Posteado por Zurdo, del Escuadron 5Js
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EL BONITO JUEGO DEL RATON Y EL GATO (I)
Esta acción se desarrolla en el TANG, al mando de Richard O'Kane, XO del WAHOO en nuestro relato anterior. Para una mejor comprensión de la acción, el TANG acaba de torpedear y hundir al carguero ASAMA MARU de 8.000 toneladas y persigue a un gran petrolero, escoltado por un destructor que esta de lo más cabreado por este ataque. Dice así:
"El ataque al amanecer que estábamos planeando, presenta muchas ventajas. Las horas de persecución nos permitirían efectuar una determinación segura de la velocidad del enemigo y su plan de "zig-zag". Habiendo transcurrido varias horas sin ser molestado, el enemigo se habría relajado probablemente y con la seguridad que viene con la luz del día, podrían haber relajado su vigilancia. Entonces tendríamos la posibilidad de sumergirnos en la posición más ventajosa e iniciar el ataque con la seguridad y sorpresa de un verdadero submarino en inmersión.
Estos pensamientos, mi confianza en Fraz (XO del TANG) y en toda la tripulación, y aun el sordo retumbar de una carga de profundidad confirmando que enemigo estaba a nuestro alcance, no me dejaba dormir con tranquilidad, aparte por los tres informes sobre un barco adicional, indicando fuego simultaneo desde el destructor y ambos extremos del gran petrolero.- “Falta media hora para el amanecer, Capitán" me indicó el vigía. Subí a cubierta sintiéndome más confiado que nunca en mi barco y mi tripulación.
"¿Donde están ahora, Fraz?" fue mi primera pregunta después de hacer un barrido con mis 7x50 : "Justo atrás a diez mil yardas, donde se suponía que debía estar". Esta fue la clase de respuesta que yo esperaba. No fue una respuesta cortante, sino un informe conciso reflejando algo de orgullo, ya que estuvo toda la noche escudriñando y buscando al enemigo sin descanso. No importaba cuan cuidadosamente protegiésemos nuestros ojos con lentes rojas y luz roja en el interior, obtener buena visión requería varios minutos. De pronto vimos un ligero relámpago sobre el horizonte. Después una silueta más definida se percibió a nuestra popa. El TANG iba en un rumbo 090 al igual que el enemigo, aunque ahora zigzagueando ligeramente. "Todo parado" ordené. Permitiríamos al convoy, o a lo que quedaba de el, acercarse sobre 7000 yardas y permaneciendo en nuestro rumbo original, podríamos maniobrar sin presentarle una silueta alargada. El enemigo se acercaba, y Venus, el lucero de la mañana, estaba en nuestra proa tan brillante como un cuarto de luna.
Uno siempre está situado en la misma estela de luz de la luna o un planeta cuando la vemos desde nuestro navío, pero en este caso el Tang estaba en el mismo rayo de luz visto desde la posición del enemigo, el cual estaba presentando una silueta distinta en tanto que se acercaba. Rechiné los dientes y me dije a mi mismo, casi audiblemente, que el no podría vernos. El gris pálido de la luz de la mañana no ayudaba, pero estábamos utilizando al mismo tiempo, las ventajas de una aproximación nocturna y un ataque a la luz del día. No había tiempo para vacilaciones. "Mensaje ultra de SubPac" indico el altavoz del puente:
"El convoy que aparentemente están atacando ha recibido ordenes de cambiar su rumbo base al norte al amanecer"
¡"Cristo"! fue mas una suplica que un taco. El mensaje japonés descifrado podría ser una treta para sacudirnos de su persecución. Rechacé la información de Ultra. No fue una decisión difícil ya que no podríamos alcanzar una posición al norte del convoy de ninguna manera. El Tang avanzaba a baterías para evitar la posibilidad de emitir humo al arrancar los diesel y después a profundidad de antena de radar. Eran las cinco de la mañana cuando pasamos a zafarrancho de combate. El timonel nos situó a 40 pies girando hacia el enemigo. En unos pocos minutos habría claridad suficiente para ver a través del periscopio. Entretanto el radar nos daba rumbos y distancias mostrados en el TDC. "Esta zigzagueando Capitán". "Cambia el rumbo, firme al norte. Avante toda".
Si el enemigo se dirigía al norte, como indicaba el Ultra, esto nos situaría paralelo a el, para un ataque posterior cuando el se dirigiese a Saipan. Si esto era un giro (zig) normal, estaríamos acercándonos y ganando posición para el ataque. Los segundos pasaron lentamente.
"Enemigo en rumbo cero seis cero" indicó Fraz con una nota de alivio que ambos sentimos al unísono. El enemigo había girado justo 30 grados, y el Tang podría alcanzarlo con facilidad a alta velocidad. Bajamos a 100 pies y ordené avante a toda maquina. MIentras el periscopio bajaba, observé la estela, ahora casi un perfil pero la agitación indicaba una estimación validad del ángulo sobre la proa (angle on the bow). Un rumbo normal, o perpendicular, aceleraría el ataque. Caímos a la izquierda al 330. La carrera a alta velocidad requeriría 20 minutos. Seria interrumpida solo cuando detuviésemos las hélices temporalmente para que nuestro sonarista pudiese obtener una marcación sobre el petrolero. Ahora era el momento para preparar todos los tubos para el disparo. NO era necesario indicar cuales ya que nos quedaban solo ocho torpedos, cuatro alante y cuatro atrás. Dispararíamos los últimos torpedos desde un extremo u otro o posiblemente de ambos, ya que la pérdida de este petrolero podría herir al enemigo mucho más que la pérdida de los otros barcos, todos a la vez.
