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Espacio dedicado a aquellos comandantes que gusten de escribir y leer relatos sobre submarinos y aventuras marineras.

Moderador: MODERACION

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corkran
Oberfähnrich zur See
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Os parecerá demasiado, si afirmo que conocí a Ulises y al loco de Aquiles y sin embargo no solo los conocí a ellos, sino que también los padecí y eso que Odiseo era ese tipo de hombre que a cualquier mujer, de cualquier época la puede volver loca de amor o como mínimo loca de deseo. Taimado y amable, falso y egoísta, pero siempre encantador, continuamente sabía susurrar, dulcemente, la palabra exacta que deseabas oir: nadie le podría negar que sabía utilizar la lengua en cualquiera de sus posibles sentidos; de manera que terminabas encantada bajo su cuerpo y su miembro mientras que otros más bellos, pero más brutos, se quedaban mirando perplejos sin poder entender como lo conseguía.
En cualquier caso terminé vendida como esclava, a eso y a poco más, se limitó para mí la guerra más heroica y más recordada que haya existido.
He visto morir a mis hijos, a mis maridos y a mis amantes, heroicamente y con honor, eso si, pero muertos al fin y al cabo.
Que estúpidos son los hombres.
Estuve con El Barca intentando hacer que olvidara a su bella hispana celtíbera. No lo conseguí, pero me dedicó hermosas noches de amor y atenciones. Nunca he visto a un hombre más enamorado de un recuerdo, ni más empeñado en labrarse su propia destrucción, cuando pudo tenerlo todo. A veces llego a pensar que le perdió su lado femenino y sensible. Parecía como si no quisiese ganar sino solo demostrar que podía hacerlo.
Fui amante de Cesar. Nunca he vuelto a conocer a nadie más grande que él, ni más lúcido y arrogante y sin embargo, acudió a su propia muerte con puntualidad inglesa, suponiendo que por aquel entonces él hubiera podido adivinar que significaba eso. No quiso utilizar su brillantez para eludir una forma tan estúpida de morir, o quizás, peor aun, después de toda una vida dedicada a la inteligencia, le perdió su vanidad y acudió con desenfado y frivolidad masculina a dejarse matar por unos desgraciados, que ni siquiera sabían lo que hacían, ni los demonios que despertaban con ese acto idiota y descabellado. Lo tuve en mis brazos muerto, con el cuerpo traspasado a cuchilladas y no voy a negar que lloré inmensamente por el. A veces casi me confundo al pensar que puede ser la muerte más estúpida de la historia, hasta que recuerdo la de los miles de campesinos que también he conocido, solo para verlos morir en batallas que no eran suyas, la de hombres humildes que he tenido que llorar muertos defendiéndose con ardor o intentando inútilmente defender a los suyos…eso si que son muertes estúpidas y no la de los grandes hombres, empeñados en dejar una huella en la historia a pesar hasta de su propia vida: allá ellos.
He tenido tantos hijos, que perdí la cuenta hace tiempo y ya no recuerdo a ninguno. Los he amamantado realmente, los he visto jugar y crecer, solo para convertirse en muchachos bellos que marchan a la guerra con una armadura de bronce, con una cota de malla de hierro, con un jubón de cuero o con una casaca roja, es igual; todos ellos han corrido veloces a echarse en brazos de la muerte, en vez de abrazar a una muchacha y hacerla gemir de placer. Bellos muchachos rubios o morenos, altos o bajos pero corpulentos, muchachos más que hermosos que me han hecho sentir orgullo de madre y lujuria de amante, convertidos en trozos de carne fláccidos, simplemente porque tenían que ir a la guerra y a veces también porque así lo quisieron ellos.
Que tontos y que simples son los hombres.
He conocido las heridas del bronce, del hierro y de la pólvora, del tifus, de la peste y de la asfixia. He conocido tantas formas de morir…
A veces sospecho que solo las mujeres aprendemos de todas las vidas que nos toca vivir y que los hombres viven cada una de sus vidas como si fuera la única, sin conseguir aprender nada para la siguiente. Eso o que realmente solo viven una vez y por eso cometen incansablemente los mismos errores que a nosotras nos dejan perplejas. Que por eso no pueden aprender a disfrutar con la vida que les toca y por el contrario se dedican a estrellarse de bruces contra las grandes palabras y la muerte que, invariablemente, éstas traen consigo.
