Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

Foro general de temas relacionados con la 24ª Flotilla o temas como técnica submarina, historia de la Segunda Guerra Mundial, etc. No se permitiran los "Off-Topic" en esta sección.

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Re: Revista semanal reportajes bélicos.

BATALLA NAVAL DE IQUIQUE O PUNTA GRUESA



Bandera naval de la Armada chilena.

 


Comandante de las unidades chilenas Arturo Prat Chacón. Máximo héroe naval chileno.

 



ANTECEDENTES Y CAMPAÑA TERRESTRE


La Guerra del Pacífico fue un conflicto armado acontecido entre 1879 y 1883 en el cual se enfrentaron la República de Chile contra las repúblicas del Perú y de Bolivia. También se la ha denominado Guerra del Guano y Salitre.
El Perú, que había suscrito el Tratado de Alianza Defensiva con Bolivia de carácter secreto en 1873 y al que Argentina no se había adherido, trató de persuadir al gobierno de La Paz para someterse a un arbitraje con la misión Quiñones, figura que se encontraba estipulada en el protocolo complementario de 1875, toda vez que se trataba de un "problema tributario" y no territorial. El gobierno peruano, para mediar en el conflicto, envió a su ministro plenipotenciario José Antonio de Lavalle a Chile; la misión del diplomático fracasó. El canciller chileno Alejandro Fierro preguntó al plenipotenciario peruano sobre la existencia de un "Tratado Secreto" firmado con Bolivia en 1873. Lavalle no tenía instrucciones sobre ello y le indicó que en la comisión diplomática del congreso a la que él pertenecía no se había tocado ese tema. En Lima el 20 de marzo, el presidente peruano le expuso al representante chileno Godoy que el tratado existía y que convocaría al congreso peruano para evaluar qué actitud tomar ante Chile y Bolivia. El 6 de febrero, ante las protestas por parte de la Compañía de Salitres por la ley del impuesto y dado que el contrato no había cumplido con los trámites para declararlo, el gobierno de Bolivia rescindió el contrato con la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta. El prefecto Zapata ordenó rematar sus bienes para cobrar los impuestos generados desde febrero de 1878.
En Chile, la decisión de impedir el remate se tomó la mañana del 11 de febrero, cuando, en una sesión especial del gabinete chileno, se recibió un telegrama del norte, conteniendo textualmente un mensaje del ministro plenipotenciario de Bolivia "Anulación de la ley de febrero, reivindicación de las salitreras de la compañía". Este gatilló la decisión del presidente Aníbal Pinto de ordenar la ocupación de Antofagasta, que se realizó el 14 de febrero de 1879, ocupando tropas chilenas el litoral boliviano hasta el paralelo 23.


Batallón nº 3 de Línea chileno en antofagasta.

 

El 14 de febrero, el día del remate, tres naves chilenas desembarcaron en Antofagasta, Mejillones, Cobija y Caracoles reinvindicándose estos territorios. El 16 de febrero, llegó a Lima el ministro boliviano Serapio Reyes a fin de exigirle al gobierno peruano que cumpliera con el tratado de alianza defensiva de 1873. El 27 de febrero, Hilarión Daza decretó el estado de sitio en Bolivia. El 1 de marzo, el gobierno de Bolivia declaró cortado todo comercio con Chile, asumiendo que hay un estado de guerra. El 15 de marzo, Chile inició preparativos para ocupar más al norte del paralelo 23. Con ello, el 23 de marzo, tuvo lugar la batalla de Calama, en la que las fuerzas chilenas vencieron a un grupo de civiles bolivianos. El 5 de abril de 1879, Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú. En 1880, Bolivia sale de la guerra, convirtiéndose la campaña tanto terrestre como naval en cosa de dos. En enero de 1881, las tropas chilenas entraron en Lima, después de las batallas de San Juan y Miraflores.

Entrada del ejército chileno en Lima.

 

En esta última, la propia población civil defendió sin éxito la ciudad cuando el ejército chileno atacó tres de los doce reductos. Después de la batalla, hubo incendios y saqueos en los poblados de Chorrillos y Barranco.

Chorrillos antes de la batalla.

 


Y después...

 

La resistencia militar liderada por Cáceres en la regiones sur y centro andinas obtuvo varias victorias contra las fuerzas chilenas y se dirigió a Cajamarca, en la sierra norte, para evitar el encumbramiento de Miguel Iglesias, quien desde 1882 había manifestado firmar la paz con el gobierno chileno, aceptando cesión territorial. Tras 3 años de guerra de guerrillas, los peruanos firmaron el Tratado de Ancon, el 11 de marzo de 1884, la Asamblea Constituyente aprobó el Tratado.

Fronteras tras el Tratado de Ancon.

 

Iglesias marchó hacia Lima para asumir el gobierno del Perú. Después de la guerra, las diferencias entre Cáceres e Iglesias dieron origen de una guerra civil entre los partidarios de ambos líderes, que finalizó en 1885 con el triunfo del primero.


COMBATE NAVAL DE IQUIQUE O PUNTA GRUESA.

El combate naval de Iquique fue un enfrentamiento naval de la Guerra del Pacífico. Tuvo lugar en la bahía de Iquique, el día miércoles 21 de mayo de 1879.
En él se enfrentaron el monitor peruano Huáscar al mando del capitán de navío Miguel Grau Seminario y la corbeta chilena Esmeralda al mando del capitán de fragata Arturo Prat Chacón, quien resultó muerto en esta acción. En Chile se considera únicamente a este enfrentamiento como Combate naval de Iquique y tuvo como resultado el hundimiento de la corbeta chilena y el levantamiento del bloqueo del puerto de Iquique.
En el Perú se considera al enfrentamiento hasta Punta Gruesa con un solo nombre llamado Combate de Iquiqueincluyendo el enfrentamiento entre la fragata peruana Independencia y la goleta chilena Covadonga y tuvo como resultado el encallamiento de la Independencia en unos roqueríos.
En la mañana del miércoles 21 de mayo, el bloqueo de Iquique era mantenido por la corbeta Esmeralda y la goleta Covadonga fondeadas ambas a 2,7 km al norte del faro del puerto. Por su parte el transporte Lamar se encontraba fondeado más cerca de la costa. A las seis y media de la mañana uno de los vigías de la Covadonga, la cual se encontraba de guardia, avistó columnas de humo acercándose desde el norte. Al reducirse la distancia, se identificó que dichas columnas de humo correspondían a los blindados peruanos Huáscar e Independencia. El comandante de la Covadonga, ordenó advertir la presencia del enemigo al comandante de la Esmeralda, Arturo Prat, con un cañonazo. Este, al escuchar la señal dispuso levar el ancla, hacer comer a la tripulación y tocar zafarrancho de combate. Además ordenó que la Covadonga se pusiera al habla para conferenciar y que se arrojara al mar, en un saco, la correspondencia para la escuadra chilena.

Corbeta chilena Esmeralda.

 

Monitor peruano Huáscar restaurado con bandera de Chile

 

Goleta chilena Covadonga tras la batalla.

 

Fragata blindada peruana Independencia.

 


Prat ordenó izar las señales: "reforzar las cargas", "venir al habla" y "seguir mis aguas" y a continuación arengó a su tripulación. Terminada la arenga, la Covadonga llegó al habla y Prat le ordenó a Condell: "¡que almuerce la gente!, ¡reforzar las cargas!, ¡cada uno a cumplir con su deber!". Condell simplemente respondió: "¡all right!". Terminado lo anterior se sintió una explosión y una columna de agua y espuma se levantó cerca de ambos buques, el Huáscar había disparado su primer tiro. Se iniciaba el combate. En tierra, la población puerto despertó con el primer cañonazo de la Covadonga y se dirigió a la playa para recibir a las naves peruanas que venían a liberarlos del bloqueo de Iquique.


Primera fase del combate

El transporte chileno Lamar izó bandera norteamericana y abandonó la bahía rumbo al sur. Durante 30 minutos el Huáscar se enfrentó solo a las dos naves chilenas, hasta la llegada de la Independencia. Los buques chilenos concentraron sus tiros sobre el Huáscar sin mayores consecuencias.
Los movimientos iniciales de la Esmeralda hicieron que averiaran sus calderas lo que redujo su andar desde los 6 kn a 3 kn. En atención a esto, Prat ubicó su nave frente a la población a distancia de 200 metros de la playa. En esta situación los cañonazos peruanos podrían afectar a la población y sumado a que las naves peruanas se encontraban en la entrada al puerto, el oleaje del mar no les permitía dirigir adecuadamente sus disparos.
Después de una hora de combate, las cuatro naves no presentaban daños importantes. A eso de las 11:30 horas la Covadonga, al mando de Condell, se dirigió al sur.
Grau ordena al comandante de la Independencia que siga a la Covadonga, la que puso rumbo al sur navegando pegada a la costa. En ese instante el combate se dividió en dos enfrentamientos, uno entre el Huáscar y la Esmeralda y el otro, que los historiadores chilenos denominarían combate naval de Punta Gruesa, entre la Independencia y la Covadonga.


Segunda fase del combate

Cuando el Huáscar se encontraba a unos 600 metros de la Esmeralda, un bote se le acercó, en él iba el capitán de puerto y de corbeta, Salomé Porras, junto al práctico Guillermo Checlay y el periodista Modesto Molina, quienes le informaron a Grau que la Esmeralda estaba protegida por una línea de torpedos fijos. Ante esta información, Grau decidió mantener una distancia de 500 metros de la corbeta, posición desde la cual abrió fuego.
Pasada una hora y media de combate, la Esmeralda no había sido impactada por ningún proyectil del Huáscar, sus tiros pasaban largos cayendo en la playa e hiriendo a la población. Cerca de las diez de la mañana, el general Juan Buendía, jefe de las tropas peruanas en Iquique, hizo llevar a la playa 4 cañones Blakely de montaña con los cuales empezó a disparar contra la Esmeralda. Una granada mató a tres hombres y otra hirió a otros tres. En total realizó 60 tiros y varios de fusilería. La situación se tornó insostenible para la corbeta chilena por lo que Prat decidió cambiar su ubicación 1.000 metros más al norte. Cuando iniciaba el movimiento una granada del Huáscar penetró por su costado de babor saliendo por estribor provocando un incendio en la cámara de oficiales que fue prontamente controlado. Grau, al observar el movimiento de la Esmeralda, se dio cuenta de que la información de la defensa con torpedos era errónea, por lo que decidió atacar empleando su espolón. Enfiló su proa hacia el costado de babor de la Esmeralda. Prat trató de esquivar el golpe dando avante y cerrando la caña a babor no logrando esquivar el golpe que recibió a la altura del palo mesana sin mayores daños. Al chocar ambos buques el monitor Huáscar disparó sus cañones de diez pulgadas (300 libras) a corta distancia, produciendo la muerte de 40 o 50 marineros y soldados.

 

El espolonazo del Huáscar, a su vez, fue recibido con una tremenda descarga de las baterías de la Esmeralda y fuego de fusilería, lo que no causó mayor daño en el monitor. Prat al ver la cubierta del buque enemigo a sus pies gritó: "¡al abordaje, muchachos!"
Prat saltó a la cubierta del Huáscar siendo seguido por el sargento Juan de Dios Aldea y el marinero Arsenio Canave quien perdió impulso y cayó al agua. Una vez a bordo, Prat, armado con un sable y un revólver, avanzó hacia la torre de mando, en el trayecto hacia ella ultimó al oficial de señales, el teniente segundo Jorge Velarde. Al avanzar a babor de la torre de Coles, fue alcanzado por las balas en una de sus rodillas. Un marinero salió a cubierta, dándole un hachazo en la frente que le causó la muerte inmediata. A su vez el sargento Aldea cayó herido por una descarga de fusilería sobre la cubierta. Grau hizo un esfuerzo por salvar la vida de Prat pero ya era tarde.

 

El Comandante Grau quiso dar tiempo para que sus adversarios se rindieran, por lo que retira el Huáscar después del espolonazo. En la Esmeralda, tomó el mando el Teniente primero Luis Uribe Orrego, quien llamó a reunión de oficiales y deciden no rendirse. Al tiempo que un marino subía al palo de mesana para clavar las banderas.
Grau al ver que la tregua no daba resultado decide espolonear nuevamente a la Esmeralda, lanzándose a toda velocidad sobre ella, ahora por el costado de estribor. Uribe trató de maniobrar igual que Prat y logró presentar su costado en forma oblicua al espolón del monitor Huáscar, pero esta vez se abrió una vía de agua, ingresando a raudales a la santabárbara y a las máquinas. El buque quedó sin gobierno y sin más municiones que las que había en cubierta.
Nuevamente los cañones del Huáscar disparados a tan corta distancia que se mataron a varios tripulantes entre ellos a los ingenieros y fogoneros que salían a cubierta y arrasó la cámara de oficiales, convertida en enfermería. Se efectuó un segundo intento de abordaje por otros doce tripulantes chilenos, al mando del teniente primero Ignacio Serrano llevando rifles y machetes, el cual también resultó infructuoso, cayendo sobre la cubierta del monitor.
Al los 20 minutos se efectuó el tercer impacto con espolón en el sector del palo mesana acompañado de dos cañonazos, la corbeta se inclinó de proa y empezó a hundirse. A medida que el buque se inclinaba el Guardiamarina Ernesto Riquelme, gritando vivas a Chile disparaba el último cañonazo.

A las doce diez de ese día la Esmeralda desapareció de la superficie del mar.

 

Boya memorial de la Esmeralda.

 

En total, el Huáscar disparó 47 proyectiles y fue impactado por 6 bombas y 23 balas. Los chilenos acusaron 143 muertos. Los peruanos perdieron al teniente segundo Jorge Velarde y siete marineros resultaron heridos. Grau, antes de avanzar para reunirse con la Independencia, dispuso el salvataje de los 57 náufragos de la Esmeralda.


Tercera fase del combate

La Independencia se encontraba en persecución de la Covadonga, quien pegada a la playa en la bahía de Chiquinata iba rumbo al sur del puerto de Iquique, hasta que llegan a la última caleta donde la Independencia encalla en los roquerios de "Punta Gruesa". El comandante Condell ordena retroceder y bombardear la Independencia la cual se defendió aun inundada y enviando a los náufragos en botes hacia la playa.

Comandante de la goleta chilena Carlos Condell de la Haza.

Imagen


La Independencia encallada y bombardeada por la Covadonga.

 

El Huáscar, tras rescatar a los 57 sobrevivientes de la Esmeralda, avistó a la Independencia a las 2:20 pm a 9 millas de distancia y llegó frente a ella a las 3:10 pm. La encontró varada y con solo 20 tripulantes a bordo, entre ellos More, ya que el resto había desembarcado en botes. El blindado peruano continuó la persecución de la Covadonga durante tres horas, hasta que Miguel Grau, convencido que la distancia que lo separaban de ella no podía acortarse antes de la puesta del sol, decidió regresar en auxilio de la Independencia. Grau estimó entonces que la pérdida de la fragata era total y envió las embarcaciones del Huáscar por los tripulantes que aún se encontraban a bordo dando la orden de incendiar el buque. Los sobrevivientes de la Esmeralda fueron entregados a las autoridades militares del puerto de Iquique. Los oficiales sobrevivientes fueron conducidos a la localidad de Tarma, en Perú.


CABALLEROSIDAD Y HONOR ENTRE AMBOS CONTENDIENTES.

Luego del combate, el Almirante Grau ordenó que los objetos personales de Prat, su diario personal, uniforme, espada entre otros, fueran devueltos a la viuda de Prat. Junto con ellos, Carmela Carvajal recibió una carta del Almirante peruano. En esta carta Grau recalca la calidad personal y la hidalguía de su rival:


Monitor "Huáscar", Pisagua, Junio 2 de 1879

Dignísima señora:

Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a usted y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy, justamente, debe dominarla En el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el Capitán de Fragata don Arturo Prat, Comandante de la "Esmeralda", fue, como usted no lo ignorará ya, víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su Patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso deber de enviarle las, para usted, inestimables prendas que se encontraron en su poder y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su gran desgracia, y para eso me he anticipado a remitírselas.

Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.


Miguel Grau Seminario.


En respuesta, Carmela Carvajal le escribió una carta agradeciendo este gesto. Este hecho sumado al rescate de los sobrevivientes de la Esmeralda hicieron ganar a Grau el apodo de "El Caballero de los Mares".
Sobre la situación de los sobrevivientes de la Esmeralda, Jorge Hunneus del Ministerio de Asuntos Exteriores de Chile escribe al Vice Cónsul Británico en Iquique expresando la generosidad con el cual el Perú trata a los marinos prisioneros y la cual espera corresponder.
Los cadáveres de Prat y Serrano fueron enterrados gracias a la gentileza del ciudadano español Eduardo Llanos, junto a otros miembros de su colonia, el jueves 22 de mayo en el cementerio de Iquique, corriendo el español con todos los gastos.

Tumbas de Prat y Serrano en Iquique.


 

A Chile la noticia llegó a Valparaíso por el cable submarino. El sábado 24 de mayo recién se conocieron en Santiago los detalles del combate en Iquique y la muerte de Prat y, además, el hundimiento de la Esmeralda. Desde ese momento se produjo en Chile un avivamiento del patriotismo y muchos chilenos acudieron voluntariamente a los cuarteles para enrolarse y participar en el conflicto.

Bandera naval de la Armada peruana.

 


Comandante de las unidades peruanas Miguel Grau Seminario. El Caballero de los Mares.

 


FUENTES
Wikipedia.
Museo Esmeralda.
Laguerradelpacifico.cl
members.tripod.com
es.wikisource.org
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Kamille Rososvky
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Re: Revista semanal reportajes bélicos.

REVISTA SEMANAL REPORTAJES BÉLICOS de la 24 FLOTILLA GEWEIH

LA NOTICIA AL DIA

¡¡Nos han enviado y autorizado de las oficina de Karl Donitz a ir dando los nombres de los mejores Comandantes de la Kriegsmarine.

TAMBIÉN NOS ENVIARÁN FOTOS de DIFERENTES LUGARES DONDE SE ENCUENTRAN NUESTROS LOBOSOS GRISES AUMENTANDO EL TONELAGE HUNDIDO CADA DÍA

PARA NUESTROS LECTORES: no dejen de ver las fotos.



L Los Mejores Comandantes de U-Boot

Cap. Lüth
Comandante Submarino

y Tipo
Misiones Días de navegación Período Naves Toneladas
Cap. Nav. Wolfgang Lüth U 9 IIB

U 138 IID

U 43 IX

U 181 IXD2
5

2

5

2
57 días

27 días

192 días

333 días
1-40/5-40

9-40/10-40

10-40/1-42

9-42/10-43
44 226.269

+ 1 destr.

Cap. Kretschmer
Comandante Submarino

y Tipo
Misiones Días de navegación Período Naves Toneladas
Cap. Corb. Otto Kretschmer U 23 IIB

U 99 VIIB
9

7
91 días

127 días
9-39/3-40

6-40/3-41
43 223.712

+ 1 Subm.