Quince minutos de carrera. El grafico indicaba que estábamos acercándonos a la trayectoria del enemigo. Bill (timonel) llevo al TAng a 64 pies tan pronto como reducimos a 3 nudos. Una rápida comprobación de sonar, un rápido barrido de periscopio a baja potencia y comencé a respirar normalmente. "Estamos en posición correcta" informé a la tripulación. "ahora mantened para observación". El mar estaba como un espejo. El periscopio rompió apenas la superficie y de nuevo abajo. Comprobé la profundidad bajo nuestra quilla. Bill estaba en al tanto. MIs manos indicaron la altura deseada. Jones (oficial de derrota) levantó el periscopio suavemente. ¡"Rumbo- marcar, Distancia-marcar"! plegué las manillas y el periscopio bajó. Jones indicó el rumbo y luego leyó en el esta dímetro la distancia en el dial, ahora sobre el anillo del periscopio (este era John Jones, hermano de Paco Jones. Aclaracion para Fu-Man- Chú que siempre esta al loro N.T.). Yo había indicado el rumbo de 25 estribor, la distancia era de 2500 yardas. El Tang estaba a 1200 yardas de la ruta del enemigo. Nuestros tres nudos nos llevarían demasiado cerca para disparar axial es que nos pusimos paralelos al petrolero. Eran las seis de la mañana.
Sucesivas observaciones de periscopio, fueron cortas pero frecuentes, cada una para un trozo de información. Una mirada al nivel del agua al tope del petrolero para un rumbo, la siguiente al mástil del destructor, una distancia al nivel del puente del petrolero como altura del esta dímetro y un ángulo en la proa usando la separación de los mástiles. Las lentes del periscopio de ataque nunca estuvieron expuestas más de tres o cuatro segundos y a solo unas pulgadas sobre la superficie, luego de nuevo al destructor. "abajo el periscopio". Fue innecesario ya que Jones lo había bajado tan pronto como yo plegué las manijas. "Abrir compuertas exteriores" indiqué. El destructor había cruzado la proa del petrolero y se dirigía directamente hacia nosotros a una 800 yardas. Este era mi problema; no trastocaría nuestra aproximación al petrolero hasta el último minuto, y esto nos daba un minuto todavía. Yo ya me había enfrentado a esta situación en el WAHOO (véase la traducción anterior), en una situación mucho mas tensa, con el destructor viniendo a por nosotros a 30 nudos hacia mi periscopio alzado y con solo un torpedo para disparar. En comparación esto de ahora no era nada (¡glup! vaya güevos que tenia el tío!N.T) excepto que esta vez, yo estaba al mando. Conté hasta diez en una cadencia de un segundo. Jones mantuvo el periscopio a la altura de mis ojos en tanto yo me ponía en cuclillas.
"Rumbo, marcación". Periscopio abajo. "Este es para el petrolero. El destructor ha girado a la derecha y va hacia el costado del petrolero" . El destructor estaba completamente empequeñecido por la longitud del cargado petrolero. Todo el personal de control de fuego y con ellos, la tripulación entera, supieron que yo estaba transpirando. Creo que todos respiraron más fácilmente conmigo, ya que todos deseaban a ese petrolero. Pero no estábamos todavía fuera de problemas. Durante la segunda y tercera observación , el petrolero había girado 20 grados hacia nosotros lo que nos colocaba demasiado cerca a su trayectoria dado que los torpedos de nuestros tubos delanteros necesitaban correr 400 yardas antes de armar el percutor. Podríamos haber disparado en ángulo para usar las yardas extra en su giro, pero afortunadamente el Tang estaba girando alejándose para un disparo de popa. Continuando nos situaríamos justo para el disparo recto que deseábamos.
El ángulo sobre la proa se fue abriendo rápido en tanto que el se dirigía hacia nosotros, dando la impresión de que estábamos en su línea hasta que lo alinee los detalles conocidos para ver que estábamos a su banda. Si nos estaba buscando, pues cojonudo: de proa a popa, su barandilla estaba repleta de marineros en uniforme blanco, unos 150 en solo nuestro lado. Otros estaban en el tope del puente y de la superestructura. Era un petrolero naval, no citado en los libros de reconocimiento, pero comparable a nuestros Cimarrón y con cañones de 6 pulgadas. Pero... ¿Porque tantos hombres? ¿Estaban evacuándoles de Saipán? "Diez grados para disparar, distancia quinientos". Fue la indicación de Fraz para un ajuste de casi cero en los giroscopios de los torpedos y la distancia del TDC. "Mantener para rumbo constante. Arriba el periscopio" Esta vez no hubo un esfuerzo especial para ocultar el periscopio. LO que necesitábamos eran marcaciones rápidas y seguras, ya que a esta distancia el cambio angular seria alto. Si éramos descubiertos el petrolero, posiblemente no podría hacer nada al respecto; su ultima esperanza, el destructor, estaba pasando justo a su popa alejándose. "Rumbo constante. Marcación"!. "Ajustado" dijo Frank estaba manteniendo constante el rumbo en el TDC. El grande, y rechoncho barril fue acercándose al retículo estacionario del periscopio. ¡"FUEGO"!. Franz pulsó el disparador, y el primer torpedo silbó en su trayectoria. Tres próximos siguieron cada uno dirigido a un punto específico a lo largo de su banda de estribor.
