Grandes olvidados de la historia de España

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ender
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Luis Vicente de Velasco e Isla

Militar, lucho contra los ingleses, a su muerte (en combate) le fue reconocido su valor por sus enemigos
los ingleses ::locualo:
levantaron un monumento en su honor en la mismisima abadía de Westminster ::locualo: ::locualo:
aqui no creo que un 1% de nuestros estudiantes sepan siquiera que existio esa guerra y esos heroes.

Su historia:

Luis Vicente Velasco de Isla (Noja, Cantabria, España 9 de febrero de 1711) - (La Habana, Cuba 31 de julio de 1762). Marino y comandante de la Armada Real española. A lo largo de su carrera militar destacó por su valentía y destreza al mando de varios buques del Rey de España. Alcanzó su mayor gloria defendiendo La Habana de la invasión inglesa de 1762.

Juventud

Ya era guardiamarina a los 15 años y recibió el bautismo de fuego a los 16. Desde entonces estuvo presente en luchas contra los piratas berberiscos, en la conquista de Orán y en viajes al Nuevo Mundo.

Campañas militares

Un hecho ocurrido en 1742 define el temple de nuestro marino. Cuando al mando de una fragata de sólo 30 cañones hacía la travesía de La Habana a Matanzas, le cerró el paso una fragata inglesa con mayor tonelaje y número de cañones, la cual tenía además a la vista un bergantín también británico que se acercaba, con problemas de escasez de viento, en refuerzo de su compatriota. Velasco no lo duda y abre fuego contra la fragata, cañoneándola a corta distancia y maniobrando para abordarla; lo cual consigue y, tras muy sangrienta lucha, rinde el navío inglés antes de que pueda recibir la ayuda del bergantín. Vira rápido la fragata española para dar caza al segundo buque británico y le dispara, logrando dos impactos sobre la línea de flotación a poco de empezar el nuevo combate (hecho que habla de la pericia de los artilleros y de la eficacia de los cañones). El bergantín comienza a hundirse y arría la bandera de combate e iza la de auxilio. Velasco se lo presta y captura a los náufragos. Luego entró en La Habana con los dos buques apresados y un número de prisioneros que casi duplicaba al de su tripulación.

Y no fue este un suceso aislado en el incesante patrullar del héroe, pues consta que en 1746, al mando de los jabeques de patrulla y observación en la costa Norte de Cuba, capturó al abordaje otra fragata inglesa de 36 cañones y 150 hombres. El hecho es conocido en la Corte y difundido en la Gaceta de Madrid el 13 de septiembre del mismo año. En 1754 el rey Fernando VI le concede el mando de un navio de linea La Reina. Todo lo cual hace tambalear la creencia en el defecto de diseño de aquellos navíos de guerra españoles, que sí resultaban bien eficaces manejados por la inteligencia de Velasco y el vigor de los brazos que la obedecían. Sin embargo, los hechos narrados hasta ahora son poco en relación al valor que el cántabro derrochó en la defensa del Castillo de los Tres Reyes del Morro, que cerraba el puerto de La Habana.

Últimos años y muerte
Los buques ingleses se retiran con graves daños (El Morrro, 1762)

Tras el Pacto de Familia España-Francia de 1762, los ingleses atacan Cuba con una escuadra de 23 navíos, 24 fragatas y hasta 150 barcos menores y de transporte llevando 14.000 hombres de asalto (que después reforzaron con otros 4.000), al mando del almirante Pockoc. El desembarco inicial es de 10.000, que dirigidos por el conde de Albermale toman con facilidad las alturas dominantes, pese a que antes el gobernador de La Habana, Juan de Prado, hizo transportar a mano piezas de artillería para defenderlas.

Pero Velasco resiste en el Castillo del Morro e intenta salidas. Deja al mando de las baterías a Bartolomé Montes y se va a dirigir en persona el fuego de los 30 cañones de las fortificaciones de Santiago, contra las 286 piezas que barrían las posiciones españolas desde los buques Stirling, Dragon, Marlborough y Cambridge. Tras 6 horas de combate se retiraron los barcos británicos. Sólo el Stirling lo hizo ileso, y el Cambridge resultó muy averiado. Mientras, las baterías dirigidas por Montes también rechazaron a los ingleses.

Una y otra vez, en la peripecia vital de Velasco, se ve la fe que tanto él como el resto de los militares españoles tenían en su artillería.

El castillo, al mando de Luis Vicente de Velasco, resistió heroicamente dos meses en unas notorias condiciones de inferioridad. Se contó que el fuego que cayó sobre el castillo, le hacía parecer un volcán y que en esos últimos días de resistencia, Velasco parecía un espectro por su delgadez y cansancio, pero que desplegaba una energía sobrehumana y dormía unas pocas horas antes del amanecer con su sable en la mano.

La feroz resistencia termina cuando Velasco es abatido por un balazo en el pecho. El jefe de las fuerzas de asalto, sir Reppel, permite el traslado de Velasco a La Habana. Los médicos ingleses intentan salvarle la vida, pero todo resulta inútil y muere a consecuencia de la herida el 31 de julio de 1762. Ingleses y españoles pactan un alto el fuego de 24 horas para enterrar al héroe. Después todo fue un paseo para los británicos, que se apoderaron de La Habana (la cual volvería a la Corona española por el tratado de París del l0 de febrero de 1763).

Curiosidades

Los ingleses le rindieron honores, levantaron un monumento en su memoria en la abadía de Westminster y en la Torre de Londres se guardó un estandarte hispánico capturado en El Morro. Hasta principios del siglo XX, la marina de guerra británica disparaba salvas de honor en su nombre al pasar ante su villa natal (Noja).

En España el rey Carlos III mandó erigir una estatua en su honor en Meruelo (Cantabria) que le representa con la mano izquierda puesta en la herida y blandiendo con la derecha la espada, que es del modo en que murió. Se acuñaron medallas con su busto y el de su segundo, González.

Mandó también el rey que hubiera siempre en la real Armada un navío llamado "Velasco" (tradición que aún perdura) y concedió a su hermano Iñigo José de Velasco el título de marqués con cuatro mil pesos de renta anuales.

Extracto de Wikipedia
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Kamille Rososvky
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Exelente el artículo ender, realmente vale esperar para leer sore un personaje como Velasco e Isla
Cada vez se enncuentran más hombres valeintes y aguerridos capaces de luchar hasta morir por su patria en una tremenda inferioridad de condiciones.
Tal vez por esa razón se hizo por parte de los británicos en la Abadía de Wensmister, y el estandarte capturado en El Morro , Cuba fue guardado en la Torre de Londres.
En ocasiones el enemigo, puede mostrarse digno y reconocer la valía de un hérore como Luis Vicente de Velasco e Isla.
Buenas Noches y buena proa Comandante. Saludos de Kamille
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Kamille Rososvky
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

He estado leyendo después de la cena, y dejé este hilo cuando iba a comentar el artículo posteado por el Comandante ender.
Así que el libro que estoy tratando de alargar, fue dejado a un lado y estuve buscando material, leyendo editoriales, y así llegé a este artículo, en que Arturo Pérez Reverte hace una serie de aclaraciones a un estudiante que me impresionaron hondamente.
Este Señor debería tomarse un descanso y decir estas verdades con las que aclara determiandos errores a este joven vasco, con mucha altura sobre lo que nos viene sucediendo con la enseñanaza en mi país y por lo que se desprende del artículo en Espña,
Deería decírseloa los estudiantes de mi país y cantarle ¡otra que cuatro verdades!, a nuestro Consejo de Enseñanaza sobre como se ha tergiversado nuestra historia y como al parecer por sus dichos, en vuestra patria a sucedido otro tanto.

Fuente: Pérez Reverte
http://boards5.melodysoft.com/app?ID=we ... 52&DOC=281

Hoy se enseña en el País Vasco que la historia de los vascos es distinta a la de España. Hace pocos días, Arturo Pérez-Reverte ponía los puntos sobre las íes en artículo-carta a un joven lector guipuzcoano. No tiene desperdicio.

El artículo se llama 'Cortos de razones, largos de espada'. Se publicó en XLSemanal, el dominical del Taller de Editores y Vocento, el 19 de agosto. Lo reproducimos íntegro, capturado de la red, por donde circula de mano en mano.

Vaya como un doble homenaje: primero, al autor, que se atreve a contar lo que tantos callan; después, a los miles y miles de vascos que, en efecto, hicieron la Historia de España (y bien a gala lo tuvieron antes de la ponzoña sabiniana). Y vaya también como reproche a esos siniestros caciques del secesionismo que llevan veinticinco años retorciendo la Historia y engañando a la gente



Eres joven y guipuzcoano, según deduzco por tu carta y el remite. Escribes como lector reciente de la última aventura de nuestro amigo Alatriste, contándome que es el primer libro de la serie que cae en tus manos. Te ha gustado mucho, dices, excepto el hecho «poco riguroso» y «poco creíble» de que una galera española estuviera tripulada por soldados vizcaínos que combatían al grito de Cierra, España; en referencia a la Caridad Negra, que en los últimos capítulos combate a los turcos, en las bocas de Escanderlu, llevando a bordo a la compañía del capitán Machín de Gorostiola. Y añades, joven amigo (lo de joven es importante), que eso no disminuye tu entusiasmo por la historia que has leído; pero que el episodio de los vizcaínos te chirría, pues parece forzado. «Metido con calzador (son tus palabras) para demostrar que los vascos (y no los vascongados, don Arturo) estábamos perfectamente integrados en las fuerzas armadas españolas, lo que no era del todo cierto.»


