CHARLY !ENCONTRÉ EL ARÍCULO, EL INCIDENTE FUE EN LLASTRES.
El enlace y fuente:
http://www.buscolu.com/nuestros-pueblos ... er-canonea
El incidente del Köenisberg en la ciudad de Llastres Asturias
Publicado por un llastrino.. me había encantado. no bajé las fotos, las tengo en páginas de Word, pero con los que tu subiste y Novich, aportó una hermosa foto solo falta una foto de Llastres, su bahia y le empina cuesta donde en 1937, era un pueblito, imagino hermoso, pintoresco dodne todos se conocen. Si logro dar conese semario o diariosería genia, no guardé el enlace. Los iento, Un cordial saludo Kamille
Llastres.
Desde niños todos oímos contar muchas veces a nuestros mayores la peripecia e incidente del Konigsberg y las reacciones de las gentes de Lastres ante la presencia de aquel monstruo de hierro.
Todavía a hoy se sigue oyendo hablar a los llastrinos sobre el Crucero Köenigsberg, como el barco nazi y pirata que pudo haber arrasado al pequeño pueblo aquella mañana del 12 de Enero de 1937.
Siempre me picó la curiosidad de conocer el trasfondo y el final de la aventura de aquel buque intruso que osó profanar la hermosa y tranquila bahía de Llastres.
Esta insatisfecha curiosidad me llevó a bucear en libros, personas y lugares donde pudiera encontrar datos que esclareciesen la extraña presencia de aquel buque nazi frente al pequeño puerto de Llastres.
He tardado mucho tiempo en dar con alguna de sus fotografías. Pero la suerte me deparó encontrármelo, sin buscarlo, en Alemania. Pero no en ningún puerto del Mar del Norte. Cuando lo vi, evoqué, una vez más, todos los relatos mil veces escuchados de mis padres y demás llastrinos. Recuerdo que no pude disimular mi alegría, incomprensible para mis compañeros de viaje, a quienes tuve que contar las razones de mi alborozo ante el descubrimiento de la presencia del Crucero Königsberg.
¡Allí estaba delante de mi con su formidable envergadura!.
Después de tantos años de oír hablar de aquella enigmática historia de su presencia en la bahía de Llastres lo tenía delante. Lo encontré después de perderme por los pasillos y salas del Museo con mayor colección de artefactos técnicos y científicos del mundo: el Deutsches Museum de Munich (Baviera - Alemania).
Evidentemente no era el auténtico. Era una réplica, una gran maqueta del temible crucero alemán del que tanto había oído hablar y que nuestra imaginación infantil había mitificado. Más tarde pude encontrar allí una fotografía y más información.
Mi amigo Don Ramón Cristóbal, que colecciona con amor y esmero fotografías y diversos documentos contribuyendo así a conservar la memoria gráfica y documental de Llastres, me proporcionó un trabajo de F. González Barredo publicado en La Revista de Historia Naval, 1988, del que pude extraer datos que orientaron mi pequeña investigación.
Al pie de la maqueta aparecían los datos más significativos de aquel Crucero que había logrado soliviantar la vida de todos los llastrinos, al concejo de Colunga, a Asturias y a todos los Gobiernos europeos.
Había sido construido en el astillero de Wilhelmshare entre 1926 y 1930. Había sido botado el 26 de Marzo de 1927 haciendo su primera singladura en el año 1929. La dotación era de 850 hombres. Su nombre era el de la ciudad prusiana Konigsberg (ciudad natal del filósofo alemán M. Kant).
Era el primer barco de la serie de cruceros como el Karlsruhe y el Kolhn. Con 174 metros de eslora y 169 entre perpendiculares, 15,3 de manga y 6,28 de calado, era propulsado por dos turbo reductores alimentados por seis calderas con una potencia de 68.000 CV. Lograba su velocidad máxima de crucero con la ayuda de otros dos motores diesel que añadían unos 1800 CV, llegando alcanzar hasta 32 nudos. Podía mantener una autonomía de 5.700 millas. En la popa aparecían dos hidroaviones biplanos, Heinkel He 60, de reconocimiento. Todo tal como nos lo relataron nuestros padres.
Los hechos.
El 12 de Enero, martes de 1937, Llastres rezumaba tristeza por todos sus poros y rincones. El ambiente y las miserias de la Guerra Civil española agravaban la situación y las preocupaciones habituales de sus buenas gentes. La llamada a filas de diversas quintas para ir al frente de guerra pendía a amenazadoramente sobre las madres y los hijos de Llastres y de Lluces. Las noticias del frente de guerra eran leídas con preocupación en el periódico Avance de Gijón. El miedo, el temor y la incertidumbre empapaban el ambiente. Si los hombres jóvenes tenían que ir al frente ¿Quién iba ir a la mar? ¿Las mujeres, los niños? Algunos de los suyos ya habían sido fusilados. Por todo el pueblo se respiraba un ambiente deprimente.