Cap. Topp
Comandante Submarino

y Tipo
Misiones Días de navegación Período Naves Toneladas
Cap. Frag. Erich Topp U 57 IIC

U 552VIIC
3

10
34 días

291 días
7-40/9-40

2-41/8-42
34 193.684

+ 1 destr.
Cap. Nav. Karl-Fried. Merten U 68 IXC 5 272 días 6-41/7-43 29 186.064
Cap. Nav. Victor Schutze U 25 IA

U 103 IXB
3

4
98 días

196 días
10-39/5-40

9-40/7-41
34 171.164
Cap. Corb. Herbert Schultze U 48 VIIB 8 202 días ------------- 26 171.122
Cap. Georg Lassen U 160 IXC 4 329 días 2-42/5-43 28 167.601
Cap. Frag. Heinrich Lehmann-Willenbrock U 5 IIA

U 96 VIIC

U 256VIIC
1

8

1
15 días

260 días

44 días
4-40

12-40/3-42

9-44/10-44
22 166.596
Cap. Frag. Heinrich Liebe U 38 IX 9 319 días 9-39/6-41 30 162.333
Cap. Corb. Günther Prien U 47 VIIB 10 225 días 9-39/3-41 28 160.935

+ 1 Acor.
Cap. Nav. Joachim Schepke U 3 IIA

U 19 IIB

U 100 VIIB
3

5

6
24 días

58 días

101 días
9-39/10-39

1-40/4-40

8-40/3-41
39 159.130
Cap. Corb. Werner Henke U 515 IXC 6 337 días 8-42/4-44 25 144.901

+ 1 B. Auxiliar
Cap. Corb. Carl Emmermann U 172 IXC 5 365 días 4-42/9-43 27 152.656
Cap. Corb. Heinrich Bleichrodt U 48 VIIB

U 109 IXB
2

6
39 días

361 días
9-40/10-40

6-41/10-42
24 151.319

+ 1 Corb.
Cap. Corb. Robert Gysae U 98 VIIC

U 177IXD2
6

2
183 días

310 días
3-41/2-42

9-43/10-43
25 144.901
Cap. Nav. Ernest Kals U 130 IXC 6 262 días 9-41/4-43 19 138.567

Cap. Mohr
Comandante Submarino

y Tipo
Misiones Días de navegación Período Naves Toneladas
Cap. Corb. Johannes Mohr U 124 IXB 6 262 días 9-41/4-43 27 132.731

+ 1 Cruc.

+ 1 Corb.
Cap. Frag. Klaus Scholtz U 108 IXB 8 347 días 2-41/9-42 24 132.417

Ten. Endrass
Comandante Submarino

y Tipo
Misiones Días de navegación Período Naves Toneladas
Ten. Nav Engelb. Endrass U 46 VIIB

U 567 VIIC
7

2
196 días

35 días
6-40/8-41

10-41/12-41
22 128.879

Cap. Hardegen
Comandante Submarino

y Tipo
Misiones Días de navegación Período Naves Toneladas
Cap. Corb. Reinh. Hardegen U 147 IID

U 123 IXB
3

------
34 días

------
7-40/9-40

2-41/5-41
34 193.684

+ 1 destr.

Submarinos
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Re: Revista semanal reportajes bélicos.

Durante la SGM Alemania envió una pequeña flotilla de submarinos al Mar Negro donde estuvieron operando, este trabajo es la descripción del transporte de esta flotilla hasta el citado Mar y un corto resumen de su actuación.
La denominada 30 U-Flottille tenía su base en Konstanza y estuvo compuesta por seis unidades del tipo IIb los U9, U18, U19, U20, U23 y U24, a estas unidades a partir del verano de 1943 les fue modificado el puente alargándolo para colocar un arma antiaérea de de 20 mm. para posteriormente montarles montajes dobles de 20 mm, inicialmente estas unidades montaban un antiaéreo de 20 mm. en montaje simple a proa de la torreta. Sobre la efectividad de dichos montajes cabe destacar que el U9 afirma haber derribado el 31/03/1944 dos aviones soviéticos.
En la siguiente foto vemos al U18 entrando en la base, en la parte trasera de la torreta se aprecia la ampliación de la misma que se ha citado anteriormente, lleva un montaje doble de 20 mm, se ven los dos cañones en la plataforma y a proa de la torreta el montaje de 20 mm. montado en un soporte troncocónico.
Imagen

El largo transporte de las citadas unidades al Mar Negro fue una pequeña odisea, al estar cerrados a la navegación de buques beligerantes los estrechos de los Dardanelos y el Bosforo controlando escrupulosamente el gobierno Turco en aplicación de la Convención de Montreux, se realizo un largo recorrido de unos 2.300 km. que atravesaba media Europa, este se realizo de la siguiente manera, tras ser decomisionados los sumergibles eran parcialmente desmontados en Kiel, se les sacaba el armamento, las baterías y hasta se les desmontaba la torreta lo que implicaba también desmontar el periscopio, a continuación su casco de 140 Tn era girado 90º para dejarlo tumbado sobre la banda de estribor, en la siguiente foto podemos ver la realización de esta operación en un dique seco, en ella se ven dos submarinos el que está en primer plano parece que es el U24, a su lado a estribor se ve lo que parece puede ser una torreta desmontada, detrás se ve el casco de otro sumergible que parece ser el U19, este ya sin torreta.
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Los cascos ya girados sobre su banda eran transportados sujetándolos con cinco pontones a cada lado del casco, en la siguiente foto podemos ver al U24 con los citados cinco pontones a cada lado.
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Una vez así colocados eran transportados hacia Brunsbüttel a través del canal de Kiel, en las siguientes fotos podemos ver el citado transporte, por la forma de la orilla parece ser el citado canal aunque la segunda foto pudiera ser el rio Elba por donde se transportaron posteriormente, como curiosidad en la segunda foto el remolcador que va delante es un viejo buque con ruedas de paletas en lugar de hélices, todavía muy usados en navegación fluvial.
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Después de pasar el citado canal de Kiel la barcaza seguía por el río Elba hacia arriba hasta llegar a Dresden donde el casco se colocaba sobre dos remolques pesados con capacidad de 70 Tn cada uno, en la foto podemos ver el casco de un sumergible preparado para esta operación, en primer plano uno de los semiremolques.
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Una vez en los remolques seguía un lento viaje por la carretera hasta Ingolstadt, en las fotos siguientes podemos ver imágenes del citado transporte por carretera, en la primera se ven claramente los dos remolques sobre los que se apoyaba el sumergible, uno en la parte delantera y otro en la parte trasera, en la segunda en el paso de un puente se ven los dos tractores que lo remolcan en la parte delantera, en la tercera el convoy parado en la carretera.
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Una vez en Ingolstadt era colocado de nuevo entre unas barcazas, la operación de colocarlo entre las barcazas parece ser era bastante compleja, en las imágenes podemos ver un casco listo para la operación, a la derecha de la imagen los rieles para montar la rampa para el deslizamiento lateral hasta el agua, en la segunda que es de muy baja calidad parece que el casco ya está en el agua.
Imagen

Después eran remolcados por el río Danubio hasta Linz, esta operación se realizaba con el casco todavía tumbado y entre barcazas, ya no se usaba el sistema de portones utilizado en el primer transporte fluvial por el canal de Kiel y el río Elba, en la siguiente foto se puede ver claramente en casco tumbado y a los lados las barcazas que lo sujetan, delante un remolcador.

Una vez en Linz se procedía a enderezar los cascos poniéndolos en su posición normal adrizados y eran montados de nuevo los elementos desmontados anteriormente como armamento, baterías y se les montaba la torreta, tras lo cual eran colocados nuevamente entre dos barcazas para ser remolcados por el Danubio hasta Galati donde eran recomisionados nuevamente y entregados a la 30 U-Flottille de Konstanza a donde se dirigían navegando por sus propios medios siguiendo el río Danúbio hasta su desembocadura para después navegar por el Mar Negro hasta su destino.
En la siguiente foto podemos ver al U9 en la base de Konstanza, parece recién llegado a la misma tras su transporte, es de destacar que lleva en la parte delantera de la torreta el soporte-contenedor para la pieza antiaérea de 20 mm. aunque esta no está montada, esta arma había sido desmontado en las unidades que operaban en el Atlántico pues dificultaba la inmersión ya que los artilleros que la manejaban en caso de inmersión de urgencia debían subir a la torreta para entrar en el sumergible lo que hacía perder mucho tiempo en la maniobra, también es curiosa la pintura mas oscura en la zona central y la parte baja de la torreta, posiblemente sea una parte repintada tras montar la torreta que como hemos indicado se desmontaba para el transporte, operación esta que requería trabajos de soldadura y quemaba la pintura original. Al fondo de la imagen se ven dos torpederas y la popa de una tercera, son dos MAS de la cuarta serie de la clase 500 de las siete que fueron transferidas al Mar Negro, sus numerales iniciales eran 566-570, 574 y 575, en esta flotilla recibieron los numerales S 501-507, estas dos perece eran la 506 y 507.
Imagen

La 30 U-flottille realizó 56 patrullas de guerra con el siguiente balance de hundimientos, a dicho efecto solo se cuentan los buques hundidos y confirmados por fuentes soviéticas, no se cuentan los hundimientos no confirmados ni los buques averiados.


14 Buques hundidos con un total de 34.590 tn. (13 soviéticos y 1 Rumano)

12 Lanchas hundidas con un total de 327 tn

2 Aviones derribados



Aunque este balance puede parecer poco importante pero si se incluyeran los buques reclamados como hundidos pero no confirmados y los averiados sería mas apreciable, en conjunto su actuación creo se puede considerar como positiva pues molestaron mucho el tráfico marítimo soviético en la zona.



De los seis sumergibles de la 30 Flottille, el U9, U18 y U24 resultaron alcanzados en la base de Konstanza por un raid aéreo soviético el 20/08/1944, el U9 resultó hundido en el mismo muelle, reflotado por los soviéticos fue renombrado Nikolaev con el numeral TS-16, fue desguazado en 1946, el U18 resulto tan dañado en el citado raid aéreo que cuando los alemanes abandonaron la base de el 25/08/1944 no pudo hacerse a la mar por lo que fue barrenado y hundido, reflotado el mismo año por los soviéticos fue hundido de nuevo el 26/05/1947 por un torpedo del submarino soviético M-120, este fue el tercer hundimiento de este sumergible ya que el 20/11/1936 se hundió por primera vez al ser abordado por el buque de escolta T156, finalmente el U24 al igual que el U18 no se pudo hacer a la mar el 25/08/1944 por lo que también fue barrenado y hundido reflotado por los soviéticos en 1952 fue desguazado en 1960.

Los otros tres sumergibles el U19, U20 y U23 partieron de la base de Konstanza el 25/08/1944 al ser abandonada la citada base tras la redición de Rumania y emprendieron el que sería su última patrulla hacía el que sería su destino final, el 01/09/1944 U23 hundió el transporte rumano SS Ardeal de 5605 Tn y dañó un destructor también rumano. Alemania intentó vender estos tres sumergibles a Turquía pero la operación no se llevó a cabo por lo que se trasladaron navegando hasta un lugar próximo a la costa turca en la que desembarcaron a la mayor parte de las tripulaciones, después con únicamente el comandante y una tripulación mínima se trasladaron a unas 3 millas de la costa navegando con los motores eléctricos donde fueron hundidos, los tripulantes que quedaban se trasladaron a la costa en botes hinchables de remos, los tripulantes fueron localizados por las autoridades turcas que los detuvieron y fueron internados hasta finales de 1945 en la localidad de Baysehir, posteriormente en el 2006 los pecios fueron localizados
Fuente:
http://www.taringa.net/posts/apuntes-y- ... Negro.html

http://www.u-historia.com/

http://www.ipmsuruguay.com/foro/
VALOR, HONOR Y GLORIA!!!
 
Sento70
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Re: Revista semanal reportajes bélicos.

Excelente trabajo Flashdead. ::maestro:

La Revista Semanal te da la bienvenida abordo, esperando, cuando tengas a bien, tus nuevos artículos.


Saludos comandante!!!
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Sento70
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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

LA BATALLA NAVAL DE CORONEL.




 


Maximilian Graf von Spee

 



LOS PROTAGONISTAS.



Unidades alemanas.


SMS scharnhorst

 


SMS Gneisenau

 


SMS Leipzig

 

SMS Nürnberg

 


SMS Dresden

 



Unidades británicas.


HMS Good Hope

 


HMS Monmouth

 


HMS Glasgow

 


HMS Otranto

 


El 4 de agosto de 1914 estalló la I GM. En ese momento, Alemania mantenía la inmensa mayoría de su flota en sus bases metropolitanas del Mar del Norte, a excepción del crucero de batalla Goeben y el crucero ligero Breslau que patrullaban en el Mediterráneo y que tras una increíble travesía lograron forzar el bloqueo aliado y refugiarse en Turquía donde continuaron la guerra contra la Entente aliada, los cruceros ligeros dedicados a misiones coloniales y la escuadra del Pacífico que estaba formada por los cruceros acorazados Scharnhorst y Gneisenau y los cruceros ligeros Nürnberg y Emden, además de 5 mercantes auxiliares que se reunieron en Pagan, al nordeste de las Islas Filipinas. Su comandante era el vicealmirante Maximilian Johannes Von Spee que izaba su insignia en el Scharnhorst. Von Spee sabía que su escuadra, aún siendo poderosa, debería prepararse para afrontar las fuerzas combinadas de Británicos, franceses, rusos y japoneses que ya le estaban buscando. Von Spee era un marino lúcido y racional que conocía perfectamente sus fuerzas y era consciente de la imposibilidad de dedicarse a hacer la guerra al tráfico mercante aliado, así que en una reunión de todos los capitanes a bordo de la nave insignia, expuso a éstos sus planes: Tratar de alcanzar el Atlántico y llegar tan lejos como la Fortuna se lo permitiera. Era lo más lógico. Quién sabe si lograrían alcanzar Alemania incluso. Todos los capitanes estuvieron de acuerdo excepto Von Müller, comandante del crucero ligero Emden, quien pidió permiso al almirante para poder actuar libremente en el Océano Índico atacando el tráfico mercante aliado. Von Spee accedió a ello y las extraordinarias proezas que este legendario marino y su pequeña nave consiguieron demostraron el acierto de la decisión del almirante confiando en él.

Así pues, la escuadra abandonó Pagan tras haber bombardeado los dos cruceros acorazados Papeete, en Tahití, donde hundieron el cañonero francés Zélée y destruyeron las baterías costeras. El 12 de octubre de 1914,a los cruceros alemanes SMS Scharnhorst y SMS Gneisenau se les unió en la Isla de Pascua el Leipzig, que navegaba desde la costa mexicana y el Dresden que procedía del Atlántico Sur. Luego (el 19 de octubre), Von Spee dio la orden de partir, haciendo escala en las isla de Más a tierra, (actual isla Robinson Crusoe ) en el Archipiélago Juan Fernández. El 30 de octubre llegó a Valparaíso.

Asimismo, el 14 de octubre de 1914, el contralmirante Cradock y su flota estaba anclada en las islas Malvinas del sur cuando recibió la orden de interceptar y destruir a la escuadra alemana que venía por el Pacífico. Cradock dejó Puerto Stanley el 22 de octubre y se dirigió con su escuadra hacia el Pacífico vía Cabo de Hornos, dejando atrás al veterano HMS Canopus , un viejo acorazado pre-dreadnought con 4 cañones de 305mm, aunque no daba más de 12 nudos, lo que le costaría ni más ni menos la destrucción de sus unidades y su propia muerte. Churchill le preguntó a Lord Fisher ..."No pensará usted que Cradock prescindirá del Canopus".

HMS Canopus.

 


Cradock pidió refuerzos a Inglaterra, ya que su escuadra no estaba a la par con la escuadra alemana, pero su petición fue rechazada. Cradock había enviado al crucero Glasgow a reaprovisionarse de carbón en Coronel y a enviar telegramas al Almirantazgo, esto llegó al conocimiento de Von Spee, quien se dirigió con sus navíos a ese puerto. El Glasgow sirvió sin querer de cebo, mientras Cradock buscaba al crucero alemán Leipzig que radiaba insistentemente mensajes.


EL COMBATE.


Ambas escuadras se avistaron al atardecer del 1 de noviembre a 50 millas al frente de la bahía de Coronel, viniendo la escuadra alemana desde alta mar hacia el este y la escuadra inglesa pegada a la costa hacia el norte.
Cradock pensó en un ataque rápido y viró hacía la escuadra alemana con el Good Hope y sus dos cañones de 235 mm; a su vez, Von Spee viró a babor y se colocó paralelo. El Scharnhorst disparó hacia el Good Hope con un mayor peso y cadencia de tiro que el inglés. El Gneisenau disparó sobre los navíos menores. A la décima andanada la escuadra inglesa estaba desbaratada.
Ya anocheciendo, la escuadra alemana, sin mayores daños, dispersó a los restos de la escuadra inglesa. El Good Hope y el Montmouth estaban gravemente dañados.
Una violenta explosión, al parecer en el pañol de municiones del Good Hope sirvió de referencia a los artilleros alemanes, quienes dispararon una salva en altura que cayó sobre el exánime navío y lo hizo estallar del mismo modo que el crucero de batalla Hood 27 años más tarde.
El Monmouth tenía un impacto a proa y se hundía lentamente; ya de noche (cerca de las 21 horas) se acercó el Nürnberg con su commandante, capitán del mar Karl von Schönberg, y remató al semihundido navío a cañonazos. El Glasgow y el Otranto huyeron mar adentro y luego hacia el sur, buscando la protección del acorazado Canopus, que en ese momento se encontraba a la altura de Chiloé. El rescate de náufragos ingleses resultó imposible a causa de las grandes olas.
Luego de haberse reunido la escuadra alemana, se alejó del lugar hacia Valparaiso para reaprovisionarse. Este simple hecho daría tiempo a Inglaterra para adelantarse a la próxima jugada de Spee.


 


Murieron 1.654 marinos ingleses, además de la pérdida de dos cruceros acorazados, quedando el Océano Pacífico a merced de la escuadra alemana. Von Spee supuso que las Islas Malvinas, importante enclave británico en el Atlántico Sur, estaban indefensas y decidió dirigirse hacia allí para tomarlas. Cabe destacar que las condiciones fueron favorables para la escuadra germana, ya que el sol al atardecer dejaba a la expedición naval inglesa expuesta nítidamente, mientras que los cruceros alemanes se desplazaban entre la costa y la flota inglesa y se perfilaban menos. Un oleaje fuerte inhabilitaba parte de la artillería de 152 mm de los cruceros Good Hope y Monmouth, ya que estaban montadas en la cintura de los navios entre el puente y la linea de flotación. Las dos naves se hundieron frente a la isla Santa María afuera de la Bahía de Coronel. Los alemanes tuvieron 3 heridos en la batalla.