Son las siete últimas palabras del párrafo anterior las que me hacen, hoy, escribir sobre esto; la triste certeza de que realmente crees en lo que dices. Te gusta la novela, pero lamentas que el autor haga trampas con la Historia real; la auténtica Historia que (eso no lo cuentas, pero se deduce)? te enseñaron en el colegio. Así que, con buena voluntad y con el deseo de que yo no cometa errores en futuras entregas, me corriges. Debería, a cambio, escribirte una carta con mi versión del asunto. El problema es que nunca contesto el correo. No tengo tiempo, y lo siento. Esta página, sin embargo, no es mala solución. La lee gente, y así quizá evite otras cartas como la tuya. De paso, extiendo mi respuesta a la cuadrilla de embusteros y sinvergüenzas de los sucesivos ministerios de Educación, de la consejería autonómica correspondiente, de los colegios o de donde sea, que son los verdaderos culpables de que a los diecisiete años, honrado lector, tengas (si me permites una expresión clásica) la picha histórica hecha un lío.

Machín de Gorostiola es un personaje ficticio, como su compañía de infantería vizcaína.
En efecto. Pero uno y otros deben mucho al capitán Machín de Munguía y a los soldados de su compañía, «la mayor parte vascongados», que, según una relación del siglo XVI conservada en el Museo Naval de Madrid, pelearon como fieras durante todo un día contra tres galeras turcas, en La Prevesa. En cuanto a lo de Cierra, España, ni es consigna franquista ni del Capitán Trueno.
Quien conoce los textos de la época sabe que, durante siglos, ése fue usual grito de ataque de la infantería española (en su tiempo la más fiel, sufrida y temible de Europa), que en gran número, además de soldados castellanos y de otras regiones, estaba formada por vizcaínos; pues así, vizcaínos, solía llamarse entonces a los vascos en general, «a veces cortos de razones pero siempre largos de bolsa y espada». Y guste o no a quien manipuló tus libros escolares, amigo mío, con sus nombres están hechas las viejas relaciones militares, de Flandes a Berbería, de las Indias a la costa turca. Los oprimidos vascos fuisteis (extraño síndrome de Estocolmo, el vuestro) protagonistas de todas las empresas españolas por tierra y mar desde el siglo XV en adelante. Ése fue, entre otros muchos, el caso de los capitanes de galeras Iñigo de Urquiza, Juan Lezcano y Felipe Martínez de Echevarría, del almirante Antonio de Oquendo, su padre y su hijo Miguel, o de tantos otros embarcados en las galeras del Mediterráneo o en la empresa de Inglaterra. Las relaciones de Ibarra, Bentivoglio, Benavides, Villalobos o Coloma sobre las guerras del Palatinado y Flandes, los asedios, los asaltos con el agua por la cintura, las matanzas y las hazañas, las victorias y las derrotas, hasta Rocroi y más allá incluso, están salpicadas de tales apellidos, sin olvidar las guerras de Italia: en Pavía, por ejemplo, un rey francés fue capturado por un humilde soldado de Hernani, en el curso de una acción sostenida por tenaces arcabuceros vascos. Y te doy mi palabra de honor de que aquel día todos gritaron, hasta enronquecer, Cierra, España: voz que, en realidad, no tenía significado ideológico alguno. Sólo era un modo de animarse unos a otros (eran tiempos duros) diciéndole al enemigo de entonces, fuera el que fuera: Cuidado, que ataca España.

Así que ya ves, amigo mío. No inventé nada. El único invento es el negocio perverso de quienes te niegan y escamotean la verdadera Historia: la de tu patria vasca («La gente más antigua, noble y limpia de toda España», escribía en 1606 el malagueño Bernardo de Alderete) y la de la otra, la grande y vieja. La común. La tuya y la mía.

Espero Comandantes que este artículo sea de vustro agrado y que, ya loaclaro no conyeba ningúna ntenciín, simpatía, o algo similar a la política de nuestros tiempos de neustras naciones o continentes buenas Noches y Buena jornada para mañana. Cordialmente Kamille .

Estuve buscando hasta ahora, un retrato de Machín de Munghuía quein inspiro a Pérez reverte. No enontré nada hsta el momento, pero ahora pienso que odré dormir. Mañana debo levantarme a las 6A.M. Tengo que algo que hacer temprano.
Hasta mañana a todos los comandantes.
Kamille Rososvky
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Cuando pensamos en grandes personalidades de España o de otros países, se piensa en pensadores, filósofos, músicos, goberanantes militares que hicieron historia y muchos de ellos fueron retratados por pintores reconocidos como lo es Murillo. Los personas como los grandes esritores como Cervantes, Quevedo etc. escribiero sobre ellos, y a su vez en general fueron retratados, por esta razón, pongo aquí una reseña sobre este pintor que personalmente he admirado siempre.
Bartolomé Esteban Murillo

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Bartolom%C ... an_Murillo

Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 31 de diciembre de 1617 – Cádiz, 3 de abril de 1682) fue un pintor español del siglo XVII. Es una de las figuras más importantes de la pintura barroca española que, tras haber decaído en estimación a principios del siglo XX, vuelve a gozar de importante reconocimiento mundial.
Contenido
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* 1 Vida y obra
o 1.1 Primeros años
o 1.2 Consolidación
* 2 Homenaje a Murillo
* 3 Discípulos
* 4 Galería
* 5 Bibliografía
* 6 Enlaces externos

Vida y obra

Nació en 1617 en la ciudad de Sevilla. Fue bautizado en la parroquia de Santa María Magdalena de la ciudad de Sevilla. Fue el menor de catorce hermanos. Su padre era un cirujano barbero llamado Gaspar Esteban, siendo por tanto Esteban su primer apellido. Su madre se llamaba María Pérez Murillo, de quien tomó el apellido para firmar su obra, como hizo Velázquez. Al morir sus padres cuando tan sólo tenía 10 años, pasa al cuidado de una de sus hermanas mayores, Ana, casada con un barbero cirujano, Juan Agustín de Lagares, con quien el joven Bartolomé mantendría muy buena relación.

Primeros años [editar]

Aunque por influencia de su padre ya era aficionado al dibujo, Murillo se formó en el taller de su pariente Juan Castillo, respetado artista en Sevilla, donde pronto comenzó a destacar de entre sus discípulos. Llegó a pasar allí cinco años, siendo uno de sus compañeros de taller el pintor granadino Alonso Cano. Para aportar algún dinero a la casa, a los 14 años de edad pintaba pequeños cuadros, o bien hacía dibujos para las comunidades religiosas.

A los 22 años Murillo decidió establecer un taller de pintura barata que le permitía vender cuadros sobre todo en las ferias de los pueblos, pero a pesar de que se vendían bien, esto no terminaba de satisfacer al artista, tanto es así que tras conocer copias de Antoon van Dyck, traídas a Sevilla por Pedro Moya, surgió en él un fuerte deseo de perfeccionar su pintura. Aunque no se conoce que viajara al extranjero, conoció bien la pintura flamenca, debido entre otras cosas a la posible relevancia de Sevilla como importante ciudad comercial, ya que esto favoreció el conocimiento exterior. No obstante, Murillo tomó la resolución de abandonar su ciudad al menos por un tiempo; el inconveniente sería su situación económica, por lo que tras comprar una pieza de tela y hacerla trozos, pudo pintar en cada uno de ellos un cuadro que vendería a un mercader que embarcaba para Indias.

Se fue a Madrid y logró que Velázquez le abriera las puertas de los palacios reales de Madrid, Toledo y el Monasterio de El Escorial con lo que pudo admirar y copiar grandes pinturas de diferentes maestros, educándose y perfeccionándose de este modo; además, trabajó en el estudio de Velázquez, regresando finalmente a Sevilla cuando convino que realmente estaba preparado. En su ciudad natal causó sensación y admiración por su nueva forma de pintura, siendo entonces cuando comenzó a consagrarse verdaderamente como un pintor. Sus primeras obras están influidas por Zurbarán, Ribera, Alonso Cano, Rubens, Tiziano y Velázquez. De gran realismo, aunque con un estilo que se estaba forjando a lo que sería después. Su obra fue adquiriendo importancia y evolucionó hacia un pintura suave de gusto burgués y aristocrático, como demuestran sus obras religiosas. Murillo se convirtió en un excelente pintor y poco a poco cimentó su fama.