La mañana era húmeda y fría propia del mes de Enero. La mar estaba en calma con una ligera bruma. Ni siquiera mar había mar de fondo, habitual en los duros inviernos del Cantábrico. En la boca del muelle, ni un solo remolino del rendoriu. Había amanecido nublado, sin sol. El muelle de Llastres mantenía la rutina ordinaria de quienes acababan de entrar de pescar a rascos y trasmallos. La pequeña campana de la rula que anuncia el inicio de la subasta había dejado de sonar hacía unos minutos. Las pescaderas arreglaban el pescado recién comprado en el suelo, sobre la pequeña explanada entre la vieja rula y la farola del muelle. Los despojos del pescado eran arrojados al agua, como de costumbre, mientras las gaviotas se beneficiaban de los deshechos que flotaban en el agua del pequeño muelle y del Escanu. Unos cuantos rapacinos ayudaban a sus padres, quitando el pelin (ocle) de las redes que estaban siendo colgadas para secar sobre el muro de fuera. Otros jugaban en el interior del muelle en las pequeñas chalupas y botinos a ser marineros antes de tiempo.
Arriba, en lo alto del pueblo, el resto de sus gentes se desperezaban aquella mañana gris. Un grupo de mujeres guardaban cola para coger agua en grandes calderos, delante de la fuente de la Regallina. El habitual bullicio y alegría de las gentes de Llastres estaba apagado por la tensión y preocupación de los acontecimientos bélicos.
En San Antonio, delante del Rascayú, al lado de la Confitería, sentados y afilando sus navajas sobre el pequeño muro, los pescadores más viejos escuchaban la lectura del periódico Avance que un joven pescador de 27 años, Adolfo Martínez Braña les leía casi todos los días a esas horas. Con avidez impregnada de preocupación acudían día tras día para seguir las noticias del frente de guerra por la casi única fuente de información de los dramáticos acontecimientos de la Guerra Civil Española.
Los titulares del periódico Avance de aquellos días (el único que se recibía de la zona roja) decían textualmente: Final de la aventura del barco Marta Junquera, apresado en aguas del Cantábrico por el Crucero Königsberg. Fue entregado con su cargamento al gobierno de Salamanca.
Las piraterías del Konigsberg: Las piraterías alemanas contra buques españoles han producido sensación en el mundo.
Nuestro embajador entrega una nota en que se da cuenta de haberse dado a nuestra escuadra orden de disparar contra los piratas. Comentarios de la Prensa internacional: Es un acto de guerra, dice el periódico ruso Isvestia. Reunión extraordinaria en Ginebra. El Gobierno español envía una nota a la Secretaría General de la Sociedad de Naciones. El Comandante del Königsberg ha procedido con excesivo desparpajo. (Primeras páginas del Diario Avance de Gijón, de los día, 7, 8, 9, 10, 11 y 12 de Enero de 1937)
La aparición del Crucero Königsberg.
En el mirador del Campo de San Roque no había nadie en aquellos momentos que pudiera ver aproximarse aquel inmenso buque de guerra rozando y casi lamiendo la Punta Misiera.
De repente, como una aparición, asomando por la Punta del Castillu, muy pegado a tierra y con rumbo este, ¡un gigante buque de hierro de 174 metros de longitud!
Eran las diez y cuarto de la mañana. El sobresalto encogió el ánimo de las gentes que estaban en el muelle y en los distintos miradores que tiene el pueblo sobre el mar. Las voces de los vecinos anunciando la intrigante presencia de aquel extraño y enorme buque se oían por todas las escalinatas y rincones de Llastres. Todo el mundo se asomaba a los balcones, por los Puentes del Piqueru, Atalaya, La Fragua, la Cuesta del muelle, el Penayu, comentando estupefactos las razones de la misteriosa presencia de aquel gigantesco crucero.
- ¡¡... ¡Vaya barcu, manin...!.
- ¿...Ye el Cervera...?
- ¡Si, hom... non va cher...!. ¡Ya tardavai al Cervera...! ¿Va ser el Cervera... con les chimenees que tien y el avión que trae a popa...
- -¿Qué pasa, nenin...?.¿Qué ye... que non puede ser español...?.
Cada cual removía sus recuerdos e imágenes de la mili en El Ferrol, Cartagena, San Fernando, Cádiz. ¡Aquel barco no era conocido!.
Por la popa, colgando flácida por la ausencia de brisa, se veía una enorme bandera. Pero no se distinguían con claridad las señas de su identidad. Lentamente por la propia inercia que el mismo crucero traía fue virando a estribor y fondeando con la proa mirando hacia el pueblo, a unos cuatrocientos metros de tierra, frente al muelle.
