"Buenas tardes, señores pasajeros. En nombre de la compañía, el comandante y su tripulación les dan la bienvenida a bordo de Cockpit Café. Abróchense los cinturones porque despega la simulación.
Imagínese pilotar un auténtico avión en una cafetería situada en Ciudad Jardín de Palma. No es necesaria experiencia ni conocimientos previos, sólo tener ganas de divertirse y experimentar qué ocurre en la cabina durante el vuelo. Pues desde hace cuatro meses es posible. Cockpit Café ofrece la posibilidad de tomar café, tarta casera o unos sándwiches. Sin embargo, la joya del local se encuentra escondida detrás de una cortina: un simulador de vuelo que reproduce la cabina de un Airbus 320 con dimensiones reales.
Abre la puerta su propietario David Yadzan -un iraní afincado en Mallorca- vestido con un traje de lino sobre el que ha colocado los galones de piloto muy adecuados para la ocasión. Él ha sido el creador del primer simulador de vuelo a escala real que permite reproducir con fidelidad una ruta comercial.
Una vez seleccionada una ruta entre todas las se ofertan en la realidad desde el aeropuerto de Palma -por ejemplo, Ibiza-, el avión comienza a correr por la pista hasta conseguir la velocidad necesaria para despegar. Mil pies, dos mil... La aeronave continúa su ascenso y alcanza la altura de crucero dependiente de la situación de la ruta y el tráfico aéreo.
Aunque en este caso el día está despejado, el simulador permite elegir las condiciones meteorológicas de forma que los pilotos puedan practicar ante tormentas y circunstancias adversas.
Desde Palma, se dirige a Andratx para luego tomar el 'desvío' hasta la isla pitiusa. «El vuelo de los aviones se produce del mismo modo que los autobuses -explica David-, tienen una serie de paradas en las airways -las calles del cielo- que conforman una ruta prefijada para evitar posibles colisiones».
El simulador incluye un joystick para controlar el avión, ya que el Airbus 320 fue el primero en utilizar estos aparatos para sustituir a las clásicas palancas de control. Al manejarlo, uno se da cuenta de que cualquier movimiento descuidado provoca un giro brusco del aparato en la pantalla. Sin embargo, no es posible provocar un accidente de forma intencionada porque el sistema lo evita automáticamente.
Hace aproximadamente cinco años, David Yazdan inició el proyecto de su actual Airbus 320. Nació en Teherán, capital de Irán, hace cincuenta y siete años; más tarde se trasladó a Alemania donde estudió Ingeniería de ordenadores y se preparó como piloto. Durante muchos años pilotó aviones comerciales, aunque en la actualidad su negocio y el pilotaje de pequeñas avionetas y helicópteros de alquiler ocupan la mayor parte de su tiempo. Confiesa que desde niño soñaba con ser piloto y siempre pensó en la idea de crear un simulador real que superara los que tenía en casa.
Fue en el país germano donde se desarrolló su construcción. Sabía que el trabajo sería largo, pero nunca pensó que tardaría cuatro años y cerca de 4.000 horas de trabajo hasta ver acabada su creación. Entonces decidió trasladarla en barco hasta Palma -ciudad donde vive desde hace 15 años- para crear, hace cuatro meses, la primera cafetería con un simulador de vuelo a escala real.
Aunque David no puede calcular el precio de su criatura, gastó unos 60.000 euros sólo en piezas: una cifra muy lejana a los cuatro millones de un simulador de vuelo oficial de los que emplean los pilotos durante sus prácticas. A diferencia del de Cockpit Café, éstos incorporan también un sistema hidráulico que permite a la cabina moverse lateralmente, además de contar obligatoriamente con el certificado de Aviación Civil.
El software está basado en el Flight Simulator, un simulador de la marca Microsoft que con su última versión, en 2006, celebraba los 25 años de la saga. Considerado uno de los mejores simuladores de vuelo civil a nivel de usuario -y uno de los más usados a nivel mundial tanto por profesionales como por aficionados-, contiene también una meteorología detallada, un sistema de fallos del avión y una cabina en tres dimensiones semi completa.
El mérito de Yazdan ha sido adaptar todo ese sistema a una impresionante cabina de dimensiones reales y controlada a través de ocho ordenadores capaces de calcular peso, altura, dirección y el sistema autopiloto. Las piezas de hardware fueron adquiridas a las mismas compañías que trabajan con las líneas aéreas y que provienen en su mayoría de Estados Unidos, Canadá, Italia y Alemania.
Frente a los 600 euros que cuesta utilizar un simulador oficial, esta cafetería ofrece diversas posibilidades de utilización: desde unos 48 para una hora de uso hasta un curso familiar por 198 euros -tras el que se otorgará un certificado y diferentes fotografías como recuerdo- que incluyen una explicación teórica sobre el funcionamiento y la simulación de un vuelo con instructor. Los domingos de 10 a 12, los más pequeños podrán acudir de forma gratuita, eso sí con cita previa y cuatro idiomas a elegir.
Además de cafetería e Internet, el local se convierte cada dos semanas en un meeting point al que acuden azafatas y pilotos para debatir sobre situaciones y accidentes reales ocurridos en diversos vuelos que se proyectan en una pantalla.
Actualmente los clientes mayoritarios son pilotos y copilotos que oyen hablar del simulador y no creen que pueda parecerse tanto a un Airbus real. Su impresión cuando llegan al Cockpit Café es de sorpresa y entusiasmo; «dicen que la única diferencia es que, al abrir la cortina de la cabina, hay un bar y no pasajeros», asegura su propietario. Sin embargo, cada vez son más los que acuden con la curiosidad de comprobar qué sucede al otro lado de la cabina cuando ellos viajan.
Desde los primeros días de apertura, David contó con numerosas ofertas para comprar la cabina por el doble de su coste total. Él -por ahora- se niega, «es my baby», dice. Planea mejorar la cabina con la inclusión de indicaciones sobre los cinturones ante emergencias y el estado de los equipajes.
Hasta hace unas semanas, la cafetería funcionaba sin publicidad, de forma que toda su clientela provenía del 'boca a boca'. David explica que cuando la gente desconocía dónde estaba el local, llamaban directamente al aeropuerto o a la torre de control de Son Sant Joan para preguntar por el sitio.
En el momento de tomar tierra, se activa el tren de aterrizaje igual que en cualquier avión y el sistema reverse que frena los motores y recrea de forma perfecta el ruido de las turbinas. Se puede sentir, incluso, el temblor bajo los pies; aunque éste seguramente provenga del propio ruido y de la inmersión en el papel de pilotos."
http://www.elmundo-eldia.com/2007/07/27 ... 87200.html
Cockpit Cafe
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Un flipe para todos aquellos a los que nos gusta meternos con los avioncitos civiles y dar rienda suelta al papel de piloto.
Ya me gustaría probar, pero aún ando en bragas con mi Baron 58 dándo mi vuelta a España particular. Es decir, que hasta que llegue al A-320 aún me queda mucho que pilotar y que aprender.
Un saludo.
Ya me gustaría probar, pero aún ando en bragas con mi Baron 58 dándo mi vuelta a España particular. Es decir, que hasta que llegue al A-320 aún me queda mucho que pilotar y que aprender.
Un saludo.