Consolidación

En 1645 pintó trece lienzos para el claustro de San Francisco el Grande de Sevilla, que le proporcionarón un justificado renombre. Se casa ese mismo año con Beatriz Cabrera, con la que tendrá nueve hijos, cuatro de los cuales murieron en la epidemia de peste acaecida en Sevilla, en 1649. A raíz de un par de cuadros que lleva a cabo para la Catedral de Sevilla, empezará a especializarse en los dos temas que más fama le han proporcionado, las vírgenes con niño y las Inmaculadas.
El mendigo o Joven mendigo h. 1650

Tras una estancia en Madrid entre 1658 y 1660, en este último año, intervino en la fundación de la Academia de Pintura, cuya dirección compartió con Herrera el Mozo. En esa época de máxima actividad recibió importantes encargos, como el retablo del Monasterio de San Agustín; los cuadros para Santa María la Blanca, concluidos en 1665; las pinturas para el retablo mayor y los altares de las capillas laterales de la Iglesia del Convento de Capuchinos de Sevilla, uno de sus más importantes conjuntos pictórico, y Santo Tomás de Villanueva repartiendo limosna también para los capuchinos de Sevilla; o los cuadros sobre las obras de misericordia para el Hospital de la Caridad.

Las pinturas de la Iglesia de los Capuchinos de Sevilla fueron salvadas de la invasión francesa y restauradas por el pintor sevillano Joaquín Bejarano. En agradecimiento, los frailes le regalaron la pieza que presidía el retablo mayor, El Jubileo de la Porciúncula, actualmente en el Museo Wallraff-Fichard de Colonia, escena que ha sido sustituida por la Inmaculada llamada La Colosal, que Murillo realizara hacia 1650 para el convento sevillano de San Francisco. En la zona inferior del retablo se situaba la Santa Faz y sobre ésta La Virgen de la Servilleta. En los laterales del cuerpo bajo se encontraban a la izquierda las Santas Justa y Rufina, prototipos de belleza popular sevillana, y a la derecha San Leandro y Santa Buenaventura, patronos de Sevilla. En el segundo cuerpo se situaban a la derecha San José con el Niño y a la izquierda San Juan Bautista. En el ático figuraban San Antonio con el Niño y San Félix de Cantalicio con el Niño, ambas en formato de medio luneto que posteriormente fue transformado a rectagular. El retablo se halla actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Murillo destacó también como creador de tipos femeninos e infantiles: del candor de La muchacha con flores al realismo vivo y directo de sus niños de la calle, pilluelos y mendigos, que constituyen un prodigioso estudio de la vida popular. Después de una serie dedicada a la Parábola del hijo pródigo, se le encomendó la decoración de la iglesia del convento de los capuchinos de Cádiz, de la que sólo concluyó los Desposorios de santa Catalina, ya que falleció mientras trabajaba en ella, a consecuencia de una grave caída desde un andamio, aunque no en el acto, ya que sobrevivió al accidente unos meses más.

A petición del propio pintor, el día 4 de abril de 1682 (un día después de su muerte) fue enterrado en la primitiva Iglesia de Santa Cruz, iglesia que desapareció durante la ocupación francesa; y aunque más tarde volvería a ser levantada una nueva, el solar de la antigua es ocupado hoy día por la Plaza de Santa Cruz, bajo la cual, y en lugar ignorado, descansan los restos de Bartolomé Esteban Murillo.

Homenaje a Murillo
Estatua de Murillo en Madrid.

Murillo fue muy querido, tanto en círculos cultos como populares; existen diversas referencias al pintor dentro del mundo literario. Innumerables poemas y relatos glosaron tanto su personalidad como su pintura, y una prueba de ello es lo que el ilustrado Jovellanos dedicó al artista:
¡Gran Murillo! Yo he creído en tus obras los milagros del arte y del ingenio; yo he visto en ellas pintadas la atmósfera, los átomos, el aire, el polvo, el movimiento de las aguas y hasta el trémulo resplandor de la mañana. Tu nombre es el celebrado por todas las personas de buen gusto; pero ¡cúanto más lo sería si el buril hiciese más conocidas tus obras!

.-Elogio de las Bellas Artes-. Gaspar Melchor de Jovellanos. Madrid, 14 de julio, 1781

La fama de Murillo en los siglos XVIII y XIX explica que sus pinturas se hallen dispersas en museos y colecciones de todo el mundo. Con todo, subsiste una parte importante de su producción en Sevilla, especialmente en el Museo de Bellas Artes. El Museo del Prado de Madrid custodia más de 40 obras suyas. Hay otras en el Museo Thyssen-Bornemisza, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, Museo de Bellas Artes de Bilbao, etc.

No obstante, coincidiendo con el impresionismo y la pujanza crítica de Velázquez, el arte de Murillo llegó a ser subestimado, fenómeno que será arrastrado hasta principios del siglo XX, cuando su estilo es incluso tachado de empalagoso y conservador. Fue a partir de los años 80, gracias a nuevas exposiciones y libros, cuando su estima se recupera en parte.

En honor a este artista que ha legado al mundo numerosas pinturas, no sólo religiosas sino que también costumbristas, se han bautizado calles, plazas e incluso jardines, como es el caso de los Jardines de Murillo de Sevilla. Una estatua en bronce del pintor se alza sobre un pedestal en la plaza del Museo de Bellas Artes de Sevilla, obra del escultor madrileño Sabino de Medina fechada en 1864, y una réplica posterior del mismo autor, se levanta en la plaza de Murillo de Madrid, entre el Museo del Prado y el Jardín Botánico. El monumento representa al pintor de pie junto a un estrado donde se apoya y sostiene una paleta y un boceto. Como nota curiosa, existe una escultura de Murillo que corona, junto a otros 11 ilustres sevillanos, la fachada del Palacio de San Telmo de Sevilla. También existe en Sevilla el Museo Casa de Murillo; un museo-monumento del pintor sevillano inaugurado en 1982.

El 24 de marzo de 1960, se emitió en España una serie de sellos filatélicos de diferentes valores representando diversas obras de Bartolomé Esteban Murillo:

* Sello de 25 céntimos con El buen pastor.
* Sello de 40 céntimos con Rebeca y Eliezer.
* Sello de 50 céntimos con La virgen del rosario.
* Sello de 70 céntimos con La Inmaculada.
* Sello de 80 céntimos con Niño de la Concha.
* Sello de 1 peseta con Autorretrato.
* Sello de 1'50 pesetas con Sagrada Familia del Pajarito.
* Sello de 2'5 pesetas con El juego del dado.
* Sello de 3 pesetas con Niños comiendo melón.
* Sello de 5 pesetas con Niños contando monedas.

Discípulos

Aunque dentro del mundo del arte y la pintura Murillo tuviera muchísimos admiradores (hasta el punto de que los pintores sevillanos posteriores fueran denominados "escuela de Murillo"), sus discípulos reconocidos son los menos. No obstante, entre los que mejor asimilaron su técnica se podría citar a Pedro Núñez de Villavicencio y Cornelio Schut.

Galería

Vendedores de fruta (1670)


Mujeres en la ventana


"Dos niños comiendo melón y uvas", Alte Pinakothek.


"Two Trinities"

La Virgen del Rosario con el Niño


Anunciación


San Isidoro, Catedral de Sevilla


San Leandro, Catedral de Sevilla

Inmaculada de Soult


Inmaculada, Museo del Prado


San Fracisco Solano, Alcazar, Sevilla


El mendigo

Bibliografía

* F.M. Tubino (1864). Murillo: su época, su vida, sus cuadros. Sevilla.
* August Mayer (1913). Murillo. Stuttgart, Berlin.
* A. Seeman (1933). Murillo. Bérgamo.
* A. Muñoz (1942). Murillo. Novara.
* E. Lafuente Ferrari (1953). Breve historia de la pintura española. Madrid.
* Jonathan Brown (1976). Murillo and his drawings. Princeton.
* J.A. Gaya Nuño (1978). La obra completa de Murillo. Barcelona.
* J. Brown (1980). Imágenes e ideas en la pintura española del siglo XVII. Madrid.
* ANGULO IÑIGUEZ, DIEGO (1980). Murillo. I, Su vida, su arte, su obra. Espasa-Calpe, Madrid.
* ANGULO IÑIGUEZ, DIEGO (1981). Murillo,. II, Catálogo crítico. Espasa-Calpe, Madrid.
* ANGULO IÑIGUEZ, DIEGO (1981). Murillo,. III, Láminas. Espasa-Calpe, Madrid.
* Catálogo de la exposición (1982). Murillo (1617-1682). Museo del Prado, Madrid-Royal Academy, Londres, Madrid.
* N. Ayala Mallory (1983). Bartolomé Esteban Murillo. Madrid.
* J. Gállego (1987). Visión y símbolos en la pintura española del Siglo de Oro. Madrid.
* Ye. Vaganova (1988). Murillo and His Time. Moscú.
* GARCIA FELGUERA, MARIA DE LOS SANTOS (1989). La Fortuna de Murillo (1682-1900). Diputación Provincial de Sevilla.
* VALDIVIESO GONZALEZ, ENRIQUE (1990). Murillo, sombras de la tierra, luces del cielo. Madrid.
* N. Ayala Mallory (1991). Del Greco a la pintura de Murillo. La pintura española del Siglo de Oro 1556-1700. Madrid.
* Karin Hellwig (1991). Vom Reiz des Alltäglichen- Barolome Esteban de Murillo, in Henrik Karge Vision oder Wirklichkeit- die spanische Malerei der Neuzeit. Klinkhardt u.Biermann.
* F. Calvo Serraller (1991). Teoría de la pintura del Siglo de Oro. Madrid.
* VALDIVIESO GONZALEZ, ENRIQUE (1994). Murillo. Alianza, D.L., Madrid.
* Encyclopedic Dictionary (1999). Painting of Europe. XIII-XX centuries. Iskusstvo, Moscú.

