
El Fa-330 “Bachstelze” era un helicóptero sin motor, de sólo 80 kilogramos de peso y con un diámetro de aspas de 8 metros. Permanecía sujeto a la torre del sumergible por un cable, de manera que tras un primer impulso a mano para mover las aspas ascendía por la fuerza del viento en contra, igual que una cometa. Todos los U-boot del tipo IXD/2 contaban con uno. Su tarea era la observación, podía ascender hasta 240 metros de altitud, siempre sujeto a la torre del sumergible por el cable, y el piloto-vigía se comunicaba por teléfono con el barco. Desde esta atalaya móvil el rango de observación de los IXD/2 podía llegar a tener un radio
de 45 kilómetros, frente a los 10 km habituales.
El problema que presentaban era que se tardaba demasiado tiempo en recoger al piloto en caso de ataque aéreo. Por ese motivo no se emplearon nunca en el Atlántico Norte, donde había demasiadas patrullas aéreas enemigas, pero con el tiempo tampoco resultaron útiles en el Atlántico Sur ni en el Índico por la proliferación de portaviones de escolta.
Se construyeron en Alemania 200 de estos helicópteros Fa-330, y el único que cayó en manos de los aliados fue el del U-852.
Los aliados se quedaron sorprendidos de la sencillez del vehículo y comprendieron, al fin, porque a veces los sumergibles alemanes producían en las pantallas de radar ecos tan grandes: eran las aspas del helicóptero rotando.
El Fa-330 no sorprendió sólo a los aliados. Los japoneses también se habían sentido intrigados por el artefacto cuando lo habían visto en Penang, y aprovechando que Dommes siempre andaba falto de medios, consiguieron convencerlo para que les entregara uno de esos helicópteros a cambio de un avión de transporte.
El U-852 es recordado también por otro aspecto. El 13 de marzo, ya en el Índico, había hundido un mercante griego, el Peleus. Los marineros de ese barco pudieron subir a los botes salvavidas, pero el comandante del sumergible ordenó ametrallarlos hasta darlos a todos por muertos. Uno de los náufragos sobrevivió, sin embargo, y sobre la base de su testimonio se juzgó en Nuremberg, tras la guerra, se condenó a muerte a Heinz-Wilhelm Eck y a dos de sus oficiales. Fue el único comandante de U-boot condenado por crímenes de guerra.
De los sumergibles que sí alcanzaron Penang algunos no sobrevivieron mucho tiempo en aquellas aguas. El U-1062, un gran submarino de transporte, del tipo VIIF, con un vital cargamento de 39 torpedos, arribó a Penang y pudo entregar a Dommes su valiosa carga, pero en el viaje de regreso a Europa, transportando materiales estratégicos, fue hundido el 30 de septiembre por el destructor USS Fessenden
