- No pienses en osos blancos.
- ¿Qué?
- Que no pienses en osos blancos.
- yo no pienso en oso blancos.
- De verdad, no entiendo que la gente piense en osos blancos.
- Pero yo no pienso en osos blancos.
- Negar el problema no te ayudará. Deja de pensar en osos blancos.
- ¡Pero si el que habla de osos blancos eres tú!
- En serio, negar tu obesión por los osos blancos no te ayudará.
- Paso. Estoy harto de osos blancos.
- ¿Entonces por qué no paras de hablar de osos blancos?
- ¡Y dale! ¡que yo no pienso en osos blancos ni me importan un comino los osos blancos!
- Mira, deberías dejar de hablar de osos blancos.
- Pero, ¿os queréis ir a la m... tú y los osos blancpos?
- Eso, encima de estar obsesioando con los oso blancos, me insultas. No es justo.
- ¡Pero si yo no estoy obsesionado con los osos blancos!
- No desvíes el tema, ¡me has insultado!
- Bueno, pues perdón. No quería hacerlo.
- Vale. Pero deja de pensar en osos blancos.
- ¡Mira, me tiene harto! ¡Vete a a c...!
- Ja, mira, ¡típico de los que se obsesionan con los osos blancos!
- ¡Que te f... un pez! ¡Me voy!
- Demostrado: está obsesionado con los osos blancos, y rncima es un grosero.
Imaginad que en vez de "hablar de osos blancos" dicen "acostarse con niños", o cualquier otra calumnia y/o difamación sobre la moralidad o ideología del contrario, y ya sabréis cómo funciona una de las técnicas de ganar debates más utilizada en nuestros días. Como estrategia a largo plazo implica la repetición de la ofensa una y otra vez hasta que se asocie "naturalmente" a la víctima de la misma.
Dejo a cada cual el buscar ejemplos de esta técnica en el mundo real, pues son abundantísimos. Caveat emptor.
