¿Quienes fueron los culpables?

Espacio dedicado a aquellos comandantes que gusten de escribir y leer relatos sobre submarinos y aventuras marineras.

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Walther
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¿Quienes fueron los culpables?

Quienes fueron los culpables de Monte Cassino¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

El 15 de febrero de 1944 el infierno decidió derrumbarse repentinamente sobre uno de los lugares mas venerables, hermosos y santos de Europa. Una impresionante armada aérea fue enviada sobre la vertical del Monasterio de Monte Cassino, fundado en el año 529 por San Benito.
Tras el brutal ataque sólo quedó del monasterio un montón de ruinas. Uno de los lugares mas hermosos de la cristiandad y de la cultura europea y mundial había dejado de existir. ¿Cuáles fueron las circunstancias que llevaron a que esto sucediera? ¿Quiénes fueron los responsables? ¿Estuvo justificado?

En febrero de 1944 se estaba librando en Europa la guerra mas terrible que el mundo había conocido. Un solo país, la Alemania dirigida por los nazis, se batía contra medio mundo, y a pesar de que estaba siendo derrotada, disputaba cada metro de terreno con terrible determinación. En el frente oriental los rusos habían derrotado a las fuerzas armadas alemanas en Kursk el verano anterior, y avanzaban decididamente hacia el oeste, preparando lo que sería, probablemente la más importante operación terrestre hasta la fecha: el plan Bagration. En occidente los aliados estadounidenses, británicos y en menor medida la Francia libre, así como muchos otros, habían conseguido liberar el norte de África, tomar Sicilia y desembarcar en Italia continental, avanzando hasta la línea “Gustav”, la última barrera alemana antes de Roma. Mientras, estaban preparando el asalto definitivo contra la “Festung Europa”, el desembarco de Normandía.

En Italia, que era considerado un frente secundario, se desplegaban dos ejércitos. A la derecha el 8º Ejército, veterano del norte de África, y a la izquierda el 5º Ejército del General Mark Clark.
A finales de enero se había lanzado el primer asalto contra la línea “Gustav”. El resultado había sido un costoso fracaso. La línea seguía intacta. Para romperla se pensó entonces en preparar un nuevo asalto, que correría a cargo de dos divisiones veteranas del 8º Ejército, desplazadas para la tarea al área de operaciones del 5º de Mark Clark. Se trataba de la 2ª División Neocelandesa y de la 4ª División India.


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Mark Clark Sir Bernard Freyberg


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El primero al que no hizo ninguna gracia este asunto fue al propio Mark Clark, que opinaba de ellos, en especial de los neocelandeses que “Reclutadas en los dominios, son tropas muy celosas de sus prerrogativas y comandarlas es muy delicado incluso para los británicos. Siempre han sido objeto de atenciones particulares, desconocidas por nuestras propias tropas” **.¿Cómo era esto? Durante la segunda guerra mundial el ejército británico desplegó, junto a tropas provenientes del Reino Unido, tropas originarias de los dominios: Canadá, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Estos dominios, si bien supeditados en parte al gobierno británico, tenían sus propios gobiernos. A lo largo de la campaña de África había surgido, en mas de una ocasión, la cuestión de si los ingleses no habían arriesgado en mayor medida las tropas de los dominios que las propias. Estas acusaciones habían causada airadas protestas de algunos de los gobiernos de los dominios, entre otros el de Nueva Zelanda. A este dato hay que añadir que Nueva Zelanda había sufrido la mayor proporción de bajas con respecto a la población masculina en edad militar de todos los aliados occidentales durante la anterior guerra mundial, lo que hacía que fueran muy sensibles a las bajas.
Por ello las tropas neocelandesas fueran difíciles de manejar, y su comandante en jefe, el General Sir Bernard Freyberg, lo ponía aún peor.
Freyberg era un héroe nacional en su país. Había combatido en la guerra civil mexicana y después en las trincheras durante la primera guerra mundial, donde había sido herido nada menos que nueve veces y ganado la Cruz Victoria. Como podemos ver era pues un hombre experimentado en la guerra, a lo que había que unir su combatividad, su fuerte voluntad y un gran sentido patriótico, todo ello contrapesado por, al decir de algunos de sus contemporáneos, una escasa inteligencia. Como militar, en opinión del Mariscal Alanbrooke, era demasiado sensible a las bajas, herencia de su paso por las trincheras. Su mando tenía también un matiz político, era el representante oficioso de su gobierno en el frente europeo, ya que la suya era la única fuerza neocelandesa en esta zona del mundo, lo que le permitía hablar de tu a tu incluso con sus superiores, siempre esgrimiendo la amenaza de que su gobierno le ordenara retirar sus tropas de la línea de combate.
Mark Clark opinó de él que “Freyberg era una Prima Donna, que debía ser manipulada con guantes, con habilidad y delicadeza” **. Acertadas palabras en parte, sobre todo si tenemos en cuenta que Clark no tenía ni la experiencia, ni la veteranía, ni el carácter necesarios para callar a Freyberg. A esto hay que añadir que uno de los grandes defectos de carácter de Clark es que era un general con una intensa preocupación por lo mediático. Allá a donde se desplazaba solía ir acompañado por toda una cohorte de fotógrafos y reporteros, siempre dispuestos a narrar lo que sucedía en su frente. Incluso había dado instrucciones de que al referirse al ejército que mandaba había que hablar siempre del 5º Ejército del General Mark Clark, asegurándose que su nombre estuviera siempre en boca de todos.