Enlaces externos [editar]
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Esta magnífica obra se llama "Los Vnededores de Furtas" Los comentarios del óleo se lo dejo para ustedes. Saludos comandantes. Kamille

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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Otra de las espléndidas obras de Bartolomé Esteban Murillo


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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/De_Quevedo

Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas


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http://es.wikipedia.org/wiki/De_Quevedo

Vida

El linaje de los Quevedo, familia hidalga y montañesa, descendiente de ricos hombres de Castilla, estaba acreditado en el valle de Toranzo, en las montañas de Burgos, actual Cantabria. Su casa infanzona y solariega se hallaba cerca de Vejorís de Toranzo, sobre una eminencia llamada barrio de Cerceda.

Nació Quevedo en Madrid y fue bautizado en la parroquia de San Ginés el 26 de septiembre de 1580. Su infancia transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempeñaban altos cargos en Palacio. El padre, Francisco Gómez de Quevedo, era secretario de la princesa María, esposa de Maximiliano de Alemania, y su madre, María de Santibáñez (madrileña, de madre también montañesa), era camarera de la reina Ana de Austria, cuarta esposa de Felipe II. El muchacho, superdotado, de pies deformes, cojo de uno, gordo y muy corto de vista, quedó huérfano a los seis años y se refugió en los libros dentro del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús en Madrid. En 1596 marchó a la Universidad de Alcalá de Henares, donde estudió incansablemente la licenciatura en Artes hasta 1600. Por su cuenta profundizó también en filosofía, lenguas clásicas, árabe, hebreo, francés e italiano. Se trasladó a Valladolid en 1601, siguiendo la Corte que trasladó allí el Duque de Lerma, y estudió también Teología, para la que hará posteriormente algunas aportaciones, como el tratado contra el ateísmo Providencia de Dios. Ya por entonces destacó como poeta y figuró en la antología generacional de Pedro Espinosa Flores de poetas ilustres (1605), pero el conjunto de su obra poética fue editado póstumamente y puede clasificarse dentro del Conceptismo Barroco. De su estancia vallisoletana datan también los comienzos de su larga rivalidad y enemistad con Luis de Góngora. Parece ser que los primeros poemas de Quevedo imitaban o parodiaban los del cordobés bajo pseudónimo (Miguel de Musa) o no, y Góngora detectó con rapidez al joven que minaba su reputación y ganaba fama a su costa; decidió atacarlo con una serie de poemas y Quevedo le contestó; ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del cisne cordobés, quien dejó en estos versos constancia de la deuda que Quevedo le tenía contraída (cit. en Pablo Jauralde Pou, Francisco de Quevedo (1580-1645) Madrid: Castalia, 1999, pág. 906-907):

Musa que sopla y no inspira
y sabe que es lo traidor
poner los dedos mejor
en mi bolsa que en su lira,
no es de Apolo, que es mentira.

Quevedo también se aproximó a la prosa escribiendo como juego cortesano, en el que lo más importante era exhibir ingenio, la primera versión manuscrita de una novela picaresca, la Vida del Buscón, y un cierto número de cortos opúsculos burlescos que le ganaron cierta celebridad entre los estudiantes y de los que habría de renegar en su edad madura como travesuras de juventud; igualmente por esas fechas sostiene un muy erudito intercambio epistolar con el humanista Justo Lipsio, deplorando las guerras que estremecen Europa, según puede verse en el Epistolario reunido por Luis Astrana Marín. Por 1604 intenta explorar nuevos caminos métricos creando un libro de silvas que no terminó, a imitación de las de Publio Papinio Estacio, combinando versos de siete y once sílabas libremente.

Vuelta la Corte a Madrid, arriba a ella Quevedo en 1606 y reside allí hasta 1611 entregado a las letras; escribe cuatro de sus Sueños y diversas sátiras breves en prosa; obras de erudición bíblica como su comentario Lágrimas de Jeremías castellanas; una defensa de los estudios humanísticos en España, la España defendida; y una obra política, el Discurso de las privanzas, así como lírica amorosa y satírica. Se gana la amistad de Félix Lope de Vega (hay numerosos elogios a Quevedo en los libros de Rimas del Fénix y Quevedo aprobó las Rimas humanas y divinas, de Tomé Burguillos, heterónimo del Fénix), así como de Miguel de Cervantes (se le alaba en el Viaje del Parnaso del alcalaíno y Quevedo corresponde en la Perinola), con quienes estaba en la Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento; por el contrario, atacó sin piedad a los dramaturgos Juan Ruiz de Alarcón, cuyos defectos físicos le hacían gracia (era pelirrojo y jorobado), siendo él mismo deforme, así como Juan Pérez de Montalbán, hijo de un librero con el que Quevedo tuvo ciertas disputas. Contra este último escribió La Perinola, cruel sátira de su libro misceláneo Para todos. Sin embargo, el más atacado sin duda fue Luis de Góngora, al que dirigió una serie de terribles sátiras acusándole de ser un sacerdote indigno, de homosexual, de escritor sucio y oscuro, entregado a la baraja e indecente. Quevedo, descaradamente, violentaba la relación metiéndose hasta con su aspecto (como en su sátira A una nariz, en la que se ensaña con el apéndice nasal de Góngora, pues en la época se creía que el rasgo físico más acusado de los judíos era ser narigudos). En su descargo, cabe decir que Góngora le correspondió casi con la misma violencia. Por entonces estrecha una gran amistad con el grande Pedro Téllez-Girón, el Gran Duque de Osuna, al que acompañará como secretario a Italia en 1613, desempeñando diversas comisiones para él que le llevaron a Niza, Venecia y finalmente a Madrid, donde se integrará en el entorno del Duque de Lerma, siempre con el propósito de conseguir a su amigo el Duque de Osuna el nombramiento de virrey de Nápoles, lo que al fin logrará en 1616. Vuelto a Italia de nuevo con el Duque, éste le encargó dirigir y organizar la Hacienda del Virreinato y desempeña otras misiones, algunas relacionadas con el espionaje a la República de Venecia, aunque no directamente, como se ha creído hasta hace poco, y obtiene en recompensa el hábito de Santiago en 1618.

Caído el grande Osuna, Quevedo es arrastrado también como uno de sus hombres de confianza y se le destierra en 1620 a la Torre de Juan Abad (Ciudad Real), cuyo señorío había comprado su madre con todos sus ahorros para él antes de fallecer. Los vecinos del lugar, sin embargo, no reconocieron esa compra y Quevedo pleiteará interminablemente con el concejo, si bien el pleito sólo se resolverá a su favor tras su muerte, en la persona de su heredero y sobrino Pedro Alderete. Llegado allí a lomos de su jaca "Scoto", llamada así por lo sutil que era, como cuenta en un romance, y aislado ya de las tormentosas intrigas cortesanas, a solas con su conciencia, escribirá Quevedo algunas de sus mejores poesías, como el soneto "Retirado a la paz de estos desiertos..." o "Son las torres de Joray..." y hallará consuelo a sus ambiciones cortesanas y su desgarrón afectivo en la doctrina estoica de Séneca, cuyas obras estudia y comenta convirtiéndose en uno de los principales exponentes del neoestoicismo español. Completa el número de sus Sueños y redacta tratados políticos como Política de Dios, morales como Virtud militante y dos sátiras extensas: Discurso de todos los diablos y La hora de todos. Tomó parte muy activa en la controversia sobre el patronato de España con dos obras: Memorial por el patronato de Santiago y Su espada por Santiago, 1628. La cuestión se había suscitado cuando una reforma del Breviario Romano en el siglo XVII no citó la predicación y enterramiento de Santiago en España, lo que provocó un cruce de cartas y presiones que duró treinta y dos años hasta conseguir su revocación; el asunto se reavivó cuando se pretendió otorgar el patronazgo de España a Santa Teresa de Jesús, lo que acabó por convertirse en una auténtica batalla de intelectuales en pro de una u otro, y Quevedo, bastante misógino, se inclinó por el santo guerrero Santiago.

