Aprovechando un dia sin nubes y temperatura agradable, típico del final de la canícula peninsular, me acerqué, acompañado por mi esposa, a la costa vasco-francesa.
Las altas temperaturas y los penetrantes rayos del astro rey, nos empujaron a las playas de Biarrizt.
Para quién no las conozca, les diré que aquí las playas son abiertas y como las autoridades son permisivas, abundan los espacios nudistas.
También diré que las zonas nudistas francesas, son muy frecuentadas por españoles ansionsos de emociones fuertes. Algunos hasta participan despojandose de sus taparrabos.
Estabamos disfrutando de la panorámica, cuando una esbelta hembra, de cabellos plateados que le cain sobre los hombros, se levantó y avanzó pausadamente hacia la orilla del mar. Sus desmedidas tetas se mecian suavemente- arriba,abajo- , al ritmo de su andar. Debajo del ombligo lucia una espesa mancha rubia, que semejaba un enjambre de abejas alrededor de una raya de miel.
Avanzaba fingiendo ignorar la expectación que levantaba.
Los varones franceses - minoria- miraban con disciplinente indiferencia.
Los varones españoles - gran mayoria - la seguian con la mirada, los cuerpos tensos en actitud de saltar, los ojos parecian salir de sus orbitas, la boca entreabierta, la lengua colgante y una viscosa salivilla se deslizaba por sus barbillas.
La joven, ajena a todo, se acercó a la orilla, levantó dulcemente un pie, introdujo los dedos en el agua y levantando la cabeza y extendiendo los brazos al cielo, exclamó :
!!! Hooo ¡¡¡ !! La Mer ¡¡
17 españoles murieron en el tumulto.