Pobres hombres…pero que bellos me resultan y que trágicos en sus infantiles afanes guerreros. No voy a negar que aun me siguen gustando los hombres, pero al mismo tiempo, cada vez me resultan un poco más insoportables, porque a estas alturas, los puedo adivinar antes de que ellos mismos piensen su próximo paso.
Y sin embargo este último me resulta especialmente molesto, quizás por incomprensible, paradójicamente, y es que en un lugar sin guerras ha escogido una muerte virtual. Es que no tienen remedio. El cree que no entiendo lo que hace, pobrecito, no sabe que sé más de guerras, de lo que el podrá aprender en cien vidas, si las tuviera. He tenido ocasión de aprender con los mejores maestros, desde estrategia hasta táctica, pasando por logística, intendencia o inteligencia y terminando con el dominio hasta de la forma exacta y correcta de asestar un tajo perfecto con el bronce, en las rodillas del adversario para desbaratar la inútil línea de escudos, o de cebar un fusil de avancarga sin dejar de correr, clavar un cuchillo silencioso en una garganta, separar dos ojos atónitos con una pala de trinchera y por supuesto, aprendí en su momento a disparar un torpedo que matará a cientos de hombres sin cara.
El cree que no sé nada de todo esto y yo no le voy a explicar que lo he aprendido en brazos de miles de hombres que fueron mi propia sangre, antes de verlos marchar en la oscuridad y entre las amargas lágrimas de la certeza.
¿Qué me va a explicar este hombre que yo no haya podido aprender antes mil veces más dolorosamente? El cree que no se lo que es un plano de profundidad o una carta náutica y no sabe que he visto partir a tripulaciones enteras desde el puerto de Brest que sabían descorazonados que iban a una guerra perdida. El toca unos iconos que le llevan hasta los tubos de proa y con unas teclas cree comandar un submarino y no sabe lo que es cagarse encima cuando explosiona la última carga y en esa fracción de segundo en la que sabes que te vas al fondo, solo eres consciente de lo fría que está el agua que te va a matar. ¿Cree acaso este hombre que me ignora, que sabe realmente lo que se siente al partir en dos un transporte cargado tropas y ver a todos esos muchachos, casi niños, saltar aullando en medio del Atlántico? ¿sabe lo que es echarse a llorar en mis brazos al recordarlo, después de hacerme el amor como un desesperado?
Pobres hombres, que tontos son, que si no tienen guerras se las inventan y se creen aun mejor que la mujeres. Quizás por eso es esta una de las vidas más tristes que me ha tocado vivir, tan sola, cuando no hay porque. Tan olvidada y tan defraudada…El llega, cena sin una palabra, se sienta a su combate virtual, sin un gesto de cariño, como si no existiera y mañana a trabajar y a soñar con su U Boot, como si fuese real. Y yo que he visto morir a tantos porque no tuvieron mas remedio, tengo que ver a éste escoger estar muerto en vida. Quizás es el destino trágico de los hombres, aprender las cosas cuando ya es demasiado tarde. El me mira y supone condescendiente que no entiendo lo que hace, y que no puedo ni siquiera llegar a percibir la grandeza de su hazaña, que al mando de un destructor virtual ha conseguido hundir un montoncito de píxel. Ah! Si supieras de verdad que fría es la noche en el puente de un barco y en ningún lugar del océano.
Yo creía que esta vida sería distinta y sin embargo tiene algo de mucho más vacía que las demás, cuando cada mañana me levanto y lo veo irse y volver tras un día de soledad y sin palabras, sentarse hasta las dos de la mañana a los mandos de su ordenador, que triste, que triste cada fin de semana que no salimos a pasear o cada noche que no perdemos de charla en la terraza con una copa en la mano, o cada vez que no me hace el amor …no obstante lo miro y no me quejo, ni digo una palabra…
Quizás porque ya he aprendido que suficiente tienes con nacer hombre…
Quizás un día despiertes y veas el mundo real a tu alrededor, quizás…
…o quizás no.
Yo sé que aún viviré mil vidas más, intentaré entender que tu quieras vivir dos.
…pero Günther Prien lloró cuando supo que se iba hacia el fondo.