En el petrolero, los vigías vieron las estelas de los torpedos, apuntando y agitando los brazos hacia las explosiones. Ninguno de ellos abandono su puesto. Fue rápido; la carrera de los torpedos era de solo 23 segundos. Restos subieron por el aire y el buque entero se vio envuelto en una masa de humeantes llamas y humo pardo rojizo. Empezó a hundirse rápidamente. Fraz tomo el periscopio y contempló como se hundía en solo cuatro minutos. Eran las siete de la mañana.
El Tang se sumergió hondo, cuando las cargas de profundidad empezaron un minuto más tarde, pero no demasiado cerca."
El bonito juego del raton y el gato
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El bonito juego del raton y el gato
Navegando las tormentas como mejor se puede.
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La segunda parte 
EL BONITO JUEGO DEL RATON Y EL GATO (II)
El Tang iba deslizándose hacia abajo en un ángulo moderado. No había prisa ya que el destructor se encontraba al otro lado del holocausto y no había estelas de torpedos que revelasen nuestra posición de disparo. Sus cargas de profundidad estallaban a varios cientos de yardas de nuestra situación quizás a mil posiblemente. Mientras fuese lanzando cargas de profundidad, no podría efectuar un reconocimiento por sonar sin destrozar los tímpanos de sus escuchas. Sin embargo cada segundo contaba para alejarnos del peligro justo en el rumbo en el cual disparamos al mismo tiempo que íbamos sumergiéndonos mas profundo buscando el gradiente térmico que deseábamos. Necesitábamos estar allí antes de que ellos empezasen nuestra búsqueda.
Bill estaba bombeando al mar por breves periodos para mantener la flotabilidad neutra del buque en tanto que el casco era comprimido por la creciente presión del mar. Pasamos 450 pies, y entonces la aguja del batitermografo se movió rápidamente trazando un cambio de 5 grados en la temperatura del agua en el dial. Era exactamente el gradiente que deseábamos a 475 pies. Entonces cruzaríamos por debajo de el.
“Nivela a 500 pies Bill”. La confirmación de Bill fue interrumpida por un informe sereno pero preocupante del teniente Flanagan. “Está entrando algo de agua en la cámara de torpedos pero la podemos controlar por el momento” fueron las palabras de Hank como un hecho consumado. Era la clase de informe que yo esperaba de el. Más de un barco, incluido el GRAFF SPEE ha quedado inservible para el combate por tener demasiados informes de daños al mismo tiempo, no por los daños en si mismos, lo que convencieron al comandante a abandonar la nave. Nosotros habíamos discutido este problema anteriormente durante nuestro entrenamiento, pero las situaciones tienden a cambiar rápidamente, especialmente en los submarinos.
En lugar de nivelarse el Tang pasó los 500 pies como si fuese buscando los 600. Bajé a la sala de control. Bill estaba haciendo lo que podía con planos y bombas y ahora requería mas velocidad, pero la velocidad sola, con nuestro ángulo abajo, solamente nos llevaría mas abajo. Le ordené que soplara a seguridad, pero con la serena orden de Bill, De Lapp(oficial de control, dio solamente un impulso de aire a alta presión, como si estuviésemos en la superficie, y el Tang continuo bajando. Hubiese sido necesaria veinte veces mas aquí abajo. La responsabilidad del barco era mia ; Les golpee ligeramente varias veces y ordené : “soplar seguridad, soplar flotabilidad a proa”.
De Lapp sopló y sopló. Las 3000 libras de aire rugieron, y con velocidad ayudando a los planos, el Tang lentamente recuperó su ángulo de subida. Debería estar ya subiendo pero la manecilla del indicador de profundidad todavía indicaba una profundidad de 612. ¿Estábamos subiendo o bajando todavía?. Indudablemente podíamos soplar los tanques de lastre principales e invertir la señal del indicador de profundidad, pero las grandes burbujas que acompañarían la inevitable ventilación, revelarían muy ciertamente nuestra posición al enemigo. No correríamos este riesgo a menos que fuese absolutamente necesario. En las ocasiones que habíamos probado la capacidad de inmersión del Tang , algunos fallos relativamente pequeños habían acompañado nuestra creciente profundidad. Lo mismo era cierto ahora si estuviésemos bajando aún. Permanecimos así, esperando y escuchando. Los minutos pasaron lentamente, pero sin incidente alguno, y nos sentimos mas tranquilos y confiados en que el Tang estaba subiendo lentamente.
“Ya lo tenemos” dijo Bill cuando la manecilla del indicador de profundidad osciló ligeramente hacia arriba. Estos han sido los minutos mas largos de mi vida, y me atrevería a decir que toda la tripulación sintió lo mismo. El navío estaba bajo control y todas las bombas estaban en los pantoques de la sala de torpedos. Fui adelante, atravesé vadeando la compuerta de la cámara de torpedos y jadee entrecortadamente; las escena no era precisamente como Holliwood nos había mostrado, con hombres con el agua hasta las axilas, luchando y escupiendo. No obstante, la gente de Hank estaba haciendo su trabajo seriamente arrodillados en el agua. Parecía un lago, no menos, sumergiendo al culpable, nuestro tubo nº 5. El agua salía como un sifón desde la junta del anillo de presión de la bayoneta del cierre de la puerta, empapándolo todo adelante.