La entronización de Felipe IV supuso para Quevedo el levantamiento de su castigo, la vuelta a la política y grandes esperanzas ante el nuevo valimiento del Conde Duque de Olivares. Quevedo acompaña al joven rey en viajes a Andalucía y Aragón, algunas de cuyas divertidas incidencias cuenta en interesantes cartas. Por entonces denuncia sus obras a la Inquisición, ya que los libreros habían impreso sin su permiso muchas de sus piezas satíricas que corrían manuscritas haciéndose ricos a su costa. Quevedo quiso asustarlos y espantarlos de esa manera y preparar el camino a una edición definitiva de sus obras que nunca llegó a aparecer. Por otro lado, lleva una vida privada algo desordenada de solterón: fuma mucho, frecuenta las tabernas (Góngora le achaca ser un borrachín consumado y en un poema satírico se le llama don Francisco de Quebebo) y frecuenta los lupanares, pese a que vive amancebado con una tal Ledesma. Sin embargo, es nombrado incluso secretario del monarca, en 1632, lo que supuso la cumbre en su carrera cortesana. Era un puesto sujeto a todo tipo de presiones: su amigo, el Duque de Medinaceli, es hostigado por su mujer para que lo obligue a casarse contra su voluntad con doña Esperanza de Mendoza [2] , señora de Cetina, viuda y con hijos, y el matrimonio, realizado en 1634, apenas dura tres meses. En contrapartida, son años de una febril actividad creativa. En 1634 publica La cuna y la sepultura y la traducción de La introducción a la vida devota de Francisco de Sales; de entre 1633 y 1635 datan obras como De los remedios de cualquier fortuna, el Epicteto, Virtud militante, Las cuatro fantasmas, la segunda parte de Política de Dios, la Visita y anatomía de la cabeza del cardenal Richelieu o la Carta a Luis XIII. En 1635 aparece en Valencia el más importante de uno de los numerosos libelos destinados a difamarle, El tribunal de la justa venganza, erigido contra los escritos de Francisco de Quevedo, maestro de errores, doctor en desvergüenzas, licenciado en bufonerías, bachiller en suciedades, catedrático de vicios y protodiablo entre los hombres.

En 1639, con motivo del memorial aparecido bajo la servilleta del Rey Sacra, católica, cesárea, real Majestad..., donde se denuncia la política del Conde Duque, se le detuvo, se confiscan sus libros y, sin apenas vestirse, es llevado al frío convento de San Marcos de León hasta la caída del valido y su retirada a Loeches en 1643. En el monasterio Quevedo se dedicó a la lectura, como cuenta en la Carta moral e instructiva, escrita a su amigo, Adán de la Parra, pintándole por horas su prisión y la vida que en ella hacía:

Desde las diez a las once rezo algunas devociones, y desde esta hora a la de las doce leo en buenos y malos autores; porque no hay ningún libro, por despreciable que sea, que no tenga alguna cosa buena, como ni algún lunar el de mejor nota. Catulo tiene sus errores, Marcus Fabius Quintilianus sus arrogancias, Cicerón algún absurdo, Séneca bastante confusión; y en fin, Homero sus cegueras, y el satírico Juvenal sus desbarros; sin que le falten a Egecias algunos conceptos, a Sidonio medianas sutilezas, a Ennodio acierto en algunas comparaciones, y a Aristarco, con ser tan insulsísimo, propiedad en bastantes ejemplos. De unos y de otros procuro aprovecharme de los malos para no seguirlos, y de los buenos para procurar imitarlos.

Pero Quevedo había salido ya del encierro, en 1643, achacoso y muy enfermo, y renuncia a la Corte para retirarse definitivamente en la Torre de Juan Abad. Es en sus cercanías, y tras escribir en su última carta que "hay cosas que sólo son un nombre y una figura", fallece en el convento de los padres Dominicos de Villanueva de los Infantes, el 8 de septiembre de 1645. Se cuenta que su tumba fue violada días después por un caballero que deseaba tener las espuelas de oro con que había sido enterrado y que dicho caballero murió al poco en justo castigo por tal atrevimiento.

Sus obras fueron muy mal recogidas y editadas por el humanista José Antonio González de Salas, quien no tiene empacho en retocar los textos, en 1648: El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las nueve Musas, pero es la edición más fiable; peor es la edición del sobrino de Quevedo y destinatario de su herencia, Pedro Alderete, en 1670: Las tres Musas últimas castellanas; en el siglo XX José Manuel Blecua las ha editado con rigor.

En 1663 se imprimió la primera biografía de Francisco de Quevedo, la de Pablo Antonio de Tarsia, abundante en anécdotas; posteriormente vendrán las de Aureliano Fernández Guerra en el siglo XIX, donde se le pinta como un hombre de estado, y la de Pablo Jauralde Pou en el siglo XX.

Análisis de su obra [editar]

Lo más original de la obra literaria de Quevedo radica en el estilo, vinculado al Conceptismo barroco y por lo tanto muy amigo de la concisión, de la elipsis y del cortesano juego de ingenio con las palabras mediante el abuso de la anfibología. Amante de la retórica, ensayó a veces un estilo oratorio lleno de simetrías, antítesis e isocola que lució más que nunca en su Marco Bruto. De léxico muy abundante, creó además muchos neologismos por derivación, composición y estereotipia y flexibilizó notablemente el mecanismo de la aposición especificativa en castellano ("clérigo cerbatana, zapatos galeones..."), mecanismo que los escritores barrocos posteriores imitaron de él. En su sátira se acerca a veces a la estética del expresionismo al degradar a las personas mediante la reificación o cosificación, y la animalización. Se ha señalado, además, como un rasgo característico de su verso, la esticomitía, esto es, la tendencia a transformar cada verso en una sentencia de sentido completo, lo cual hace a sus poemas muy densos de significado, como era prioritario en su poética, radicada en los principios del conceptismo barroco.

La mayor parte de la producción poética de Quevedo es satírica, pero como ya apercibió el abate José Marchena sus sátiras están mal dirigidas y, aunque consciente de las causas verdaderas de la decadencia general, es para él más un mero ejercicio de estilo que otra cosa y se vierte contra el bajo pueblo más que contra la nobleza, en lo cual no tuvo el atrevimiento de, por ejemplo, el otro gran satírico de su época, Juan de Tassis y Peralta, segundo Conde de Villamediana. Cultivó también una fina lírica cortesana realizando un cancionero petrarquista en temas, estilo y tópicos, prácticamente perfecto en técnica y fondo, en torno a la figura de Lisi, que no hay que identificar como se ha querido con ninguna dama concreta, sino con un arquetipo quintaesenciado de mujer. Destacan sobre todo sus sonetos metafísicos y sus salmos, donde se expone su más íntimo desconsuelo existencial. La visión que da su filosofía es profundamente pesimista y de rasgos preexistencialistas. El cauce preferido para la abundante vena satírica de que hizo gala es sobre todo el romance, pero también la letrilla ("Poderoso Caballero es Don Dinero"), vehículo de una crítica social a la que no se le esconden los motivos más profundos de la decadencia de España, y el soneto. Abominó de la estética del Culteranismo cuyo líder, Luis de Góngora, fue violentamente atacado por Quevedo en sátiras personales. Contra la pedantería y obscuridad que le imputaba se propuso también editar las obras de los poetas renacentistas Francisco de la Torre y Fray Luis de León.

La poesía amorosa de Quevedo, considerada la más importante del Siglo XVII, es la producción más paradójica del autor: misántropo y misógino, fue, sin embargo, el gran cantor del amor y de la mujer. Escribió numerosos poemas amorosos (se conservan más de doscientos), dedicados a varios nombres de mujer: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora. Consideró el amor como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer queda descartado. Su obra cumbre en este género es, sin duda, su "Amor Constante Más Allá De La Muerte".

Obras
Monumento a Quevedo en Madrid (A. Querol, 1902).

Obras políticas [editar]

* Política de Dios, gobierno de Cristo. Su primera parte fue escrita hacia 1617 (en la dedicatoria a Olivares, de 1626, le dice que "es el libro que yo escribí diez años ha") e impresa en 1626 con el título de Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás. La segunda parte, escrita en torno a 1635, se publicó en 1655. Las dos partes juntas se publicaron bajo el epígrafe Política de Dios, gobierno de Cristo, sacada de la Sagrada Escritura para acierto del Rey y del reino en sus acciones.
* Vida de Marco Bruto, 1644, glosa de la vida correspondiente al famoso asesino de César escrita por Plutarco, escrita con algebraico rigor y una elevación de estilo conceptista poco menos que inimitable.
* Mundo caduco y desvaríos de la edad (1621, ed. 1852)
* Grandes anales de quince días (1621, ed. 1788), análisis de la transición entre los reinados de Felipe III y Felipe IV.
* Memorial por el patronato de Santiago (1627, ed. 1628).
* Lince de Italia y zahorí español (1628, ed. 1852).
* El chitón de Tarabillas (1630), impreso muchas veces con el título de Tira la piedra y esconde la mano. Defiende las disposiciones económicas del Conde-Duque de Olivares, de quien luego se distanciaría.
* Execración contra los judíos (1633), alegato antisemita que contiene una velada acusación contra don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares y valido de Felipe IV.
* Carta al serenísimo, muy alto y muy poderoso Luis XIII, rey cristianísimo de Francia (1635).
* Breve compendio de los servicios de Francisco Gómez de Sandoval, duque de Lerma (1636).
* La rebelión de Barcelona ni es por el güevo ni es por el fuero. 1641, panfleto contra la revuelta catalana de 1640.
* España defendida y los tiempos de ahora, de las calumnias de los noveleros sediciosos, editada por primera vez en 1916.

Obras ascéticas [editar]

* Providencia de Dios, 1641, tratado contra los ateos que intenta unificar estoicismo y cristianismo.
* Vida de San Pablo, 1644.
* Vida de Santo Tomás de Villanueva, 1620.
* La constancia y paciencia del santo Job, publicada póstumamente en 1713.