 


Christopher Cradock

 


FUENTES
Wikipedia
Historialago.com
christopherlong.com.uk
histarmar.com.ar
battleships-cruisers.co.uk
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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

Los libros, en la revista semanal...

MAREA ROJA MAREA NEGRA.

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Durante la IIGM, las aguas del norte de España no sólo fueron escenario de ataques italo-alemanes, también se produjeron ataques de aviones y submarinos aliados sobre mercantes fondeados en aguas españolas. Eso sin contar con los ataques que sufrieron los pescadores vascos y gallegos por parte de los contendientes, y aunque parezca mentira, buques de guerra españoles. Editorial Galland Books. Autor: Juan Carlos Salgado,
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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

Gracias Flashdead. por el espléndio aporte y como dijo Sento, la revista Semanal, te da la ¡¡Bienvenida!!
::oohh: ::oohh: ::oohh:
Esperamos más aportes, los temas ya ves son mu variados.

Cordialmente Kamille Rososvky
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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

Editado.
Última edición por Kamille Rososvky el 13 Jun 2011 21:59, editado 1 vez en total.
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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

Charly que exelente aporte.. libros..y nada menos que éste.

Como hizo Sento con Flashdead, ¡¡te damos la Bienvenida a la revista !! si quieres aportar tu opinión eres libre de hacerlo.

¡¡Un cordial saludo camarada!! . Kamille :D
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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

Un video de las armas secretas de LUFTWAFFE...en la revista.

http://youtu.be/NdJM6u3Q7aI

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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

Muy bueno, excelente el aporte Charly. ::plas: ::plas: ::plas:

esperamos que traigas otras fotos de los prototipos y nos comentes algo.

Un cordial saludo de Kamille :D
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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

REPORTAJES BÉLICOS de la 24 FLOTILLA GEWEIH


LA NOTICIA AL DIA

LA BATALLA DEL RIO DE LA PLATA



Durante la 2ª Guerra Mundial, la Kriegsmarine (Marina de Guerra Alemana) había planificado la guerra de superficie contra el tráfico comercial por medio de unidades de superficie y cruceros auxiliares y la guerra submarina.
El crucero del Admiral Graf Spee, destinado a operar en el Sur del Ecuador, resultó el más fructífero: del 30 de Septiembre al 7 de Diciembre de 1939 hundió 9 vapores.
Para la búsqueda y destrucción de los corsarios se crearon dos divisiones, la primera, al mando del Comodoro Harwood y compuesta por 2 cruceros pesados (Cumberland y Exeter) y otros tantos ligeros (Ajax y Achilles) debía vigilar la zona marítima de América Meridional. La otra, constituída por los cruceros pesados Sussex y Shropshire, tenía la misión de patrullar la ruta de El Cabo y el Océano Indico. Se enviaron a Freetown el crucero de batalla Renown y el portaaviones Ark Royal, mientras se situaba en Dakar una formación mixta franco-británica que contaba con el acorazado francés Strasbourg, los cruceros Dupleix y Algerie y el portaaviones británico Hermes.
La última víctima del Graf Spee había sido el pequeño buque cisterna Africa Shell. Tras haber sido abastecido por el buque nodriza Altmark, el Graf Spee hundió otros dos mercantes, el Tairoa y el Doric Star, que lograron comunicar por radio el ataque de que eran víctimas, dando al mismo tiempo su posición.
Seguidamente Langsdorff, comandante del Graf Spee, decidió regresar a la costa Sudamericana para seguir hostigando al considerable tráfico mercante de aquel sector, no sin antes haber cobrado una última víctima, el mercante Streonshalh, el 7 de Diciembre. Sin embargo, el ajuste de cuentas estaba cercano: el comodoro Harwood, una vez informado del ataque contra el Tairoa y el Doric Star, se planteó una hipótesis que el Río de la Plata y su tráfico era lo principal a defender.
El Cumberland estaba en Malvinas en reparaciones, por lo que contaba sólo con los cruceros Ajax y Achilles y el crucero pesado Exeter. Su plan era atacar de día y de noche con tres cruceros contra un acorazado de bolsillo,de día actuar en dos grupos: el Achilles y el Ajax juntos y el Exeter por su cuenta, para atacar de flanco, de noche, en formación en abanico.
El encuentro se produjo el 13 de Diciembre de 1939 al amanecer, frente al Río de la Plata. Probablemente Langsdorff creyó en un primer momento que eran buques mercantes y sólo a último momento advirtió que se encontraba frente a cruceros que, aunque por separados eran inferiores a su buque, no dejaban de constituír un elemento peligroso. Valorada a posteriori, su decisión de atacar fué un error, ya que las instrucciones recibidas le prohibían enfrentar unidades de guerra, especialmente por la dificultad de reparar daños. Otra equivocación fué la de entablar el combate a vuelta encontrada, con el resultado de que la suma de las velocidades del Graf Spee y de los buques británicos redujo notablemente el período de tiempo en el que los alemanes podían aprovechar el mayor alcance de sus cañones.
El Graf Spee abrió el fuego a las 06.17 contra el Exeter, que dos minutos después entró tambien en acción con su artillería, mientras el Ajax y el Achilles se disponían a atacar a su enemigo por el flanco. El tiro alemán castigó duramente al Exeter, inutilizando todas sus torres de gran calibre excepto una, así como el puente y los órganos de gobierno. Sin embargo, el crucero británico continuó disparando y consiguió también hacer algunos daños al Graf Spee, aunque no mermaron su capacidad de combate.

Co =Directores Sento70 = Kamille

Nota pie Imprenta% mañana subieremos las fotos autorizadas
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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

Otras cosas que he encontrado que me parecieron interesantes

LA BATALLA QUE NUNCA FUE:

1943: EL TIRPITZ CONTRA EL IOWA

por José Ignacio Lago Marín



En 1943 fue alistado el acorazado norteamericano Iowa, su primera misión consistió en reforzar a la Royal Navy en su tarea de escolta a los convoyes que se dirigían a los puertos rusos del mar Ártico.

Lo que vais a leer a continuación nunca ocurrió.

Los nombres que aparecen en este relato son reales y se corresponden con los puestos que ocupaban en aquellas fechas.


26 de noviembre de 1943. Atlántico norte. Latitud 73º. Longitud 21º. 1205 horas.

El convoy se enfrentaba penosamente al embravecido mar que atacaba a las 26 naves bamboleándolas a su capricho. Los puentes y cubiertas aparecían desiertos de hombres, empeñados éstos en defender sus ya maltrechos huesos de las olas que barrían las zonas descubiertas de las naves, llevándose por delante todo lo que encontraran precariamente trincado. Dentro de los buques que surcaban tan trabajosamente aquellas aguas llenas de peligrosa furia, los hombres procuraban mantenerse secos y calientes mientras en las cofas y puentes altos, los serviolas, los únicos hombres al descubierto, trataban de otear el horizonte con sus prismáticos especiales, prestos a detectar cualquier intruso y dar la voz de alarma, ya que además de los elementos naturales aquellos hombres tenían otro enemigo aún más temible: la guerra. Empapados, calados hasta los huesos y tiritando de frío, aquellos marineros estaban sin embargo contentos: con aquel tiempo infernal no había que temer el ataque de las temibles "manadas de lobos". Los sumergibles que Alemania enviaba contra el tráfico mercante aliado y que apenas un año antes habían estado a punto de provocar la rendición de la Gran Bretaña.

Pero eso había sido un año atrás. Demasiado tiempo. Tiempo en el que Gran Bretaña tuvo que resistir sola a Alemania. Tiempo lejano aquel que se veía roto por la amenazadora presencia de las naves de los Estados Unidos en aquellas aguas. Ahora Gran Bretaña no estaba sola. Ahora Alemania tenía un nuevo enemigo enormemente poderoso. Ahora la Armada norteamericana velaba por la seguridad de aquellas naves mercantes que tan valientemente cruzaban esas aguas malditas una y otra vez, estableciendo un vital cordón umbilical que había posibilitado la resistencia de Gran Bretaña y ahora posibilitaba la reconquista de la Europa en manos alemanas. Aquellas naves repletas de suministros que se dirigían a los puertos de Rusia posibilitaban la resistencia soviética ante los alemanes. Aquellos miles de carros, aviones, camiones, locomotoras mantenían funcionando a la Rusia soviética y ocupados a millones de soldados alemanes lejos del canal de la Mancha. Por eso aquellos marineros sacrificaban sus vidas manteniendo el tráfico vital para la causa aliada.

Unas treinta millas al sur de las líneas de naves que formaban el lento convoy navegaban en medio de una tormenta de nieve las naves de la escolta indirecta cuya misión era permanecer siempre en un punto equidistante entre el convoy y una posible amenaza naval de superficie que partiera de la costa noruega en poder alemán. La escolta indirecta estaba formada por una poderosa agrupación naval bajo mando británico que en aquel momento comprendía dos modernos acorazados: el Howe británico y el Iowa norteamericano, dos cruceros pesados y un crucero ligero británicos y siete destructores, dos de ellos norteamericanos. Una poderosa escuadra que sin embargo oteaba el grisáceo horizonte con no poca preocupación en busca de un enemigo al que temían y cuyo nombre estaba enmarcado en una aureola casi mítica.


El vicealmirante sir Bruce Austin Fraser volvió a leer una vez más el mensaje que el oficial de comunicaciones le había entregado una hora antes. El puente del acorazado HMS Howe permanecía silencioso.

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Pero si silenciosa era la atmósfera, no lo era el ambiente. Los hombres que observaban al almirante leer y releer aquel papel tenían todos sus pensamientos puestos en él. Y él, el almirante en jefe de la Home Fleet británica, que apenas semanas antes había declinado ser ascendido al Almirantazgo porque ello hubiera supuesto ser encerrado en un despacho londinense, volvió a mover la cabeza de un lado a otro.

Toda aquella misión se le escapaba de las manos sin que pudiera evitarlo. Un convoy en ruta hacia los puertos árticos rusos que de repente pierde toda su protección aérea y sobre el que no sólo se cierne la amenaza de la aviación y los submarinos alemanes... Ahora el Tirpitz también. Aquella odiada nave gemela del maldito Bismarck, el asesino del Hood al que sólo mediante un golpe de fortuna habían conseguido hundir dos años antes tras una cacería en la que participó la mitad de la Royal Navy. Malos presagios, sin duda. Y para acabar de rematar aquella misión estaba el mensaje enviado por el Almirantazgo. "Imprescindible convoy llegue a puerto ruso. Todas demás consideraciones son secundarias. Repito. Todas demás consideraciones son secundarias". La inspiración de Churchill era bien clara. Stalin había presionado tanto que Churchill, una vez más, se había plegado ante sus exigencias. ¿Qué hubiera pasado si todos los suministros enviados a los rusos a principios de 1942 se hubieran enviado a África? Sin duda Gran Bretaña no hubiera tenido que soportar las humillaciones que el maldito Rommel y su puñado de tanques inflingió al VIII Ejército británico. La misma pregunta se la hacían desde los mariscales hasta los cocineros de todo el ejército, pero Churchill no admitía discusiones. Había que ayudar a Rusia a cualquier precio, aunque ello significara mantener a la Home Fleet escoltando buques cargados de camiones mientras los japoneses y los norteamericanos luchaban en el inmenso Pacífico sin presencia británica. Aquello era muy doloroso para los marinos británicos, especialmente tras los desastres de su flota en extremo Oriente a manos de los japoneses. Pero las órdenes estaban bien claras y Fraser, que esperaba la oportunidad de toparse con el Tirpitz para enviarlo al fondo de una vez, se veía ahora atado de pies y manos por aquella orden estúpida nacida en un bien caldeado despacho de Whitehall. El temible Tirpitz había salido de su guarida, pero él debía mantenerse pegado al convoy para garantizar que aquellos preciosos camiones llegaran a Rusia mientras el acorazado alemán acechaba desde la oscuridad de aquel mar helado cuya frialdad se antojó a Fraser aún más terrible...

El capitán de navío John L. McCrea se levantó despacio de su silla elevada en el amplio y acristalado puente de mando del acorazado USS Iowa.

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La silla era incómoda porque era nueva. No tenía la comodidad que tienen las sillas de mando de una nave curtida por los temporales y los traseros de varios capitanes. La madera de aquella silla estaba inmaculadamente pulcra y casi daba pena posar las sudorosas palmas de las manos sobre los barnizados reposabrazos. Demasiado nueva, pensó McCrea mientras paseaba su cansada vista por aquel puente reluciente. Ni un rastro de óxido, ni un parche mal remachado en las paredes, ni restos de distintas capas de pintura. Aquella era una nave nueva que prácticamente acababa de dejar los astilleros. McCrea se había hecho cargo del mando del Iowa el 9 de julio, apenas unos días después, el 27 de agosto, la formidable nave había finalizado su alistamiento. ¡Qué magnífica nave era aquella! exceptuando los dos monstruos japoneses, los gigantescos Yamato, todos afirmaban que la suya era la nave más poderosa del mundo, con sus 55.000 toneladas a carga estándar, sus 9 cañones de 406 mm y sus 33 nudos de velocidad máxima aquella nave había otorgado a los Estados Unidos la supremacía en la construcción naval. El Iowa podía enfrentarse a cualquier acorazado, con excepción de aquellos malditos Yamato, seguro de poder aguantar cualquier castigo gracias a su formidable blindaje y de descargar su réplica mortal centrada desde la primera salva gracias a sus equipos de radar sin igual en el mundo. Eso era lo que los casi 3.000 hombres que hacían funcionar aquel monstruo de acero creían ciegamente, y eso, pensó McCrea, era bueno. Casi lo único bueno de aquella misión, la primera que el Iowa emprendía escoltando los convoyes árticos y que había comenzado con el contralmirante jefe de la agrupación norteamericana de baja por apendicitis apenas dos horas antes de aparejar. Y para colmo, sin protección aérea, puesto que el Victorious que debía acompañarles había sido torpedeado veinte horas antes y ahora se retiraba a duras penas a puerto acompañado de dos valiosos destructores. Malos presagios.

No es que él tuviera dudas sobre su nave. Aquel acorazado montaba el armamento más poderoso de todo Occidente y una protección muy moderna y perfectamente equilibrada, además del más poderoso aparato motor jamás instalado a bordo de nave alguna con 220.000 HP de potencia. Era una nave moderna, diseñada para aquel tipo extraño de combate en el que la guerra naval moderna había degenerado, donde la más peligrosa amenaza ya no aparecía tras el horizonte disparando salvas, sino que se ocultaba en las profundidades del mar o en lo alto de los cielos, presta a soltar sus bombas o lanzar sus torpedos. Y aquella magnífica nave había sido diseñada precisamente para eso, para poder encajar ese tipo de golpes mejor que cualquier otra... exceptuando, claro, a aquellas dos infernales naves niponas a las que por nada del mundo hubiera querido enfrentar. McCrea no lamentó ser enviado al Atlántico Norte para desempeñar aquellas aburridas tareas de escolta de convoyes en los que las emociones se reducían a los mensajes de las naves mercantes, invisibles para ellos, que lanzaban pidiendo ayuda al ser atacados por aquellas manadas negras de bestias de acero que se lanzaban contra los mercantes aprovechando la noche o los torpedos y bombas que los aviones lanzaban con escalofriante puntualidad. No envidiaba el trabajo de los destructores de escolta, la verdad.

McCrea estaba cansado. El estado de la mar no era como para poder descansar plácidamente, y aunque en un par de ocasiones se había retirado a su camarote de mar junto al puente de mando, no había tardado en volver, incapaz de conciliar el sueño ni por unos minutos. La tensión se palpaba en la nave de quilla a perilla tan sólo unas horas después de la alarma que a las 0200 había lanzado a todos los hombres a sus puestos de combate. Un contacto radar esporádicamente señalado 23 millas al sur había sido punteado por uno de los cruceros ligeros. Y unos minutos después, uno de los seviolas había creído ver entre las sombras de la gélida noche la enorme masa negruzca de "un buque de batalla". El capitán norteamericano frunció su curtido ceño de marino reprimiendo una exclamación de furia al volver a recordar, una vez más, el momento en el que el oficial de comunicaciones llegaba al puente jadeando para entregarle un mensaje urgente llegado del Howe en el que se leían unas palabras que se habían grabado para siempre en la mente de McCrea: "Londres informa. Tirpitz en alta mar. Repito. Tirpitz en alta mar". ¡Una noche para no olvidar! De los confusos mensajes enviados al Howe por el Almirantazgo británica podía deducirse que la exploración aérea había detectado la salida del Tirpitz de uno de sus escondrijos habituales en los recortados fiordos noruegos. ¿Pero cuándo había aparejado? ¿Qué rumbo y velocidad? ¿Cuántas naves lo escoltaban? Se preguntaban los preocupados marinos a bordo de aquellas naves. El Tirpitz. Un nombre capaz de provocar una punzada de temor en cualquier marino del Mundo. El poderoso gemelo del Bismarck... y el Tirpitz era aún más peligroso que el Bismarck. Más moderno, mejor preparado. Esa era la razón por la que la Royal Navy había pedido la presencia del Iowa en aquellas aguas, porque en la mente de todos estaba el combate del estrecho de Dinamarca en el que el Bismarck apenas en seis minutos había hundido al Hood y forzado a la huída a toda máquina del Prince of Wales, buque gemelo de aquel Howe que abría la marcha de la escolta indirecta. El segundo comandante del Iowa despegó los negros prismáticos con los que desde la amanecida escrutaba el horizonte de sus ojos enrojecidos y se volvió para mirar a su capitán. En sus ojos también se leían el cansancio y la preocupación que atenazaban a todos los hombres desde que el rumor de la presencia del gigante alemán había recorrido la nave desde las cofas hasta las sentinas.

-¿Por dónde demonios puede andar ese maldito alemán? -murmuró entre dientes.

-Por cualquier sitio -respondió el capitán aliviado de poder hablar y romper el tétrico silencio que se había apoderado del puente en los últimos minutos-, detrás de ese frente tormentoso en el que no puede penetrar ni el radar, o más al este probablemente... si es que de verdad está en alta mar.

-Pero si ha arrumbado al norte tras el avistamiento, moviéndose a veinte nudos puede habernos pasado por popa y encontrarse ahora entre nosotros y el convoy.

McCrea negó con la cabeza. Todos los hombres del puente estaban pendientes de sus palabras. Incluso el joven timonel volvió la cabeza con la preocupación dibujada en el rostro.

-No lo creo -respondió agitando la cerilla para apagarla-. El Tirpitz no puede haber llegado tan pronto aquí, ningún marino está lo bastante loco como para mantener una nave a veinte nudos en una borrasca como la que hemos pasado. Apuesto mi retiro a que ese inglés no vio más que su miedo reflejado en el agua. El contacto de radar, si es que no fue un falso eco, no se corresponde con ese pretendido avistamiento. Hágame caso, nuestros primos ingleses están obsesionados con esa táctica de la "manada de lobos" que emplean los submarinos alemanes, pero es imposible que una nave como el Tirpitz se dedique a seguir a un convoy de día para infiltrarse entre sus filas de noche y atacarle al cañón.

