...con dirección a Guadalcanal

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kummetz1938
Korvettenkapitän
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...con dirección a Guadalcanal

A bordo del Hiei, un exasperado Abe no tiene ninguna certeza sobre la posición de los buques propios. Ordena encender los proyectores de arco del Hiei para hacerse una idea de la situación. Ësta pareció ser la señal para que otros buques japoneses hicieran lo propio, abriendo las persianas de sus proyectores. El haz luminoso del Akatsuki se centró en el moderno crucero antiaéreo Atlanta.

Comienza la batalla!!!!!

El Akatsuki lanza varios torpedos al Atlanta y comienza a dispararle furiosamente. El Atlanta devuelve el fuego teniendo como objetivo al Akatsuki intentando apagar sus proyectores de arco. Mientras tanto, el Hiei, que ha virado a babor, dispara sobre el Atlanta. La primera salva del Hiei destroza el puente de mando del Atlanta, pereciendo al instante el RADM Scott y la mayoría de hombres que se encontraban en el puente de mando. El Atlanta recibe el impacto de varios torpedos procedentes del Akatsuki en su sala de máquinas de proa. Con su sala de máquinas inundada, el Atlanta se esfuerza por abandonar la zona. Al final de la batalla, este buque sufriría un total de 169 muertos y más de un centenar de heridos.

El buque de cabeza americano, el Cushing, vira a estribor y lanza seis torpedos al Hiei, fallando todos. El destructor americano, valerosamente, dispara con todo lo que tiene sobre sobre la gran mole de acero de elevadas e imponentes superestructuras. Los proyectiles del destructor alcanzan al Hiei pero poco puede hacer. Es entonces cuando es centrado por los cañones de 14 pulgadas del Hiei, recibiendo 10 impactos directos. Esto es mucho más de lo que un destructor puede soportar. El valeroso destructor, hecho una criba y con furiosos incendios, está a punto de hundimiento.

Detrás del Cushing navega el Laffey, que a duras penas puede evitar ser abordado por el Hiei, cortando su estela a menos de 25 metros, librándose de ser alcanzao por los cañones del Hiei de grueso y medio calibre, debido a que los cañones no pueden disparar con la depresión necesaria para alcanzarle. En cambio, el destructor americano puede disparar impunemente con todos sus cañones y ametralladoras sobre el elevado puente de mando del Hiei, donde fallece el capitan de navío Masakane Suzuki, el Jefe del Estado Mayor de Abe y resultando herido el propio Abe. Emborrachado tal vez por aquella orgía de disparos que impactan sobre el gran buque nipón, el Laffey le arroja varios torpedos que rebotan contra el casco del Hiei sin hacer explosión, pues la corta carrera no permitió el armado de sus espoletas de seguridad. El Laffey, acto seguido, se encuentra atrapado entre tres destructores japoneses. Uno de ellos, el Teruzuki, impacta un torpedo sobre el Laffey y un proyectil de 14 pulgadas del Kirishima también alcanza al destructor americano. El capitán del mismo, comandante William E. Hank, ordena el abandono del buque. Cuando su gente está en el agua, de repente, el Laffey explota, matando a varios hombres en el mar, entre ellos al propio Hank.

Los siguientes destructores que estaban a la cabeza de la agrupación americana, el Sterett y el O'Bannon disparan furiosamente, recibiendo ambos un fuego muy nutrido. El Sterett lanza un torpedo que alcanza al destructor japonés Akatsuki, el cual se hunde instantánemente. Después de esta acción, el Sterett, sin torpedos, con la mitad de sus cañones principales fuera de combate y con algunos incendios, rompe el contacto alejándose hacia el SE fuera de la acción.

Detrás del O'Bannon se encuentra el crucero pesado americano San Francisco, el cual, ante la orden dada por su comandante, el capitán Cassing Young, un veterano de Pearl Harbor, dispara sobre lo que considera "un pequeño crucero o un gran destructor". Horrorizado, Callaghan, desde el puente de mando del San Francisco, que ha reconocido al acribillado Atlanta como ese "pequeño crucero o gran destructor", lanza un mensaje, increíblemente por conducto general, a todos los barcos: "que cese el fuego sobre los buques propios".

Los marinos americanos están desconcertados. El capitán del Portland, Laurente T. DuBose, lanza un mensaje a Callaghan: "¿qué drogas tomas? ¿quieres que cesemos el fuego?", a lo que Callaghan inmediatamente responde: "¡vete al infierno!" y seguidamente ordena: "¡Disparad sobre los grandes! ¡queremos los grandes!"