Para poder acometer cualquier reparación, y antes de que las bombas pudieran funcionar, teníamos que tener menos presión del mar. De vuelta a la sala de control, Bill estaba llevando al Tang lentamente arriba, ahora 500 pies, con Fraz ocupando mi lugar mientras yo estaba adelante. Atravesamos el gradiente, que era ahora la menor de nuestras preocupaciones. Ahora en lugar de inyectar lentamente agua del mar en nuestros auxiliares, para ralentizar nuestro ascenso, soplamos flotabilidad a proa un poco cada vez. Las burbujas serian pequeñas cuando subiesen desde la válvula de ventilación, y esperábamos, que no se harían más grandes cuando se expandieran en su camino a la superficie. . Podrían ser, quizás, divisadas, pero nosotros cambiaríamos rumbo tan pronto como nuestro tanque de flotación en proa estuviese lleno de agua otra vez.
De todos modos no teníamos otra opción en cualquier caso, ya que el aire en los tanques de flotación se expandiría cuando perdiésemos profundidad, expulsando al agua de los agujeros del fondo y haciendo nuestra proa más ligera. Lo opuesto se realizaría cada vez que nos hundiésemos un poco. Un galopante movimiento oscilante era inevitable y encabritándose algo a profundidad de periscopio.(como un delfín o un pez espada N.T.).
Nuestro tanque de seguridad era otra cosa diferente. Era tan solidó como nuestro casco de presión y equipado con grandes válvulas de vaciado en forma de seta, que se cerraban hidráulicamente y se sellaban con la presión del mar. Ahora estaba casi seco y completamente sellado del mar. Era seguro, colocado un poco delante de nuestro centro de gravedad, que nos daba la flotabilidad que compensaba el agua de la cámara de torpedos. Respiramos un poco mejor tan pronto como Bill nivelo a 100 pies ya que las bombas estaban ganando la batalla a la inundación.
“Hélices ligeras en rumbo tres cinco cero grados, verdadero” . El informe de Caverly no fue inesperado pero ciertamente era el que menos deseábamos oír ahora. Me agaché junto a el y el me pasó uno de sus hidrófobos. El tenia poco en comun con un verdadero centro de información de combate, pero era rápido y nos permitía tomar decisiones sin demora y rápidamente. El rumbo verdadero permanecía constante; el destructor pasaría sobre nosotros tan seguro como que rumbos constantes proporcionan colisiones, tanto en el mar como en las autopistas.
¡“Parad las bombas”!
Ahora estábamos completamente silenciosos excepto por nuestras lentamente girantes hélices, lejos de toda posible cavitación. Casi inmediatamente perdimos el sonido de las hélices del destructor. Era seguro que el también había detenido sus hélices para escuchar y al menos iba deslizándose sobre el ultimo rumbo verdadero que tenia de nosotros. Si justo esperábamos, el próximo sonido que escucharíamos seria sus rápidas hélices cuando se abalanzase rugiendo sobre nosotros en un mortal ataque con cargas de profundidad.¡teníamos que echar una ojeada!
“Llévalo arriba a ochenta pies. Abrid las portas delanteras”!. Si no éramos obligados a ello, no dispararíamos, ya que sabía lo que disparar a un destructor alertado podría acarrear, y esto con un submarino con todas sus capacidades. Lo nuestro tendría que ser un disparo desesperado, justo lo que podría esperarnos a profundidad de periscopio. Bill lo subió hasta profundidad de periscopio usando un mínimo ángulo, ya que la situación en la cámara de torpedos tendería a acentuar cualquier movimiento.
Era como intentar equilibrar una bandeja de hielo llena de agua. Bajo estas precarias circunstancias, el Tang alcanzó lentamente los 80 pies de una forma encomiable. Si Bill lo pudo hacer a 80 pies sin “galopar”(ya sabéis, el movimiento de los delfines, N.T.) el podía repetirlo a 64 pies asimismo. Tenia que hacerlo sin más remedio. Comenzamos: Jones, subió el periscopio exactamente igual que cuando habíamos mirado al destructor antes del ataque, justo lamiendo la superficie del agua.Fraz indicó nuestra profundidad. A 65 pies Jones siguió el periscopio con mi ojo. La verde superficie del agua estaba justo encima de la lente. Un relámpago de luz y el periscopio ya estaba abajo. “Diez a estribor” indiqué. “Distancia setecientas” Leyó Jones y luego el rumbo que fue comprobado con el sonido. Llévalo a ochenta, Bill, iremos a la izquierda con 15 grados de timón. La información adicional fue dada a Bill antes que al timonel porque cualquier timón sensible, tiende a hacer a un submarino sumergido deslizarse de popa y en nuestra situación el oficial de maniobra merecía cualquier aviso con antelación suficiente.
El Tang se mantuvo en la reciproca de un rumbo normal, uno que sumaria nuestro rumbo al componente del enemigo. Nos deslizaríamos lejos. Cada uno de nosotros esperábamos que el movimiento del otro produjese algún sonido. Fue el turno del Tang en primer lugar, ya que el agua había subido un pie en la cámara de torpedos desde que habíamos parado las bombas. Más agua incrementaría la posibilidad de inundar los motores de entrenamiento de sonido, situados cerca de la sala de torpedos, detrás de la mampara y los necesitábamos como nunca lo habíamos necesitado antes. Cuando un submarino esta verdaderamente silencioso, cualquier ruido interno parece ser amplificado: nuestra bomba rotativa de drenaje no era mala, pero la bomba de dos pistones dobles sonaba como dos pequeños martinetes.