Así pues se enfrentaban edad, experiencia e influencia en un héroe nacional contra juventud, inexperiencia y escasa prominencia en un hombre que quería convertirse en un héroe nacional, siendo el primero en conquistar una capital enemiga durante la guerra: Roma.

En el momento en que se asignó la misión de romper la línea “Gustav” por Monte Cassino a neocelandeses e indios, dando el mando de ambas divisiones, al formarse un cuerpo de ejército “ad hoc”, al general Freyberg, este decidió planificar la batalla ejecutando un asalto directo. A ello se enfrentaba el General Tuker, comandante en jefe de la 4ª Div. India.

Tuker era una persona intelectual y tímida, dotada por otro lado de un agudo sentido cínico. Como general no tenía especiales calidades, lo cual significa que sin ser uno de los grandes ases militares de la historia, sabía hacer su trabajo con eficacia, aunque esta eficacia en aquella época se veía mermada por una misteriosa enfermedad, tal vez una sinusitis crónica, que lo hacía sufrir mucho, y debido a la cual debía someterse a molestos tratamientos a base de penicilina. No obstante a él debemos la decisión de que se bombardeara el monasterio. Su médico, John David, con el que le gustaba hablar, menciona en su diario, en la entrada correspondiente al 7 de febrero, una conversación con Tuker en el que este le preguntaba qué le parecía que se bombardeara el monasterio. El médico reconoce haber contestado que dicho bombardeo era un sacrilegio, pero preguntado por Tuker si se le ocurría otra solución, reconoció que no se le ocurría ninguna.
Para Tuker el plan de Freyberg era una barbaridad, coincidía con el general francés Juin que era mucho mas viable avanzar por las montañas al este y al norte del monasterio, para rodearlo. En una carta escrita después de la guerra Tuker dijo de Freyberg que era “personalmente valeroso, sin ningún talento táctico, no tenía cerebro ni imaginación” ***. De hecho, Tuker tenía lindezas para toda la cadena de mando por encima de él: “un zopenco obstinado”*** (Freyberg), “un ignorante vanidoso”*** (Clark) y “un indolente superfluo”*** (Alexander). No obstante, quien mandaba no era él así pues, si había que seguir el plan de asalto frontal, entonces decidió que había que destruir el monasterio.
¿Cuál fue el proceso que se siguió para tomar la decisión?
El asunto de los bienes culturales italianos había sido una preocupación para los aliados desde su primer paso en Italia. En especial el Monasterio de Monte Cassino. Las autoridades museisticas italianas habían mencionado el tema ya en octubre de 1943, poco después de los desembarcos en Salerno y mientras el frente aliado se desplazaba hacia el norte, para enfrentarse a la línea “Gustav”. A raíz de esta mención el Cuartel General del 5º Ejército de Mark Clark había insistido en que se tuviera absoluto cuidado con el monasterio.
El asunto acabó llegando al propio Eisenhower, a la sazón comandante supremo aliado en toda la cuenca mediterránea. A finales de diciembre de 1943 envió una notificación a todos sus comandantes: “Estamos luchando en un país que ha contribuido enormemente a nuestra herencia cultural, un país rico en monumentos que con su creación ayudaron y ahora ilustran el crecimiento de nuestra civilización. Estamos obligados a respetar estos monumentos hasta donde la guerra nos permita...Si debemos elegir entre destruir un edificio famoso o sacrificar nuestros propios hombres, entonces las vidas de nuestros hombres valen infinitamente mas y los edificios deben desaparecer...Nada puede anteponerse al argumento de la necesidad militar”*.
Vemos que Eisenhower parecía dispuesto a anteponer las vidas de sus hombres a los monumentos, pero no nos equivoquemos, esto no pasaba de ser una declaración para la galería, ya que no se citaba ningún monumento concreto. No obstante esta declaración tendría su importancia en el futuro.
Sigue:
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Walther
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2ª parte