-Pero seguro que nuestro joven e inexperto timonel está pensando que el Tirpitz monta torpedos, señor -apuntó su segundo con su típica y reconfortante sonrisa irónica mientras guiñaba un ojo.

-Si -respondió McCrea jovialmente-, pero los torpedos en un acorazado de 250 metros de eslora como el Tirpitz no sirven de mucho. ¿Se imaginan cómo demonios íbamos nosotros a poder torpedear un convoy introduciendo esta mole de acero entre sus filas en plena oscuridad? ¡eso sólo puede hacerlo un submarino! Si el Tirpitz ataca a un convoy lo hará de día y al cañón.

El segundo comandante sonrió. McCrea era un viejo lobo de mar curtido. Todos a bordo del Iowa confiaban en él, en su experiencia y en sus nervios de acero, templados escoltando convoyes durante la I Guerra Mundial a bordo de los antiguos contratorpederos, y la breve conversación entre el comandante y su segundo había surtido el esperado efecto de relajar el ambiente en un puente de navegación demasiado tenso durante demasiadas horas.

-Y si ese loco alemán se atreve a salirnos al paso -finalizó McCrea alzando la voz- irá a hacerle compañía al Bismarck, pero esta vez seremos nosotros los que nos apuntaremos el tanto. ¡Nuestros cañones de 16 pulgadas se encargarán de convertirnos a todos en héroes americanos y nos pasearán por la Quinta Avenida en descapotables!.

Los hombres rieron relajados, pero ello no contribuyó a aliviar la tensión interna de McCrea cuya mente no podía apartarse de las preguntas que le rondaban una y otra vez. ¿Cómo era posible que una nave gigantesca como el Tirpitz hubiera logrado escabullirse así? ¿Dónde quedaban las redondas frases de los ingleses asegurando que el acorazado alemán estaba "perfectamente localizado"? Bien, si atacaba al convoy tendría enfrente a toda una escuadra dispuesta a mandarlo al fondo. Esta vez no tendría escapatoria. Y esta vez no se cometerían los errores que se cometieron cuando el Bismarck hundió al Hood y obligó a huir al Prince of Wales. No. Esta vez entre el Howe y el Iowa le machacarían hasta mandarlo al fondo. Y por encima de todo, esta vez no ocurriría lo de un año antes, cuando el acorazado germano se paseó por el Ártico sin que la escuadra británica ni los ataques de los aviones torpederos embarcados impidieran su vuelta a la madriguera. Esta vez él y el Iowa estaban allí para impedirlo.

Un teléfono sonó cortando sus pensamientos. El cabo de órdenes lo cogió y lo tendió al capitán.

-Sala de radio a puente de mando -rugió una voz al otro lado-, mensaje del Howe, señor.

-Aquí el capitán, léamelo.

-De vicealmirante Fraser a capitán navío McCrea. Contacto visual confirmado a 47 millas de nuestra posición. Crucero pesado clase Admiral Hipper o crucero de batalla y cuatro destructores dirigiéndose rápidamente rumbo este-noreste. Me destaco para cortar derrota enemigo con dos cruceros y tres destructores. Continúe aproximación a convoy según órdenes. Buena suerte.

McCrea rechinó los dientes. El almirante inglés le había ordenado situarse muy distanciado por popa para cubrir mayor distancia y el resultado era que la comunicación entre ambos acorazados no podía hacerse ni por banderas debido a la oscuridad ártica ni por semáforo por la excesiva distancia, teniendo que emplear la delatora radio. Un crucero pesado alemán. Nada claro, porque los alemanes habían construido todas sus naves mayores con la misma línea de superestructuras. Todos ellos se parecían como si fueran uno solo y McCrea recordaba que el Hood había confundido hasta el último momento al Prinz Eugen con el Bismarck, disparando sus cañones, malgastando sus salvas contra el crucero germano, y sabía que en la oscuridad de la larga amanecida ártica, a esas distancias y con una mar encrespada, un crucero y un acorazado alemanes parecían idénticos. Y ahora él tenía que forzar máquinas y virar rumbo norte para acortar distancias mientras el Howe arrumbaba al sur en busca de esa nave. Lo que le mantendría entre el convoy y Fraser, listo para ir en auxilio de cualquiera de los dos pero alejado de ambos. Bueno, pensó, los ingleses saben lo que hacen, pero el resultado es que nuestra fuerza ha quedado dividida y cada vez más lejos cada parte de la otra. Sabía que los alemanes siempre concentraban sus fuerzas debido a su inferioridad numérica, pero ¿Y si hubieran cambiado de táctica? ¿Y si aquel crucero avistado fuera un señuelo para dividir sus fuerzas? Los británicos no lo creían así. Parecía que Fraser pensaba que la salida del Tirpitz era una distracción para que el Hipper pudiera llegar hasta el convoy. Los alemanes ya lo habían intentado otras dos veces antes de la misma manera y todo el mundo sabía que los alemanes eran seres tozudos y constantes. Pero ¿Y si la nave avistada era el Tirpitz? McCrea pensó en el Howe enfrentándose en solitario al acorazado alemán y tragó saliva.

-Esto no me gusta nada -carraspeó el segundo comandante-, con el Tirpitz por ahí fuera y nosotros aquí, cada uno por su lado. El almirantazgo está convencido de que el Tirpitz tiene órdenes directas de Hitler de retirarse si se topa con un acorazado, pero también estaba convencido de que estaba durmiéndola en un fiordo... lo dicho, capitán, esto no me gusta.

-A mí tampoco -contestó McCrea-. Si el Howe intercepta un crucero, un crucero de batalla o un acorazado de bolsillo Fraser se convertirá en un héroe, hace dos meses rechazó un ascenso porque quiere seguir al mando de la flota y está ansioso de marcar la muesca del Tirptiz en su cinturón... pero si se topa con él sin ayuda es otro cantar. Requerirá inmediatamente nuestra presencia, con lo que dejaremos indefenso al convoy para que pueda ser atacado por otras naves alemanas, y si en verdad resulta ser un solitario crucero pueden enzarzarse en una persecución dejando un hueco por el que toda la maldita marina alemana en formación de revista podría pasar varias veces. ¡Daría lo que fuera por disponer de exploración aérea! Esta misión se está complicando a cada minuto.

-Debería haber dejado a los cruceros ocuparse del avistamiento -murmuró el oficial de navegación oteando nerviosamente el negro horizonte con sus prismáticos-... eso es lo que debería haber hecho.

1415 horas.

Los aviones torpederos alemanes habían llegado en dos oledas perfectamente sincronizadas. El radar, ese fiel compañero metálico les había detectado a 27 millas y cuando llegaron, las baterías antiaéreas ya les estaban esperando. El Iowa desplegó el fabuloso potencial antiaéreo de sus 20 cañones de 127 mm y 80 de 40 mm dirigidos por radar para formar una barrera de metralla impenetrable, pero los bimotores Heinkel He-111 no se acercaron a él. Aprovechando la débil luz del amanecer ártico se fueron directamente a por los cruceros británicos y el resultado fue que, aunque derribaron a cuatro aviones, el crucero pesado británico fue alcanzado por un torpedo en la aleta de babor, allí donde no tenía cintura acorazada que pudiera absorber parte del impacto. Una brecha de ocho metros en el casco, cuatro compartimientos inundados, averías en las calderas y la velocidad reducida a 5 patéticos nudos al menos durante dos horas precisamente en aquellas aguas infestadas de submarinos alemanes. Dos destructores quedaron dando vueltas alrededor del herido crucero para protegerle hasta que hubiera reparado sus averías mientras McCrea, con los dos destructores norteamericanos arrumbaba directamente al este-noreste para acortar distancias con el convoy de una vez.

El teléfono volvió a sonar. McCrea se abalanzó sobre él.

-Aquí el capitán.

-Puente, aquí el CIC, tenemos un contacto radar 18 millas al oeste-suroeste.

McCrea se sobresaltó.

-¿Cúal es la posición del Howe? -preguntó.

-El Howe y su grupo están 43 millas este-sureste, señor- contestó el oficial de navegación consultando nerviosamente sus cartas.

McCrea colgó el teléfono y clavó sus ojos en su primer oficial.

-Tenemos visita.

Las vibraciones que produjeron las máquinas del Iowa al aumentar la velocidad a 25 nudos se extendieron por toda la nave, transmitidas por las casi 60.000 toneladas de acero. La mar se había calmado bastante en las dos últimas horas, pero ello no era un buen presagio para los hombres del Iowa que oteaban el grisáceo horizonte sin pestañear mientras su nave cabeceaba contra las olas. El Iowa había sido diseñado para alcanzar grandes velocidades en aguas tranquilas, no para enfrentarse a una mar embravecida, pensó el capitán McCrea mientras ordenaba a uno de sus destructores que arrumbara rápidamente hacia el contacto para identificarlo. El veloz destructor viró a estribor, meciéndose peligrosamente entre las olas, directo hacia el punto luminoso que se señalaba nítidamente en su pantalla de radar. La mortecina luz del amanecer ártico limitaba la visibilidad a 5 millas, apenas 10 kilómetros. Con 10 metros más de eslora que el Tirpitz, el Iowa tenía sin embargo 3 metros menos de manga lo que era una ventaja para el Tirpitz al proporcionarle mayor estabilidad en aquellas aguas. La forma de la proa del Iowa, muy afinada para ofrecer menor resistencia hidrodinámica a alta velocidad, se clavaba literalmente en el agua tras cada remontada de cresta, con lo que la resistencia al avance era mayor.

-Póngame en contacto directo con el capitán de ese destructor -rugió McCrea a su oficial de comunicaciones-, no quiero perder tiempo crifrando y descifrando mensajes.

Tras unos minutos convertidos para los hombres del Iowa en días, el destructor comunicó con el acorazado.

-Aquí McCrea, ¿qué es lo que ve?, cambio.

El interfono zumbó en los oídos de todos los marinos del puente.

-Aquí Ellis, señor. Contacto visual confirmado. Tres destructores alemanes... ¡Me están disparando! ¡Rápido, timón todo a babor!.

-Capitán -intervino el segundo comandante-, los destructores alemanes montan piezas de 150 mm.

-McCrea a Ellis, ¡salga de ahí rápidamente!, ya sabe lo que tiene que hacer.

Si, el capitán de fragata Ellis sabía lo que tenía que hacer: atraer hacia el Iowa a los destructores alemanes. McCrea sintió como la adrenalina se le disparaba hasta la punta de sus cortos cabellos. Tragó saliva y se irguió militarmente

-Traspasen los controles de la nave al puente de mando acorazado. Zafarrancho de combate.

El capitán de navío Hans Meyer tenía los ojos pegados a uno de los periscopios del puente de mando acorazado del Tirpitz.

Imagen

Aún no llevaba un mes como capitán del acorazado y su sueño se había cumplido: tenía la oportunidad de llevar a su nave por fin al combate y vengar al Bismarck.

-Está confirmado -anunció su segundo, el también capitán de navío Heinz Assmann tras colgar el teléfono-, un destructor norteamericano. Ha virado 180º en cuanto nuestros destructores le han atacado. Se retira a toda máquina.

Meyer despegó los ojos de los visores y se acercó a Assmann.

-Póngame con el almirante.

El vicealmirante Oscar Kummetz tomó el negro auricular que le tendía su ayudante en el puente alto destinado al almirante y su estado mayor.

-Acabo de ordenar a nuestros tres destructores de cabeza que persigan al enemigo -explicó el almirante a Meyer-, así evitaremos que establezcan un puente de radar con el acorazado norteamericano. Temo más a su radar que a sus cañones, torpedos y aviones juntos.

Meyer asintió lentamente mientras sostenía el teléfono negro.

-Según el Grupo Norte nos ha comunicado, nuestros aviones indican que el Iowa nos corta el paso al convoy.

-Y es tres nudos más rápido que nosotros según Inteligencia -respondió Meyer.

Kummetz volvió la vista hacia su jefe de estado mayor que jugueteaba nerviosamente con un compás junto a la mesa de mapas.

-Si viramos -respondió éste a la muda pregunta del almirante- se nos echará encima y no podremos despegarnos de su radar, y mientras tanto el acorazado inglés arrumbará al norte para cortarnos el paso. En dos horas podría estar aquí. El oficial de meteorología anuncia tiempo despejado durante las próximas siete horas, así que hagamos lo que hagamos tendremos que salir de aquí combatiendo -contestó el oficial a la silenciosa pregunta del almirante.

Meyer apretaba el teléfono con todos los ojos puestos en él. Ahora era el almirante el que tenía la última palabra. Los segundos de silencio le incitaron a decir algo, pero no abrió la boca. Por fin oyó la pesada respiración del almirante Oscar Kummetz, un experimentado marino que había puesto todas sus esperanzas en aquel plan nacido del exacto conocimiento por parte del servicio secreto alemán de la salida del convoy y la composición de sus fuerzas de escolta. Aquella era una formidable oportunidad de asestar un duro golpe a la cadena de suministros aliados que tanto daño estaban haciendo al esfuerzo militar germano. Hitler había sido muy claro: el Tirpitz era demasiado valioso para exponerlo a un combate si no era contra fuerzas similares, y el Gran Almirante Erich Raeder, el viejo zorro, había conseguido que Fraser se tragara el cebo tendido por el crucero Admiral Hipper. Ahora eran uno contra uno y Raeder había sido muy claro al respecto: si la Kriegsmarine tenía que sucumbir no sería escondida en los fiordos bombardeada por la aviación británica.

-Bien, Meyer. Si no podemos rehuír el combate... Todo suyo. Vamos a por el Iowa. Vamos a bajar al puente acorazado.

Meyer sintió una punzada de entusiasmo que le recorrió todo el cuerpo. Se cuadró militarmente y soltó un "A la orden" que electrizó a los presentes. Con el teléfono aún en la mano se volvió hacia el joven timonel que aferraba el brillante volante de acero con toda su fuerza.

-Timonel, mantenga rumbo de gobierno al 15º verdadero. Aumentar a 25 nudos.

Colgó el teléfono y lo volvió a descolgar para comunicar con el capitán de fragata Paul Steinbichler, ingeniero jefe de la nave.

-Steinbichler, aquí el capitán, mantenga esas calderas a máxima presión, necesitamos toda la potencia disponible para cerrar distancias con ese acorazado lo más rápidamente posible. Toda la potencia que podamos reunir será poca.

El siguiente en recibir su llamada fue el capitán de corbeta Robert Weber, director de tiro del Tirpitz.

-Necesito centrarlo al cañón lo antes posible, señor -respondió Weber-, si conseguimos cerrar distancias a unos 10.000 metros le aseguro que no se nos escapará. Los radiotelémetros están a punto. Sistemas de control de tiro, municionamiento y artillería listos para el combate.

El oficial de navegación, capitán de corbeta Kuno Schmidt, que cumplía su primera misión en el Tirpitz, no apartaba la vista de la mesa de cartas ni para pestañear. Sobre los mapas náuticos tenía cuidadosamente punteadas las derrotas que el Admiral Hipper, el crucero pesado utilizado como señuelo, había seguido para apartar al Howe del camino del Tirpitz. El plan del Gran Almirante Raeder era apartar al Iowa pero el almirante británico se había lanzado hacia el sur dejando al Iowa, mucho más poderoso y rápido entre el Tirpitz y el convoy.

-¡Almirante en el puente de mando! -gritó un marinero al ver a Kummetz abrir él mismo la pesada puerta estanca y entrar con dos de sus oficiales de estado mayor en la seguridad del puente acorazado.

El puente de mando acorazado del Tirpitz era una auténtica caja acorazada protegida por planchas especiales de acero Krupp de 35 centímetros de espesor y toda la visión que los hombres que lo ocupaban tenían del exterior era a través de los periscopios blindados, todos ellos ocupados por hombres tensos. El capitán de navío Assmann cotejó rápidamente las cartas con el oficial de navegación Schmidt.

- No podrán reforzarle -comentó Kummetz-, no les dará tiempo. Esto va a ser entre ellos y nosotros porque esos dos destructores no van a poder hacer nada con la mar en estas condiciones.

-Tenemos que cerrar distancias rápidamente para impedir que nos mantenga a su máxima distancia de tiro -respondió Meyer-. Sus cañones tienen mayor alcance que los nuestros, pero en cuanto nos acerquemos estaremos a cara de perro. Schmidt, necesito un rumbo de aproximación al enemigo que no nos separe del convoy, no levante la vista de la brújula. ¡A toda máquina!

El telégrafo de órdenes tintineó atrayendo la atención del capitán de fragata Paul Steinbichler. Primero, las manijas giraron hacia la posición neutra y después volvieron a hacerlo hasta la que indicaba máxima potencia. En cuestión de segundos, los maquinistas abrieron las llaves de alimentación de los conductos de combustible y las calderas del Tirpitz recibieron un torrente de negro combustible que convirtieron en vapor y que a su vez las máquinas convirtieron en 28 nudos de velocidad, ya que el estado del mar impedía llegar a los 30,8 de los que era capaz el acorazado alemán. El Tirpitz salió disparado contra las olas sobre las que cabalgaba con la seguridad y firmeza que le proporcionaban sus 36 metros de manga.

-Mientras estén a máxima distancia tendrán la ventaja -comentó Assmann-, parece que sus radares de tiro reciben los ecos de los piques y pueden corregirlo con toda precisión. Nuestros radiotelémetros no van a servirnos de mucho ahora. Hasta que no cerremos distancias estaremos ciegos y seremos vulnerables.

Meyer volvió a pegar los ojos al periscopio. Consultó su reloj de pulsera, eran las 1430 y la amanecida ártica estaba en su plenitud, aunque la luz no fuera más viva que la del atardecer final en Hamburgo con una visibilidad de apenas 8 millas (15 kilómetros). La nave norteamericana tenía nueve poderosos cañones de 406 mm con mayor alcance que los ocho de 380 mm de su nave, si el Iowa se mantenía a una distancia a la que el Tirpitz no pudiera responder aquello podría ser lo más parecido a una ejecución. Cierto era que a esas distancias de más de 20 kilómetros no era demasiado probable recibir un proyectil, pero el recuerdo del Bismarck era demasiado poderoso como para desdeñar los efectos de un "impacto afortunado". A aquellas enormes distancias, el Iowa tenía la ventaja de sus 127 mm de acero en la cubierta protectora frente a los 100 del Tirpitz, pero conforme se acortaran las distancias y los proyectiles llegaran más rasos el Tirpitz contaría con su cubierta curva de 120 mm que cerraba por debajo de la cintura vertical de 320 mm lo que sumaba 440 mm de acero. Mejor protección a esas distancias que los 329 mm de la cintura inclinada hacia la quilla del Iowa. Aquel sería un combate que los alemanes tendrían que igualar acercándose lo más posible al enemigo. Cada metro ganado al acorazado norteamericano les acercaría más a la igualdad táctica.
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Re: Revista semanal reportajes bélicos. 24 Flotilla.