Abe, viendo en el avispero en el que se habían metido sus cruceros de batalla, ordena a sus unidades pesadas que viren a babor y se se dirijan hacia el Norte.

Los cañones del San Francisco estaban silenciosos cuando, completamente iluminado por la luz cegadora de los reflectores, el crucero se convierte en blanco de los cañones de 14 pulgadas del Hiei, cuando se disponía a virar a babor para cumplir la orden de Abe, así como de otras unidades japonesas. El primer impacto que recibe el San Francisco es de un proyectil incendiario Tipo 3 que aún se encontraba alojado en un cañón, matando a algunos hombres pero sin conseguir daños de importancia en el buque. Pero, rápidamente, los cañones del Hiei ya disparan sus mortíferos proyectiles perforantes contra el San Francisco. Como en los viejos tiempos de la marina, ambos buques insignia se cañonean furiosamente. La tercera salva del Hiei desintegra literlmente la superestructura del crucero pesado americano, donde mueren el comandante del buque Capitán Cassin Young, el RADM Callaghan y todo su Estado Mayor menos un oficial. El San Francisco se retira lentamente de la batalla, con al menos 45 impactos de cañón, con muchas de sus armas silenciadas, 25 incendios a bordo, 500 toneladas de agua embarcadas y 83 muertos y un centenar de heridos. Callaghan fue distinguido con la Medalla de Honor del Congreso, así como varios oficiales que pusieron el crucero a salvo.

Detrás del San Francisco navega el Portland, en su primera batalla nocturna, que de improviso recibe un torpedo. El impacto le sorprende virando a estribor, y, con el timon dañado, el barco comienza a dar circulos sin gobierno.

El Helena, equipado con un moderno radar SG, casi indemne, vira hacia algunos barcos que se encuentra en llamas, buscando navíos enemigos.

Detrás del Helena, navegaba el Juneau, que había comenzado a disparar sobre el Yudachi, siendo alcanzado en su cámara de calderas de proa por un torpedo lanzado por el Amatsukaze, el cual salvó al Yudachi de irse al fondo debido a la desigualdad del combate que existe entre un destructor y un crucero. El Juneau, inmediatamente, se retira renqueando de la batalla.

Los cuatro destructores que cerraban la columna americana, el Aaron Ward, Barton, Monsen y Fletcher aparecen en escena. El Aaron Ward, evitando al destrozado Sterett, se encuentra bajo la luz de varios proyectores de arco japoneses, siendo alcanzado por nueve impactos directos, destrozando su dirección de tiro, el radar y el timón. El Barton, que le sigue, dispara contra las luces japonesas y, de repente, tiene que parar máquinas para evitar una colisión con el Aaron Ward. Es en ese momento en el que recibe un torpedo del Amatsukaze, y en solamente unos segudos, con un 60% de su tripulación muerta, se hunde rápidamente. Desde el Amatsukaze, su capitán Tameichi Hara y sus hombres, lanzan una estruendosa ovación, al ser el segundo buque que alcanzan con torpedos. Rápidamente, el Amatsukaze busca nuevas víctimas.

Siguiendo las aguas del Barton se encuentra el Monssen, cuyo capitán Charles E. McCombs, después de ver hundirse el Barton, se enfrenta a dos destructores japoneses en la oscuridad. Al no reconocerlos con claridad, enciende sus luces de reconocimiento, siendo contestado por los cañones japoneses, los cuales impactan 37 veces en el desafortunado buque. La tripulación abandona el buque que se hunde en medio de grandes explosiones.

Falta el Fletcher, el moderno destructor americano, equipado con un nuevo radar. Su tripulación ha observado al Barton desaparecer en fragmentos y hundirse al Monssen. Dispara algunos cañonazos sin consecuencias.

Los japoneses también están confusos. El Nagara, con sus tres chimeneas inconfundibles, ha atraído la atención de muchos buques americanos, pero no ha recibido impactos directos. El Yudachi cometió el mismo error que el Monssen. Encendió sus luces de reconocimiento invitando a los cañones americanos a dispararle. El Yudachi queda al garete inerme.