¡Vaya barcu, manin...! - volvían a exclamar los llastrinos -
Desde Colunga, Vistalegre, Carrandi, La Isla y Caravia también era contemplado con curiosidad e inquietud. El armamento que ostentaba imponía pavor: lo formaban nueve cañones de 150/60, situados en tres torres triples, una a proa y dos a popa, diez piezas antiaéreas de 88 37 y 20 mm. Su potencia bélica quedaba reforzada por doce tubos lanzatorpedos de 531 mm., a babor y estribor. En la popa aparecían los dos hidroaviones biplanos, Heinkel He 60, de reconocimiento.
Los marineros llastrinos, trataban en vano de reconocer el barco. Hacían repaso de los barcos de guerra conocidos de sus tiempos de mili. Pero no se parecía a ninguno. Alguien decía que se parecía al Acorazado Jaime, otros discutían o negaban que pudiera tratarse de un barco español. Aunque el Cervera y el Velasco eran los más asiduos de aquellas aguas desde el inicio de la guerra civil, sin embargo no era ninguno de ellos. Aquel gigante de 174 metros no parecía ser de los suyos.
Por las escaleras que desciendes desde el Barrio de los Balleneros y Corsarios por la Fragua, por las escalinatas de junto a la Fábrica de la Mercedes-Casares hacia el Escanu, por la empinada escalinata de junto a casa de la Chatilla (Bitácora) y por la cuesta del muelle bajaban rápidas hacia el puerto todas las gentes curiosas que deseaban observar más de cerca los posibles acontecimientos.
Un maestro y sus alumnos de la escuela elemental bajaban también veloces por las cuestudas calles hacia el muelle.
Casi al pairo e impulsado por la suave brisa del norte y la corriente, poco a poco el Königsberg fue dando la banda babor hacia el pueblo ofreciendo toda su majestuosa silueta. Entonces fue cuando pudo verse la enorme bandera de la Marina Alemana, con la esvástica negra sobre rojo en uno de sus ángulos insinuada entre sus pliegues y colgando flácida del mástil de popa.
El incidente.
El reconocimiento del Crucero de guerra alemán causó perplejidad y temor a las sencillas gentes de Llastres nada más conocerse la nacionalidad del buque. La identificación de la nacionalidad del Crucero puso inmediatamente en guardia a la pequeña guarnición de milicianos que había en el pueblo. Con la máxima celeridad se informó a Gijón y a Villaviciosa de la presencia de un buque faccioso en aguas de la bahía de Llastres, ignorando sus intenciones.
Según pasaban los minutos, fue cundiendo entre las gentes del pueblo, que miraban las maniobras sobre cubierta, el rumor y temor de un posible desembarco e invasión de Asturias por parte de los alemanes. El pequeño número de milicianos, precavidos, cargaron sus mosquetones intentando pertrecharse ante posibles e imprevisibles acontecimientos. No siendo sabedores de las intenciones del barco se prepararon para la defensa ante una posible invasión.
Cuatrocientos metros más allá, desde el puente de mando del Königsberg, con ayuda de los prismáticos fueron detectados estos movimientos de los milicianos y de las gentes expectantes de todo el pueblo. Las conjeturas sobre las intenciones del buque nazi indujeron a error al ser interpretadas mal, una vez más, por las gentes que observaban desde tierra. Nadie tenía idea del significado y finalidad de las maniobras que se observaban sobre la cubierta del barco alemán.
El rumor de desembarco pasó a convertirse en una convicción. De pronto, por la banda de babor, los llastrinos observaron perfectamente que se iniciaba la maniobra de arriar al agua dos lanchas a motor llenas de marineros que de inmediato viraron dirigiéndose hacia la boca del antiguo muelle.
En la primera lancha, tripulada por marineros de uniforme bajo el mando de un oficial alemán, se veía un grupo de personas, algunas de ellas con gorra de plato. La otra lancha gemela la seguía por la popa, a varias decenas de metros de distancia, con una gruesa ametralladora instalada en la proa, apuntando hacia el puerto. Cuando la primera lancha se aproximó a la altura del antiguo Malacó (malecón) para enfilar la entrada que conducía hasta la boca del pequeño muelle (hoy cerrada) algunos milicianos se prepararon apostándose con sus mosquetones para la defensa de Llastres.
En el interior del gigantesco crucero alemán, sonó nerviosa la sirena de zafarrancho de combate, Por unos instantes fue oída con expectación y miedo desde todo el pueblo convertido en mirador, todo ojos mirando hacia el Crucero. Con pavor observaron cómo giraban las tres torres triples de enormes cañones, una a proa y dos a popa, apuntando hacia el pueblo. Un escalofrío recorrió el cuerpo de las sencillas gentes que miraban aquellas maniobras provocando en ellas un primitivo y elemental impulso de huida para refugiarse.
