Escuela Naval de Memel

Espacio dedicado a aquellos comandantes que gusten de escribir y leer relatos sobre submarinos y aventuras marineras.

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Escuela Naval de Memel

Hay multitud de historias que circulan de boca en boca por la 24ª flotilla, acerca de las andanzas del comandante que suscribe, y en las que no siempre sale airoso. Les aseguro que la mayoría son falsas, fruto de mentes de imaginación calenturienta que se dejan llevar por la aureola de glamour que irradiamos ciertas personas, sobre todo los que alternamos con la high society de varios países, acudimos a recepciones de Jefes de Estado, y, para más inri, jugamos al tenis de coña. Las historias verdaderas acaecidas en el transcurrir de su exitosa vida al insigne comandante Eskivoski jamás verán la luz pública. Pero hay algunas, como la presente, a las que el tiempo relativiza. Y si bien su conocimiento público cuando sucedieron podían haber supuesto la penal capital, hoy no dejan de ser pícaras aventuras. La que sigue es una de ellas...


Para aquellos que no lo sepan, el comandante Eskivoski ingresó en edad tardía en la escuela naval, debido a sus previos estudios de idiomas en el extranjero, en los que se incluyeron prácticas, especialmente de francés y griego. Famosa fue su llegada, por el altercado provocado al tomarle los datos de filiación. Un marinero le preguntaba sus datos:
- ¿Nombre?: Eskivoski.
- ¿Edad?: 19 años.
- ¿Ciudad natal?: Berlín.
- ¿Sexo?: Enorme.
Todavía resuenan las carcajadas en el atrio de entrada. Estuvo a punto de ser expulsado antes incluso de ingresar.

En la Escuela Naval Superior de Oficiales de Memel coincidió con un muchacho algunos años más joven, pero que ya en aquel entonces destacaba por sus cualidades innatas para el mando: Defcon. Eskivoski y Defcon congeniaron prontamente, a pesar de lo distintos que eran. Defcon era dos palmos más alto que Eskivoski. En general, el tiempo libre que les dejaba el estudio era aprovechado por cada uno de manera bien distinta: Defcon organizaba torneos, campeonatos, etc, mientras que Eskivoski se abandonaba a viciosas juergas desenfrenadas, que alcanzaron gran fama en la ciudad por su magnitud.

Cierto día que se publicaron las notas de un examen, y que Eskivoski aprobó raspado y copiado, como siempre, se encontró a un Defcon cabizbundo y meditabajo, pues había sacado sólo un notable, lo que, según él, significaba una mancha negra en su expediente. Para salir de su abatimiento, propuso a Eskivoski que lo llevara esa noche a una de sus fabulosas jaranas.