Hara tenía una buena noche. El capitán del Amatsukaze se encontró de repente con una gran mole. Después de unos segundos, Hara ordena disparar sus últimos cuatro torpedos cuando reconoce en esa mole al lisiado crucero pesado San Francisco, pero los torpedos fallan en su armado, rebotando contra el casco. Hara, ordena disparar con todo contra el San Francisco, que se encuentra incapacitado para devolver el fuego, pero en esos momentos el Helena, viendo la lucha desigual, carga contra el Amatsukaze disparando furiosamente y a toda máquina. El Amatsukaze recibe 32 impactos. La aparición de los retrasados destructores japoneses Asagumo, Murasame y Samidare salvan al Amatsukaze de su segura destrucción. El Amatsukaze se retira tras una cortina de humo, hecho una criba, con 43 miembros de su tripulación muertos.

El Hiei tiene problemas también. Al ser un gran blanco, ha recibido 85 impactos directos. Ninguno de ellos ha penetrado en su blindaje principal, pero ha sido barrido por las piezas menores y por fuego de ametralladora. Tiene varios incendios a bordo, todas sus armas AAA están fuera de servicio y sus comunicaciones están rotas. Además, y es lo más grave, un proyectil de 8 pulgadas del San Francisco ha impactado en el timón, inundando el compartimento que lo protege.

Después de ordenar la suspensión del bombardeo a Henderson, el Kirishima radia a Truk el informe de la batalla, donde indica que ambos bandos han sufrido daños. Yamamoto da el recibido y ordena que el transporte de tropas y el bombardeo se suspendido.

Ambos bandos luchan ahora por sobrevivir. El Asagumo y el Murasame encuentran al tullido Yudachi con graves incendios a bordo. La tripulación es rescatada, pero el Yudachi se resiste a hundirse.

El Hiei necesita ayuda también. Los destructores Shigure, Shiratsuyu, Yugure y Teruzuki y más tarde el Yukikaze se reunén con él para prestarle ayuda.. Los incendios han sido controlados y extinguidos pero el timón se encuentra agarrotado con toda la caña metida a estribor. La inundación del compartimento del timón impide el acceso a la zona dañada. Su comandante,el Capitán Masao Nishida, está desconcertado. Algunos oficiales jóvenes, imbuídos con el espíritu del Bushido, le urgen para que embarranque el Hiei en Guadalcanal, dispare con todas sus piezas disponibles contra el aeródromo Henderson y envíe a la tripulación a una carga frontal contra las tropas americanas que lo defienden. Nishida vé el gesto heroico, pero no entra dentro de sus planes embarrancar al Hiei. El aún piensa que puede salvar al crucero de batalla.

Cuando amanece, el espectáculo es dantesto en el Iron Bottom Sound. Profusión de cadáveres, innumerables náufragos, restos de todas clases, grandes manchas de petróleo, algunas de las cuales todavía arden y buques llameantes o destrozados salpican las inmóviles aguas de la rada. El Hiei sobresale por encima de todos. Con sus piezas proeles dispara contra el destructor Aaron Ward, el cual es remolcado por el Bobolink hacia Tulagi. En ese mismo momento aparecen en escene algunos aviones americanos que centran la atención del Hiei.

El Portland continúa describiendo alocados círculos. Sus vigías descubren los restos del Yudachi a unas 12.500 yardas y el crucero pesado abre fuego. A su tercera salva, centra al Yudachi, el cual es alcanzado y se hunde envuelto en llamas. El remolcador Bonolink vuelve para ayudar al Portland y lo remolca en dirección a Tulagi a una velocidad de 2 nudos, salvándolo.

El crucero Atlanta está destrozado, ardiendo furiosamente y con 49 impactos directos. Se hacen intentos por remolcarlo pero el destino del buque está sellado. Al final, Halsey da la orden de hundirlo con cargas de demolición. Su tripulación se reune, junto con otros 1.500 marineros de otros barcos, en Lunga.

El Helena y el resto de barcos americanos se retira hacia Levante, pero las desgracias no han terminado aún para el bando americano. Aquella misma mañana, el tullido crucero antiaéreo americano Juneau navegaba en pos del Helena, y a unos mil metros del lisiado San Francisco, a unas 20 millas de San Cristobal. En la "encrucijada de los torpedos" vigilaba el nuevo submarino I-20, al mando del capitán de fragata Minoru Yokota, que ya había logrado torpedear anteriormente al Saratoga, y le lanzó una salva completa de torpedos al Juneau, alcanzándolo de lleno. Las 683 bajas del Juneau se sumaron a las 170 del Atlanta, 165 del Barton y 145 del Monssen: dos cruceros americanos y cuatro destructores, con un total de 1.439 marineros muertos, incluidos dos almirantes.