CONTINUACION...

-Los norteamericanos lo han presentado como el acorazado definitivo, pero no es más que un South Dakota alargado y más veloz -afirmó convencido Kummetz-. Tenemos una buena oportunidad y sólo tenemos que jugar bien nuestras bazas para demostrarles a esos entrometidos yanquis cómo fabricamos los alemanes nuestras naves.

-Vamos a ver lo buenos que son sus radares de tiro... -murmuró Assmann con la vista clavada en los instrumentos de navegación.

Durante unos segundos que se tornaron años para los marinos alemanes, el silencio se apoderó del puente de mando acorazado, de repente, nueve gigantescos piques de agua coloreada de amarillo surgieron de repente a quinientos metros a estribor por la proa del Tirpitz. Los norteamericanos, al igual que los japoneses, utilizaban colorantes para poder distinguir cuáles eran los piques de cada nave.

-No está mal para ser la primera- Murmuró Assmann.

-¡Cinco grados a babor! -rugió Meyer-. Mantengan velocidad.

-¡Almirante! ¡Mensaje del capitan Johansen! -anunció el oficial de comunicaciones. -Su radiotelémetro capta una nave por detrás del destructor que persigue, parece el Iowa.

-El Iowa se acerca virando en dirección oeste -anunció el capitán de corbeta Kuno Schmidt tras consultar rápidamente sus cartas.

-Los ingleses les han enseñado bien la lección del Hood- respondió Kummetz-, nos presentan la banda para disponer del fuego de todas sus piezas.

-Armamento listo para abrir fuego- anunció por el interfono Weber desde su puesto de director de tiro en la cofa-, pero no tengo blanco aún.

El Iowa no disparaba sus gigantescas piezas a ciegas, el ojo metálico del radar dirigía su fuego con toda precisión, pero el destructor propio y los tres contrapartes germanos que se movían justo por delante dificultaban la recepción del eco. El capitán de fragata Johansen, comandante de la flotilla de destructores de escolta se mantenía hábilmente por delante del Tirpitz con sus cuatro destructores separados por intervalos de doscientos cincuenta metros. Era muy arriesgado, pero sabía que el Iowa no se arriesgaría a malgastar sus salvas en atacarles a ellos mientras pudiera disparar contra el acorazado alemán para mantener la superioridad artillera que sólo un loco perdería por atacar a unos destructores.

De nuevo, nueve enormes piques de agua coloreada de amarillo brotaron violentamente a tan sólo cincuenta metros a popa del Tirpitz.

-¡Timón treinta grados a estribor!

Gritó el capitán Meyer sobresaltado por la certera y mortífera precisión del tiro norteamericano. Volvió la vista hacia Assmann y éste asintió imperceptiblemente, los radares de tiro norteamericanos eran mucho mejores de lo que el servicio secreto alemán les había informado.

-Enderece rumbo, timonel, pero no vuelva al 15º verdadero, mantenga al 12º.

Meyer sabía lo que se hacía. No estaba allí por casualidad. El Tirpitz podría descentrarse de las salvas virando tras cada disparo del Iowa, pero tenían que continuar rumbo este-nordeste para dar la impresión al Iowa de ir tras el convoy, lo que obligaría al norteamericano a cerrar distancias para cortarles el paso. Sabía que ningún marino permitiría dejar indefenso el convoy por conservar la ventaja táctica, y si se sumaban entonces las velocidades relativas del Iowa y el Tirpitz la distancia entre ambos decrecería proporcionalmente. Era la única posibilidad del Tirpitz de acercarse a su rival y equilibrar el combate.

-¡Capitán, el radiotelémetro capta una señal débil tras las de los destructores, a 13 millas este-nordeste.

-¡Almirante, el capitán de fragata Johansen informa del avistamiento de otro destructor norteamericano!

Kummetz inspiró lentamente. El comandante del Iowa era bueno, no cabía duda, pero la celada preparada por Raeder había surtido efecto, el norteamericano no podía dejar que el Tirpitz cayera sobre el convoy aunque ello significara perder la oportunidad de destruirle sin que ellos pudieran siquiera responder al fuego.

-¡Cuidado a estribor!

La tercera salva norteamericana cayó a pocos metros de la nave, enfilada por la banda de estribor a la altura de la sección XIII. Los gigantescos proyectiles de más de 1.200 kg. del Iowa lanzaron sobre la nave toneladas de agua y cascotes de metralla que causaron dos muertos, tres heridos y daños menores en las superestructuras. Las bordas fueron sacudidas por los impactos, pero la cintura acorazada y el blindaje de batería que protegían el casco detuvieron sin problemas aquel alud de trozos de acero.

-Cada vez más cerca -comentó Assmann sin dejar de mirar la carta de navegación.

-Un poco más -murmuró Meyer con la vista clavada en el periscopio-. Sólo un poco más cerca para que podamos verte la cara, maldito monstruo...

Sobre cubierta, los trozos de reparaciones formados por hombres adscritos a las secciones de combate inspeccionaron las bordas de la nave. Los únicos daño visibles eran los desconchones en la pintura allí donde la metralla había rebotado contra el blindaje. Inmediatamente se procedió a la evacuación de los heridos y los cadáveres de los marineros caídos.

-Mensaje de Johansen, almirante. Nos da la posición del Iowa e informa que se mantiene fuera del alcance de su artillería de 127 mm. Está combatiendo contra los destructores a los que no deja acercarse, parece que se preparan para atacarle con torpedos.

-¡Buen marino! -bramó Meyer-. Ellos tienen destructores equipados con su maravilloso radar, pero nosotros tenemos destructores armados con cañones de 150 mm. Un bocado demasiado indigesto para nuestros amigos yanquis. ¡Torpedos a esa distancia y con esta mar! ¡están locos!

La cuarta salva llegó portadora de muerte y destrucción provocada por el impacto directo de dos granadas certeramente dirigidas por el radar de tiro del Iowa. El primero de los proyectiles norteamericanos impactó directamente contra la torre antiaérea de 105 mm. de la sección babor-XIII. Ocho hombres murieron instantáneamente por el estallido del proyectil que golpeó la torre volatilizándola. Diez hombres cayeron heridos por el vendaval de fuego y metralla desencadenado que convirtió la rejilla de los respiraderos que se abría en la base del mástil-torre en un boquete, convirtió en astillas la proa del bote trincado detrás y arrancó de cuajo la base del soporte tubular del telémetro secundario que se alzaba justo encima. El segundo no produjo víctimas, atravesó limpiamente la parte trasera de la chimenea llevándose por delante los dos proyectores de arco de la plataforma. No explotó, ya que los proyectiles perforantes estaban diseñados para aplastarse contra el blindaje explosionando entonces, y si no encontraban ninguna coraza que detuviera su mortífera carrera salían tranquilamente por el otro lado. Las chapas de acero Krupp que forraban la estructura de la chimenea fueron atravesadas por el proyectil como si fueran de papel de fumar.

-¡Informe de daños! -bramó Assmann.

El almirante Kummetz consultó las cartas de navegación, preocupado por la posición de sus destructores mientras los oficiales se dedicaban a recabar frenéticamente información sobre los daños, que pronto supieron no eran graves.

-Meyer -comenzó a decir el almirante-, hay que tratar de...

-¡Blanco centrado, permiso para abrir fuego! -interrumpió la voz del capitán de corbeta Robert Weber.

Meyer se lanzó al intercomunicador.

-¡Aquí el capitán, informe! -gritó.

-El radiotelémetro principal está captando un eco en la misma posición dada por el capitán Johansen, a 11 millas, señor -contestó Weber-, tenemos el blanco centrado.

Meyer tragó saliva nerviosamente. ¿Qué haría Kummetz ahora? ¿Se volvería atrás? Meyer bajó la vista presa de la excitación que sentía. La tensión dentro del puente de mando era algo sólido, palpable. El intercomunicador emitía un leve zumbido, único sonido percibible en el puente por encima del de los instrumentos.

-¡Permiso concedido! -gritó Kummetz a través del intercomunicador- ¡Abran fuego!

El capitán de corbeta Robert Weber sonrió levemente con la vista fija en las luces del panel de control que indicaban que los 8 cañones de 380 mm estaban cargados y listos para abrir fuego. Extendió su mano derecha hacia el interruptor que indicaba "salva", esperó a que los indicadores de balance que vigilaban la escora de la nave se centraran y cuando la nave estuvo adrizada en medio de la encrespada mar lo apretó con todas sus fuerzas. El timbrazo de aviso resonó en el interior de las cuatro enormes torres que albergaban los ocho cañones del Tirpitz y dos segundos después, los gigantescos cañones negros de la nave alemana expulsaban un huracán de fuego por la banda de babor. El estallido hizo retumbar la nave de quilla a perilla y los 2.500 hombres del Tirpitz lanzaron al unísono un ¡Hurra! al sentir la potencia de sus formidables cañones contestando por fin al enemigo. En el interior de las torres Anton, Bruno, César y Dora, de 1.064 toneladas de peso cada una, los cañones retrocedieron con tremendo empuje sobre sus cureñas hidráulicas. Inmediatamente, los artilleros abrieron los cierres de las piezas para introducir nuevos proyectiles de 380 mm de diámetro y 800 kilos de peso tras los que introducirían los saquetes de pólvora de 212 kilos cuya explosión lanzaría los mortíferos proyectiles a una velocidad de 820 metros por segundo.

La quinta salva del Iowa y la primera del Tirpitz se cruzaron en el aire. Llegó primero a su destino la norteamericana, uno de cuyos proyectiles reventó su furia contra la cubierta del Tirpitz a la altura de la sección XXI. El proyectil atravesó la cubierta junto a la cadena del ancla de babor saliendo limpiamente por la amura, justo por encima del cinturón acorazado, lo que evitó que la granada explotara dentro de la nave. No hubo bajas esta vez.

-El capitán Johansen informa: "caída corta por estribor proa unos 500 metros".

Exclamaciones de júbilo estallaron en el puente del Tirpitz. La primera salva alemana, disparada casi a ciegas, había llegado a 500 metros del Iowa. Ahora también ellos disparaban, con mucha menor precisión, pero a medida que la distancia entre ambas naves disminuía el acorazado alemán tendría más posibilidades de golpear al norteamericano con toda su terrorífica fuerza.

-¡El Iowa dispara sus piezas de 406 mm contra nuestros destructores! -anunció el oficial de comunicaciones.

-¡Ordene a Hansen que retroceda, rápido! -contestó Kummetz inmediatamente.

Meyer pensó por un momento en el capitán del Iowa. ¿Qué haría él en su lugar? ¿Hubiera concentrado todo su fuego sobre el Tirpitz olvidándose de los destructores para mantener así la distancia que tan ventajosa le resultaba a los norteamericanos? ¿O habría tratado de hundir primero a los destructores para impedir lo que precisamente ahora estaban haciendo: servir de observadores corrigiendo el tiro de los cañones del Tirpitz? ¿O quizás habría concentrado sus torres de proa contra el Tirpitz y la de popa contra los destructores, obligándose así a maniobrar continuamente perdiendo la ventaja mientras los alemanes navegaban a 30 nudos fuera del alcance de las piezas de 127 mm del Iowa? ¿Qué hubiera hecho él en su lugar si se hubiera visto en aquella situación? Sin duda el comandante del Iowa era un hombre valiente. Meyer pensó que sería bueno que sobrevivieran ambos a la guerra para poder discutirlo frente a una jarra de buena cerveza.

-¡Hemos perdido un destructor! -anunció el oficial de comunicaciones sujetándose los auriculares con fuerza-, y otro ha sido alcanzado.

El estruendo de la segunda salva disparada por el Tirpitz llegó a través de los 35 cm. de acero que les protegían, pero los oficiales estaban pendientes de la suerte corrida por el valeroso Johansen y su escuadra de destructores. El oficial de comunicaciones movía la cabeza negativamente. La estación de radio sólo conseguía escuchar un galimatías de mensajes entre las naves. Por fin alzó la vista y anunció lo que todos temían.

-El capitán de fragata Johansen informa al almirante: un destructor hundido, otro con daños, se retira hacia nosotros manteniendo contacto artillero con los destructores enemigos. Fin del mensaje.

Kummetz y Meyer intercambiaron una mirada de pesar. Aquellos valientes se habían sacrificado manteniendo a los destructores enemigos a raya y señalando la posición del Iowa. Ahora estaba en sus manos aprovechar el precioso tiempo que aquellas pequeñas naves les habían dado con su sacrificio.

Weber lanzó otra salva contra el Iowa centrando el tiro con el radiotelémetro. Mientras que el radar norteamericano señalaba los piques de los proyectiles posibilitando así que el Iowa supiera con exactitud dónde habían caído para corregir el tiro de la siguiente salva, el radiotelémetro alemán, una versión menos sofisticada del radar, no registraba esos piques de agua, con lo que, si no había contacto visual, los alemanes no podían saber dónde habían caído sus proyectiles y la corrección del tiro era imposible, así que habrían de limitarse a disparar, confiando en que algún proyectil alcanzara al acorazado norteamericano antes de llegar al contacto visual que equilibraría el combate. Y en ello llegó la sexta salva del Iowa...

Si en algún momento los hombres del Tirpitz lamentaron el invento del radar fue en aquel momento. Tres proyectiles del aún invisible Iowa alcanzaron al Tirpitz. El primero se estrelló contra el frontal inclinado de la estructura que albergaba el puente de mando. El puente acorazado no resultó dañado, pero los hombres que se encontraban dentro de él sintieron sus efectos perfectamente. La granada atravesó las superestructuras hasta estallar contra el blindaje de la cubierta de 50 mm. El boquete que produjo fue rociado por un chorro de cascotes de metralla que cayeron en las entrañas de la nave matando a cinco hombres e hiriendo a ocho y causando un corte del suministro eléctrico en dos torres de 150 mm de la sección de proa que, sin embargo, no afectó a las torres principales Anton y Bruno, además de un incendio en una zona muy peligrosa de la nave, ya que justo debajo se hallaban los pañoles de municiones de proa repletos de explosivos. El segundo proyectil atravesó limpiamente la cubierta a la altura de la aleta de estribor en la sección VIII. El proyectil se empotró contra la cubierta protectora del Tirpitz de 80 mm de espesor, lo que evitó que los motores de la nave, situados justo debajo, fueran alcanzados, pero la metralla escupida por la granada causó averías en un generador y provocó un incendio en la cubierta principal. Otros cinco hombres perdieron la vida, pero la capacidad operativa de la nave estaba intacta. La poca inclinación con que ya llegaban los proyectiles norteamericanos impidió que la cubierta protectora fuera perforada.

-Parece que el generador ha sido dañado y la metralla ha cortado las conexiones -anunció Assmann colgado del teléfono tras dar sus órdenes a los trozos de reparaciones y recibir los primeros informes-, pero las están reparando. El trozo de proa ha conseguido dar un pallete de colisión contra el boquete de la amura, está entrando agua pero puede ser achicada con las bombas. Están revisando los mamparos de proa.

El puente de mando acorazado estaba casi ciego. El humo del incendio de proa envolvía los periscopios y en su interior funcionaban las luces de emergencia porque las de servicio habían quedado inutilizadas al haber sido dañados los cables.

-¡Nuestros destructores! ¡Ahí están nuestros destructores!

Kummetz se arrojó sobre un periscopio pero no pudo ver nada, al fin consiguió ver a los dos destructores alemanes que se cruzaban de vuelta encontrada por la banda de babor del Tirpitz. Uno de ellos tenía un incendio a bordo pero el puente pronto fue informado de que sus daños no eran muy graves.

-Se ha ganado la Cruz de Caballero, Johansen -murmuró el almirante-... se la ha ganado como se la ganan los valientes.

-¿Cuál es la distancia al Iowa?- Preguntó Meyer con la preocupación dibujada en el rostro.

El capitán de corbeta Schmidt se irguió sobre su mesa de navegación.

-Distancia al blanco 10 millas, capitán- anunció el capitán de corbeta Schmidt irguiéndose sobre su mesa de navegación.

10 millas, apenas 20 kilómetros, pensó Meyer... En cualquier otro mar del mundo a aquellas horas de la tarde a 10 millas podría leerse el nombre de una nave con unos simples prismáticos, pero en aquellas malditas aguas el horizonte a 8 millas era una nebulosa grisácea que se confundía con el mar. Dos millas, dos millas más, tan sólo dos millas. Otra salva lanzada por el infatigable Weber. No podía saber dónde caían sus proyectiles, pero mantenía sus cañones apuntando al punto luminoso que señalaba el radiotelémetro. El Tirpitz, maniobrando rápidamente tras cada salva para tratar de descentrarse, había continuado su infatigable carrera hacia el norte, hacia el convoy, arrastrando con él a un Iowa que había sacrificado su superioridad táctica para evitar que el acorazado germano cayera sobre el convoy provocando un desastre de grandes proporciones bélicas e incalculables consecuencias políticas.

Mientras en las entrañas de la nave, los trozos de reparaciones luchaban contra el fuego que se extendía peligrosamente junto a la barbeta de la torre Bruno, en el exterior, los artilleros de las torres de 150 mm estaban ayudando a sus compañeros empeñados en sofocar el incendio de la superestructura. Las mangueras ya lanzaban agua contra el fuego mientras los hombres miraban con disimulo al cielo esperando la siguiente y mortífera salva del aún invisible enemigo. En la proa, jugándose la vida, los marineros habían conseguido dar un pallete de colisión que tapaba el boquete producido por el proyectil del Iowa mientras, como el resto de sus compañeros, miraban con preocupación el horizonte. Junto a la gran chimenea, un trozo de ocho hombres al mando de un suboficial se encargaba de reparar unas conexiones eléctricas dañadas por los cascotes de metralla.

-¡Mirad! ¡mirad!

Un fuerte resplandor de brillante luz amarillenta iluminó el oscuro horizonte. Los marineros sintieron una punzada en sus agitados corazones al tiempo que unos segundos más tarde llegaba el estruendoso sonido que seguía a la luz. En pocos segundos todos pudieron escuchar un fortísimo silbido que parecía rasgar el aire helado.

-¡Cuerpo a tierra! -gritó el suboficial al mando del trozo- ¡Todos cuerpo a tierra!

La cubierta del Tirpitz estaba cubierta de hielo y agua pero ninguno de los marinos que se echaron boca abajo sobre ella lo notaron. Un ruido infernal pareció desatar las Furias sobre aquellos hombres indefensos que vieron como unas gigantescas columnas de agua teñida de color amarillo se alzaban unos metros por detrás de ellos rociándoles con una cascada de agua helada.

-¡Rápido! ¡rápido!