“Hélices ligeras rumbo cero ocho cero” .Aparentemente sonaban como dos pequeños martinetes en el destructor también. Continuamos bombeando, teníamos que hacerlo y serpenteamos arriba para echar otra ojeada. Esta vez informé a la tripulación que dispararíamos solamente en defensa, pero el rumor se había expandido por todo el barco ya que al preparar los tubos se pensaban que íbamos a atacar. El destructor estaba a unas 3000 yardas que era una buena distancia pero el ángulo sobre la proa era cero. La cuenta de la hélice era baja, probablemente su sonarista podía oírnos sobre el ruido de sus hélices. Nuestras bombas hicieron lo máximo hasta que la distancia estimada era de 1500 yardas. Despues les dimos un descanso e iniciamos un nuevo deslizamiento de evasión.
El destructor no parecía tener prisa y nos daba la impresión que estaba esperando justo para el ataque final. Sus tácticas parecían inquietantemente similares a la nuestras cuando pasábamos a la ofensiva. Nosotros habíamos hecho algunos comentarios burlones cuando el tenia dos buques que proteger. Ahora que había sido relevado de tal tarea ya que le habíamos hundido los dos buques y solo se concentraba en nosotros, y mas con el profundo cabreo que tendría por eso mismo, no había nada divertido sobre el.
El bombeo, evasión y espera llegó a ser un círculo vicioso, aun más cuando cada vez teníamos que estar preparados para disparar. Tripulaciones de relevo no eran necesarias ya que solo había una sala de torpedos que manejar, así que la mayoría de los hombres fueron relevados del zafarrancho de combate. Otros muchos decidieron permanecer en sus puestos, lo que me hizo sentirme muy orgulloso de ellos. Mientras tanto nuestros encargados de la reparación no habían estado ociosos. Con trapos y plomo para reforzarlo, fueron calafateando los segmentos de la bayoneta del aro de cierre, comprimiendo literalmente la arandela de caucho extruido, dentro de su guía. Al principio pareció ser de poco efecto justo redirigiendo el agua detrás del aro, pero para mediodía el flujo de agua había disminuido sensiblemente.
Una hora pasó sin bombear, y las aproximaciones del enemigo se fueron reduciendo paulatinamente. Comparado con la situación antes de mediodía, parecía que teníamos ahora la situación en nuestras manos y decidí que ya era hora de dejarlo solo de una puñetera vez. Más calafateo podría distorsionar y romper el anillo, y entonces todo se habría perdido. Un axioma de la lucha antisubmarina es permanecer siempre junto al enemigo porque nadie puede saber nunca que dificultades pueden existir abajo. El capitán japonés parecía haber leído el manual, y el destructor permaneció encima de nosotros durante toda la tarde, a veces tan cerca que pensábamos que iba a lanzar. Quizás fue una suposición aventurada, pero concluimos que 12 cargas lanzadas donde hundimos al transporte, los lanzamientos ocasionales durante la noche, y las numerosas cargas después del hundimiento del petrolero le habían dejado con una sola salva, que posiblemente estaba ahorrando para nosotros.
Sentíamos curiosidad, aunque no angustiados por la carencia de sonar activo, lo que advertiría de su presencia innecesariamente. El error del enemigo, creo, fue asumir que estábamos muy profundo, donde cualquier submarino en sus cabales debería estar. ¿Cómo podía suponer que estábamos mirándole tan cerca que podíamos verle el bigote? .
El estuvo indudablemente tratando de localizarnos con sus hidrófobos, iniciaba una carrerita, y luego perdiendo el contacto una vez tras otra. El crepúsculo fue llegando, en el las horas siguientes, hasta que pudiésemos subir a superficie, podrían ser las mas duras para nosotros. Tendríamos dificultad para ver al destructor con nuestro periscopio empezando unos pocos minutos después del crepúsculo del atardecer. La primera prueba llegó. No pude indicar ningún ángulo, y Caverly tenia su rumbo constante. Escuché con el y estuve de acuerdo con deducción que había derivado ligeramente a la izquierda. Caímos a la derecha cruzando nuestros dedos .El destructor pasó limpiamente, pero esto no podría continuar.
Eran las 20:00 le final del crepúsculo según nuestros cálculos. Era completamente oscuro en nuestro periscopio. El destructor estaría nervioso, además, sabiendo ahora que podríamos estar en la superficie. Retrasamos el bombeo, esperando añadirle ansiedad, y esperando, probablemente un lanzamiento de cargas a alta velocidad. A las 20:40 vino un sonido de hélices a alta velocidad, acelerando, escuchando su rápido “swish,swish,swish” a través de nuestro casco.
El rumbo permanecía constante y luego derivo justo un pelo a la derecha, pero esto fue suficiente. Caímos a la izquierda en un rumbo paralelo opuesto al suyo, y el corrió cerca de babor. Sus cargas de profundidad parecían estallar cerca, pero no lo bastante cerca. Esperamos, mirando a estribor como si pudiésemos verle a través de nuestro casco. Y después, el sonido de las hélices del destructor, ahora bien detrás nuestro, fue amortiguado por ocho “Sacudidores de dientes” (Tooth sakers, fuerte detonaciones). Lo sorprendente es que cuando las detonaciones se disiparon, no se pudieron escuchar sus hélices nunca más a través del casco o en nuestros hidrofonos. El plano mostraba su último rumbo casi al este. Solo pudimos deducir que su último ataque había venido cerca por azar y que ahora había frenado bajo cavitación para evitar nuestra detección hasta que se hubiese alejado de nosotros. Pero una parte de la tripulación siempre creyó que humillado y habiendo perdido los dos barcos que tenia que proteger, el destructor se había volado así mismo, como Harakiri ritual. En ambos casos, fue por lo que respecta a nosotros una muy agradable despedida."