El frente se había estabilizado en la línea “Gustav”, y el Monasterio se encontraba en primera línea de fuego. Pronto tuvieron lugar los primeros errores, y los primeros proyectiles de artillería cayeron sobre, o demasiado cerca del venerable edificio. De inmediato el General Alexander tomó cartas en el asunto indicando que no se debía apuntar al monasterio, aunque a su orden añadió una última frase muy interesante “No se tolerará que la consideración por la seguridad de esas áreas interfiera en la necesidad militar” *
Es decir, Alexander prohibía que se disparara contra el monasterio, concretamente, pero luego generalizaba con respecto a la seguridad de “esas áreas” frente a la necesidad militar. Se desarrollaba el tipo de argumento poco valiente que al final llevaría a la destrucción del monasterio. Cuando se hablaba de él se prohibía que fuera atacado o dañado. Sin embargo cuando se hablaba en general de los monumentos, se invocaba la necesidad militar. Ninguno de los altos oficiales aliados estaba dispuesto a permitir que la “necesidad militar” se concretara en el bombardeo del monasterio, y convertirse en el responsable de su eventual destrucción. Pero lo peor de este tipo de declaraciones era que creaban confusión en la cadena de mando. Siguiendo las instrucciones de los altos jefes se podía entonces atacar un monumento cualquier para salvar vidas de soldados, pero por otro lado no se debía dañar el monasterio de Monte Cassino.

Este debate llegó a la mismísima cámara de los comunes, donde el Arzobispo de Canterbury, exhortaba a que se protegieran los tesoros artísticos de Italia como patrimonio de toda la humanidad, y Lord Lathan le contestaba que: “Yo no deseo ver una Europa poblada de monumentos culturales venerados por una humanidad encadenada y de rodillas...El pueblo de este país no accederá a que sus muchachos sean sacrificados –ni siquiera uno de ellos- innecesariamente para salvar un edificio sea cual sea” * Una vez mas se trataba de consideraciones generales y en este caso pronunciadas por personas que, en el fondo, tampoco tenían poder real para tomar la decisión.

El destino del edificio empezaba ya a dibujarse a lo lejos.
El 9 de febrero, encontrándose Mark Clark el del 5º Ejército en una reunión con su Estado Mayor, se enteró oficialmente (es posible que lo sospechara desde antes) de la intención de Freyberg de solicitar el bombardeo del monasterio. Su respuesta, según sus propias memorias, fue de los mas mordaz: “No mas que los oficiales de mi Estado Mayor, no mas que los generales que habían comandado delante de Cassino antes que Freyberg, tenía yo la impresión de que fuera necesario”. ** escribió.
Si analizamos este comentario veremos que la situación había evolucionado. Sentada la base de la teoría de la “necesidad militar” por Eisenhower y Alexander, superiores de Clark, este no hablaba ya de protección de bienes culturales, pero si de que no había necesidad de destruir el monasterio. Es que la posición de Mark Clark era muy difícil. Un general mediático como él no podía permitirse dar una orden que le hiciera pasar a la posteridad como el hombre que mandó destruir el monasterio de Monte Cassino.

¿Cómo se pensó en un bombardeo masivo? El primer plan de Freyberg había sido enviar un raid de 36 P-40 armados con bombas de 500 Kg. Pero Tuker lo hizo cambiar de idea. La solidez de la construcción no podía ser efectivamente afectada por un ataque de este tipo. Para destruir el monasterio de Monte Cassino hacían falta un ataque aéreo masivo con bombas rompedoras. Y para solicitar ese ataque era necesaria una autoridad superior a Freyberg.
El 11 de febrero fue el General Dimoline, sustituto de Tuker, que se hallaba en el hospital bajo tratamiento, quien solicitó a Freyberg que pidiera el bombardeo del Monasterio. En la orden de operaciones de la 4ª Div India Constaba: “Se ha solicitado que todos los edificios y supuestos baluartes en los objetivos y sus cercanías incluyendo el monasterio, sean sometidos de aquí en adelante a un intenso bombardeo” ***
Pasemos ahora a analizar la red de comunicaciones que se tejió durante los días 12 y 13 de febrero.