Ninguno de ellos había oído los impactos, pero todos habían sido golpeados por la onda expansiva del proyectil que pulverizó la dirección de tiro secundaria de popa. El diluvio de metralla descargado destrozó a uno de ellos matándolo instantáneamente y un cabo resultó herido en las piernas. Mientras dos de ellos quedaban al cuidado del camarada herido, los cuatro restantes, encabezados por el suboficial, se apresuraron resbalando peligrosamente sobre la helada cubierta a prestar auxilio a sus camaradas, ocultos por una gran columna de humo negro sólo perforada por los desgarradores gritos de los hombres mutilados. El proyectil, el segundo de aquella salva que había alcanzado al Tirpitz había reventado atravesado la toldilla y llevándose consigo la dirección de tiro secundaria y parte de la superestructura, para acabar empotrándose contra la cubierta protectora, perforándola y dejando fuera de servicio una de las calderas. El segundo proyectil había estallado contra el cinturón acorazado y el suboficial del trozo, al asomarse por la borda pudo comprobar aliviado que éste no había sido perforado aunque presentaba un boquete redondo del tamaño de una boya. Con la ayuda de los artilleros de las baterías antiaéreas que rápidamente bajaron hasta allí para ayudar pudieron auxiliar a los ocho heridos que encontraron, sacándoles de aquel infierno de fuego y humo.

-¡Malditos sean! rugió Meyer.

-Capitán Meyer, si no conseguimos contacto visual con la nave enemiga en los cuatro próximos minutos ordenaré una inversión de rumbo -dijo Kummetz con grave expresión-. Avisen a los dos destructores de popa para que estén preparados para tender una cortina de humo y listos para atacar al torpedo al acorazado enemigo.

-¡Contacto visual con dos destructores enemigos! -exclamó Weber por el interfono al tiempo que ordenaba a las 4 piezas de 150 mm operativas de la banda de estribor que abrieran fuego contra ellos.

-¡Atentos a un posible ataque con torpedos! -gritó Kummetz.

Los proyectiles de 150 mm del Tirpitz encuadraron a los destructores norteamericanos que viraron 180º rápidamente, perseguidos por los furiosos piques alemanes. Uno de ellos resultó alcanzado en la toldilla, pero Weber no pudo calibrar los daños porque la visión ya era casi nula. El radiotelémetro señalaba la presencia del Iowa cuya aparición en el horizonte era cuestión más de segundos que de minutos. Una nueva salva norteamericana alcanzó al acorazado alemán estrellándose contra el cinturón acorazado dos proyectiles, lo que señalaba la corta distancia que separaba ya a ambos monstruos.

-¡Ahí está! -el grito de weber hizo dar un respingo a todos los hombres del puente-. Contacto visual con acorazado enemigo... ¡Es el Iowa, repito, confirmado, es el Iowa!

El incendio de proa ya había sido sofocado, pero a través de los periscopios los hombres del puente no podían ver aún al enemigo. Sólo el capitán de corbeta Robert Weber, desde su puesto director en lo más alto del mástil-torre del Tirpitz podía ver aquella silueta gris que cada vez se hacía más grande sobre el horizonte ártico.

Todos los ojos de los hombres del puente se centraron en el altavoz por el que se oía la voz metálica del director de tiro del Tirpitz, el hombre del que en aquellos momentos todo dependía.

-...Centrando el blanco en los visores... vamos, vamos, tranquilos... despacio...

Meyer y Kummetz intercambiaron una mirada en la que se mezclaba todos los sentimientos posibles.

-...Blanco centrado... en posición... Salva... ¡Fuego!

"Ahora es cuando empieza la batalla" pensó Meyer agradecido, porque lo anterior había sido una ejecución, fallida, pero que había estado a punto de acabar con su nave. Si el Iowa se hubiera mantenido fuera de contacto visual unos minutos más sólo hubieran cabido dos soluciones: ser hundidos o tener que huír de allí a toda máquina.

-Corta 100 metros -sonó la voz de Weber-... aumentar inclinación... espera, no tanto... así... Listos... en salva y... ¡Fuego!

El humo de las salvas propias aún cubría al Tirpitz cuando llegó la respuesta norteamericana. Cuatro proyectiles se estrellaron contra la nave alemana. Dos de ellos contra el cinturón blindado, el tercero atravesó la batería en el combés, estallando dentro de la nave y el cuarto lo hizo contra el hangar de estribor destruyendo los dos hidroaviones allí plegados y provocando otro gran incendio. Doce muertos. Quince heridos.

-¡Blanco! ¡blanco! ¡Puente, un proyectil ha alcanzado al enemigo!

Meyer cerró los ojos. ¡Por fin! blanco centrado. Con su nave a punto de convertirse en un colador habían conseguido centrar al Iowa a la segunda salva. ¡Bien por Weber!

-¡Magnífico, Weber! -contestó el capitán por el interfono-, intensifique el fuego a la máxima cadencia.

Weber no contestó. Por el interfono se oía su voz metálica dar instrucciones precisas que electrizaban a todos cuantos las oían.

-Muchachos, todo vuestro, aumentar cadencia de tiro... Salva rápida... ¡Fuego!

Kummetz sonrió satisfecho. El sueño de todo marino. Una nave contra otra.

-Veremos ahora de qué les sirven sus radares -dijo el almirante- ¡Orden a nuestros destructores de popa, ataquen a los norteamericanos! No quiero sorpresas. Ahora el Iowa no podrá ocuparse de ellos.

El Iowa había virado a babor para descentrarse. La fundada confianza en sus magníficos equipos de radar había dejado paso a la preocupación. Pero ¿qué otra cosa hubiera podido hacer el norteamericano? mantener la distancia que le habría llevado a la victoria segura era arriesgarse a ver al Tirpitz arrojarse sobre el convoy con todo lo que ello supondría. Y un marino siempre debe cumplir las órdenes, aunque su resultado sea el dejar a una nave como el Iowa en igualdad táctica con el Tirpitz. Meyer no podía dejar de pensar en ello. No hubiera cambiado los papeles con su contraparte norteamericano ni en sus peores sueños mientras observaba cómo los piques de sus proyectiles centraban al Iowa. El capitán del acorazado norteamericano había demostrado ser un marino disciplinado, como todos los hombres de mar.



Con los destructores norteamericanos perseguidos por el fuego de las piezas de 150 mm de sus contrapartes alemanes la batería secundaria de 150 mm del Tirpitz se sumó rápidamente al cañoneo contra el Iowa. La nave norteamericana tenía unos sistemas de tiro superiores a los alemanes, como bien advirtieron los germanos. Weber se dio cuenta de que incluso llegaron a disparar mientras viraban y la salva cayó centrada a pesar de que el Tirpitz estaba a su vez virando, por lo que pidió al puente un mayor acercamiento al monstruo norteamericano. A pesar de la insistencia de Meyer el almirante no aceptó. Tenía la mente puesta en el Howe y el resto de la fuerza aliada y no quería caer en la trampa que el capitán McCrea le estaba tendiendo hábilmente al no apartarse de la línea entre el Tirpitz y el convoy. Kummetz ya sabía que el Howe y los cruceros y destructores británicos se acercaban a toda máquina desde el sur. Aún había tiempo de combatir contra el Iowa y escapar, pero no de atacar al convoy. McCrea lo había salvado sacrificando su nave a un combate a cara de perro con el Tirpitz. Y ahora sólo le restaba esperar a que la trampa se cerrara sobre la nave alemana.

Tras ocho minutos de combate el Tirpitz estaba envuelto en el humo de las salvas propias y los incendios. Kummetz pidió a Meyer un informe de daños completo.

El Tirpitz había recibido otros quince proyectiles de 406 mm que habían inutilizado la torre Dora y todas las direcciones de tiro de popa, dos torres de 150 mm han sido destruidas. La cintura acorazada había sido perforada a popa, pero la cubierta protectora curva había resistido. Siete impactos de 127 mm habían deshecho literalmente la chimenea y los hangares, pero lo más grave era que al Tirpitz en aquellos momentos sólo le quedaba operativa la dirección de tiro principal. Los proyectistas germanos habían cometido el error de no proteger convenientemente las estaciones directoras. Tras lo ocurrido en el Bismarck el Tirpitz había sido reformado; se había doblado la protección del gobierno de los timones y aumentado el blindaje de las estaciones directoras, pero aún así estaban demasiado expuestas a los impactos directos e incluso a la metralla. A los ocho minutos el Tirpitz disparaba con grandes dificultades, limitándose a un tiro visual al resultar todos los radiotelémetros inutilizados por la metralla.

El Iowa había recibido su parte de castigo. Los británicos comentaban que parte de los proyectiles del Bismarck no estallaron por fallos en sus espoletas, pero esos fallos habían sido convenientemente reparados, como los norteamericanos pudieron comprobar. Ningún punto vital del Iowa fue destruido por las granadas alemanas porque todos estaban perfectamente blindados, pero los impactos en el casco habían convertido éste en un colador. El Iowa tenía su cintura acorazada dentro del casco en lugar de fuera, y aunque esto ya había sido rectificado en la nueva clase Montana que se estaba construyendo, el Iowa sufrió los efectos de tal diseño. Los proyectiles alemanes atravesaron el forro del casco estallando contra la cintura acorazada y lanzando toda la fuerza de la explosión contra el forro del casco (de dentro hacia fuera), creando así enormes boquetes y provocando inundaciones que escoraron la nave a babor 7º. La escora fue prontamente rectificada contrainundando los compartimientos de estribor, pero la velocidad de la nave quedó reducida a 24 nudos y su francobordo, menor que el del Tirpitz, quedó reducido en casi un metro, lo que, añadido a su escasa manga de 32 metros le provocó serios problemas al enfrentarse a un mar de proa que barría su castillo impidiendo un tiro certero. La cintura acorazada del Iowa sólo fue perforada en un punto, y los daños no fueron graves, pero un impacto directo contra el frontal de la torre C inutilizó dos piezas de 406 mm a pesar de que el escudo blindado no fue perforado. Como se constató en los South Dakota, la abundancia de sistemas no protegidos por esta causa motivó varios fallos eléctricos que impidieron al Iowa combatir a un 100%. Esto se debió a la falta de protección de la batería que posibilitó los daños al dejar entrar sin problemas los proyectiles de 380 mm.

Imagen Imagen

Tras doce minutos de combate directo, el Tirpitz rompió el contacto y arrumbó a 26 nudos hacia el sur mientras los dos destructores que hasta entonces se habían mantenido por su popa y el que quedaba intacto del primer ataque se lanzaron a toda velocidad contra el Iowa dirigiendo un total de 12 torpedos en dos salvas escalonadas contra el acorazado. La nave norteamericana no resultó alcanzada, ya que a esa distancia McCrea no tuvo problemas para esquivarlos, pero el Iowa perdió la oportunidad de seguir al Tirpitz mientras maniobraba para salvar los peces metálicos germanos. A toda máquina, perseguido por el grupo Howe que logró establecer contacto radar, el acorazado alemán llegó hasta el punto donde la Luftwaffe le esperaba para proteger su retirada atacando a las naves británicas sometidas a ataque aéreo perdieron su pista.

Una vez más el Tirpitz se había escapado de la trampa. El acorazado alemán no sería hundido en alta mar.



La nave alemana había afrontado el combate con decisión, pero la superioridad electrónica norteamericana había impedido cualquier posibilidad de victoria. Los radares de tiro del Iowa habían centrado al Tirpitz cuando éste aún estaba a ciegas, y sólo la necesidad del Iowa de cerrarle el paso del convoy había impedido que el alemán hubiera sido masacrado sin poder defenderse. A pesar de los daños, el Tirpitz había conseguido encarar al Iowa gracias a su colosal resistencia estructural y sus superiores dotes marineras en aquellas aguas donde la mejor arma del iowa, sus 33 nudos de velocidad, eran imposibles. La protección interna del Iowa era un error, como admitieron los norteamericanos con el proyecto de los Montana, ya que convertía la nave en un colador a pesar de no resultar perforadas las corazas, y los fallos de los sistemas eléctricos, que se dieron en los South Dakota y los Iowa eran producto de un inadecuado diseño que dejaba gran parte de sus elementos desprotegidos. Ambos acorazados eran monstruos de acero, auténticos titanes, pero el norteamericano tenía la gigantesca ventaja de sus radares de tiro. Utilizados convenientemente le proporcionaban una superioridad táctica total. Hubiera podido destrozar al Tirpitz sin arriesgarse a recibir ni un sólo impacto alemán, pero las condiciones en el Ártico eran muy distintas a las del Pacífico. Si esta batalla hubiera ocurrido tal y como la he planteado ninguna de las dos naves hubiera resultado hundida. Si los hechos se hubieran desarrollado en otras circunstancias, la cosa hubiera sido distinta.


FUENTE: http://www.historialago.com/av_0345_tirpitzvsiowa1.htm
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LOS CRUCEROS DE LA TEIKOKU KAIGUN




 




los cruceros de la Flota Imperial Japonesa fueron en su época casi con toda seguridad los mejores del mundo. La continua modernización y la versatilidad de la ingeniería naval japonesa contribuyeron a que se produjeran unidades más avanzadas y mejor logradas tanto en diseño como en efectividad respecto a sus contrapartes del resto del mundo. Sólo pudieron ser derrotados por la aplastante superioridad material de los EEUU.






CRUCEROS PESADOS




Clase Furutaka

 


La Clase Furutaka fueron los primeros cruceros pesados de la Armada Imperial Japonesa. Inicialmente pensada para cuatro miembros, los dos últimos experimentaron mejoras suficientes durante su construcción como para derivar en una una nueva clase, la clase Aoba. Los Clase Furutaka fueron los primeros cruceros que crearon bajo los límites marcados por el Tratado Naval de Washington. El diseño original tenía 6 piezas de 203 mm en seis torretas, ocho tubos lanzatorpedos fijos instalados transversalmente, cuatro por banda, y una plataforma de lanzamiento de hidroaviones capaz de lanzar en ángulo por las bandas, lo suficiente como para evitar la superestructura. En pruebas, el Kako desarrolló una potencia de 105.845 shp, que le permitió alcanzar 35,14 nudos.
En una serie de mejoras llevadas entre 1935 y 1939, ambos buques experimentaron una serie de cambios y mejoras. La plataforma de lanzamiento fue sustituida por una catapulta de mayor longitud y totalmente orientable, los tubos lanzatorpedos pasaron a estar instalados en dos montajes cuádruples rotativos, uno por banda, el armamento principal se mantuvo en seis piezas de 203 mm, pero distribuidos en tres torretas dobles. Asimismo se incrementó el armamento antiaéreo y se añadieron protecciones antitorpedo, lo que aumentó el desplazamiento y redujo la velocidad.
Ambos buques resultaron hundidos en combate en la misma zona y con apenas dos meses de diferencia. El Furutaka por fuego artillero e impacto de torpedos durante la Batalla del cabo Esperanza en agosto de 1942, y el Kako torpedeado cuando regresaba a su base tras la Batalla de la isla de Savo por el submarino estadounidense USS S-44.


Furutaka

 


Kako

 

Características de la clase
Desplazamiento 7.100 toneladas, 9.540 a plena carga
Eslora 185,17 metros en total
Manga 16 metros
Calado 4,6 metros
Armamento
• 6 cañones de 200 mm en tres torretas dobles
• 4 cañones antiaéreos de 120 mm
• 8 antiaéreos de 25 mm
• 4 antiaéreos de 13,2 mm
• 8 tubos lanzatorpedos
Propulsión 12 calderas Kanpon, 4 turbinas de vapor Parsons Potencia 102.000 cv
Velocidad 34,5 nudos
Autonomía 6.000 millas náuticas a 14 nudos
Tripulación 625 marineros y oficiales
Aeronaves 2 hidroaviones, 1 catapulta


Clase Aoba

 


Los cruceros pesados de la Clase Aoba fueron botados en 1926. Pertenecían a la Armada Imperial Japonesa derivados de la clase Furutaka a la cual originalmente estaban asignados como la tercera unidad, el Aoba y la cuarta unidad, el Kinugasa. Estos cruceros fueron modificados en sus especificaciones originales que incluyeron sus torretas dobles, su catapulta y sus sistemas de torpedos que incrementaron su desplazamiento en más de un 20% y su velocidad inicial disminuida de los 36 a 33 n. De blindaje bastante pobre, tenía como protección lateral 73.66 mm y como protección horizontal de apenas 50 mm. La defensa antiaérea era también muy exigua, sin defensa AA a popa y muy escasa a proa. No estaban concebidos para resistir un ataque aéreo al momento de su botadura.
Estas unidades fueron asignadas a la 6ª fuerza de cruceros junto a sus similares de la Clase Furutaka.

El Aoba fue asignado en 1927, remodernizado en 1937, tuvo una destacada participación en el frente del Pacífico y resultó hundido parcialmente en el puerto de Kure el 24-07-1945.

El Kinugasa fue asignado en 1927, remodernizado en 1937 y resultó hundido en la tercera batalla de Guadalcanal como parte de la fuerza de Mikawa, el 14-11-1942 por un bombardeo aéreo contundente del USS Enterprise (CV-5) con la pérdida de más del 78% de su tripulación.


Aoba

 


Kinugasa

 


Características de la clase
Desplazamiento 9.000 toneladas standard. 10.800 t a plena carga.
Eslora 185,2 metros en total
Manga 16 metros
Calado 5.8 metros
Armamento
·6 cañones de 203 mm en tres torretas dobles,
·4 cañones antiaéreos de 120 mm,
·50 antiaéreos de 25 mm,
·4 antiaéreos de 13,2 mm,
·8 tubos lanzatorpedos 61 cm Long Lance.
Propulsión 12 calderas Kanpon, 4 turbinas de vapor Parsons de 102.000 cv
Velocidad 32- 33,5 nudos
Autonomía 8.000 millas náuticas a 14 nudos
Tripulación 657 marineros y oficiales
Aeronaves 2 hidroaviones, 1 catapulta


Clase Myōkō

 


La Clase Myōkō fue una clase de cruceros pesados de la Armada Imperial Japonesa, construidos y completados entre 1924 y 1929. Los miembros de esta clase fueron los Myōkō, Nachi, Ashigara y Haguro. Estos cruceros, fueron en su momento de diseño más avanzado que sus pares de otros países y los que portaban el armamento más pesado de su clase. Tenían casi 204 metros de eslora y eran capaces de alcanzar los 36 nudos. Transportaban dos aviones de exploración, inicialmente del tipo 90 y finalmente 3 aviones Aichi E13A Jake. Eran de construcción robusta, sus diseñadores buscaron combinar velocidad y poder artillero dentro de las limitaciones del Tratado Naval de Washington. De reducto central, con la típica arrufadura de proa de los navíos japoneses, y una característica arrufadura negativa a popa, fueron el modelo de los que evolucionarían las posteriores clase Mogami, clase Tone y clase Takao. Como en la mayoría de las construcciones navales niponas, la clase Myōkō no se destacó por la habitabilidad, que era deficiente. Participaron en varias batallas en el frente del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, y tuvieron destacadas actuaciones.
Toda la clase fue autorizada en 1923, y fueron completados en 1929.