EL BONITO JUEGO DEL RATON Y EL GATO (II)
El Tang iba deslizándose hacia abajo en un ángulo moderado. No había prisa ya que el destructor se encontraba al otro lado del holocausto y no había estelas de torpedos que revelasen nuestra posición de disparo. Sus cargas de profundidad estallaban a varios cientos de yardas de nuestra situación quizás a mil posiblemente. Mientras fuese lanzando cargas de profundidad, no podría efectuar un reconocimiento por sonar sin destrozar los tímpanos de sus escuchas. Sin embargo cada segundo contaba para alejarnos del peligro justo en el rumbo en el cual disparamos al mismo tiempo que íbamos sumergiéndonos mas profundo buscando el gradiente térmico que deseábamos. Necesitábamos estar allí antes de que ellos empezasen nuestra búsqueda.
Bill estaba bombeando al mar por breves periodos para mantener la flotabilidad neutra del buque en tanto que el casco era comprimido por la creciente presión del mar. Pasamos 450 pies, y entonces la aguja del batitermografo se movió rápidamente trazando un cambio de 5 grados en la temperatura del agua en el dial. Era exactamente el gradiente que deseábamos a 475 pies. Entonces cruzaríamos por debajo de el.
“Nivela a 500 pies Bill”. La confirmación de Bill fue interrumpida por un informe sereno pero preocupante del teniente Flanagan. “Está entrando algo de agua en la cámara de torpedos pero la podemos controlar por el momento” fueron las palabras de Hank como un hecho consumado. Era la clase de informe que yo esperaba de el. Más de un barco, incluido el GRAFF SPEE ha quedado inservible para el combate por tener demasiados informes de daños al mismo tiempo, no por los daños en si mismos, lo que convencieron al comandante a abandonar la nave. Nosotros habíamos discutido este problema anteriormente durante nuestro entrenamiento, pero las situaciones tienden a cambiar rápidamente, especialmente en los submarinos.
En lugar de nivelarse el Tang pasó los 500 pies como si fuese buscando los 600. Bajé a la sala de control. Bill estaba haciendo lo que podía con planos y bombas y ahora requería mas velocidad, pero la velocidad sola, con nuestro ángulo abajo, solamente nos llevaría mas abajo. Le ordené que soplara a seguridad, pero con la serena orden de Bill, De Lapp(oficial de control, dio solamente un impulso de aire a alta presión, como si estuviésemos en la superficie, y el Tang continuo bajando. Hubiese sido necesaria veinte veces mas aquí abajo. La responsabilidad del barco era mia ; Les golpee ligeramente varias veces y ordené : “soplar seguridad, soplar flotabilidad a proa”.
De Lapp sopló y sopló. Las 3000 libras de aire rugieron, y con velocidad ayudando a los planos, el Tang lentamente recuperó su ángulo de subida. Debería estar ya subiendo pero la manecilla del indicador de profundidad todavía indicaba una profundidad de 612. ¿Estábamos subiendo o bajando todavía?. Indudablemente podíamos soplar los tanques de lastre principales e invertir la señal del indicador de profundidad, pero las grandes burbujas que acompañarían la inevitable ventilación, revelarían muy ciertamente nuestra posición al enemigo. No correríamos este riesgo a menos que fuese absolutamente necesario. En las ocasiones que habíamos probado la capacidad de inmersión del Tang , algunos fallos relativamente pequeños habían acompañado nuestra creciente profundidad. Lo mismo era cierto ahora si estuviésemos bajando aún. Permanecimos así, esperando y escuchando. Los minutos pasaron lentamente, pero sin incidente alguno, y nos sentimos mas tranquilos y confiados en que el Tang estaba subiendo lentamente.
“Ya lo tenemos” dijo Bill cuando la manecilla del indicador de profundidad osciló ligeramente hacia arriba. Estos han sido los minutos mas largos de mi vida, y me atrevería a decir que toda la tripulación sintió lo mismo. El navío estaba bajo control y todas las bombas estaban en los pantoques de la sala de torpedos. Fui adelante, atravesé vadeando la compuerta de la cámara de torpedos y jadee entrecortadamente; las escena no era precisamente como Holliwood nos había mostrado, con hombres con el agua hasta las axilas, luchando y escupiendo. No obstante, la gente de Hank estaba haciendo su trabajo seriamente arrodillados en el agua. Parecía un lago, no menos, sumergiendo al culpable, nuestro tubo nº 5. El agua salía como un sifón desde la junta del anillo de presión de la bayoneta del cierre de la puerta, empapándolo todo adelante.
Para poder acometer cualquier reparación, y antes de que las bombas pudieran funcionar, teníamos que tener menos presión del mar. De vuelta a la sala de control, Bill estaba llevando al Tang lentamente arriba, ahora 500 pies, con Fraz ocupando mi lugar mientras yo estaba adelante. Atravesamos el gradiente, que era ahora la menor de nuestras preocupaciones. Ahora en lugar de inyectar lentamente agua del mar en nuestros auxiliares, para ralentizar nuestro ascenso, soplamos flotabilidad a proa un poco cada vez. Las burbujas serian pequeñas cuando subiesen desde la válvula de ventilación, y esperábamos, que no se harían más grandes cuando se expandieran en su camino a la superficie. . Podrían ser, quizás, divisadas, pero nosotros cambiaríamos rumbo tan pronto como nuestro tanque de flotación en proa estuviese lleno de agua otra vez.
