"C" por Catherine (II)

Espacio dedicado a aquellos comandantes que gusten de escribir y leer relatos sobre submarinos y aventuras marineras.

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Tigre del Mar
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"C" por Catherine (II)

Van a cumplirse casi cuatro horas desde que despegamos, prácticamente nada comparado con las largas patrullas oceánicas de búsqueda o escolta, donde hemos llegado a estar 18 y hasta 22 horas en el aire. Mientras el piloto automático guía la nave hacia el siguiente punto de trayectoria, estoy repasando las notas tácticas de la misión, pero miro la tablilla distraídamente, sin comprender lo que leo. Estoy furioso conmigo mismo, quizá por la desproporcionada bronca que le he metido a Evans, el artillero de estribor, cuando le he visto antes de subir a bordo con la “Mae West” sin ceñir. “ ¡¡ Estúpido novato!!- he gritado- ¿aún no sabes que aquí se vuela sobre el agua? ”. Evans me ha mirado con esos ojos tímidos y brillantes que llenan su rostro de diecinueve años, un rostro aún sin marcar por el horror y la fatiga de la guerra, y se ha ajustado precipitadamente el chaleco salvavidas. De sobra sé que no es la manera correcta de actuar en un buen comandante de tripulación, y que frases así tiran por tierra meses de entrenamiento moral de estos jóvenes muchachos; hasta Lawly, que me conoce desde hace mucho, se me ha quedado mirando con expresión de asombro. Todos ellos confían en mí sus destinos, a ojos cerrados, y lo menos que esperan de su patrón es verlo ejercer el mando con eficiencia y sin aspavientos.

- “Tú no sabes lo que es morir ahogado, Evans, infierno y mierda! “

No se ha escuchado ni una exclamación, ni un murmullo en el aparato cuando, después de despegar, he comunicado el objetivo de la misión por el circuito interno de comunicaciones, una señal inequívoca de su moral y su decisión, acaso mezclada con el inevitable amago de miedo que sentimos todos.

- “Dos minutos para punto de trayectoria, Patrón” – me advierte Mac Duff.

Empuño los mandos, poso mis pies sobre los pedales del palonier y desconecto el piloto automático. Los cinco aparatos de la formación - ¡ sólo cinco tripulaciones disponibles de un total nominal de quince! – se separan, cada uno rumbo a la cuadrícula de búsqueda asignada. “G”, el avión de Allen, nos desea buena suerte mediante la luz de señales, pues a partir de ahora, dentro del alcance preciso de los radio-localizadores alemanes, es necesario mantener estricto silencio de comunicaciones, salvo avistamiento o emergencia.

Ordeno intercambiar los puestos entre los operadores de radio y radar, ya que nada hay más hipnotizante que observar durante mucho tiempo la pantalla catódica del A.S.V., hasta el punto de correr el riesgo de perder un contacto por exceso de concentración, un leve “blip” que aparece y desaparece en un segundo en un extremo del detector y que revela al escurridizo enemigo que ha asomado en la superficie oceánica...

5.000 pies, a régimen de crucero, silencio a bordo y eterna cantinela de los cuatro motores. El mar que diviso es monótono, siempre es terriblemente monótono durante una misión, inmenso, eterno, nada más que una eterna planicie ondulada, un campo de batalla, un vasto cementerio... son esas olas que ahora me parecen grises, esa masa oscura donde sueño enemigos, donde se ocultan moles de acero y zumbidos que llevan la muerte. Yo jugaba con las olas con aquel biplano, iba rápido, rápido, saltando de isla en isla, y el océano era luminoso y repleto de brillos de espuma. Así era antes, Catie, te lo contaba con la cabeza apoyada en tu regazo, y siempre me sonreías y me besabas, porque volar era mi pasión y mis alas siempre me llevaban de vuelta a tus brazos, porque volar sobre el mar era sinónimo de luz en nuestro hogar, alegrías compartidas entre los dos, tú eras luz y yo sonido...

-“No dejarse abatir, eso ahora no importa. Arriba...¡siempre arriba! Ir y volver, ir y volver, por ti, por los chicos...vamos, vamos, VAMOS!, abre bien los ojos”-intento salir de mis ensoñaciones-. He apretado con demasiada fuerza los mandos, el aparato da un tumbo, mucho más que un bache. Silencio instantáneo en el canal interno, porque el Patrón siempre es suave, suave en sus evoluciones; para mi tripulación, siempre ejecuto suave, incluso aquella vez que atacamos aquel submarino que, obligado a emerger por nuestro primer ataque, nos respondió con todo el vigor de su antiaérea. Hábil y letal, como nos comunicó felicitándonos al anochecer el “Air Marshall” Slessor, mandamás de mandamases del Mando Costero, a través del telegrama enviado a la base.

Inevitablemente, las protestas desde cola:

-“Hey, ¿que pasa?. No veo nada...”- son los artilleros laterales.
- “¿Tenemos algo, qué tenemos?”- el acento escocés de El desde la torreta de popa resuena característicamente en los auriculares.

