

Honor y gloria; por Paloma López Barrioluengo
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1 Junio 12 - - Paloma López Barrioluengo
Durante el despliegue de las tropas españolas sobre el Rif, el Regimiento Alcántara, glorioso y memorable, deja escrito en los libros de la historia militar española una de las acciones más heroicas de nuestro Ejército. Los hechos tuvieron lugar el verano de 1921 durante la denominada Campaña de África de 1920 a 1922. Pocos días antes, los rebeldes rifeños emprendieron un ataque sobre las líneas españolas. Nuestras tropas, exhaustas, fueron incapaces de frenar los ataques de las harkas rifeñas. Uno de los primeros en caer fue el general Silvestre, jefe de las tropas españolas en la zona. Cunde la voz de alarma y se da la orden de retirada. Las posiciones se abandonaron sin el debido orden y protección, lo que provocó un ansia de destrucción por parte de los rifeños. Hostigaban y atacaban las columnas desde las alturas dominantes, que, indefensas, sufrieron grandes bajas, lo que causó una gran desmoralización.
Cuando el 22 de julio, el Regimiento de Caballería Alcántara, desde el campamento de Drius (cercano a Annual), divisa la columna, que procedente de Annual se retiraba con desorden y debilitados, decide establecer el orden perdido, optando por cubrir los flancos y retaguardia de las columnas, ocupando, incluso, sucesivas posiciones. Se vieron en la necesidad de escoltar la evacuación de los numerosos heridos, proteger el repliegue, e incluso, atacar a los rifeños, que no cesaban en su hostigamiento. Los componentes del Regimiento Alcántara, a lomos de sus inseparables y fieles caballos, efectuaron innumerables cargas contra el enemigo. El cansancio hacía mella tanto en los animales como en sus jinetes, se había cargado al principio al galope, más tarde al trote y finalmente al paso por incapacidad manifiesta de los caballos, sometidos junto a los soldados a un esfuerzo excepcional. Pero ni el teniente coronel D. Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, al mando del Alcántara, ni sus soldados se rindieron. Lucharon hasta morir en beneficio del resto de compañeros. De los 691 efectivos del Alcántara que participaron en estas acciones, sólo 74 sobrevivieron a la gesta.
La posibilidad de la muerte cercana no mermó ni un ápice su voluntad de servicio a España, ni el espíritu de sacrificio de todos sus soldados; su heroica actuación supuso el claro ejemplo del límite humanamente insuperable de la acción de la Caballería. A pesar de su heroico comportamiento, el Regimiento de Caballería Alcántara nunca fue recompensado con la concesión de la corbata de la Real Orden de San Fernando.

Los componentes del Arma de Caballería tienen siempre presente su ejemplo. Desde el año 1931, una obra del reconocido escultor Mariano Benlliure, costeada por suscripción popular entre el personal de este Arma, está emplazada ante la puerta de la Academia de Caballería en Valladolid. En ella se representa a cinco jinetes ataviados con los uniformes de los distintos Institutos a que ha pertenecido este Regimiento. Con ello se quiere rendir permanente homenaje a aquellos que sirvieron en este glorioso Regimiento.
El camino seguido para tan esperada concesión no ha sido fácil. A petición de su coronel jefe, se inicia en diciembre de 1921 el expediente para la concesión de la Laureada. La espera ha sido larga, a pesar de que el juez instructor del expediente ya había concluido de forma positiva el mismo en febrero de 1933, afirmando «que en pocos casos, como el presente, está tan claro el derecho a tan preciada recompensa».
La Laureada de San Fernando tiene por objeto honrar el valor heroico de las Fuerzas Armadas Españolas por acometer acciones extraordinarias, siempre al servicio de España. Honor y gloria a los jinetes del Alcántara, que en el campo de batalla supieron sacrificarse en beneficio de sus compañeros de armas.