Todos los cañones del Königsberg dirigían ahora sus bocas de fuego hacia la ladera en la que el pueblo desciende hacia la mar. Al mismo tiempo, en la popa del barco, uno de los dos hidroaviones biplanos Heinkel, puso en marcha su hélice, girando su ametralladora MG 15 de 7 9 mm. y cargado con bombas de 10 Kg. dispuesto para ser lanzado al agua y despegar. Al ver aquel zafarrancho de combate, más de uno corrió a refugiarse en las cuevas del acantilado, por detrás de la Punta Misiera ante lo que parecía un inminente preparativo de desembarco y de cañonazos.
La primera lancha de desembarco enfiló el canal que conducía a la antigua boca del muelle. En total venían en ella 24 personas. El nerviosismo y la tensión fueron creciendo por momentos entre los milicianos que esperaban armados encima del muelle. La gente que observaba desde la explanada de la rula la aproximación de la lancha cargada de hombres y de marineros se arremolinó junto a la boca del puerto para poder observar más de cerca a los intrusos. Nadie sabía las verdaderas intenciones de aquel desembarco.
Por detrás, a unos cincuenta metros de distancia, la otra lancha con marineros alemanes a bordo vigilaba y cubría la aproximación de su gemela mientras en su proa la pesada ametralladora continuaba apuntando hacia la boca del puerto.
Los nervios estaban ya a punto de estallar entre alguno de los que se consideraban responsables de la defensa de Llastres. La primera lancha disminuyó su marcha al iniciar su entrada por la boca del muelle. Sus tripulantes miraron con curiosidad y contenida tensión hacia los curiosos llastrinos que desde arriba del puerto escudriñaban sus intenciones.
De pronto, Manolón, un joven miliciano llastrin de veinticinco años de edad empuñó una bomba de mano con intención de lanzarla sobre la lancha de desembarco alemana intentando así iniciar la defensa de lo que creía era una invasión; El gesto y la intención fue detectado por los que allí estaban, al igual que por los alemanes. Un venerable maestro de escuela, conocido por el Huerrero, observando el nerviosismo y la maniobra del joven miliciano se abalanzó sobre él sujetándole el brazo e impidiendo el lanzamiento de la bomba de mano.
El incidente al ser observado por los marineros alemanes y el resto de la tripulación de las dos lanchas produjo un momento de tensión incontenible.
En la proa de la segunda lancha, se observaron rápidos movimientos y preparativos de los que apuntaban con la enorme ametralladora hacia todos los que estaban en la explanada del puerto.
Hoy es impensable lo que hubiera podido pasar si se hubiera lanzado aquella bomba de mano sobre la tripulación de la lancha de desembarco alemana.
La primera embarcación cruzó la boca del muelle y se aproximó atracando lentamente junto la rambla, al lado de la vieja rula. La otra se quedó fuera del puerto, al pairo, a unos cincuenta metros, apuntando a la gente con la ametralladora.
En aquellos momentos el muelle estaba a medio subir la marea.
Atracada a la rambla junto a la antigua rula emergieron de la lancha 16 hombres con el puño en alto en señal de saludo. Por aquel gesto era evidente para los que miraban desde la barandilla de la rula que parte de aquellos hombres eran españoles.
- ¡Somos la tripulación del Marta Junquera..! - Gritó uno de ellos a los que estaban mirando desde lo alto del muelle.
El miedo se tornó por unos momentos en comentarios de sorpresa y alegría al recibir a los marineros españoles que habían sido apresados junto con su barco. ¡Eran los tripulantes del Marta Junquera, capturado por el Crucero alemán Königsberg !
Con precaución para no resbalar en el mofu de la rambla fueron saltando a tierra, uno a uno. Mientras esperaban sobre la rambla el desembarco del capitán español Joaquín Landa, el último en desembarcar y el único que llevaba gorra de plato, un oficial alemán sacó varias fotografías al grupo y al puerto.
En lo alto de la rambla un adolescente, Simón Gallego, se atrevió a pedirles algo de pan y comida a los que llegaban, haciendo a los marineros alemanes el gesto universal de la necesidad de llevarse algo a la boca. Pero los desembarcados traían cada uno tan solo lo puesto y una incipiente melopea.
