Los hidrófonos detectaron hélices de grandes unidades de superficie, así que de pronto tomo rumbo de intercepción sumergido para colocarse en una buena posición de lanzamiento.
La suerte quiso que los contactos de sonar de su submarino obtenidos por los destructores fueran desechados por los oficiales de la escolta.
En su descargo hay que decir que llevaban un equipo muy nuevo y sensible para aquel entonces; la mayoría de contactos no eran más que bancos de peces por norma general.
Actuando con nervios de acero consiguió pasar entre dos de los destructores que escoltaban la formación a profundidad de periscopio.
Tras un lanzamiento de este tipo era necesaria una increíble pericia para que el submarino se mantuviera a la profundidad de periscopio.
En este caso no lo consiguieron, asomando la vela.
El Valiant, tercer barco en la formación, tras observar al submarino enemigo, puso proa hacia el a toda maquina; se encontraba a menos de 150 yardas del mismo.
Los ingenieros supieron reaccionar a tiempo y el acorazado paso por encima del U-331 rozándolo tan solo.
No pudieron ver el devastador resultado de su ataque; simplemente oyeron las explosiones y se concentraron en ponerse a salvo.
an solo varios meses después sabría que el buque que había dañado era el Barham y, además, se había ido a pique.
Tres de los torpedos lanzados impactaron en el centro del casco, causando una casi inmediata escora del acorazado.
Al poco tiempo, tras darse la vuelta, desapareció en una tremenda explosión, con 850 tripulantes a bordo, cerca de Sollum.
Se supone que estallo uno de los pañoles y eso produjo una serie de explosiones en cadena, quedando destruido el sistema de comunicación, por lo que no se pudo hacer nada por salvar al barco ni a sus tripulantes.
En ese momento se dirigía a atacar convoys italianos en la zona y Von Tiesenhausen no supo hasta bastante después de llegar a la base que barco había conseguido hundir. Sin embargo estuvieron a punto de no regresar.
Tras la inmersión de emergencia realizada, la aguja del profundimetro empezó a moverse demasiado lentamente hasta estabilizarse a 250 pies.
La tripulación y el comandante se dieron perfecta cuenta de que el barco continuaba descendiendo.
Acudieron al indicador de popa, en la sala de maquinas, y descubrieron que se encontraban a 880 pies, cuando la profundidad segura para su nave era de unos 330 aproximadamente. Sin embargo la gran profundidad alcanzada les había librado del sonar enemigo.
Lo que pudo suponerles la muerte acabo permitiéndoles sobrevivir. Von Tiesenhausen recibiría la cruz de hierro de primera clase por este hecho.
Se supone que estallo uno de los pañoles y eso produjo una serie de explosiones en cadena, quedando destruido el sistema de comunicación, por lo que no se pudo hacer nada por salvar al barco ni a sus tripulantes.
En ese momento se dirigía a atacar convoys italianos en la zona y Von Tiesenhausen no supo hasta bastante después de llegar a la base que barco había conseguido hundir. Sin embargo estuvieron a punto de no regresar.
Tras la inmersión de emergencia realizada, la aguja del profundimetro empezó a moverse demasiado lentamente hasta estabilizarse a 250 pies.
La tripulación y el comandante se dieron perfecta cuenta de que el barco continuaba descendiendo.
Acudieron al indicador de popa, en la sala de maquinas, y descubrieron que se encontraban a 880 pies, cuando la profundidad segura para su nave era de unos 330 aproximadamente. Sin embargo la gran profundidad alcanzada les había librado del sonar enemigo.
Lo que pudo suponerles la muerte acabo permitiéndoles sobrevivir. Von Tiesenhausen recibiría la cruz de hierro de primera clase por este hecho.