En primer lugar es importante analizar donde estaban los personajes:
Tuker se hallaba en el Hospital, sometido a tratamiento con penicilina, para curarlo de su enfermedad. Su intervención en este asunto puede darse pues por terminada.
Dimoline y Freyberg estaban en sus respectivos cuarteles generales. Dimoline tampoco intervendrá ya en nuestra historia.
Mark Clark se hallaba en la cabeza de puente de Anzio, inspeccionándola, o tal vez huyendo de la inminente solicitud de Freyberg. En su cuartel general, en Presenzano se hallaba el general Gruenther, su jefe de Estado Mayor.
En el Palacio Real de Caserta, Cuartel General de Alexander, se hallaba el General Harding, jefe de Estado Mayor de Alexander. Casualmente Alexander tampoco parecía hallarse disponible.

Una vez explicado esto, pasemos a los acontecimientos.
A las 19:00 del 12 de febrero Freyberg llama al CG de Clark. No estando este se pone en contacto con Gruenther, para solicitar el bombardeo. Parece que parte de la conversación fue mas o menos como sigue:
Gruenther: “¿Quiere usted decir el Monasterio? No figura en la lista de objetivos.”**
Freyberg: “Le puedo asegurar que está en mi lista, pero sea como sea quiero que sea bombardeado. Los otros objetivos carecen de importancia, pero este es vital. El jefe de la división que va a realizar el ataque [Tuker] cree que es un objetivo esencial y yo estoy completamente de acuerdo con él” **
Así pues, la primera declaración oficial realmente firme sobre el asunto pretendía el bombardeo del monasterio. Frente al argumento de Clark de que no había necesidad militar, se enfrentaba el de Freyberg de que si la había.
Gruenter contestó a Freyberg que él no podía tomar la decisión, que debía hablar con Clark.
Acto seguido Gruenther trató de ponerse en contacto telefónico con Clark, en Anzio, pero no lo consiguió, así que le dejó un mensaje indicándole lo que había pedido Freyberg y recomendándole que volviera de inmediato. Clark iniciaría la vuelta poco después de conocer el mensaje.
Mientras esperaba la llegada de Clark, Gruenther llamó al CG de Alexander, donde dio con el General Harding. Le comunicó la solicitud de Freyberg, y asimismo, que dado que Clark estaba en contra, y dado lo delicado del objetivo, solicitaba una opinión expresa de Alexander. Harding le prometió averiguar la opinión de Alexander y comunicársela después. La promesa es curiosa, pues Alexander y Harding habían estado en el CG de Freyberg esa misma tarde ¿Es creíble que no les comunicara sus intenciones? ¿Realmente desconocía Harding la opinión de su jefe o trataba de ganar tiempo a ver si Clark tomaba la decisión solito?
Tras esta llamada Gruenther pudo por fin hablar con Clark. Este le pidió que insistiera ante Harding, cuando llamara, en que él (Clark) estaba en contra del bombardeo, pero que la insistencia y tozudez de Freyberg, lo pondrían en un aprieto si al final fracasaba la ofensiva de la 4ª Div India.
Gruenther se puso en campaña para tratar de ayudar a su jefe. A las 21:15 del 12 de febrero habló con el General Keyes, que le dijo que estaba en contra del bombardeo del monasterio, así como otros jefes con mando en la zona: los Generales Ryder y Butler, y el Coronel Boatner. También habló con el General Mercer Walter, oficial de inteligencia del 2º Cuerpo de Ejército estadounidense. Este informó de que había refugiados civiles en el monasterio, y aunque había posiciones cerca, no había alemanes dentro, o a lo sumo un puesto de observación pero no estaba seguro.
A las 21:30 del 12 de febrero Gruenther volvió a comunicar con Harding. Este le comunicó que: “El General Alexander ha decidido que el monasterio debe ser bombardeado si el General Freyberg lo considera una necesidad militar. Lamenta que se deba destruir el edificio, pero tiene confianza en el criterio del General Freyberg. Si hay alguna posibilidad razonable de que se esté usando el edificio con fines militares, el General Alexander piensa que su destrucción se justifica” ***
Como vemos Alexander aceptaba la necesidad de bombardear Monte Cassino, pero la responsabilidad, en manos de Freyberg, y la decisión en las de Clark. Sin embargo se negaba a dar la orden, simplemente, por medio de su jefe de Estado Mayor, indicaba al jefe de Estado Mayor de Clark que debía hacer caso a Freyberg. Fue una actitud cobarde, sin duda, pero Alexander no había destacado hasta entonces por ser un jefe valiente.
Ahora la pelota estaba en el campo de Clark, pero este se negó a tomar la decisión pues seguía sin considerar que hubiera necesidad militar alguna. El asunto empezaba a tomar tintes de tragedia cómica.
Gruenther volvió a llamar a Caserta y de nuevo se puso Harding. Gruenther le reiteró la posición de Clark. Le indicó que si la solicitud hubiera venido de un General estadounidense la habría rechazado, pero que viniendo de Freyberg, era delicada. Harding replicó: “El General Alexander ha expresado con suma claridad su posición a este respecto. Lamento muchísimo que se deba destruir el monasterio, pero no ve ninguna otra alternativa. Si el general Mark Clark desea hablar con el general Alexander personalmente acerca del tema, estoy seguro de que al General Alexander le complacerá hablarlo con él” ***
Gruenther y Clark hablaron de esto, y luego Gruenther llamó a Freyberg para indicarle que Clark acataría su decisión si tenía pruebas (Freyberg) de que se debía bombardear el monasterio.