De todos modos no teníamos otra opción en cualquier caso, ya que el aire en los tanques de flotación se expandiría cuando perdiésemos profundidad, expulsando al agua de los agujeros del fondo y haciendo nuestra proa más ligera. Lo opuesto se realizaría cada vez que nos hundiésemos un poco. Un galopante movimiento oscilante era inevitable y encabritándose algo a profundidad de periscopio.(como un delfín o un pez espada N.T.).
Nuestro tanque de seguridad era otra cosa diferente. Era tan solidó como nuestro casco de presión y equipado con grandes válvulas de vaciado en forma de seta, que se cerraban hidráulicamente y se sellaban con la presión del mar. Ahora estaba casi seco y completamente sellado del mar. Era seguro, colocado un poco delante de nuestro centro de gravedad, que nos daba la flotabilidad que compensaba el agua de la cámara de torpedos. Respiramos un poco mejor tan pronto como Bill nivelo a 100 pies ya que las bombas estaban ganando la batalla a la inundación.
“Hélices ligeras en rumbo tres cinco cero grados, verdadero” . El informe de Caverly no fue inesperado pero ciertamente era el que menos deseábamos oír ahora. Me agaché junto a el y el me pasó uno de sus hidrófobos. El tenia poco en comun con un verdadero centro de información de combate, pero era rápido y nos permitía tomar decisiones sin demora y rápidamente. El rumbo verdadero permanecía constante; el destructor pasaría sobre nosotros tan seguro como que rumbos constantes proporcionan colisiones, tanto en el mar como en las autopistas.
¡“Parad las bombas”!
Ahora estábamos completamente silenciosos excepto por nuestras lentamente girantes hélices, lejos de toda posible cavitación. Casi inmediatamente perdimos el sonido de las hélices del destructor. Era seguro que el también había detenido sus hélices para escuchar y al menos iba deslizándose sobre el ultimo rumbo verdadero que tenia de nosotros. Si justo esperábamos, el próximo sonido que escucharíamos seria sus rápidas hélices cuando se abalanzase rugiendo sobre nosotros en un mortal ataque con cargas de profundidad.¡teníamos que echar una ojeada!
“Llévalo arriba a ochenta pies. Abrid las portas delanteras”!. Si no éramos obligados a ello, no dispararíamos, ya que sabía lo que disparar a un destructor alertado podría acarrear, y esto con un submarino con todas sus capacidades. Lo nuestro tendría que ser un disparo desesperado, justo lo que podría esperarnos a profundidad de periscopio. Bill lo subió hasta profundidad de periscopio usando un mínimo ángulo, ya que la situación en la cámara de torpedos tendería a acentuar cualquier movimiento.
Era como intentar equilibrar una bandeja de hielo llena de agua. Bajo estas precarias circunstancias, el Tang alcanzó lentamente los 80 pies de una forma encomiable. Si Bill lo pudo hacer a 80 pies sin “galopar”(ya sabéis, el movimiento de los delfines, N.T.) el podía repetirlo a 64 pies asimismo. Tenia que hacerlo sin más remedio. Comenzamos: Jones, subió el periscopio exactamente igual que cuando habíamos mirado al destructor antes del ataque, justo lamiendo la superficie del agua.Fraz indicó nuestra profundidad. A 65 pies Jones siguió el periscopio con mi ojo. La verde superficie del agua estaba justo encima de la lente. Un relámpago de luz y el periscopio ya estaba abajo. “Diez a estribor” indiqué. “Distancia setecientas” Leyó Jones y luego el rumbo que fue comprobado con el sonido. Llévalo a ochenta, Bill, iremos a la izquierda con 15 grados de timón. La información adicional fue dada a Bill antes que al timonel porque cualquier timón sensible, tiende a hacer a un submarino sumergido deslizarse de popa y en nuestra situación el oficial de maniobra merecía cualquier aviso con antelación suficiente.
El Tang se mantuvo en la reciproca de un rumbo normal, uno que sumaria nuestro rumbo al componente del enemigo. Nos deslizaríamos lejos. Cada uno de nosotros esperábamos que el movimiento del otro produjese algún sonido. Fue el turno del Tang en primer lugar, ya que el agua había subido un pie en la cámara de torpedos desde que habíamos parado las bombas. Más agua incrementaría la posibilidad de inundar los motores de entrenamiento de sonido, situados cerca de la sala de torpedos, detrás de la mampara y los necesitábamos como nunca lo habíamos necesitado antes. Cuando un submarino esta verdaderamente silencioso, cualquier ruido interno parece ser amplificado: nuestra bomba rotativa de drenaje no era mala, pero la bomba de dos pistones dobles sonaba como dos pequeños martinetes.
