Hace muchisimo tiempo, en un mundo paralelo al nuestro existió un gran reino, Tamriel, dividido en ocho provincias, Hammerfell, Skyrim, Morrowind, Black Marsh, Elsweyr, Valenswood, Summerset y Cyrodiil. En ésta última se encontraba la imponente Ciudad Imperial, capital del Reino, y maravilla del mundo conocido.
Estas son las aventuras que corrí yo, Meleagrant, Bretón de nacimiento y descendiente de una antigua casta de magos, que por los dioses, o por el azar del universo, me topé con la aventura más fantástica de cuantas hayáis oído, y que habría de cambiar para siempre el destino de Tamriel, junto con el mío propio.
Poco recuerdo de los sucesos que me llevaron a aquella oscura, húmeda y fría celda, pero sí que estoy seguro de que es obra del destino que me encerrasen, de entre todas las celdas de la prisión imperial, justo en aquella. Tuve que soportar las mofas sobre mis perspectivas de futuro, poco acogedoras, de mi compañero de penurias, encerrado en la celda contigua a la mía
No es de extrañar, pues, que me quedase anodadado al ver entrar al emperador en persona con tres de sus temidos "cuchillas", su guardia personal.
Y más anodadado me quedé cuando, tras empujarme a un lado, uno de los cuchillas abrió un pasadizo secreto, accionado mediante un resorte en un falso ladrillo.
Continuará en este mismo post...