A estas alturas es probable que muchos se hayan perdido, así pues es importante recapitular.
Por un lado tenemos a Dimoline, Tuker y Freyberg que exigen el bombardeo del monasterio. En especial este último, tal vez decidido a salirse con la suya y doblegar a sus superiores.
Por otro tenemos a los oficiales superiores del teatro de operaciones del Mediterráneo, Eisenhower hasta 1944 y Alexander después, que emiten grandilocuentes declaraciones sobre la necesidad militar y sobre la superior importancia de los soldados frente a los monumentos, pero sin atreverse a citar nombres concretos de monumentos, o, en el caso de Alexander, delegando la toma de la decisión de dañar Monte Casino en sus subordinados: bien en aquellos que lo solicitan o bien en aquellos que tienen la competencia suficiente para dar la orden. Cosa totalmente impropia de un jefe.
Y finalmente tenemos al pobre Mark Clark el del 5º Ejército, siempre preocupado por su imagen, en contra de dar la orden fatídica, y atrapado en medio de una pinza, por sus inferiores y por su superior. Es mas ¿Hasta que punto no estaban de acuerdo Freyberg y Alexander para cargar la responsabilidad sobre los hombros de Clark? No olvidemos dos cosas: ambos eran miembros de las fuerzas armadas imperiales, y ambos habían tenido ocasión de hablar en la tarde del 12, cara a cara, sobre el tema, aunque nada es seguro. No hay que condenar a nadie sin pruebas.

Quien acabó con Clark fue el propio Freyberg, que comunicó a Gruenther que “no creía que fuese justo dar la orden de capturar la Colina del Monasterio y al mismo tiempo negar al comandante el derecho a eliminar un obstáculo importante para el éxito de la misión” *** para después afirmar “que si algún comandante superior se rehusaba a autorizar el bombardeo, debía estar dispuesto ha hacerse cargo de la responsabilidad por el fracaso del ataque” ***.
La amenaza era clara y manifiesta, a Clark directamente, a Alexander indirectamente. Clark dio la orden, pero en un último prurito exigió que fuera refrendada por Alexander, que aceptó hacerlo en la reunión que sostuvieron al día siguiente, 13 de febrero, a las 10:00. La conversación tuvo dos momentos clave: “Quisiera que cumpla usted el pedido de Freyberg”*** Solicitó Alexander. “Deme una orden directa y lo haremos” *** Contestó Clark. Alexander lo hizo.
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3ª parte

¿Porqué cedieron?
Claramente por las presiones de Freyberg, o tal vez de Tuker. Ambos se vieron obligados a elegir entre el bombardeo y sus carreras. Porque para ambos era evidente que si el ataque fracasaba Freyberg gritaría al mundo que muchos neocelandeses habían muerto porque ellos se habían negado a bombardear un monumento. Eso induciría al gobierno neocelandés a retirar su división, lo que enfurecería a Churchill, que había hecho encaje de bolillos para que la división se quedara en Italia, y significaría, seguramente el fin de la carrera de Alexander, y posiblemente la de Clark, ambas en su momento álgido. Ninguno de los dos tuvo valor para enfrentarse a ellos.