En el Iron Bottom Sound, el Hiei lucha por su subsistencia. Aviones americanos despegan de Henderson a la amanecida pero no obtienen daños apreciables. Decidido hundir el Hiei, Halsey ordena a su único portaaviones disponible, el dañado Enterprise, que se disponga a rematar al crucero de batalla nipón.

El Enterprise, realmente, no está preparado para la batalla. Solamente tiene un ascensor operativo, lo cual ralentiza mucho las operaciones de vuelo. En caso de ataque, no se podía garantizar su seguridad. Pero aun así, a 280 millas al Sur de Guadalcanal, lanza 15 torpederos Grumman TBF Avenger contra el Hiei. El crucero de batalla japonés se defendió con todo lo que tenía, inclusive la munición especial incendiaria Tipo 3, que iba a utilizarse contra Henderson. Cuando finaliza este primer ataque, el Hiei ha sido alcanzado por tres torpedos.

A las 08:15 Abe se ha trasladado al Yukikaze y ordena al Hiei que se dirija hacia las Shortlands. Abe está al borde del desfallecimiento. A las 10:30 ordena a Nishida que embarranque el buque en Guadalcanal. Nishida le ruega que retire la orden y Abe acepta. Pero a las 12:35, Abe ordena que la tripulación del Hiei abandone el buque. Pero Nishida desobedece la orden.

Los aviones torpederos americanos vuelven a aparecer y endosan al mastodonte otro torpedo. Esto ha colmado ya la paciencia de Abe, el cual ordena encarecidamente que se abandone al Hiei. Nishida le ruega que le conceda otra oportunidad pero Abe se mantiene firme. Cuando un informe erróneo llega a las manos Nishida dando parte de daños en los motores del Hiei, el capitán pierde toda esperanza y ordena abrir las válvulas Kingston para hundir el buque. Después de tres banzais, la enseña es arriada y toda la tripulación se refugia en los destructores que les aguardan. Nishida se asegura que el retrato del Emperador sea puesto a salvo.

A las 18:00, la tripulación del Hiei (menos sus 300 muertos) abandona el buque. A las 18:38 el almirante Yamamoto ordena a Abe que no se dé eñ tiro de gracia al Hiei. Piensa usarlo de carnaza para los aviones americanos para distraer su atención, pero ya es demasiado tarde. El Hiei se hunde durante esa noche.

Abe vuelve a Truk con dos destructores menos, un crucero de batalla y 552 marinos muertos. Pero clama victoria. Ciertamente, su victoria táctica es impresionante. Ha hundido dos cruceros americanos y cuatro destructores, pero Yamamoto está furioso, ya que Abe ha cometido varios errores importantes en esta batalla...
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El Destructor Monsen lleva el nombre de Charles Monsen, que inventó la primera cámara de rescate para submarinos. Se empleó por primera vez en el rescate del "Squalus" en 1939.
Esta tarde se podía ver el reportaje a través de cnal Historia a las 17h.

El relato sobre Guadalcanal está tomado de la Batalla en el Pacífico de Luís de la Sierra.
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buen relato Kummetz!
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Soulman
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Muy bueno Gran Kummetz.
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LeSurcouf

Una batalla muy interesante, gracias Kummetz. El estrecho del fondo de hierro es algo escalofriante, su nombre lo tiene bien merecido. Aquí se ven la mayoría de los pecios que han sido localizados (aún hay varios más sin localizar, incluído el Hiei).


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Un saludo.
Duque
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Magnífico relato Kummetz 8)
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kummetz1938
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Asunto

Un lugar ideal par los buceadores o submarinistas :wink: :lol:
Desde luego los japoneses eran unos campeones en combate nocturno.
Posteriormente ya cambiarían las cosas debido a los adelantos técnicos, tales como el radar, etc. :wink:

Gracias Sur, por la incorporación de una mapa del lugar de los acontecimientos. :wink:
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Tuvo que ser tremendo... Qué fuerza hay que tener para aguantar esas situaciones... sereno y con el mando...

Tremendo... Mis mejores pensamientos para los muchachos de ambos lados.

Saludos
Cpt_Morgan
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Posteriormente ya cambiarían las cosas debido a los adelantos técnicos, tales como el radar, etc
Si, en el estrecho se Surigao... los yankees demostraron para que valia el radar...
noche cerrada, los acorazados americanos hicieron blanco uno tras otro a todos los navios japoneses que por alli pasaron, como patos de feria, estos ultimos ni sabian que los yankees estaban alli.... ni pudieron responder al fuego siquiera...
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