El Myōkō fue la única unidad que sobrevivió a la guerra. Dañado en la batalla del Golfo de Leyte, fue remolcado a Singapur, donde se le consideró irreparable y pasó a ser una batería antiaérea flotante. El 8 de julio de 1946 fue hundido en el estrecho de Malaca cerca de los submarinos I-501 e I-502.

El Nachi, primera unidad finalizada y único en servicio en 1928, fue hundido el 5 de noviembre de 1944 por masivos ataques aéreos estadounidenses de la Task Force 38 al suroeste de la isla de Corregidor.
El Ashigara comisionado en 1929, resultó hundido cuando transportaba tropas desde Singapur a Batavia, el 8 de junio de 1945 por ataque del submarino británico HMS Trenchant (P331) en el estrecho de Bangka.

El Haguro fue hundido en el estrecho de Malaca el 16 de mayo de 1945 por ataque artillero y torpedero de una flotilla de destructores británicos a 89 kilómetros de Penang.


Haguro

 


Nachi

 


Myōkō

 


Características de la clase
Desplazamiento 10.000 toneladas, 13.120 a plena carga. En 1941, 13.000 toneladas, 14.743 a plena carga
Eslora 203,76 metros
Manga 17,34 metros. En 1941 20,73 metros
Calado 5,90 metros. En 1941 6,32 metros
Armamento
·10 cañones de 203 mm en cinco torretas dobles,
·8 cañones antiaéreos de 127 mm,
·8 ó 16 tubos lanzatorpedos de 61 cm Tipo 93
Propulsión 12 calderas Kanpon, 4 turbinas de vapor de 130.000 cv, 4 hélices
Velocidad 35,5 nudos. En 1941 33,8 nudos
Autonomía 8.000 millas náuticas (15.000 km) a 14 nudos (26 km/h)
Tripulación 773 marineros y oficiales
Aeronaves 3 hidroaviones, 2 catapultas


Clase Takao

 


La clase Takao fue una clase de cuatro cruceros pesados de la Armada Imperial Japonesa, botados entre 1930 y 1931. Fueron un diseño modificado de la previa clase Myōkō, a la que reemplazaron. Su aspecto era similar al de un acorazado, con una gran estructura en la que se acomodaba el puente. El armamento principal eran 10 cañones de 20,3 centímetros, así como una impresionante batería de 16 tubos lanzatorpedos, pero sólo en la mitad de los miembros de la clase.
Tres de los cuatro miembros de la clase fueron hundidos durante la batalla del Golfo de Leyte, en octubre de 1944. Tan sólo el Takao sobreviviría con graves daños, hasta el último mes de la guerra. A lo largo de su carrera experimentaron importantes cambios en su armamento.

El Takao fue gravemente dañado el 23 de octubre de 1944 por el submarino USS Darter, y se le remolcó hasta Singapur, para servir como batería antiaérea flotante, donde fue atacado en agosto de 1945 por minisubmarinos británicos, que no lograron hundirlo. El 19 de octubre de 1946 lo fue como buque blanco.

El Atago fue hundido el 23 de octubre de 1944 por el submarino USS Darter.

El Maya fue hundido el 23 de octubre de 1944 por el submarino USS Dace.

El Chōkai, vencedor de la Batalla de la isla de Savo, fue deshabilitado el 25 de octubre de 1944 por una combinación de ataque aéreo y fuego de destructores, siendo finalmente hundido por el destructor japonés Fujinami.


Takao

 


Atago

 


Maya

 


Chokai

 


Características de la clase
Desplazamiento 9.850 toneladas, 15.490 a plena carga
Eslora 192,54 metros en la línea de flotación, 203,76 metros en total
Manga Entre 18,03 y 20,73 metros
Calado Entre 6,11 y 6,32 metros
Armamento
·10 cañones de 203 mm en cinco torretas dobles,
·8 ó 16 tubos lanzatorpedos.
Propulsión 12 calderas Kanpon, 4 turbinas de vapor de 132.000 cv (110 MW), 4 hélices
Velocidad 35,5 nudos
Autonomía 8.500 millas náuticas a 14 nudos
Tripulación 733
Aeronaves 3 hidroaviones, 2 catapultas


Clase Mogami

 


Fueron cruceros pesados de la Armada Imperial Japonesa que resultaron del Tratado Naval de Londres de 1930. Inicialmente se diseñaron para que portaran 5 barbetas de cañones triples de 150 mm, por lo que se les clasificó como cruceros livianos inicialmente. Posteriormente, en 1939, fueron remodernizados sustituyéndosele la artillería principal por cañones de 203 mm, por lo que cayeron en la categoría de cruceros pesados, fueron sucesores de la clase Takao. Su construcción era de reducto central y además tenían un puente muy robusto y compacto. Su chimenea era del mismo diseño que la usada por el crucero Yūbari, inicialmente tenían una exigua artillería antiaérea que fue incrementada en el transcurso de la guerra. Los clase Mogami demostraron ser buques muy robustos con una alta resistencia a los impactos de torpedo, no así a las bombas. Portaban tres aviones de exploración. Su habitabilidad era deficiente debido a la mala ventilación. Su protección lateral fue incrementada con espesores de 100 mm, pero la protección horizontal inicialmente de 35 mm resultó deficiente y fue incrementada más adelante en algunas zonas a 127 mm. Las torretas también eran pobremente blindadas con solo 25 mm de espesor. Esta clase formó la 7ª división de cruceros pesados y algunos tuvieron importantes actuaciones en el frente del Pacífico. Los miembros de esta clase fueron: El Mogami, Suzuya, Mikuma y Kumano. Ninguno de estos navíos sobrevivió al conflicto.

El Mogami fue botado en 1934, remodelado en 1939, transformado en híbrido en 1943; resultó dañado por ataque aéreo y rematado por el destructor japonés Akebono, en el transcurso de la Operación A-Go en la batalla del Estrecho de Surigao, el 25-10-1944.

El Suzuya fue botado en 1934, remodelado en 1939; resultó hundido en la Batalla del Golfo de Leyte, el 25-10-1944 por ataque de aviación embarcada.

El Kumano fue botado en 1936, igualmente remodelado en 1939; resultó hundido por aviones del USS Ticonderoga (CV-14) el 25-11-1944 en el puerto de Santa Cruz.

El Mikuma fue botado en 1934; resultó hundido por ataque aéreo, el 5-6-1942 durante la Batalla de Midway. (En algunas literaturas se refieren a este crucero como el Chikuma).


Kumano

 


Suzuya

 


Mogami

 


Mikuma

 

Características de la clase
Desplazamiento Nominal 12.206 t y 13.400 t a plena carga
Eslora 197 metros
Manga 20.2 metros.
Calado 4.8 metros.
Armamento
·8 cañones de 203 mm en cuatro torretas dobles proeles
·8 cañones antiaéreos de 127 mm
·30 AA de 20 mm
·12 tubos lanzatorpedos de 61 cm Tipo 93
Propulsión 12 calderas Kanpon, 4 turbinas de vapor de 152.000 cv, 4 hélices
Velocidad 35,2 nudos.
Autonomía 12.000 millas náuticas a 16 nudos (29,7 km/h)
Tripulación 850 marineros y oficiales
Aeronaves 2 Nakajima E8N y 1 Aichi E16A7, dos catapultas


Clase Tone

 
 


Estos cruceros fueron una evolución de los cruceros clase Mogami, pero que se diferenciaban por llevar cuatro barbetas de artillería de 203 mm en la línea de crujía a proa. Poseía en la en la popa una rampa que permitía subir aviones de exploración y adicionalmente llevar aviones extras para estos fines en la misma popa, en total transportaban 5 unidades, 4 Nakajima E8N y Aichi E13A2, . Al igual que su clase anterior, eran de reducto central, de construcción robusta, fuertemente dotados de artillería antiaérea. Se usaron como avanzada de exploración y sus aviones tuvieron papeles cruciales en muchos escenarios, especialmente en la batalla de Midway.

El crucero Tone, resultó hundido en julio de 1945 en la bahía de Hiroshima, junto al Hyuga. Fue desguazado en 1948.

El crucero Chikuma, es hundido el 25 de octubre de 1944, por un ataque de torpedos en la batalla del Golfo de Leyte.
Los sobrevivientes del Chikuma son rescatados por el destructor Nowaki, quienes sucumbirían todos cuando es interceptado un día más tarde, a 65 millas SSE de Legaspi, Filipinas, por fuerzas americanas y hundido a cañonazos.


Tone

 


Chikuma

 


Características de la clase
Desplazamiento Nominal 11.900 t y 15.200 t a plena carga
Eslora 198 metros
Manga 18.5 metros.
Calado 5,90 metros.
Armamento
·8 cañones de 203 mm en cuatro torretas dobles proeles
·8 cañones antiaéreos de 127 mm
·60 AA de 20 mm
·12 tubos lanzatorpedos de 61 cm Tipo 93
Propulsión 14 calderas Kanpon, 4 turbinas de vapor de 152.000 cv, 4 hélices
Velocidad 35 nudos.
Autonomía 12.000 millas náuticas a 16 nudos (29,7 km/h)
Tripulación 850 marineros y oficiales
Aeronaves 4 Nakajima E8N y Aichi E13A2, dos catapultas


Clase Ibuki


El Ibuki fue el último crucero pesado cuya construcción se inició en Japón. El intento de reconvertirlo a portaaviones se detuvo al 80% de su finalización, debido al negativo transcurso de la Segunda Guerra Mundial para Japón. Construido en los astilleros de Kure, el proyecto inicial era una mejora de la precedente Clase Tone, pero tras observarse que la concentración de artillería a proa no ofrecía demasiadas ventajas, se optó por mejorar el diseño de la Clase Mogami. Concretamente se tomó como modelo para mejorar al Suzuya, tercero de la citada clase, que ya había corregido en su diseño los defectos apreciados en los dos primeros miembros.
Tras su botadura en mayo de 1943, el diseño previo fue abandonado en el verano de ese mismo año. El casco fue remolcado a Sasebo, y se inició allí su conversión a portaaviones en noviembre de 1943. Se añadió una cubierta vuelo que incrementó la eslora total a 205 metros, ligeramente superior a la del casco. El puente estaba a estribor, al igual que la chimenea, que seguía el típico modelo japonés para descargar lateralmente. Una característica distintiva del puente era que dejaba expedita por completo la anchura de la cubierta de vuelo, al estar totalmente suspendido fuera de la misma sobre una plataforma inclinada del casco. A popa contaba dos raíles para lanzar cargas de profundidad.
La construcción avanzó lentamente, hasta que en marzo de 1945 se detuvo, tanto por la falta de materiales como por resultar innecesario un portaaviones en esos momentos. El Ibuki fue finalmente desguazado en 1947.



Ibuki

 



Ibuki trasnformado en portaviones

 


Características de la clase
Desplazamiento 14.830 tns
Eslora 201,5 mts
Manga 19,2 mts
Calado 6,05 mts
Potencia 152.000 hp a 4 ejes
Velocidad 33 nudos
Protección ?
Armamento
·10x203mm
·8x127mm
·8x25mm
·4x13,2 mm
·16 tlt 610mm
Aeronaves3 hidros
Tripulación ?



CRUCEROS LIGEROS



Clase Tenryū

 


Fue una clase de cruceros ligeros de la Armada Imperial Japonesa que se construyeron entre 1917 y 1919. Fueron los promotores de las siguientes clases de cruceros como la clase Kuma. Los miembros de esta clase fueron el Tenryū y el Tatsuta, cuyos nombres se colocaron en memoria de ríos del Imperio Japonés. Diseñados como cruceros exploradores inspirados en la clase Arethusa inglesa, fueron de construcción ligera, con un largo castillo de proa y un puente relativamente simple y pequeño. Llevaban un exiguo armamento, pero que para la época de su construcción era considerado como bien artillado, su velocidad era su mejor arma defensiva. Fue bien considerado en sus prestaciones en la Armada y de allí se derivaron las posteriores clases de cruceros ligeros pre-guerra. Participaron activamente en la guerra Sino-Japonesa, haciendo las veces de cañoneros fluviales en el Yangtze. En el frente del Pacífico se emplearon como líderes de destructores, escoltas de transportes de tropas, soporte de unidades mayores, ocasionalmente como abastecedores de submarinos y cabezas de playas. Ambas unidades tuvieron una gran participación en operaciones anfibias durante el frente del Pacífico y ninguna de estas unidades sobrevivió al conflicto siendo hundidas en el mismo escenario ambas.

El Tenryū fue comisionado en 1919, no recibió modificaciones llegando a la apertura del conflicto en su forma original y resultó hundido durante la segunda guerra mundial, el 20-01-43 por torpedeamiento del USS Albacore (SS-218) , durante el transcurso de la batalla naval de Guadalcanal.

El Tatsuta fue comisionado en 1919, la única modificación fue la sustitución de su mástil original por un trípode y resultó hundido el 13-03-1944 por torpedeamiento del USS Sand Lance (SS-381) en el transcurso de la batalla naval de Guadalcanal.


Tenryū

 


Tatsuta

 


Características de la clase
Desplazamiento 3.948 t, 4.011t a plena carga.
Eslora 142,9 metros
Manga 12,3 metros
Calado 4,0 metros
Armamento
• 4 cañones × 140 mm (5.5 pulg.)
• 3 canoñes × 80 mm (3.1 pulg.) guns
• 2 AA × 13 mm (0.51 pulg.) Antieaéreas
• 6 TT× 550 mm (139.7 pulg.) Sistema de torpedos
• Cargas de profundidad (añadidas más adelante.)
Propulsión 10 Calderas Kanpon
51.000 CV
Velocidad 33 nudos
Autonomía 5.000 millas náuticas a 14 nudos. (9.300 km a 26 km/h)
Tripulación 325 tripulantes
Aeronaves Ninguna.


Clase Kuma

 


La Clase Kuma fue una clase cruceros ligeros de 5.500 toneladas desarrollados por la Armada Imperial Japonesa entre 1917 y 1921. La clase estaba constituida por cinco miembros, Kuma, Abukuma, Kitakami, Tama, Ōi y Kiso. Desarrollados a partir de la previa clase Tenryū, fueron en su momento las unidades más veloces de su tipo. A partir de esta clase se desarrollaron más tarde, los cruceros clase Nagara y posteriormente la clase Sendai. Fueron usados en múltiples funciones, tales como exploradores, escoltas, transportes de tropas, auxiliares aprovisionadores de submarinos, para dar cobertura a desembarcos y como fuerza de ataque torpedero.
Tan sólo uno de los cinco miembros de la clase, el Kitakami, sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de 1944 se perdieron los cuatro restantes.

El Kuma fue torpedeado por el submarino británico HMS Tally-Ho (P317) el 11 de enero de 1944 frente a Penang, en Malasia.

El Tama, tras ser dañado por un torpedo lanzado en un ataque aéreo durante la batalla de Cabo Engaño fue torpedeado por el submarino estadounidense USS Jallao (SS-368) y hundido mientras se dirigía a Okinawa, el 25 de octubre de 1944.

El Kiso fue bombardeado por aviones americanos el 13 de noviembre de 1944, al oeste de Cavite.

El Ōi fue transformado en crucero con multiples montajes de tubos lanza torpedos.
IJN Öi puesto en grada en los Astilleros Kawasaki de Kobe el 24 de noviembre de 1919, botado el 15 de julio de 1920 y comisionado el 3 de octubre de 1921. Antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial,la estrategia de la Armada Imperial Japonesa en contra de su potencial adversario, la U.S. NAVY, consistía en reducir la Flota Norteamericana del Pacífico mediante los ataques de la artillería de los grandes buques de la Flota Combinada en conjunciòn de ataques con torpedos de los submarinos japoneses, para así ganar la batalla decisiva en los mares territoriales del Japón. En ese tiempo, los torpedos japoneses de 61cm. eran los mejores del mundo, superando en sus características,desempeño y capacidades a los torpedos de las mejores marinas del mundo, pues al ser impulsados con oxígeno en lugar de aire comprimido, no dejaba una estela visible, por lo que su trayectoria era virtualmente invisible, además de que eran mucho más rápidos y con un alcance y una cabeza de guerra superior a cualquier otro torpedo en servicio. Bajo las deliveraciones de la estrategia anterior, la idea del "crucero topedero" fue concebida. Los cruceros ligeros clase Kuma, IJN Öi e IJN Kitakami, fueron elegidos para su conversión bajo las especificaciones de dicha concepción. Cada uno de los dos buques fue equipado con diez montajes cuádruples de tubos lanzatorpedos, por lo que eran capaces de lanzar a la vez veinte torpedos por cada banda (babor y estribor). Cuando la conversión fue completada, sin embargo, la estrategia de la batalla naval fue reenfocada del empleo de la artillería naval y torpedera, al uso y despliegue de la aviación embarcada en portaaviones. En consecuencia, tanto el Öi como el Kitakami fueron reconvertidos a cruceros de transporte de alta velocidad. Irónicamente el final del IJN Öi fue el sucumbir torpedeado en las aguas del Mar de la China Meridional, al oeste de Manila el 19 de julio de 1944 por el submarino norteamaricano "USS Flasher" (SS-249) (Hundido en las coordenadas 12:45N, 114:20E).

El Kitakami, tras sobrevivir a la guerra, fue desguazado entre el 10 de agosto de 1946 y el 31 de marzo de 1947.


Kuma

 


Tama

 


Kiso

 


Kitakami

 


Características de la clase
Desplazamiento 5.588 t. 5.926 t. a plena carga.
Eslora 162,1 metros
Manga 14,2 metros
Calado 4,80 metros
Armamento
·7 cañones de 140 mm
·2 cañones antiaéreos de 80 mm. Torpedos Tipo 93: 4 x 2 montajes dobles de 53 cm y/o 4 montajes cuádruples de 4 tubos lanzatorpedos de 61 cm
48 minas
cargas de profundidad
Minisubmarinos suicidas Kaiten.
Propulsión 12 Calderas Kanpon 90.000 CV
Velocidad 36 nudos
Autonomía 9.000 millas náuticas a 10 n. (17.000 km a 19 km/h)
Tripulación 450 tripulantes
Aeronaves 1 hidroavión de exploración, usualmente un Kawanishi E7K1


Clase Nagara

 


La clase Nagara fueron cruceros ligeros de la Armada Imperial Japonesa, botados entre 1922 y 1925, diseñados como una evolución de la precedente clase Kuma, con pocas diferencias, pero en roles, detalles y modificaciones posteriores que marcaron la diferencia con la clase anterior. Fueron usados como líderes de flotillas de destructores o submarinos. Se diferenciaban de la clase Kuma por el diseño de su puente más cuadrado, robusto y chimeneas de tope recto.
Fueron los primeros cruceros en equipar los torpedos de 610 mm Tipo 93. La catapulta para el hidroavión de reconocimiento estaba originalmente instalada a proa, como en los diseños británicos, para ser posteriormente trasladada al tercio de popa, y finalmente eliminada para equipar más armamento antiaéreo y antisubmarino.