La suerte del monasterio estaba sellada.

Me gustaría analizar, finalmente, aunque muy por encima ¿Cuáles eran estas necesidades militares que unos veían y otros no?
El propio Mark Clark estableció tres motivos para no bombardear el Monasterio: Que a efectos de la batalla no era útil, que entregaría a los alemanes una importante arma propagandística y que afectaría a los civiles que se hallaban dentro refugiados. Podemos añadir un par de ellos mas.
Veámoslos uno por uno.

La escasa utilidad de la destrucción del Monasterio para facilitar su toma por asalto era un argumento especialmente sostenido por el General Keyes, jefe del 2º Cuerpo de Ejército estadounidense. Este consideraba que era mucho mas difícil de defender el monasterio si estaba intacto que si estaba en ruinas, ya que las escasas ventanas de las que disponía permitían muy pocas posiciones de fuego y pocos campos de tiro cruzado. En cambio las ruinas podían convertirse en una excelente posición defensiva, con campos de tiro cruzados, zonas ocultas, posiciones para emboscadas, etc. A esto se oponía el argumento de que en sus sótanos los alemanes podían acumular, fuera del campo de tiro aliado, importantes reservas para un eventual contraataque, que surgirían por el flanco o la retaguardia aliada si se rebasaba el monasterio.

Con respecto a si el monasterio era un puesto de observación artillero, o estaba ocupado por los alemanes, estos habían garantizado un perímetro libre de tropas en torno al edificio. Pero claro, era una promesa que los jefes aliados no tenían la obligación de creer. De hecho en su informe sobre la necesidad militar Keyes, al que ya hemos citado, alega que desconoce si hay tropas alemanas dentro del monasterio o no. En todo caso entre las filas aliadas circulaban los rumores, siempre había alguien que conocía a otro alguien que había visto el brillo de unos prismáticos en una de las ventanas del monasterio. El secretario del abad declararía con posterioridad, sobre esta cuestión, que nunca había habido alemanes dentro del monasterio antes del bombardeo. Podemos tal vez dejar la última palabra sobre este asunto a un alemán, el General Fridolin von Senger und Etterlin, comandante Alemán en Cassino: “Cuales fueran las condiciones, el Monte Cassino nunca hubiera debido servir como puesto de observación de artillería. Ofrecía, cierto, puntos de vista dominantes sobre el sector... pero, desde el punto de vista táctico, consideramos [los alemanes], desde el principio de la batalla, que un punto del terreno tan destacado, no podía ser mas que un objetivo selecto para las armas enemigas” **

El argumento del arma propagandística era evidente. Si los aliados destruían el monasterio, Goebbels aprovecharía la noticia para exponer dicha barbarie ante el mundo entero de la forma mas desagradable posible. De hecho llevaba un tiempo hablando del tema, pues había rumores sobre ello. Esto era algo que no debía afectar a un comandante sobre el terreno, sino mas bien a los políticos que dirigían las naciones en guerra, pero para Mark Clark el del 5º Ejército, que era un general mediático, verse señalado como destructor del Monte Cassino era una pesadilla. Lo único peor era ser culpable de bajas inútiles, precisamente aquello con lo que Freyberg le había amenazado si no ordenaba el bombardeo, o ser corresponsable de la pérdida de toda la división, si era retirada del frente.

