Me gustan las historias de misterio y siempre me han atraido las de viajeros perdidos en zonas desiertas o paseantes que se desorientan y acaban en lugares desconocidos, solos, a la espera que algún buen "samaritan@" les ayude. Esta historia que os voy a contar ocurrió en Escocia durante el reinado de Jacobo VI (1566-1625).
Alexander Sawney nació a 13 kilómetros de Edimburgo, en el condado de East Lothian, hijo de una familia numerosa, su padre era campesino y su madre cuidaba de la casa. Tan pronto como creció trabajó con su padre, pero al ser un vago redomado, se cansó pronto y decidió largarse del pueblo. Poco tiempo antes habia conocido a una mujer de vida bastante alegre, Agnes Douglas, que le animó a buscar nuevos horizontes. Algunos dicen que se largaron del pueblo porque fueron pillados robando, pero esto no lo he confirmado.
Inician una larga travesía hacia el lado opuesto del país que les lleva hasta una agreste costa, allí encuentran una caverna donde deciden parar a descansar. Allí descubren que la cueva tiene casi 2 kilómetros de profundidad y que tiene una temperatura constante. Sería su hogar los próximos 25 años.
En estas agrestes y rocosas tierras de Galloway no habia mucho que llevarse a la boca, y en una de sus busquedas de alimento encontraron a un solitario viajero al que no dudaron en matar para robarle. Pronto descubrieron que éste seria un interesante medio para sobrevivir. El tiempo pasaba y llegaron los hijos, y la necesidad de comida iba en aumento. La solución la encontraron transportando a los pobres viajeros que asesinaban a su cueva para devorar todo lo aprovechable. Lo que no les servía era tirado al mar a escondidas durante la noche y a bastantes kilómetros de donde vivían. A veces el mar devolvia estos restos para gran horror de los lugareños.
El incesto estaba al orden del día, entre hermanos, madre-hijo, padre-hija, los pocos rasgos humanos que podían quedarles se esfumaron. Llegaron a tener 8 hijos, 6 hijas, 18 nietas y 14 nietos. Seguían viviendo en la cueva y dedicandose a lo mismo, los rumores empezaron a crecer, desaparecía cada vez más gente, y aparecían más restos en las playas, se habló de demonios, de manadas de lobos.... Incluso pobres posaderos, que se decía que mataban a los viajantes (la mayoría eran viajeros ocasionales por la zona) para robarles mientras dormían y enterraban el cuerpo para no ser descubiertos. Varios honrados dueños de posadas fueron ejecutados tras arrancarles confesiones utilizando la tortura. Ante esto muchas posadas cerraron, pues entre los posaderos cundió el miedo a ser los próximos, pues lógicamente las desapariciones no cesaban.
La zona se volvió aun mas desierta y el transito de mercaderes y viajeros se redujo mucho. La familia tenía que arriesgarse más, para seguir comiendo, debían atacar a grupos de 4 o 5 personas e incluso a jinetes a caballo, aunque nunca a más de 2 a la vez. Hacían una doble emboscada coordinada, una tras otra, para evitar que nadie saliera con vida. Eran muy cuidadosos y conocían bien el terreno.
Una noche un grupo de unas 30 personas regresaban de una feria cuando oyeron ruidos a bastantes metros delante de ellos, corrieron hacia alli y vieron un espectaculo grotesco. Un jinete se defendía desesperadamente con un sable y una pistola de una banda de atacantes de aspecto salvaje, cerca de alli yacía una mujer en el suelo (la esposa del jinete) cubierta de sangre y siendo devorada por algunos de estos atacantes. Al verse descubiertos y sorprendidos, el clan huyó hacía su madriguera cruzando un pequeño bosque.
El hombre, que era el primero que salía con vida de una emboscada de los implacables asesinos, contó a los recién llegados lo que había sucedido. Todos quedaron estupefactos y horrorizados ante su relato; le llevaron con ellos a Glasgow y pusieron el asunto en conocimiento de los magistrados de la ciudad, los cuales informaron inmediatamente al rey.
Cuatro días más tarde, Su Majestad en persona, con un ejército de cuatrocientos soldados y ayudantes, salió para el lugar a fin de registrar el terreno palmo a palmo, tratando de localizar a aquellos seres diabólicos. El hombre que fue atacado era el guía, y se llevaron también un gran número de sabuesos, no omitiendo ningún medio humano que pudiera conducir a poner fin a aquellas crueldades.
La cueva tenía la particularidad que durante buena parte del día estaba casi cubierta de agua en su entrada, y sólo por la tarde-noche al bajar la marea se veía perfectamente. De hecho, se exploró la zona sin éxito, fue en una segunda batida donde los sabuesos iniciaron un coro de ladridos en direccion al interior de la gruta. Los soldados fueron en busca de antorchas y un numeroso grupo de ellos se aventuró en la caverna, a través de las más intrincadas vueltas y revueltas, hasta que por fin llegaron a la recóndita cavidad que servía de vivienda a aquellos monstruos.
Piernas, brazos, manos y pies de hombres, mujeres y niños, colgaban en ristras, puestos a secar; había miembros en aceite o escabeche y en sal. Había una gran masa de monedas de oro y de plata, relojes, anillos, espadas, vestidos de todas clases y otros muchos objetos que habían pertenecido a las personas asesinadas.
Los soldados encandenaron a toda la familia por orden del Rey y enterraron todos los restos humanos en la playa, con todo lo robado marcharon hacia Edimburgo. Por supuesto no hubo juicio, no se consideró necesario, el Rey les declaró enemigos del género humano. A los hombres se les torturó y desmembró manos y piernas, dejándoles desangrarse. A las mujeres y los niet@s tras ser espectadores de todo lo anterior, se les quemó viv@s en varias hogueras. Durante todo este proceso no pararon de soltar toda serie de maldiciones o blasfemias en una lengua poco inteligible.
Tras estos hechos, las desapariciones en toda la zona cesaron por completo. Se calcula que en los 25 años que vivieron allí, asesinaron a más de 1000 personas.
Un saludo, espero que no conociérais la historia