“Hélices ligeras rumbo cero ocho cero” .Aparentemente sonaban como dos pequeños martinetes en el destructor también. Continuamos bombeando, teníamos que hacerlo y serpenteamos arriba para echar otra ojeada. Esta vez informé a la tripulación que dispararíamos solamente en defensa, pero el rumor se había expandido por todo el barco ya que al preparar los tubos se pensaban que íbamos a atacar. El destructor estaba a unas 3000 yardas que era una buena distancia pero el ángulo sobre la proa era cero. La cuenta de la hélice era baja, probablemente su sonarista podía oírnos sobre el ruido de sus hélices. Nuestras bombas hicieron lo máximo hasta que la distancia estimada era de 1500 yardas. Despues les dimos un descanso e iniciamos un nuevo deslizamiento de evasión.
El destructor no parecía tener prisa y nos daba la impresión que estaba esperando justo para el ataque final. Sus tácticas parecían inquietantemente similares a la nuestras cuando pasábamos a la ofensiva. Nosotros habíamos hecho algunos comentarios burlones cuando el tenia dos buques que proteger. Ahora que había sido relevado de tal tarea ya que le habíamos hundido los dos buques y solo se concentraba en nosotros, y mas con el profundo cabreo que tendría por eso mismo, no había nada divertido sobre el.
El bombeo, evasión y espera llegó a ser un círculo vicioso, aun más cuando cada vez teníamos que estar preparados para disparar. Tripulaciones de relevo no eran necesarias ya que solo había una sala de torpedos que manejar, así que la mayoría de los hombres fueron relevados del zafarrancho de combate. Otros muchos decidieron permanecer en sus puestos, lo que me hizo sentirme muy orgulloso de ellos. Mientras tanto nuestros encargados de la reparación no habían estado ociosos. Con trapos y plomo para reforzarlo, fueron calafateando los segmentos de la bayoneta del aro de cierre, comprimiendo literalmente la arandela de caucho extruido, dentro de su guía. Al principio pareció ser de poco efecto justo redirigiendo el agua detrás del aro, pero para mediodía el flujo de agua había disminuido sensiblemente.
Una hora pasó sin bombear, y las aproximaciones del enemigo se fueron reduciendo paulatinamente. Comparado con la situación antes de mediodía, parecía que teníamos ahora la situación en nuestras manos y decidí que ya era hora de dejarlo solo de una puñetera vez. Más calafateo podría distorsionar y romper el anillo, y entonces todo se habría perdido. Un axioma de la lucha antisubmarina es permanecer siempre junto al enemigo porque nadie puede saber nunca que dificultades pueden existir abajo. El capitán japonés parecía haber leído el manual, y el destructor permaneció encima de nosotros durante toda la tarde, a veces tan cerca que pensábamos que iba a lanzar. Quizás fue una suposición aventurada, pero concluimos que 12 cargas lanzadas donde hundimos al transporte, los lanzamientos ocasionales durante la noche, y las numerosas cargas después del hundimiento del petrolero le habían dejado con una sola salva, que posiblemente estaba ahorrando para nosotros.
Sentíamos curiosidad, aunque no angustiados por la carencia de sonar activo, lo que advertiría de su presencia innecesariamente. El error del enemigo, creo, fue asumir que estábamos muy profundo, donde cualquier submarino en sus cabales debería estar. ¿Cómo podía suponer que estábamos mirándole tan cerca que podíamos verle el bigote? .
El estuvo indudablemente tratando de localizarnos con sus hidrófobos, iniciaba una carrerita, y luego perdiendo el contacto una vez tras otra. El crepúsculo fue llegando, en el las horas siguientes, hasta que pudiésemos subir a superficie, podrían ser las mas duras para nosotros. Tendríamos dificultad para ver al destructor con nuestro periscopio empezando unos pocos minutos después del crepúsculo del atardecer. La primera prueba llegó. No pude indicar ningún ángulo, y Caverly tenia su rumbo constante. Escuché con el y estuve de acuerdo con deducción que había derivado ligeramente a la izquierda. Caímos a la derecha cruzando nuestros dedos .El destructor pasó limpiamente, pero esto no podría continuar.
Eran las 20:00 le final del crepúsculo según nuestros cálculos. Era completamente oscuro en nuestro periscopio. El destructor estaría nervioso, además, sabiendo ahora que podríamos estar en la superficie. Retrasamos el bombeo, esperando añadirle ansiedad, y esperando, probablemente un lanzamiento de cargas a alta velocidad. A las 20:40 vino un sonido de hélices a alta velocidad, acelerando, escuchando su rápido “swish,swish,swish” a través de nuestro casco.
El rumbo permanecía constante y luego derivo justo un pelo a la derecha, pero esto fue suficiente. Caímos a la izquierda en un rumbo paralelo opuesto al suyo, y el corrió cerca de babor. Sus cargas de profundidad parecían estallar cerca, pero no lo bastante cerca. Esperamos, mirando a estribor como si pudiésemos verle a través de nuestro casco. Y después, el sonido de las hélices del destructor, ahora bien detrás nuestro, fue amortiguado por ocho “Sacudidores de dientes” (Tooth sakers, fuerte detonaciones). Lo sorprendente es que cuando las detonaciones se disiparon, no se pudieron escuchar sus hélices nunca más a través del casco o en nuestros hidrofonos. El plano mostraba su último rumbo casi al este. Solo pudimos deducir que su último ataque había venido cerca por azar y que ahora había frenado bajo cavitación para evitar nuestra detección hasta que se hubiese alejado de nosotros. Pero una parte de la tripulación siempre creyó que humillado y habiendo perdido los dos barcos que tenia que proteger, el destructor se había volado así mismo, como Harakiri ritual. En ambos casos, fue por lo que respecta a nosotros una muy agradable despedida."
Navegando las tormentas como mejor se puede.