en medio del Atlántico no es fácil conseguir ayuda de ningún tipo, y yo además soy de los que leen mucho y escriben poco. Así que después de mucho aprender de los errores que otros han cometido, tengo desde no hace mucho un SH5 estable, atractivo, algo vintage, y no puedo dejar de decir (gritar) que está siendo una gozada. Sé que la mayoría lleváis muchos meses de descubrimientos pero para mí, aunque sea a mediados de 2013, están siendo verdaderos happy days.
Quería compartir lo sucedido el día 27/06/1940 mientras patrullábamos en el sector AL98, casi en el borde del área designada y en uno de esos días en los que uno no sabe a quién quiere hacer caso, si al ansia de gloria o al indicador de combustible. Tenemos algo menos de cinco horas hasta el posible encuentro con un contacto del hidrófono sin gastar demasiado. Vamos a intentar hacer caso a ambas, pero mientras llegamos voy a contar lo sucedido.
9:10 horas, una mañana perfecta. Me avisan desde arriba de un jirón de humo justo sobre la proa. Ordeno acelerar a dos tercios y dejo pasar un cuarto de hora por si aparecen señales de mas buques. Nada. Parece otra embarcación solitaria como la nuestra.
9:50 horas, la silueta de un enorme buque se va agrandando a una velocidad asombrosa. No sólo viene directamente hacia nosotros sino que lo hace a 18 nudos. Ni siquiera a la altura de Trondheim los acorazados británicos iban con tanta prisa. Decido sumergirme antes de que nos vea. Mientras se acerca y voy consiguiendo un poco más de ángulo, se empieza a ver poco a poco la silueta panzuda y las dos enormes chimeneas por el periscopio. Dejo mirar a mi segundo quien, sin dejar de abrazarlo, me dice: "No se lo va a creer Capitán, pero tiene que ser el Mauretania".
Me dan ganas de abofetearlo. Además de tener cuatro enormes chimeneas en vez de dos, al Mauretania lo desguazaron hace 4 o 5 años, no recuerdo. Pero mientras pienso qué le ha hecho decir tal estupidez recuerdo que la Cunard quería sustituirlo rápidamente por otro navío de linea similar. Sólo a un inglés se le ocurriría ponerle el mismo nombre. Mientras intento imaginar cómo puede estar cruzando este océano infernal un buque en cuyos salones forrados de mármol se escuchan suites de piano antes de la cena, me sacan de mi ensimismamiento: "Está virando".
¿Cómo es posible?. Llevará toda la noche navegando en linea recta y tiene que establecer un nuevo rumbo justo delante de nosotros. De una cosa estoy seguro: el sol no está muy alto y lo tengo detrás. No vira por habernos visto, sino por una corazonada de quien esté ahora en el puente. Seguro que no es alguien a quien hayan puesto por falta desesperada de oficiales como es mi caso. Hay que reaccionar antes de que se nos eche encima: motores hacia atrás a media marcha y a esperar a que nos ofrezca su otro costado.
10:34, ya no queda ninguna duda. Se ha acercado más de la cuenta al virar y casi no lo encuadro completo en el periscopio. Es de una belleza increible, todo pintado del mismo tono de gris, aunque ahora no lo pueda ver del todo bien. El giro forzado me ha puesto totalmente frente al sol y veo poco más que una silueta oscura. ¿Qué tendrá, 180 metros, 200?. Más que suficiente para no fallar aunque no hayamos tenido tiempo para planes de ataque. No llevo demasiado tiempo en el mar y me gusta pensarlo todo bien, justo lo contrario que mi primer oficial, un tipo atropellado, temerario y sin escrúpulos.
Mientras esperamos las detonaciones de los dos torpedos que acabo de ordenar lanzar, pienso en el destino de los cientos de ocupantes. Unas semanas más tarde, durante un desayuno en la base de San Nazaire, me enteraría de que llevaba tropas australianas, además de munición y pertrechos. ¿2000, 3000 soldados?. Salones de baile y camarotes de lujo llenos de hamacas y literas. En esos momentos no estaba seguro, como tampoco sabía que era uno de los buques de linea más grandes y rápidos del planeta. Sólo sabía contar los segundos.
10:37, el primer torpedo acierta entre las dos chimeneas.
10:38, el segundo lo hace cayendo un poco más hacia la proa y con una detonación sorda, extraña, defectuosa.
10:49, esperamos a que aminore un poco su endiablada marcha, a nadie se le ocurriría pensar que después de dos blancos tan abajo pueda seguir a esa velocidad. Así lo espero porque estamos casi detenidos y si no hemos conseguido frenarle vamos a tener que comenzar una persecución en superficie. Por una parte estoy radiante por dentro pensando que usar un torpedo más no es excesivo en un objetivo como éste y me dispongo a ordenar ir llenando el tubo 3, pero en ese momento dos explosiones lejanas pero enormes me sobresaltan.
La primera ha hundido varios metros la proa de una sacudida.
La segunda lo ha partido por la mitad. No hay palabras para describir cómo se levanta la popa y se sumerge el centro. Son las 10:52, no han pasado ni 15 minutos desde los impactos y la sección central, que es tan grande o más como el edificio donde solía vivir en Münich, vomita toneladas de hierros, alimentos, ropa, munición y seres humanos directamente al mar. 35000 toneladas que rapidamente son tragadas por la oscuridad.
No estoy tan loco para acercarme más, mantengo el submarino parado. Tampoco espero que aparezcan otros barcos, no creo que les haya dado tiempo a enviar ninguna llamada de auxilio y en caso de que lo hubieran hecho, estamos en medio de la nada. En la superficie, el humo es tan negro que lo único que puedo ver es la popa cada vez más arriba.
11:06, me retiro del periscopio para anotar todos los detalles mientras los suboficiales se pelean por mirar un instante. Están fuera de sí y creo que aún no saben lo que acabamos de hundir. Sólo he ido a coger el diario y al volver a la sala central puedo ver que ya no queda nada sobre el agua, sólo aceite, restos de la cubierta y decenas de personas braceando. Dejo que sigan mirando. Mientras garabateo todo lo rápido que puedo, pienso que estos han sido los dos torpedos más rentables de toda la campaña. Si no hay necesidad, intentaré no disparar el del tubo 3 que también parecía reservado para el Mauretania. Tenemos que tener mucha suerte si encontramos algún barco más antes de que los números del ingeniero nos digan que hay que regresar.
El nuevo Mauretania en la realidad continuó transportando tropas y enseres militares hasta septiembre de 1946. Después de esa fecha y hasta 1964 volvió a ser un crucero tricolor al que se le reformó toda la cubierta para los numerosos viajes que aún le quedaban por hacer entre Nueva York y Southampton.
Sin embargo, en esta patrulla encontró su final a manos del U-21, que no es un mal submarino por el momento.
En este post http://24flotilla.com/foro/viewtopic.php?f=1&t=30041 he leido con mucho interés lo sucedido al Aquitania, un primo hermano del antiguo Mauretania. Éste último tenía por cierto 240m. de eslora, debía ser impresionante. Hundir una máquina así me ha parecido un buen motivo para contarlo y dejar unas fotos del barco real.
Un saludo y buena proa.
*Es es pequeño de arriba.