Obras filosóficas

* Dotrina moral del conocimiento propio, y del desengaño de las cosas ajenas (Zaragoza, 1630).
* La cuna y la sepultura para el conocimiento propio y desengaño de las cosas ajenas (Madrid, 1634), que es una reescritura de la obra anterior, publicada sin su autorización, en la que amplificó y mejoró estilísticamente el texto precedente.
* Epicteto, y Phocílides en español con consonantes, con el Origen de los estoicos, y su defensa contra Plutarco, y la Defensa de Epicuro, contra la común opinión (Madrid, 1635).
* Las cuatro pestes del mundo y los cuatro fantasmas de la vida (1651).

Crítica literaria [editar]

* La aguja de navegar cultos con la receta para hacer Soledades en un día (1631), satírica embestida contra los poetas que usan el lenguaje gongorino o culterano.
* La culta latiniparla (1624), burlesco manual para hablar en lenguaje gongorino.
* La Perinola (1633, ed. en 1788), ataque contra el "Para todos" de Juan Pérez de Montalbán.
* Cuento de cuentos (1626), reducción al absurdo de los coloquialismos más vacíos de significado.

Obras festivas [editar]

* Premática y aranceles, hechas por el fiel de las putas, Consejos para guardar la mosca y gastar la prosa, Premática del tiempo, Capitulaciones matrimoniales y Capitulaciones de la vida de la Corte son sátiras de los géneros burocráticos habituales en las cancillerías y que se aplican a temas grotescos.
* Cartas del caballero de la Tenaza (1625), humorística descripción de las epístolas intercambiadas entre un caballero sumamente tacaño y su amante, que quiere sacarle dinero por cualquier medio.
* Libro de todas las cosas y otras muchas más. Compuesto por el docto y experimentado en todas materias. El único maestro malsabidillo. Dirigido a la curiosidad de los entremetidos, a la turbamulta de los habladores, y a la sonsaca de las viejecitas.
* Gracias y desgracias del ojo del culo. Un estudio poético magistral sobre los placeres y las dolencias relativos a semejante órgano.

Obras satírico-morales

* Los Sueños, compuestos entre 1606 y 1623, circularon abundantemente manuscritos pero no se imprimieron hasta 1627. Se trata de cinco narraciones cortas de inspiración lucianesca donde se pasa revista a diversas costumbres, oficios y personajes populares de su época. Son, por este orden, El Sueño del Juicio Final (llamado a partir de la publicación de Juguetes de la niñez, la versión expurgada de 1631 El sueño de las calaveras), El alguacil endemoniado (redenominado El alguacil alguacilado), El Sueño del Infierno (esto es, Las zahúrdas de Plutón en su versión expurgada), El mundo por dentro (que mantuvo su nombre siempre) y El Sueño de la Muerte (conocido como La visita de los chistes).
* De la estirpe de los Sueños son dos llamadas "fantasías morales", el Discurso de todos los diablos y de La Hora de todos. Ambas son también sátiras lucianescas de característico tono jocoserio, aunque en su factura y creatividad superan a los Sueños:
o Discurso de todos los diablos o infierno emendado (1628), publicado en algunas versiones como El peor escondrijo de la muerte y, a partir de 1631, en la versión expurgada en la que aparecen también los cinco Sueños con los títulos cambiados que se enumeran más arriba, con el título de El entremetido y la dueña y el soplón.
o La hora de todos y la Fortuna con seso, variación sobre el tema del mundo al revés en que la Fortuna recobra el juicio y da a cada persona lo que realmente merece, provocando tan gran trastorno y confusión que el padre de los dioses debe volverlo todo a su primitivo desorden.
* La novela picaresca Historia de la vida del Buscón llamado Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños, apareció impresa en Zaragoza en 1626, pero existen tres versiones más de la obra con grandes divergencias textuales. El problema es complejo, pues todo parece indicar que Quevedo retocó su obra varias veces. La versión más antigua es el manuscrito 303 bis (olim Artigas 101) de la Biblioteca de Menéndez Pelayo a causa del cotejo de las variantes y la manera en que unos testimonios se agrupan frente a otros. La impresión de 1626 fue asumida, si no controlada, por Quevedo, según el propio autor declara en su memorial Su espada por Santiago (1628) y la sinceridad de sus palabras es confirmada por otros datos, así que en realidad no puede sostenerse que se hiciera sin permiso del autor. Pero esta versión no fue la última, pues don Francisco volvió sobre ella para retocar algunos pormenores narrativos, amplificar el retrato satírico de varios personajes secundarios y paliar las expresiones que juzgaron irreverentes o blasfemas los redactores de dos libelos antiquevedia­nos, el Memorial enviado a la Inquisición contra los escritos de Quevedo (1629) y El Tribunal de la Justa Venganza (1635). De estos retoques dan fe los otros manuscritos. El Buscón un divertimento en que el autor se complace en ridiculizar los vanos esfuerzos de ascensión social de un pobre diablo perteneciente al bajo pueblo; para ello exhibe cortesanamente su ingenio por medio de un brillante estilo conceptista que degrada todo lo que toca cosificándolo o animalizándolo, utilizando una estética preexpresionista que se aproxima a Goya, Solana y Valle-Inclán y no retrocediendo ante las gracias más repugnantes. La caracterización apenas existe: se trata sólo de un vehículo para el lucimiento aristocrático del autor.


Epistolario

Fue editado por Luis Astrana Marín (Epistolario completo de Don Francisco de Quevedo / edición crítica..., Madrid: Instituto Editorial Reus, 1946).

Traducciones

Quevedo frecuentó a humanistas como el distante Justo Lipsio y el más cercano José Antonio González de Salas; ambos le transmitieron su fervor por Propercio. Como helenista, las traducciones de Quevedo del griego dejan bastante que desear; se atrevió, sin embargo, a traducir pésimamente a Anacreonte (traducción que circuló manuscrita y no se imprimió en vida de Quevedo, sino en 1656), al pseudo Focílides y la Vida de Marco Bruto de Plutarco para su Marco Bruto. Mayor mérito tienen sus Lamentaciones de Jeremías desde el hebreo, o sus versiones de excelente latinista de los satíricos Marcial, Persio y Juvenal; sus obras están esmaltadas también de reminiscencias de Virgilio, Propercio, Tibulo, Ovidio, Estacio y Séneca, autores que, como los citados satíricos, frecuentó no poco. También son excelentes sus versiones del italiano y el francés; en esta última lengua, conocía la obra de líricos como Joachim du Bellay y leía y admiraba la de Montaigne e incluso es posible que tradujese el primer libro de sus Essais. En su haber se cuentan:

* Introducción a la vida devota, de San Francisco de Sales.
* De los remedios de cualquier fortuna (1638), versión libre de Séneca.
* El Rómulo, 1632, del marqués Virgilio Malvezzi.

Obras perdidas [editar]

* La segunda parte de la Vida de Marco Bruto, mencionada por Quevedo en sus últimas cartas, en 1644.
* Historia de don Sebastián, rey de Portugal.
* La polilla de las repúblicas.
* Historia del año 1631.
* Dichos y hechos del Duque de Osuna en Flandes, España, Nápoles y Sicilia.

Quevedo en la Novela Histórica [editar]

Francisco de Quevedo es también, junto a otros personajes históricos de la España de Felipe IV, un personaje secundario en la saga conocida como Las Aventuras del Capitán Alatriste (1996), de Arturo Perez-Reverte, y en la película basada en ella, Alatriste (2006), dirigida por Agustín Díaz Yanes, en donde el personaje de Quevedo es interpretado por el actor Juan Echanove. En esta obra de Ficción, Quevedo es presentado como amigo personal del mal llamado Capitan Don Diego Alatriste y Tenorio, veterano de las guerras de Flandes, quien se gana la vida como sicario en el Madrid del siglo XVII. La primera aparición de Quevedo se da en el primer titulo de la saga, El Capitán Alatriste (1996), donde es representado como un hombre ingenioso, apasionado y excelente espadachin, quien regularmente debe hacer uso de la herreruza (espada) para zanjar los contantes coflictos en los que se involucra, ya sea por los desafortunados versos que dedica a numerosas personas (incluidas personalidades de renombre), como por aquellos relacionados con su amigo Alatriste. En terminos narrativos, Francisco de Quevedo representa en la obra el contrapunto alegre y deshinibido a la personalidad reservada y tosca de Alatriste, aportando a la lectura del texto momentos frescos y de un humor elegante e imaginativo, aunque también cumple el rol de factor determinante en muchos de los sucesos de la obra, especialmente en el segundo volumen de la saga Limpieza de Sangre (1997). Cabe destacar que en la obra como en sus numerosos epílogos, aparecen algunas obras (mayoritariamente sonetos) que son "atribuidos" a este personaje, entre los que destaca aquel que Alaba la virtud militar, en la persona del Capitán Alatriste. Este poema, que Quevedo dedicaría a Alatriste, narra de manera alegórica la vida y carácter del personaje, loando su valentía y temple.