Terminada la maniobra el oficial y los marineros alemanes se pusieron de pie en su lancha saludando militarmente a los desembarcados. Los tripulantes del Marta Junquera respondieron al saludo levantando también los puños al cielo en señal de despedida hacia los que hasta aquel momento habían sido sus carceleros. Mientras desatracaban, la marinería alemana continuó saludando militarmente con la sonrisa en los labios, un poco desconcertados por aquel repentino entusiasmo de la gente de Llastres al recibir sus compatriotas.
La lancha dio marcha atrás enfilando de nuevo la salida del puerto hacia el Königsberg. Así era como terminaba la odisea de la tripulación del Marta Junquera..
Finalizado el desembarco los tripulantes narraron a los llastrinos lo que había pasado. Se sacaron fotografías, y el Capitán Joaquín Landa salió inmediatamente para Gijón en automóvil para declarar en la Consejería de Marina y en la Sección Segunda del Comisariado de Guerra. El resto de la tripulación marcharía de Llastres aquella misma tarde para Gijón donde prestarían declaración al día siguiente porque algunos de ellos llegarían incapaces e indispuestos por borrachera.
Hoy se sabe que nada más verificada la maniobra de entrega de los españoles en Llastres, el Comandante del Königsberg puso un radiograma al Gobernador Civil de Santander comunicándole la entrega de la tripulación y del capitán del Marta Junquera.
Vueltas las dos lanchas al costado del crucero, fueron izadas a bordo. Minutos más tarde el gigantesco Crucero alemán comenzó a moverse virando y tomando rumbo al N.N.E. A la media hora el Königsberg se perdía de vista por debajo de la línea del horizonte de las aguas del Cantu.
Al día siguiente, en toda la prensa nacional y gran parte de la extranjera se informaba del hecho que relata este trabajo. El tratamiento que la prensa nacional y extranjera dieron al incidente del Königsberg y del Marta Junquera está lleno de exageraciones y manipulación propagandística tal como es comprensible en la Alemania nazi y en la España republicana en plena guerra civil, y en el contexto prebélico de la Segunda Guerra Mundial. Se nota, sobre todo en la prensa republicana española de entonces su intento de convencer de que los actos de piratería del Crucero Königsberg eran ordenados por Alemania con la intención de desencadenar una guerra europea y lograr así la intervención en contra de Inglaterra y Francia.
Para los de Llastres pronto tuvo explicación todo cuanto habían visto.
Desde hacía unas semanas el periódico de Gijón Avance venía dando noticias de las tropelías del Crucero pirata Königsberg y de las notas de protesta del Gobierno de la República.
Las razones del desembarco en Llastres.
¿Qué había pasado para que aquel impresionante Crucero llegase hasta las pacíficas aguas de la bahía de Llastres?. Aquel hecho insólito tenía un trasfondo que podríamos resumir en los siguientes datos: En aquellas fechas, al inicio de la Guerra Civil española, los puertos de Bilbao, Santander y Gijón eran lugares de acceso de suministros para el bando republicano en plena guerra. La Marina Nacional trataba de bloquearlos con la intervención del viejo y lento acorazado España, el destructor Velasco, unos bous armados y los cruceros auxiliares Domine y Ciudad de Valencia. Por otra parte las potencias europeas, sobre todo los ingleses, con ayuda de la Royal Navy, colaboraban a proteger la entrada de barcos extranjeros acompañándolos hasta las tres millas de distancia de tierra, burlando así el bloqueo, especialmente de los puertos mediterráneos.
Desde el 9 de Septiembre de 1936 estaba constituido el Comité Internacional de No Intervención en la Guerra Civil Española formado por 27 países. En estas circunstancias, el día 20 de Diciembre de 1936, los patrulleros de la Marina Auxiliar Vasca Bizkaia y Nabarra detuvieron en aguas internacionales al mercante alemán Pluto de la naviera Neptum D.G. de Bremen, que se dirigía de Pasajes a La Coruña, disparándole un cañonazo y forzándole a navegar durante dos horas rumbo al puerto del Bilbao. El miércoles 23 de Diciembre detienen nuevamente, con dos cañonazos obligándole a entrar en Bilbao, a otro carguero alemán, el Palos, de la naviera Oldemburg P.D.R. de Hamburgo, fuera de las aguas jurisdiccionales, con cargamento de guerra y un pasajero español.
Ante estos hechos, el Gobierno alemán dio órdenes al Crucero Königsberg para que arribase a las proximidades de las aguas jurisdiccionales del puerto de Bilbao. El Comandante del Königsberg remitió un comunicado al Presidente de Euzkadi, Don José Antonio Aguirre en el que le pidió en nombre del Gobierno alemán la inmediata libertad del carguero alemán, el Palos. Al día siguiente, la Oficina de información del Gobierno vasco en París dio un comunicado en el que se participa la libertad del vapor alemán Palos, pero sin una parte de su cargamento, considerado material de guerra por sus captores, y sin el pasajero español que llevaba a bordo.
