.

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Ademas de que lo tienen pequeñito, tambien les falla??????Backman escribió:Y luego van los japoneses y creen que con la grasa de las pobres se les va a poner el pito enhiesto (de donde no hay no se puede sacar) arg.- .
Que desgraciaos ¿no?
"Ninguna gilipollez es respetable. Lo unico respetable es el derecho de cada cual a expresar cualquier gilipollez. Tan respetable como, acto seguido, el derecho de los otros a llamarlo gilipollas."
Arturo Pérez-Reverte.
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igual que con los tigres... la misma historia, pero con los chinos... el animal al borde de la extincion y ellos encabezonados en que con los huesos de tigre se les levanta... pobres ingenuos...Y luego van los japoneses y creen que con la grasa de las pobres se les va a poner el pito enhiesto (de donde no hay no se puede sacar)
pobres bichos...

YES, WE JAAAAARL!!!
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mismamente...mas que chocante, es para estrellarse.Bill Bones escribió:Como decía el naturalista Gerald Durrell... "Resulta chocante la cantidad de animales que son cazados en Asia hasta el borde de la extinción para, supuestamente, aumentar la potencia sexual de un continente donde lo último que falta son más habitantes..."
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Persigo una utopía pero esta se me aleja cada vez que me acerco, entonces ¿para que sirve una utopía? pues para eso, para caminar...

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