- “Mantengan observación. Y continúen atentos” – se me adelanta Lawly llamando al orden.

“Elmer, hoy sí, hoy duro”. No podría decírselo en canal abierto, ni mucho menos, y tampoco a la cara, nunca jamás. Llevar a El ahí detrás es como hacer que los peores deseos y los mejores recuerdos sean transportados simultáneamente por la barca de Caronte hacia el infierno, con la diferencia de que el infierno nunca conoció la inconsciencia ni la crueldad de una mente joven girando el colimador sobre unos botes salvavidas, ni oyó dentro de sí nada más que el tableteo de cuatro Browning de 7,7 mm tirando sobre hombres indefensos flotando en el agua. Aunque eran alemanes. Aunque eran Hartensteins.
Combatir y volver a la base, patrullar y volver a la base, escoltar y volver a la base...esa es su vida, la vida de mi tripulación. Quisiera asegurarlo, pero, hoy ...¿qué me diferencia de Harsh o de El, aunque por diferentes motivos?.

- “Veintidós “boost” en admisión del Tres. Ajustando”- me anuncia inútilmente el copiloto mientras manipula el paso de admisión.

¿ Acaso no vamos todos hacia el abismo y el olvido? ¿Acaso no somos todos tripulantes en aire, superficie y bajo el mar de un ingenio sin sentido? Cada vez soporto menos ese ansia de sangre y sin embargo ya no veo sangre, sólo los besos de Catie, treinta y seis diales en un panel negro frente a mi, un avión de combate repleto de armamento que debo regresar a la pista de hormigón...hacia un hogar vacío.

Nueve décimos de nubes frente a nosotros y con la costa danesa a estribor, con la “Luftwaffe” siempre atenta...

“Abrid mucho los ojos” –ordeno. La capa de nubes oculta el horizonte y entiendo inmediatamente que no tendremos más remedio que descender bajo ella, a pesar del radar, si queremos tener una oportunidad de ataque real: desde aquí arriba no divisaremos nada y somos blanco perfecto para cualquier JU-88 despistado que haya despegado en cobertura de nuestro blanco.

-“Mac, vector para cuadrícula” –pido al navegante.
- “Cero, dos, cero” me responde inmediatamente.
- “Roger, Mac. Prevenidos para visibilidad cero” – anuncio a la tripulación. Esta vez vamos en serio y no quiero más sobresaltos, sólo concentración.

Sumerjo a “C” en la algodonosa y luego blanquecina- gris masa de nubes bajas. Zumbidos eléctricos nerviosos de la torrecillas girando, escrutando la blanca niebla del Mar del Norte.

En ese momento, “Grumpy”, ahora a cargo de la radio, nos abre la comunicación desde el centro coordinador del Mando Costero:

- Hola “Boxer Charlie”, aquí DARKIE, aquí DARKIE, “Boxer Leader” en cuadrante cincuenta y dos y arriba.¡ Todos, todos! – transmite con voz de imperativa urgencia: Es la señal convenida de ataque sobre un contacto submarino en superficie, probablemente descubierto por el “Squadron Leader” Allen, a juzgar por el indicativo. Mi pie izquierdo empieza la mecánica presión sobre el palonier y Lawly ya aferra los mandos para trazar hacia babor cuando...
- “Patrón, A.S.V. Dos contactos, marcación uno, cuatro, cuatro, distancia cinco millas”
- “¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Están ahí al lado, maldición... ¡Precisamente ahora! ¿se han separado? ¿hay más barcos alemanes ahí? ¿qué hacer?- ruedan preguntas dentro de mi cabeza.

Nihil nos effugit. Catie. Un submarino alemán...

Bajando hacia el mar, saco a “C” de las nubes , abajo, muy abajo, proa al noreste... están tan cerca, y sin embargo...

El exclama por el intercomunicador desde popa –“Listos para la acción, Patrón, las “chicas” están calientes”

-“Vete al diablo”- le deseo mentalmente medio en serio medio en broma. Mucho más en serio de lo que el sabrá nunca, más suerte de la que me deseo a mí, aquí, clavado en el “cockpit”, el famoso puesto de mando... “Tú , tus termos y tu juventud ¡cómo te envidio!...¡a tus armas, El!”

Bajo el velo de los estratocúmulos que casi rozan la superficie del océano, dirijo a “C” hacia el contacto del radar.
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Haddock
Bootsmannsmaat
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Nada, qu me tienes muy admirado ( y no por lo del wisqui y las chicas, que teneis las que quereis en la RAF, lo se) sinó por tu forma de escribir: me encanta!!!
Por cierto, cuando pases por encima del barco tíranos habanos, que andamos justos!!!
Un abrazo
Mix-martes86
Könteradmiral
Könteradmiral
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Registrado: 16 Jul 2004 19:15

Esto es casi como los coleccionables del quiosko, siempre estas impaciente por ver el siguiente numero. :D :wink:
Navegando las tormentas como mejor se puede.
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