El gobierno de Berlín, en creciente tensión internacional, denunció que el apresamiento del Palos era considerado como acto de guerra por parte del Gobierno de la República Española al ser apresado fuera de las aguas jurisdiccionales violando los acuerdos del Comité Internacional de No Intervención. Además la carga no era material de guerra, sino productos técnicos, y el pasajero español, al estar a bordo, se encontraba en territorio alemán y no podía por tanto, ser detenido..La respuesta del Gobierno alemán fue fulminante dando órdenes el día 31 de Diciembre a sus buques de guerra que vigilaban el bloqueo en aguas españolas para que capturasen en represalia a los barcos del Gobierno de la República que serían retenidos hasta que fueran devueltos la carga y el pasajero del Palos.
En el puerto de Almería, otro incidente vino a añadir más tensión internacional. El mercante Aragón, requisado por la República transportando 950 toneladas de cereales, harina y productos alimenticios y con 250 toneladas de mineral de plomo, fue apresado por el mítico acorazado alemán Admiral Graf Spee, a cuatro millas de la costa española. Aquel mismo día, a las 8 15 de la mañana, salía de Bilbao con rumbo a Gijón, el carguero republicano Sotón con mineral de hierro. Después de hora y media, navegando a media milla de la costa, su tripulación detectó la presencia de un buque de guerra que navegaba por mar de fuera con rumbo paralelo al suyo.
Por la envergadura del barco sospecharon que fuese alemán. A la altura de Punta del Águila, cerca de Santoña, se cruzaron con el Sotó unas diez lanchas pesqueras que iban veloces hacia el puerto huyendo del acorazado nacional España. Se lo hicieron saber al capitán del Sotón que viró refugiándose en la bocana del puerto de Santoña.
Sin embargo no era el acorazado España sino el Crucero Königsberg quien viendo cambiar de rumbo al Sotón puso proa a tierra a toda máquina, para capturarle desde una distancia de seis millas. El Sotón, más lento en su aproximación hacia Santoña, oyó una pitada suave, mientras observaron unas banderas izadas desde el Crucero alemán que les conminaba a parar máquinas.
El Sotón continuó avante, sin hacer caso. Al poco rato sintieron un cañonazo lanzado por el Crucero. El Sotón apuró la velocidad de su máquina confiando ganar puerto antes de ser apresado. Nuevamente otros cañonazos se vieron caer por delante de su proa. En vista de lo cual el capitán del Sotón viró dirigiéndose hacia el Crucero para ver lo que quería.
Estando muy cerca de la playa en el momento de virar, el Sotón varó en el bajo de San Carlos. El capitán ordenó al segundo oficial que llevase en un bote la documentación del barco hacia el Königsberg.
Desde el Crucero alemán enviaron una lancha a motor que remolcó al bote español hasta él. Una vez en cubierta del Crucero le entregaron un documento de captura para que el capitán español lo firmase, como represalia contra la detención ilegal del vapor alemán Palos, instándole a que obedeciese las órdenes del Crucero Königsberg navegando delante de él en los rumbos que le indicaban, advirtiéndole al capitán que si el barco español intentaba escapar le dispararían. Aún sabiendo que el Sotón estaba encallado al pie de la embocadura de Santoña, el Comandante alemán persistía en llevar a cabo su captura, para lo que no podía confiar más que en una posible puesta a flote a media marea. Sin embargo no esperó a la pleamar en que las posibilidades de reflotamiento suelen ser máximas.
Entre tanto esperaban a que la marea subiera, la tripulación del Sotón abandonó el barco. Observado el hecho un cuarto de hora después el Königsberg burlado, disparó con rabia un cañonazo de despedida que cayó dentro de la bahía de Santoña abandonando su frustrada presa y despareciendo hacia alta mar.
La captura del carguero Marta Junquera.
Humillado el Comandante del Königsberg por el fracaso de la captura del Sotón intentó con más decisión capturar otro barco español.
El Domingo, 3 de Enero, zarpaba de Bilbao a las 8 de la mañana otro barco, el vapor Marta Junquera, con 450 toneladas de patatas y 20 barriles de raba rumbo a Gijón.
Ya Santoña va quedando por la popa. El cabo Ajo se presenta ahora en la ruta del Marta con su largo perfil y su color oscuro. A la altura el cabo Ajo es cuando los tripulantes del Marta Junquera ven desprenderse del horizonte un unto que se acerca y se agranda. A medida que la distancia se acorta, el punto va dibujando su silueta. ¡Es un buque de guerra!. Sus cañones brillan con gestos de amenaza. Desde la cubierta, unas banderas ordenan. El lenguaje es terminante. El Marta Junquera tiene cortado el rumbo por un crucero de 10.000 toneladas que le conmina a detener su marcha. El capitán español, Joaquín Landa consulta a la gente. La huida es imposible y el arribo a las playas de enfrente también. La mar es gruesa, agitada y la costa es escarpada y difícil.