La salida nocturna consiguiente comenzó por la cantina de Helga. Nada más entrar, Helga se acercó.
- Eskivoski, no me organices otra como la última, que casi me cierran el local- Helga se inclinó para darle un cariñoso beso, mostrando un hermoso canalillo, ante el que el jovencito Defcon quedó extasiado.
(- Defcon, coño, disimula un poco, joder, que te has quedado bizco- le susurró Eski )
- No te preocupes, Helga, que hoy tengo otros planes. Aquí sólo arrancaremos y nos llevaremos mi habitual petaquita de cinco litros. Por cierto, este compañero imberbe que me acompaña se llama Defcon. Aunque lo veas casi un niño, ya verás como en pocos años llegará a ser Comandante en jefe de su propia flotilla- Las palabras de Eski provocaron que su compañero se sonrojara, pero luego se demostraron proféticas.
- ¿Qué van a beber, lo de siempre?
- Hoy no. Este chico no tiene rodaje para ello. Hoy tomaremos dos cogines de vowhi.
(La bebida favorita de Eskivoski, el liquor de flujo femenino con uranio-235, según estadísticas del Instituto Kaiser Wilhelm, habían producido más bajas al mando de submarinos que los destructores de la pérfida albión, por lo que en marzo de 1943 fue prohibido su consumo y venta)
- Ahora los traigo- Helga se marchó, con un remeneo de culo igualito que el de Sofía Loren, y que años más tarde dio lugar a la letra del famoso villancico:
En el portal de Belén
ha entrado Sofía Loren,
ha movido las caderas,
se han corrido los pastores.
Defcon preguntó que qué bebida era aquella, cogín de vowhi.
- No preguntes, limítate a disfrutarla, si puedes. Te remontará el espíritu (el Cogín de vowhi, en realidad, era un juego de palabras: COgnac, GINebra, VOdka y WHIsky).
Después de tomar sus libaciones, y con Defcon ya con un color arrebolado en su semblante, el ánimo más alegre y el habla más pastosa, tomaron la petaca de 5 litros y se dirigieron a un local famoso por sus espectáculos en vivo, donde el comandante Eskivoski era el cliente más asiduo, si bien no el mejor recibido, por la imparable acumulación de escándalos.
Estaban en plena representación de una muy particular batalla naval, en la que una hembra potente, tipo valquiria, de gran parecido físico con Marina (ver Hazañas de Eskivoski, en la zona de descargas), con dos tetas como melones de Villaconejos, azotaba a un maromo desnudo con sus dos trenzas rubias, recias, antes de la coyunda. A Defcon, afectado ya por litro y pico del brebaje, le entraron en ese momento unas ganas irrefrenables de gastar una bromita.
- Eski, venga. Vamos a armar una buena trifulca, de esas que a la mañana siguiente corren como reguero de pólvora en la escuela.
- Está bien. Pero esto es peligroso. Ponte a mi lado y no te separes por nada.
Descojonándose de la risa por lo bajini, se dirigieron despacio a la salida y después de haber traspasado la gruesa cortina roja de entrada gritaron al unísono: ¡¡¡FUEGO!!! ¡¡¡FUEGO!!! Y salieron a todo lo que daban sus piernas, que no era tampoco mucho, pues se tropezaban con el alcohol.
- Eski, espera, para un momento para ver que pasa.
- Déjate de coñas. En menos que canta un gallo tenemos aquí a la Policía Militar y detendrá a todo el mundo. Corre.
Después de haberse alejado varias manzanas, y ya a distancia segura, aflojaron la marcha. Vieron pasar varios furgones policiales y de bomberos, y escucharon una enorme algarabía, producida por la confusión de la parroquia del local amontonándose y empujándose para salir por todas las puertas e incluso ventanas. A resultas de aquello, el local quedó destruido, por lo que el dueño levantó en el solar una tienda de comestibles, actividad más pacífica y menos expuesta a los desmanes de "esos gamberros de marinos".
Después se dirigieron a un garito, en el que dos horas bastaron para desplumar a Defcon de su magra paga mensual, y para que Eskivoski, habilidoso tahúr donde los haya, consiguiera aumentar su capital de forma tan sospechosa que fue invitado firmemente a abandonar el tugurio.
Sentados en el banco de un parque, Eskivoski le contó a Defcon que había estado en la tuna de su ciudad natal. Numerosas mujeres engrandecieron en esa época el apodo con el que fue conocido: el raticida, por que siempre estaba echando polvos. Claro que las intimidades no las contaba nunca, que Eski es muy caballero. Aunque ya se sabe: lo cortés no quita lo caliente.
Cuando Eski acababa la narración de sus andanzas de pilluelo universitario, Defcon le propuso rondar en el balcón de una dama, que se veía desde el banco en el que se hallaban. Se dirigieron al jardín que había debajo, y con voz tonante, sonora y muy desafinada, arrullaron de amor a la doncella con esta canción:
Me subí a la verja, con la pinga tiesa,
y le dije: niña me la quieres ver.
- Con mucho gusto se la vería,
pero esas macetas no me dejan ver.
- ¡Qué coño macetas si son mis pelotas-
- ¡Ay madre del alma que me dice usted.
Se quedó aterrada y sobrecogida,
al ver las pelotas del muchacho aquél.
- ¡Qué tío, vaya pelotas!
¡Si parecen angelotes de los cuadros de Murillo!
- ¡Qué tío, vaya pelotas!
Y eso que lleva en el centro más que po...
lla es un martillo.
A los gritos de la mujer, que llamaba por teléfono a la policía, los rondadores desaparecieron en la oscuridad. Vieron pasar en dos coches al SD dos ostias y a sus chicos.
- Cuidadín, que si nos ven nos harán pupita.

Se retiraron hacia la escuela, en donde entraron furtivamente. Al pasar por delante del tablón de anuncios, Eskivoski tuvo un rapto de inspiración:
- Defcon, déjame un bolígrafo.
Y en una esquina, con letras mayúsculas y rectas para que no delataran su autoría, escribió:
"PROFESOR NATIVO DA CLASES DE LATÍN".

Al día siguiente, corrían rumores en toda la escuela naval sobre un comando del enemigo, que disfrazados de marinos alemanes había sembrado el caos en la ciudad, con incendios, saqueos, violaciones y otros estragos por el estilo. Por orden del director, se cerró el recinto a cal y canto ese domingo, de lo cual no se enteraron los dos protagonistas, pues estaban en sus dormitorios estudiando.
Invitado

¡Qué buenos recuerdos!! Me hago viejo, jajaja, pero todavía me rio cuando leo este relato.

Gracias Eski :D.

Un saludo.
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