El Nagara sirvió en el 16º escuadrón de cruceros adscrito a la fuerza sur. Entre diciembre y enero de 1942 participó en los desembarcos en Luzón, Davao, Célebes y Bali como insignia de la 10ª flotilla de destructores. En mayo de 1942 se vio envuelto en la Batalla de Midway y, posteriormente, fue destacado a Truk participando en la Campaña de Guadalcanal. En la noche del 14 al 15 de noviembre de 1942 actuó en la Segunda Batalla de Guadalcanal hundiendo al destructor estadounidense Preston. A finales de 1943 fue enviado a las Islas Marshall en misiones de refuerzo y suministro de las guarniciones japonesas siendo averiado durante el ataque aéreo a Kwajalein, en diciembre de 1943. De regreso a Japón, fue hundido por un submarino cerca de Nagasaki el 7 de agosto de 1944.

El Isuzu fue adscrito a la Fuerza Sur e intervino en la campaña de las Salomón donde fue averiado por ataques aéreos el 14 de noviembre de 1942. En junio de 1943 fue nuevamente averiado por una mina cerca de Rabaul. Transferido a las Islas Marshall, como transporte rápido de tropas, fue averiado durante el raid aéreo contra Kwajalein. Tras unas reparaciones superficiales en Truk, fue enviado a Japón y convertido en crucero antiaéreo. Tomo parte en la Batalla de Leyte, siendo averiado cerca de Manila en noviembre de 1944. Destinado a las Indias Orientales Holandesas, fue hundido por submarinos, en el Mar de Java, en abril de 1945.

El Natori era buque insignia de la 5ª flotilla de destructores al inicio de la guerra y, como tal, fue agregado a la fuerza sur. Cubrió los desembarcos en Luzón y, entre enero y marzo de 1942 intervino en las campañas de Malasia y Java. En diciembre de 1942 fue torpedeado por un submarino y estuvo fuera de servicio durante bastante tiempo. Fue hundido por un submarino en el Estrecho de Surigao en agosto de 1944.

El Yura estaba destinado en el Mar del Sur de China como insignia de la 5ª flotilla de submarinos cuando se inició la guerra. Al igual que el Natori, participó en las campañas de Malasia, Java y Sumatra entre diciembre de 1941 y marzo de 1942. El 1 de abril de 1942, se hizo a la mar en compañía de otros cruceros, para hacer una incursión contra la navegación inglesa en el Golfo de Bengala, donde hundió 4 mercantes. En la Campaña de Midway era parte integrante de la Fuerza de Invasión como insignia de la 4ª flotilla de destructores. Intervino en la Campaña de Guadalcanal, siendo hundido el 25 de octubre por aviones, durante la Batalla de Santa Cruz.

El Kinu intervino en las operaciones de desembarco en Malasia y las Indias Orientales Holandesas, permaneciendo destinado en esas aguas durante toda la guerra hasta que fue hundido por aviones estadounidenses el 26 de octubre de 1944.

El Abukuma fue insignia de la 1ª flotilla de destructores e intervino en la brillante operación de Pearl Harbor. En enero de 1942 participó en los desembarcos de Rabaul y en el ataque a Port Darwin. Actuó con la flota de Nagumo durante la incursión en el Océano Indico que concluyó con la huida de la flota británica de sus bases en Ceilán. En mayo de 1942 fue destinado a las Aleutianas, donde permaneció hasta agosto de 1934, actuando en la batalla de las Komandorski. Posteriormente fue destinado a las Filipinas donde participó en la Batalla del Golfo de Leyte, en la fuerza del vicealmirante Shima, siendo hundido en el Estrecho de Surigao el 25 de octubre de 1944.


Nagara

 


Isuzu

 


Natori

 


Yura

 


Kinu

 


Abukuma

 


Características de la clase
Desplazamiento 5.570 t
Eslora 162,1 metros
Manga 14,2 metros Calado 4,80 metros
Armamento
·7 cañones de 140 mm
·2 cañones antiaéreos de 80 mm
·8 tubos lanzatorpedos de 610 mm en dos montajes cuádruples
48 minas (posteriormente sustituidas por cargas de profundidad)
Guerra electrónica Radar de búsqueda aérea Tipo 21, radar de búsqueda de superficie Tipo 22.
Propulsión 12 calderas (2 mixtas), 4 turbinas de vapor, 90.000 CV
Velocidad 36 nudos
Autonomía 5.000 millas náuticas a 36 n
Tripulación 450 tripulantes
Aeronaves 1 hidroavión, posteriormente eliminado.


Clase Yubari

 


La clase Yubari la compone un sólo buque, llamado del mismo modo, creado en 1923, y que era el buque insignia de la 6ª Flota.El Yubari era un barco experimental. Basado en un proyecto del Almirante Hiraga, se consiguió meter los cañones de un crucero de 5.000 toneladas en un casco de un gran destructor. En la entrada del Japón a la Segunda Guerra Mundial, Japón efectúa el ataque a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. Al día siguiente de dicho ataque, el 8 de diciembre de 1941, el Yūbari como buque insignia al mando del vicealmirante Kajioka Sadamichi, con una flotilla de cruceros ligeros y unidades de desembarco se dirigieron al atolón de Wake para conquistarlo de las manos estadounidenses. El 11 de diciembre de 1941, la fuerza de Kajioka cañoneó las defensas de la isla; sin embargo, sus defensores presentaron una fuerte resistencia y consiguieron frustrar las intenciones de desembarco japonés al hundir dos destructores de cobertura, el Hayate y Kisaragi. Además también resultaron dañados el mismo Yūbari y el destructor Oite. Kajioka postergó la misión retirándose a Kwajalein. Diez días después se unió al resto de la fuerza de combate que había participado en Pearl Harbor, y se dirigieron a Wake. Los defensores nuevamente presentaron una fuerte resistencia y consiguieron nuevamente retrasar el desembarco.
El 23 de diciembre de 1941, los marines americanos se rindieron al ser bombardeados y efectivamente ablandados por aviones del Hiryu y Soryu que regresaban desde las islas Hawai.
El 10 de marzo de 1942, durante una patrulla cerca del golfo de Huon, el Yūbari es atacado por aviones del USS Yorktown (CV-5) sin causarle daños serios, los cuales fueron reparados en Truk.
Posteriormente, el 8 de agosto de 1942, el Yūbari participó en la batalla de Guadalcanal, en uno de los encuentros en la isla de Savo no recibió impacto alguno.
En febrero de 1943, es colocado en grada para reparaciones y se le instala un detector de ondas de radar tipo 27.
El 27 de abril de 1944, es alcanzado por torpedos del USS Bluegill (SS-242) cerca de Palaos. Su tripulación realiza ingentes esfuerzos para mantenerlo a flote en espera de remolque; sin embargo, los daños son graves y no pueden ser contenidos a pesar de los esfuerzos y se hunde al día siguiente.


Yubari

 


Características de la clase
Desplazamiento 4.091 toneladas
Eslora 139,5 metros Manga 12 metros
Calado 3,9 metros
Armamento
• 6 cañones de 140 mm
• 1 cañón antiaéreo de 76,2 mm
• 2 ametralladoras de 13 mm
• 34 minas marinas
• 4 tubos lanzatorpedos de 610 mm en dos montajes dobles.
Propulsión 8 calderas Kampon
3 turbinas
3 hélices tripalas, 57.900 HP
Velocidad 35,5 nudos (65.7 km/h)
Autonomía 5.000 millas náuticas (9.300 km) a 14 nudos (26 km/h)
Tripulación 328 marineros y oficiales
Aeronaves No


Clase Sendai

 


La clase Sendai (Sendai-gata keijunyōkan) fue una clase de cruceros ligeros de la Armada Imperial Japonesa, muy similar a su clase precedente, la clase Nagara, de la que se diferenciaba por tener una cuarta chimenea debido a una mejor ubicación de las calderas, y un castillo de proa más largo. Todas las unidades estaban bautizadas con nombres de ríos. En algunas referencias la clase es denominada clase Naka.
Fueron proyectadas ocho unidades originalmente, pero solo se botaron tres debido a las limitaciones del Tratado Naval de Washington. La cuarta unidad, el Kako, cuya construcción ya había sido iniciada, fue desguazado, pero su nombre y presupuesto fue empleado para segunda unidad de cruceros pesados de la clase Furutaka, explicando así la contradicción en las convenciones de asignación de nombres en la Armada Imperial Japonesa de que la primera unidad se llame como una montaña y la segunda como un río.

La quinta unidad, el Ayase, ni siquiera se había iniciado en el momento de la limitación, pero dado que su presupuesto ya estaba autorizado, se transfirió este a la construcción de un crucero experimental, el Yūbari.
Al igual que sus predecesores, ninguna de las unidades de esta clase sobrevivió al conflicto.

El Sendai fue hundido en la Batalla de la Bahía de la Emperatriz Augusta, el 2 de noviembre de 1943 por fuego dirigido por radar desde cruceros estadounidenses, junto al destructor Hatsuzake.

El Naka fue hundido ataque aéreo de aviones procedentes de los portaaviones USS Bunker Hill (CV-17) y USS Cowpens (CVL-25), el 18 de febrero de 1944 durante la Operación Hailstone, en al atolón de Truk.

El Jintsu fue hundido el 13 de julio de 1943 durante la Batalla de Kolombangara por fuego dirigido por radar desde cruceros estadounidenses, durante una arriesgada maniobra en la que empleó sus luces de búsqueda para iluminar la flota enemiga.


Sendai

 


Naka

 


Jintsu

 


Características de la clase
Desplazamiento 5.595 t, 7.100 t a plena carga.
Eslora 163,03 metros
Manga 14,17 metros
Calado 4,91 metros
Armamento
·7 cañones de 140 mm
·2 cañones antiaéreos de 80 mm
·8 tubos lanzatorpedos de 610 mm en dos montajes cuádruples, 80 minas (posteriormente sustituidas por cargas de profundidad).
Propulsión 12 Calderas, 90.000 CV
Velocidad 35,2 nudos
Autonomía 5.000 millas náuticas a 14 n (9.300 km a 26 km/h)
Tripulación 450 tripulantes
Aeronaves 1 hidroavión de exploración


Clase Katori

 


La Clase Katori fueron una serie de cruceros ligeros de la Armada Imperial Japonesa, creados originalmente como cruceros de entrenamiento, lo que explica la poco usual combinación de armamento de diferentes calibres y la planta motriz mixta, así como su escasa potencia y velocidad y lo inusual en tiempos de paz de que unidades de combate se construyesen en un astillero civil. Durante la guerra y en misiones de combate fueron empleados como líderes de flotillas de submarinos y escolta de trasporte de tropas, siendo incrementado su armamento antiaéreo y dotándoseles de cargas de profundidad. Los nombres de estas unidades estaban escogidos en honor a santuarios sintoístas, dado que no eran cruceros pesados, que empleaban el nombre de montañas, ni ligeros, que empleaban ríos. Concretamente los santuarios están ubicados en Chiba el Katori, en Fukuoka el Kashii y en la ciudad homónima de la prefectura de Ibaraki el Kashima.

El Katori fue comisionado el 20 de abril de 1940, resultando hundido el 18 de febrero de 1944, tras encajar primero un torpedo durante la Operación Hailstone, para horas después ser alcanzado repetidamente por el acorazado USS Iowa (BB-61).

El Kashima activo desde el 31 de mayo de 1940, sobrevivió al conflicto y se rindió intacto en Kure. Fue usado para repatriación de personal militar de su país durante 1946 rindiendo este servicio unas 13 veces. Posteriormente en 1947 fue desguazado.

El Kashii, activo el 15 de julio de 1941, fue hundido por ataque aéreo el 12 de enero de 1945 tras realizar una escala en Qui Nhon, en aguas de Indochina, cuando escoltaba a un convoy desde Singapur.


Katori

 


Kashima

 


Kashii

 


Características de la clase
Desplazamiento 5.890 toneladas, 6.180 en pruebas.
Eslora 129,77 metros
Manga 15,95 metros
Calado 5,75
Armamento
·4 cañones de 140 mm
·2 cañones de 127 mm
·4 cañones antiaéreos de 25 mm
·4 tubos lanzatorpedos de 533 mm en dos montajes dobles
Propulsión Sistema mixto de 3 calderas Kanpon y motores diésel, 8.000 CV (6.000 kW), 2 turbinas, 2 hélices.
Velocidad 18 nudos
Autonomía 9.000 millas náuticas a 10 n (17.000 km a 19 km/h)
Tripulación 375 tripulantes
Aeronaves Un hidroavión triplaza Kawanishi E7K


Clase Agano

 


Estos cruceros de 7.895 t fueron desarrollados por el diseñador naval Fokuda a partir de las experiencias recopiladas del crucero ligero Yubari y llevadas al plano en 1930, fueron materializados a partir de 1940 con la botadura del Agano.
La clase Agano fue creada con el objetivo de ser usados como naves líderes de flotillas de destructores denominadas Sentai. Pertenecía a esta clase los cruceros Agano, Noshiro, Yahagi y Sakawa.
El Agano, Yahagi y el Sakawa fueron construidos en Sasebo y el Noshiro en Yokosuka.

El Agano fue asignado el 31 de octubre de 1942 y hundido por torpedeamiento cerca de Truk el 15 de febrero de 1944 por el USS Skate.

El Yahagi lo fue en diciembre de 1943 y se perdió el 7 de abril de 1945, junto al acorazado Yamato camino a Okinawa.

El Noshiro fue asignado el 30 de junio de 1943 y se hundió impactado por bombas en noviembre de 1944.

El Sakawa (el último de la serie) fue asigonado en noviembre de 1944, siendo la única unidad sobreviviente al conflicto. Terminó sus días el 1 de julio de 1946 durante las pruebas atómicas americanas de julio de 1946.
Resultaron ser navíos de línea estilizada, de construcción más bien robusta a pesar de su tonelaje, aunque pobremente armados. Su mayor fortaleza era su agilidad marinera y su excelente velocidad de 35 n. Su capacidad torpedera de 8 tubos lanzatorpedos de 610 mm en montajes cuádruples Tipo 92 tan sólo los igualaba a la potencia de un destructor. Estaban dotados además de dos aviones de exploración Aichi E13A1 que podían ser lanzados desde una catapulta. Poseían artillería ligera montada en torres dobles Tipo 98 de 100 mm.


Agano

 


Noshiro

 


Yahagi

 


Sakawa

 


Características de la clase
Desplazamiento 6.652 t estándar 7.590 t a plena carga
Eslora 162 m
Manga 15,2 m
Calado 5,7 m
Blindaje 60 mm en el cinturón 20 mm en cubierta
Armamento
·6 cañones de 155 mm en montajes dobles Tipo 41
·4 cañones de 76 mm
·32 cañones de 25 mm tipo 96 AA
·8 tubos lanzatorpedo de 610 mm
16 carga de profundidad
Propulsión 4 hélices Gihon
6 calderas Kampon Potencia 100.000 hp
Velocidad 35 nudos
Autonomía 6.000 millas náuticas 18 nudos.
Tripulación 805
Aeronaves 2 hidroaviones Equipamiento de las aeronaves 1 catapulta


Clase Ōyodo

 


El Ōyodo fue un crucero ligero (más tarde pesado) de la Armada Imperial Japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, bautizado por el río homónimo de Kyūshū. El Oyodo fue proyectado en 1938 como un crucero líder conductor de flotillas para misiones Sentai de la Rengo Kentai. El Ōyodo fue construido en Yokosuka y botado el 2 de abril de 1942. En el momento de ser botado, el Oyodo presentaba algunas similitudes con la Clase Agano, en especial las líneas del casco. El Ōyodo fue proyectado en su diseño como crucero portahidroaviones, y además antiaéreo, en esto último destacó por su alta cadencia de tiro; pero por otro lado no hubo resultados ya que el tipo inicial de aviación embarcada, los Kawanishi E15K1 no fueron embarcados destinándose dos aviones de reconocimiento tipo Aichi E13A1 emplazados a popa, además el hangar fue modificado para otras funciones. El Ōyodo empleó la proa en forma de bulbo, que con sus 110.430 HP le permitían alcanzar los 35 n. siendo una unidad muy rápida en maniobras. El Ōyodo no portaba tubos lanzatorpedos, siendo esta característica técnica distintiva del resto de cruceros.
El Ōyodo entró en servicio el 24 de julio de 1943, siendo enviado al atolón de Eniwetok y luego enviado a Truk. Prestó servicios de refuerzo de tropas en Kavieng (Nueva Irlanda) y Rabaul a comienzos de enero de 1944 como crucero insignia al mando del vicealmirante Jisaburo Ozawa siendo asignado a la 3ª Flota de la Rengo Kentai. El 20 de octubre de 1944, es asignado a la fuerza de distracción del almirante Jeizaburu Ozawa durante la Operación Sho Ichi Go, dentro del contexto de la Batalla del Golfo de Leyte siendo el único navío en transportar aviones de reconocimiento. Participa en la Batalla de Cabo Engaño, el 25 de octubre de 1944 y asiste al sentenciado portaaviones Zuikaku, dañado gravemente, transbordando al vicealmirante Ozawa y parte de su tripulación junto con el retrato del Emperador, antes de que el portaaviones se hunda con el resto de su tripulación. El 6 de febrero de 1945, el Ōyodo participa junto a los acorazados Ise y Hyuga en el retiro de material básico esencial desde Singapur. Durante la retirada de este puerto sufre varios ataques de submarinos que el Ōyodo logra esquivar sin daño, arribando a Kure el 20 de febrero de 1945. Anclado en Kure, el 19 de marzo de 1945. es alcanzado por al menos tres bombas de 250 kg, lanzadas por aviones estadounidenses SB2C Helldiver durante el primer ataque a esta base. El Ōyodo comienza a hundirse, es remolcado de urgencia y encallado en la base naval de Etajima. El 25 de julio de 1945, es nuevamente atacado por bombas. El daño compromete la flotabilidad del navío y este se hunde en aguas de bajo fondo.


Ōyodo

Imagen


Características de la clase
Desplazamiento 9.980 t. 10.417 a plena carga
Eslora 192 m
Manga 16,6 m
Calado 6,1 m
Armamento
·6 cañones de 155 mm en dos torres triples (inicialmente)/ reemplazados con 4 de 203 mm
·8 antiaéreos de 100 mm en montajes duales
·12 Tipo 98 AA de 25 mm.
Propulsión seis turbinas de vapor Kampon de 110.430 CV, 4 hélices
Velocidad 35 nudos (64 km/h)
Autonomía 10.315 millas náuticas a 18 n. (18.500 km)
Tripulación 910 hombres
Aeronaves 2 hidroaviones de reconocimiento Tipo 0.




 





FUENTES

Wikipedia
Richard Humble. "La flota de alta mar japonesa". Colección El siglo de la violencia. Ediciones San Martín.
Bosamar.com
1y2gm.com/t949-armada-imperial-japonesa
hush.gooside.com
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