El crucero está ahora más cerca. Lleva pabellón alemán y la esvástica se agita en el aire salado. No hay más remedio que detenerse. El buque alemán hace señas al Marta para que le siga. A once millas de la costa, el Königsberg ordena al Marta Junquera que se ponga al pairo. El Capitán del Marta Junquera transmite a Santander lo ocurrido. El Gobernador Civil comunica inmediatamente al comandante del crucero un radio de protesta. El Königsberg ignora la protesta y no contesta al gobernador Civil. Poco después y encontrándose los dos barcos a once millas de la costa, del Königsberg se destaca una lancha que llega hasta el costado del Marta.
Los tripulantes de la lancha son marineros y vienen al mando de un oficial que sube a bordo del Marta. El oficial es alto y rubio y habla en perfecto español. Comunica con palabras autoritarias al capitán del Marta la orden de apresamiento como represalia por las capturas del Gobierno Vasco y de la República de un carguero alemán. Se firma el correspondiente documento e inmediatamente de la popa del Marta es arriada la bandera tricolor de la República y sustituida por otra alemana. Después le pide la documentación del barco y le ordena que le entregue la pistola, a lo que accede de mala gana el capitán Joaquín Landa.
El oficial regresa al Crucero y deja en el Marta a otros dos oficiales y doce marineros alemanes armados como tripulación de presa, actuando desde ese instante uno de los oficiales como Comandante del Marta Junquera. Los intrusos izan posteriormente en el palo de proa otra bandera alemana. Durante todo el día 4 de Enero, lunes, el Marta Junquera navega detrás del Königsberg rumbo oeste y muy por fuera de la costa. A las seis de la tarde de aquel día recalaron los dos barcos frente a la Estaca de Vares, permaneciendo al pairo hasta las once y media de la noche en que continuaron rumbo oeste. El martes, día 5 de Enero, a las ocho y media de la mañana entraban en el puerto del Ferrol donde atracaron uno al costado del otro.
Siendo conciente del hecho consumado de la detención y secuestro de su barco, el capitán español exigió explicaciones y preguntó sobre la situación jurídica en que estaba la tripulación del Marta Junquera, a lo que le contestaron que estaban retenidos en calidad de internados y que no podían establecer comunicación ni contacto con las personas de tierra ni saltar fuera del barco.
La tensión internacional. Las reacciones diplomáticas.
En las cancillerías europeas, mientras tanto, se desencadenaba una frenética movilización diplomática. En el Ministerio de Marina del Gobierno en Valencia se recibía un radiograma en el que el Almirante alemán manifestaba que estaba dispuesto, después de la devolución del pasajero y del resto del cargamento incautados a bordo del vapor alemán Palos, a devolver el vapor capturado Aragón y a suspender nuevas medidas de represalia, esperando contestación por radiotelegrafía al Köenigsberg.
Ante lo que se consideraba una actitud prepotente por el tono, contenido y forma improcedente del radiograma del almirante alemán, el Gobierno de Valencia decidió no contestar al radiograma. Tanto la prensa nacional como extranjera dedicaban aquellos días titulares y mucha extensión al tratamiento de estas noticias, del agravamiento y peligro de guerra mundial por la violación del Derecho Internacional, que los alemanes y los españoles republicanos denunciaban mutuamente.
La tensión diplomática llegó a tales cotas que el día 5 de Enero el Gobierno de la República, por medio de su Embajador en Londres, señor Azcarate, interpuso ante el Ministro de Asuntos Exteriores, señor Eden, una nota de protesta sobre los actos de piratería de la Marina alemana en las aguas y costas españolas para que el gobierno británico la hiciera llegar al Comité de No Intervención. A su vez, el Ministro de Estado, señor Álvarez del Vayo, envió un telegrama a la Sociedad de Naciones, en Ginebra, advirtiendo del atropello internacional que estaba cometiendo la Marina alemana en las costas de España.
La situación se iba agravando conforme pasaban las horas. El mismo día en que el Königsberg llegaba al Ferrol escoltando al Marta Junquera, el Comandante del Crucero enviaba un ultimátum al gobierno de Valencia, dándole tres días de plazo para que fuera devuelta la carga y el pasajero del Palos. Si así se hacía, ellos devolverían el Marta Junquera y el carguero Aragón.