Referencias [editar]

Notas [editar]

1. ↑ Sobre la fecha de nacimiento
2. ↑ Partida de matrimonio de don Francisco de Quevedo con doña Esperanza de Mendoza, incluída en la Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXXXVIII, pag. 525.

Bibliografía [editar]

* Arellano, Ignacio (1999). Rostros y máscaras: personajes y temas de Quevedo. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-1737-X.
* Ayala, Francisco (1984). Cervantes y Quevedo. Barcelona: Ariel. ISBN 84-344-8374-2.
* Carreira Vérez, Antonio, y Schwartz, Lidia (1997). Quevedo a nueva luz. Málaga: Universidad de Málaga. ISBN 84-7496-637-X.
* Ettinghausen, Henry (1972). Francisco de Quevedo and the Neostoic movement. Oxford: Oxford University Press. ISBN 0-19-815521-2.
* Garciasol, Ramón de (seud. de Miguel Alonso Calvo) (1976). Quevedo. Pozuelo de Alarcón: Espasa Calpe. ISBN 84-239-1608-1.
* Gutiérrez, Carlos M. (2005). La espada, el rayo y la pluma: Quevedo y los campos literario y de poder. West Lafayette: Purdue UP. ISBN 1-55753-361-X.
* Perez-Reverte,Arturo (1996). El Capitán Alatriste. Pamplona: Ediciones Alfaguara, S.A. Grupo Santillana. ISBN 978-84-204-8353-5.
* Iffland, James ed. (1982). Quevedo in perspective: eleven essays for the quadricentennial: proceedings from the Boston Quevedo Symposium, October 1980. Newark, Delaware: Juan de la Cuesta. ISBN 0-936388-17-X.
* Jaramillo Cervilla, Manuel (1981). Personalidad y pensamiento político de Quevedo. Granada: Diputación Provincial de Granada. ISBN 84-500-4396-4.
* Jauralde Pou, Pablo (1998). Francisco de Quevedo (1580-1645). Madrid: Castalia. ISBN 84-7039-796-6.
* Lázaro Carreter, Fernando (1966). Estilo barroco y personalidad creadora: Góngora, Quevedo, Lope de Vega. Salamanca: Anaya. ISBN 978-84-376-0022-2.
* Martinengo, Alessandro (1992). La astrología en la obra de Quevedo: una clave de lectura. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-1192-4.

Véase también [editar]

* Literatura de España
* Siglo de Oro
* Orden de Santiago

Enlaces externos [editar]

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Wikiquote

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Wikisource

* Colabora en Wikisource. Wikisource contiene obras originales de o sobre Francisco de Quevedo.
* Página del autor en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
* Bibliografía quevediana
* Portal consagrado al autor en la Universidad de Santiago de Compostela
* Quevedo, su linaje y heráldica

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Quevedo"
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Bartolomé Seastián Murillo

En la reseña publicada anteriormente pueden leer más sobre Murillo, su vida, su escuela y trayectoria como pintor.
Su pintura pertence al estilo llamado barroco. No voy a darles la definición de "barroco" que pueden encontrar en una enciclopedia de arte. Loque sí puedo darles es una impresión personal. sobre su estilo. Es vigoroso, una gran colorista, que domina la forma humana, el uso del color, de las luces y las sombras. Viendo su obra resalta la madurez del artista.
Habrá personas que prefieran un estilo diferente, puede ser el renacentista, manierista, impresionista o abstracto, minimalista como se ha generalizado mucho, pero en arte, los gustos son muy personales. Que disfruten de un buen domingo Comandantes
Saludos a todos de Kamille
La Inmaculada Concepción

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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Con este arículo, que pueden buscar más datos en libros o en Internet o consultando a los Comandantes, que actualmente muy ocupados con las batallas navales, pueden hacer un lugarcito, así se retoma el ritmo que tuvo al comienzo este hilo, porque nos faltan datos.


-El sitema de navegación
-Las rutas de Navegación, cartas nautics sería genial
-Que tipo de embarcaciones unían al Morro con España.
-Armamento bélico par la defensa ante los ataques que sufrió por parte de corsarios, y de que nacionalidad.
Ustedes saben mucho del tema, y de los hombres notables de la época. Un cordial saludo de Kamille


Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Castillo_d ... _del_Morro


Fuerte de San Miguel del Morrol

Fuerte San Felipe del Morro es una fortificación del Siglo XVI construida en el extremo norte de la isleta de San Juan, Puerto Rico. Por muchos años, vigiló la entrada a la bahía de San Juan y protegió la ciudad de ataques marítimos. El "morro" es un término usado para referirse a una porción de tierra o peñasco que sirve para observar un lugar. Este fuerte es parte del San Juan National Historic Site y fue declarado Patrimonio Nacional por las Naciones Unidas en 1983.

Hoy en día, el Morro es una de las principales atracciones turísticas de Puerto Rico, con exhibiciones de artículos de la época de la colonización usados por españoles, indígenas, y africanos. Otras exhibiciones muestran modelos de barcos así como datos históricos de la época. Los turistas y visitantes disfrutan de volar cometas(Chiringas) en los alrededores del castillo. Cerca de dos millones de visitantes exploran el fuerte cada año.

Al otro lado de la bahía, un fuerte mucho más pequeño llamado "El Cañuelo" le daba apoyo al fuerte San Felipe del Morro en la defensa de la bahía de San Juan. Durante el ataque a la ciudad de Francis Drake en 1595, una gigantesca cadena fue izada a través de la entrada de la bahía para impedir la entrada de barcos a la misma.

Arquitectura y Construcción [editar]
Garitas en el Fuerte San Felipe del Morro.

Al igual que muchos otros puertos españoles en las Antillas, San Juan fue fortificada por razón de seguridad militar. Fue un punto de escala para las legendarias flotas españolas en sus viajes a las Américas. Las fortificaciones fueron construidas para proteger a Puerto Rico y la bahía de San Juan contra cualquier invasión que la convirtiera en una base del enemigo para invadir y atacar otros pueblos y naves españolas.

En 1595, Sir Francis Drake, el infame "lobo de mar", se abrió camino a al fuerza por la bahía de San Juan, intentando apoderarse de un cargamento de oro y plata que se encontrba en La Fortaleza. Los artilleros de El Morro, bajo el mando del Gobernador Pedro Suárez Coronel, hicieron blanco en la nave abanderada de Sir Francis Drake, haciéndolo retroceder con grandes bajas. Tres años más tarde, Sir George Clifford, el conde de Cumberland, desembarcó para asediar a El Morro y capturar al Gobernador Antonio de Mosquera. Luego de una breve ocupación y una epidemia de disentería que segó la vida de 400 soldados ingleses, Cumberland abandonó sus planes de hacer de San Juan una base inglesa permanente en las Antillas. El nuevo gobernador, Alonso de Mercado, arribó la isla con refuerzos para reparar las defensas.

Las grandes fortificaciones de España en las Américas fueron puestas a prueba una vez más por el crecimiento del poderío de los holandeses en el Caribe. En 1625 una flota holandesa bajo el mando del General Boudewijn Hendricksz forzó su entrada a la bahía, desembarcó y asedió a El Morro. Las tropas del Gobernador Juan de Haro resistieron con tesón y obligaron a los holandeses a abandonar la ciudad, no sin antes saquearla y quemarla, incluyendo La Fortaleza, residencia oficial del gobernador.

El desastre ocasionado por los holandeses, y la conquista de muchas de las Antillas Menores por los ingleses, franceses y holandeses, aligeró la construcción de nuevas líneas de defensa. Desde principios de 1630 y de manera intermitente por los próximos 150 años, ingenieros y obreros trabajaron en la construcción de murallas para rodear a toda la ciudad. A un kilómetro del Castillo de San Felipe del Morro fue construido el emplazamiento de San Cristóbal. Para 1678 ese fuerte ya comenzaba a tomar forma actual.

No fue hasta después de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), en la cual Inglaterra venció a Francia y España, que se reanudaron los trabajos en el Castillo de San Cristóbal. Los gobernantes españoles estaban sorprendidos por la caída de La Habana y Manila, tomadas por los ingleses en la etapa final de la guerra. A raíz de ésta, Inglaterra obtuvo a Canadá y La Florida, quedando Francia sin territorio en las Américas. Ahora Inglaterra y España, eran rivales por excelencia, y temiendo un poderoso ataque inglés, el rey Carlos III, envió a dos irlandeses a hacer de San Juan una "defensa de primer orden".

Los oficiales, el Mariscal de Campo Alejandro O`Reilly y el Jefe de Ingenieros Tomás O`Daly, comienzan en 1765 a transformar a San Juan en una de las más poderosas plazas fuertes de las Américas. A fines de la década de 1780, O`Daly y sus ingenieros militares habían terminado las modificaciones de El Morro y éste había adquirido su forma actual. Ya se había terminado también la construcción de la muralla alrededor de la ciudad. La fortificación más grande construida por los españoles en las Américas, Castillo de San Cristóbal, emplazaba sobre 450 cañones, usados en 1797 por el Capitán General Ramón de Castro para detener a los 7.000 ingleses comandados por el General Ralph Abercromby.