Otro argumento era el de la moral de los hombres. Para los soldados en torno a Cassino el monasterio era como el ojo de un cíclope que todo lo ve, era una presencia maligna siempre hurgando en sus secretos, siempre delatándolos ante el enemigo, siempre visible casi desde cualquier sitio.
Fred Majdalany de los Lancashire Fusiliers de la 78th ID, escribió “Cuando la carretera se iba despejando, comenzabas a tener la sensación de que el monasterio te estaba vigilando. Cuando has estado combatiendo mucho tiempo, desarrollas un instinto para los puestos de observación enemigos... es como quedar súbitamente despojado de tus ropas. Estábamos siendo observados desde el monasterio a lo largo de cada centímetro del camino de ascenso por el abrupto senderito a través de los olivares” *
David Cormack, al cargo de un grupo de acemileros italianos: “Maldito monasterio mirándonos fijamente desde lo alto. No podías ni rascarte sin ser visto. Y era algo psicológico. Crecía cuando mas estuvieras allí”. *
El propio Alexander, y tal vez fue lo mas sensato que dijo sobre este tema, dijo que el bombardeo tal vez era “necesario mas por el efecto que tendría sobre la moral de los atacantes que por razones puramente materiales” *

Queda por hablar del asunto de los civiles. Los mandos aliados eran conscientes de que había civiles refugiados dentro del monasterio, y que no era conveniente causar mas muertes de las necesarias, sobre todo teniendo en cuenta que Italia era ahora un aliado. Para solucionar el problema de los civiles se emitió una nota redactada en inglés e italiano, que fue distribuida desde el aire, y decía: “¡ATTENZIONE! Amigos italianos, tengan cuidado: hasta ahora hemos sido especialmente cuidadosos en intentar evitar cañonear el Monasterio de Monte Casino. Los alemanes saben cómo beneficiarse de esto. Pero ahora la lucha se ha extendido cada vez mas y mas cerca de su recinto sagrado. Ha llegado el momento en que debemos apuntar nuestros cañones contra el mismo Monasterio. Os advertimos de que podéis salvaros. Os advertimos urgentemente: abandonad el Monasterio. Dejadlo inmediatamente. Haced caso de esta advertencia. Es por vuestro bien –Quinto ejército. * (curiosamente en este caos no se añadió “de Mark Clark”)
Con el envío de la nota se convertía el bombardeo en una noticia a voces, con ello no sólo se enteraban los civiles, sino también los soldados alemanes que se hallaban fuera defendiendo la línea “Gustav”, que tendrían tiempo de esconderse para evitar los efectos del bombardeo. Curiosamente quienes no fueron informados fueron los soldados de Tuker, posicionados en las montañas al este del monasterio, algunos de los cuales se vieron repentinamente y por sorpresa bajo un diluvio de bombas propias. Para mas error, el bombardeo se llevó a cabo sin coordinación alguna con Freyberg, atacándose la abadía dos días antes de que los neocelandeses estuvieran listos para avanzar, con lo cual ni siquiera se ganó la posibilidad de que el ataque se produjera estando los alemanes desorganizados y abrumados por el bombardeo.




En todo caso, al anochecer del 15 de febrero de 1944, el Monasterio de Monte Cassino era una ruina. Por cuarta vez en su historia. La primera vez habían sido los Longobardos en el 577, la segunda los sarracenos en el 883 y la tercera un terremoto, en el año 1349.

¿Quién fue el responsable en esta ocasión?
fin
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Huntley
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No te me enfades Walther, pero podias haber citado que el artículo estaba escrito por Koenig para los foros de "El Gran Capitán".

:lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol: :lol:


Un saludete.
VOLLE KRAFT VORAUS- Huntley-Oficial Agregado de la ODSH
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Walther
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La proxima vez pongo el hilo (y no me enfado) :D
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Tuerto
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:wink:
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Vozka
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Bueno el caso es que supuestame bombardearon el Monasterio porque estaban los alemanes (que no era cierto) despues de bombardeo si aprovecharon las ruinas los alemanes.

La toma Montecassino fue una batalla entre caballeros se respetaron los altos el fuego para la recogidas de heridos.

Cuando se rindieron los alemanes al oficial aleman al mando de Montecassino se le permitio llevar su arma en un gesto de respeto por parte de los aliados.

Y lo solo destacar la valentia de los polacos que luchaban con las tropas britanicas.

gracias Walhter
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Honor y lealtad
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Nur_125
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Hace hoy 62 años de aquello. Me averguenza decir que no conocia los detallles de esta batalla y me alegro un monton de haber aprendido con este post. Gracias Walter. Besos
Cpt_Morgan
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fue Mendas... alguien lo duda?

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YES, WE JAAAAARL!!!
Mendas
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Cpt_Morgan escribió:fue Mendas... alguien lo duda?

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¡Chivato! :lol:

Ya me parecía raro que no saliera el cachondo de turno. :wink:
Walther
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¡¡Mendas es que recibes palos por todos los lados¡¡ juas.-
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