Todas las agencias de noticias como la prensa nacional e internacional se hicieron eco de la noticia del ultimátum de la Marina alemana y de las reclamaciones diplomáticas del Gobierno de Berlín. El resto de aquella semana el Marta Junquera continuó retenido en El Ferrol. Por otra parte el Gobierno de la república seguía sin contestar al ultimátum alemán, por lo que el Gobierno de Berlín decidió poner en práctica las medidas anunciadas.
En este ambiente de crispación, el capitán del Marta Junquera, Joaquín Landa, fue llamado el lunes día 11 a bordo del Konigsberg y le presentaron un documento firmado por el comandante del Crucero para notificarle que el Gobierno alemán entregaba a la Junta de Burgos el barco y su cargamento. Joaquín Landa puso reparos ante el acto formal con el que se pretendía consumar la captura exigiendo otro documento en el que se hicieran constar las circunstancias del apresamiento de su carguero e interesándose por la suerte y destino de su tripulación. Ante esto se le comunicó que la tripulación del Marta Junquera sería entregada en un puerto de Asturias.
Por su parte, en el Crucero Königsberg, siguiendo órdenes de Berlín, decidió buscar un punto de la costa asturiana donde poder desembarcar a los tripulantes españoles. Al momento ordenaron pasar a los tripulantes del Marta Junquera a bordo del Königsberg, instalándolos en camarotes.
La elección del lugar del desembarco.
A la pregunta del Capitán Landa sobre el lugar previsto para el desembarco se le respondió; que serían devueltos en una lancha auxiliar en el Puerto de Avilés. Ante la sorpresa del capitán español de por qué no eran llevados, al menos, hasta Santander le contestaron que no estaban decididos a navegar tan hacia el Este porque les desviaba de su rumbo de vuelta hacia Kiel.
El capitán español continuó negociando el lugar del desembarco advirtiendo al segundo comandante el Königsberg que era un peligro para el propio Crucero pretender aproximarse cerca de Avilés y realizarlo a barlovento del cabo Peñas.
Ante la posibilidad de tener algún serio problema el Comandante alemán ordenó cambiar nuevamente de destino: Serían desembarcados en Luanco o en el puerto de El Musel de Gijón. Nuevamente el capitán Landa les replicó que la presencia del Königsberg despertaría gran alarma en estos lugares, pudiendo ser cañoneado desde tierra.
El Comandante alemán, informado nuevamente por su segundo, se retiró; tenso y pensativo al puente de mando ante las advertencias de Don Joaquín Landa.
Tras de un largo rato de incertidumbre mientras seguían navegando hacia el Este, toda la tripulación observó que el Crucero cambiaba sorprendentemente el rumbo de nuevo. Al poco rato, el segundo comandante descendió y comunicó contundentemente al capitán español que serían desembarcados en el Puerto de Llastres.
Al día siguiente toda la prensa nacional y extranjera, así como el parte de guerra del día, se hacían eco de la noticia de la devolución de los tripulantes del Marta Junquera en el puerto asturiano de Llastres.
Era evidente que, por ambas partes, la prensa reflejaba el incidente desde la óptica de los propios intereses bélicos y con grandes dosis de propaganda política camuflada de noticias e información.
Con esta devolución el gobierno de Berlín daba por finalizado el incidente del Palos y del Marta Junquera.
La singladura española del Konigsberg.
La singladura del Konigsberg por aguas del Cantábrico duró desde su salida de la base de Kiel hacia las costas españolas el día 25 de Noviembre de 1936 hasta el día 12 de Enero de 1937 en que partía nuevamente para la misma base, después de desembarcar la tripulación del Marta Junquera en el muelle de Llastres. Total, 46 días.
La última vez que vio tierra española fue en Llastres. Después intervendría en la Segunda Guerra Mundial en la invasión alemana de Noruega en el año 1940. El Königsberg, al lado de su gemelo de serie, el Kolhn, protegió los trasportes de desembarco de la 69 división de Infantería alemana y el 169 Regimiento de Infantería que desembarcarían en el fiordo de Bergen, apoyados por dos submarinos, una lancha rápida y los destructores Bransey K.Peters.
El final del Crucero Königsberg lo encontraría en este desembarco en Noruega. Al aproximarse a tierra, las baterías de cañones noruegas produjeron graves daños al Bransey al Konigsberg, al que dejaron paralizado en sus máquinas. Al día siguiente, 10 de Abril, y sin poder navegar, fue hundido por un ataque de 15 aparatos de la Fleet Air Arm británicos.
En 1943 se intentaría reflotarlo, pero al volcar en esta maniobra, fue abandonado al fondo del mar en la desembocadura del fiordo de Bergen (Noruega) donde yace definitivamente
Lo transcribo como lo hice en el 2008 o 2009, sin cambiar nada.
Es ameno el relato con esa frescura de los pequeños pieblos, al menos pequeño en 1937.
saludos