La mayoría de las colonias españolas en el Nuevo Mundo se independizaron en el siglo XIX. En 1890, Cuba y Puerto Rico eran las colonias que quedaban. En 1898 una revolución en Cuba inició la Guerra Hispanoamericana; el 12 de mayo de ese año una flota estadounidense, bajo el mando del Almirante William P. Sampson, bombardeó San Juan, causando daños menores. En julio de 1898, el Gneral Nelson Miles desembarcó en Guánica, al suroeste de la Isla. Mientras las tropas de los Estados Unidos avanzaban hacia San Juan, España se rendía y firmaba el armisticio, poniendo fin a la guerra y a los cuatro siglos de dominio español. El 18 de octubre de 1898 las defensas de San Juan fueron entregadas oficialmente al ejército de los Estados Unidos, iniciando un nuevo capítulo en la historia de los castillos del Viejo San Juan.

A partir del 1898, producto de la Guerra Hispanoamericana, Puerto Rico pasaba a ser gobernada por los Estados Unidos y los castillos pasaron a formar parte del complejo militar "Fort Broke". Durante la Primera Guerra Mundial, Puerto Rico sirvió de puesto de observación para detectar y controlar cualquier intento de ataque contra el Canal de Panamá. Durante la Segunda Guerra Mundial se construyeron puestos de observación y refugios subterráneos en los castillos para la defensa del Caribe. Estas construcciones de hormigón, usadas hasta la década del 1960, permanecen aún. Hoy, como parte del Sitio Histórico Nacional de San Juan, son estas murallas vetustas patrimonio de Puerto Rico y del mundo. Los castillos, que nunca han descansado de su incesante vigilancia, son ante todo, guardianes de 500 años de rica herencia histórica y cultural.

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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Saludos comandantes;

Perdonarme pero.....este post no era sobre olvidados de Eapaña?????? hombre, no se,El Greco, Murillo, Quevedo, Sorolla,.....muy olvidados no son......joiosssss.

Vamos vamos, a esprimirse el tarro un poco.....je je

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Re: Grandes olvidados de la historia de España

sealowe escribió:Saludos comandantes;

Perdonarme pero.....este post no era sobre olvidados de Eapaña?????? hombre, no se,El Greco, Murillo, Quevedo, Sorolla,.....muy olvidados no son......joiosssss.

Vamos vamos, a esprimirse el tarro un poco.....je je

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Hombre olvidados entre los de cierta edad no estan pero a los jovenes de hoy preguntales:

- Donde nacieron

- cinco de sus obras

- epoca en que vivieron

- detalles de su vida

si encuentras un 30 % que te contesten a todo perdona a Sodoma o a Gomorra la que prefieras.

saludos
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Gracias comandante Sealowe. Se que no son olvidados ni Quevedo, Cervantes, ni Murillo, o el Greco etc. y los otrosd que he citado-
Pensé , veamos si usted le parece acertado o no, (y si no le parece, me lo dice, y reencusamos el hilo. Noo voy a ofenderme, ni enojarme, al contrario, siempre hay lugar para seguir aprendiendo, de los hijos cuando somos padres, de los amigos, y de la Historia.
Estos hombres fueron contemporáneos , de los hombres de armas, de héroes que dieron su vida, por su rey, y por su patria y su honor.
Los escritores, poetas, músicos, pintores y escultores, los inmortalizaron con su arte, este es el motivo por los que los he incluido. Si ellos no hubieran muerto luchando en tremenda inferioridad de codiciones, en muchos casos, ante el avance de los británicos por ejemplo o de los franceses, Goya no hubiera pintado los Fusilamientos. Es posterior pero creo sirve de ejemplo. Un saludo cordial Comandante y que disfrute de un buen domingo. Kamille :wink:
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

Saludetes;

Corocotta fue un personaje de la Antigüedad (siglo I a. C.), cuya existencia se conoce únicamente por una sola cita, del historiador romano Dión Casio que, según la traducción más difundida, la de Adolf Schulten, reza así:

Irritóse tanto [Augusto] al principio contra un tal Corocotta, bandolero español muy poderoso, que hizo pregonar una recompensa de doscientos mil sestercios a quien lo apresase; pero más tarde, como se le presentase espontáneamente, no sólo no le hizo ningún daño, sino que encima le regaló aquella suma.

Dión Casio 56, 43, 3 (trad. de A. Schulten en Fontes Hispaniae Antiquae vol. V, Barcelona, 1940, p. 335)
Contenido [ocultar]
1 Controversia sobre el personaje
1.1 Tesis cantabrista
1.2 Tesis norteafricana
2 Corocotta como reclamo turístico
3 Notas
4 Bibliografía sobre la cantabricidad y el carácter caudillista de Corocotta
5 Enlaces externos



Controversia sobre el personaje [editar]Desde que Adolf Schulten publicara su tesis de que Corocotta fue un importante héroe de la resistencia ante Roma, un caudillo local durante las Guerras Cántabras de Augusto, basada en su interpretación de la única cita disponible sobre el personaje (Dión Casio LVI, 43, 3), fue ésta la que se impuso sin discusión en la bibliografía experta, regional y española, lo que ha motivado que hoy en día Corocotta incluso tenga una importante presencia social y cultural en Cantabria, así como en Internet. Sin embargo, existen objeciones para admitir que fuera un héroe local o militar, y que el personaje tuviera nada que ver con Cantabria e incluso con Hispania.


Tesis cantabrista [editar]La tesis tradicional presenta a Corocotta como héroe de la resistencia ante Roma, como unificador y caudillo local durante las Guerras Cántabras de Augusto.

Según Adolf Schulten Corocotta luchó en las Guerras Cántabras contra Roma durante los años 29 a 19 a. C. Al mando de las unificadas tribus de la región, causó numerosos problemas al ejército romano. Fue tal su fama que durante la campaña del emperador Augusto en Hispania, entre los años 26–25 a. C., éste puso el precio de 200.000 sestercios a su cabeza. Fue el propio Corocotta el que se presentó en el campamento para cobrar la recompensa, ante el asombro del emperador, el cual, ante su gesto de valentía, le dejó marchar libre tras otorgarle la recompensa.

Adolf Schulten argumenta su tesis en el hecho de que:

Dión lo refiere con ocasión de la muerte de Augusto en el año 14 después de Jesucristo para demostrar su clemencia. Tratándose de una guerra en Iberia, y no habiendo habido en Iberia otra en tiempo de Augusto que la cantabro-astúrica, este Corocotta debe haber sido algún jefe de los Cántabros o Astures. Y como Corocotta se rindió al propio Augusto, debe situarse el suceso en los años 25-26, es decir, cuando Augusto personalmente estaba en Cantabria

Adolf Schulten, Los Cántabros y Astures y su Guerra con Roma, Madrid, 1962.
También según Adolf Schulten, «su nombre más bien parece céltico, con la raíz Coroc-, que se encuentra en los nombres Coruc-us, Coroc-aucus, en Lusitania, donde existe también Corocuta (CIL, II, 550), que viene a ser lo mismo que Corocotta.»

Estas tesis son seguidas por autores contemporáneos como Joaquín González Echegaray (Los Cántabros, 1997) o Eduardo Peralta Labrador (Los cántabros antes de Roma, 2000), que añade como evidencia el hecho de que:

El nombre del caudillo cántabro Corocotta es de la misma raíz que el del dios (Corono), por lo que cabe suponer que el jefe cántabro se sintiese especialmente vinculado al arquetipo divino cuyo comportamiento imitaba al frente de sus tropas (el segundo elemento de su nombre es el celta "cotto", "viejo".

Los cántabros antes de Roma, pág. 226
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

comandante Sealowe ::yeah: ::plas: ::plas:

saludos
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Re: Grandes olvidados de la historia de España

INDIBIL Y MANDONIO:

Caudillos iberos (segunda mitad del siglo iii a. C.). Ambos se distinguieron en la lucha por la independencia de sus reinos frente a la invasión de cartagineses y romanos, durante los años de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.).

Indíbil pertenecía a los ilergetes, pueblo ibérico establecido entre los Pirineos, el Ebro, el Segre y el Gállego, en torno a su capital, Ilerda (la actual Lérida). Mandonio, por su parte, pertenecía a los ausetanos, establecidos en torno a Ausa (la actual Vich).

Ambos lucharon como aliados de los cartagineses contra Roma, cuando ésta atacó la península Ibérica para contrarrestar el avance de Aníbal en Italia; Indíbil participó con Asdrúbal en la batalla contra Publio Escipión en la que éste murió (212). Pero, mientras Asdrúbal Barca preparaba una nueva campaña contra Italia, Publio Cornelio Escipión convenció a Indíbil y Mandonio de que los cartagineses les habían traicionado y les atrajo al bando romano; ilergetes y ausetanos colaboraron con los romanos en las campañas que les llevaron a arrebatar la península Ibérica a los cartagineses.

Pronto descubrirían que los romanos no habían venido para devolverles su independencia, sino para someterles a su dominio, por lo que continuaron su lucha en contra de Escipión. Éste les venció y sometió en los años 206-204 a. C., aunque Indíbil sobrevivió y siguió combatiendo durante algún tiempo.
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