A todas las heroínas reales que he conocido y que me han impresionado por su silencio.
A todos los que viven esta afición solo como un pasatiempo que les hace comprender la suerte inmensa que han tenido de nacer y de vivir en este sitio y en este momento.
Porque no tenemos que dejarnos matar y para que no muramos en vida a manos de un sueño estéril.

corkran
"Mit der Dummheit kämpfen Götter selbst vergebens" F. V. Schiller
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Luny
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Esto no pretende ser un relato. Hay dos motivos por los que me he decidido a escribir algo aquí. Uno de ellos es porque más de una semana después del magnífico relato de corkran, nadie haya dicho ni mu; dato por lo demás significativo. El otro es por lo que encierra.

Aquí va:

Acababa de llegar del Pacífico, de las Filipinas para más exactitud, después de casi dos años de lucha ininterrumpida. El A6M2 había sido un magnífico caza. Luego llegaron los Hellcats y ya todo cambió. Nos trajeron los A6M5, pero salvo algún que otro novato, cada vez se hacía más dificil volver al barco con una victoria. Cuando no hubo más portaaviones con la bandera del sol naciente nos tuvimos que ir a tierra y nos tocó las Filipinas. Afortunadamente cada vez más pilotos decidieron pasar a echar una mano a los alemanes en el frente del Este.
Me alisté y en casa nadie se puso triste, por lo menos que yo supiera. Curiosamente retrocedimos en el tiempo un par de años. El frío no me afectó en absoluto; vamos, que con la misma ropa de vuelo que usaba en el Pacífico, me montaba en mi flamante 109 en enero del 42. La nieve sí que era molesta. Sobre todo, el blanco tan intenso que con el reflejo del sol te hace casi imposible orientarte por los accidentes del terreno. Esta misma blancura le costó la vida a más de uno por no distinguir visualmente la distancia al duro suelo.
Los vuelos de entrenamiento se sucedían uno tras otro, todos los días. Incluso un par de veces en semana, el entrenamiento era sin descanso. Solo parabas tres o cuatro horas. Casi no había tiempo para comer, para leer o escuchar las noticias .... para hablar con los compañeros de TODA LA VIDA y los recién llegados. Al menos cinco días en semana, después de las largas horas de trabajo obligado, me ponía el traje de vuelo, entraba en el hangar, observaba cómo ponían el motor en marcha de mi 109 F2 y, una vez revisado todo el aparato, me sentaba en el incómodo asiento, me enfundaba los cascos y el micro y conectaba la radio. –Aquí Luny... estás en el aire?-
- Sí, estoy aquí... sube.-
- Recibido. Voy para allá.-

Empuñando el mando de gases, acelerando suavemente notaba cómo se estremecía el avión a la vez que sentía el empuje del poderoso motor. Una larga cerrera por la pista me llevaba, levantando un nube detrás mío, a casi 300 km/h. Con un suave toquecito de la palanca de control el avión se despegaba del suelo y comenzaba a trepar con ligereza. Un toque de botón y las ruedas se replegaban casi sin ruido. Con cada vuelo descubría algo nuevo, en el suelo y en el aire.
Llegaron las misiones de combate. Por fin le vería la cara al enemigo, vería sus aviones, sus tácticas, sus prestaciones, sus puntos débiles y fuertes y sobre todo, el resultado del entrenamiento. La forma de volar un Zero es completamente diferente a la de volar un 109. Hubo que acostumbrarse aunque demasiadas veces caía uno en el error fácil de sentirse a los mandos del Mitsubishi en lugar del Messerschmitt. El entusiasmo creció hasta casi convertirse en un vicio. La satisfacción de abrir fuego sobre un desprevenido piloto y ver como perdía un ala o se incendiaba el motor llegó a ser preocupante. También experimenté la angustiosa sensación del calor del motor incendiado, del sofocante humo y del brusco impacto del gélido aire al abandonar la cabina a dos mil metros de altura.
Luego los nuevos aparatos, más potentes, más veloces, mejor armados.... más letales aún. Lo que nunca pude sospechar es que no solo abatían aviones enemigos o blancos en tierra. También estaban acabando con algo más. Algo que ningún ordenador podrá simular jamás.

Así todos los días. O más bien todas las noches. Las doce y media, la una, teniendo trabajos ineludibles que realizar al día siguiente, atender a mis Compañeros, los de toda la vida y los recién llegados. Hasta un punto en el que dejé de atender a mis compañeros como se merecen, incluso siendo desagradable con ellos cuando algún piloto más experimentado conseguía abatirme después de un encuentro en el cielo, dejando que los de toda la vida atendieran a los recién llegados, además de sus propias obligaciones.

Con todo el derecho del mundo, se sublevaron. O más bien, me lo echaron en cara.
Y me exigieron atención y respeto por mi parte.
Y colaboración en las tareas propias del servicio.
Y cariño.
Y amor.

En definitiva, ser un padre y un marido en el año dos mil cuatro.

Hoy, aunque sigo volando esos incríbles montoncitos de píxels, no soy un piloto de caza en el cuarenta y tres....
Soy un padre y marido en el dosmil cuatro.



Igual me he salido por la tangente.... pero creedme, no vale la pena.

Saludos....
Die honorably, just not today
Beltza
Comandante en Jefe
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efectivamente va unpoco de eso y tambien de mas cosas.
pero si que hay respuestas. lo que pasa es que este relato lo publique primero en el foro general a peticion de otros comandantes con los que estoy de acuerdo. el foro general lo ve todo el mundo y todo el mundo opina si le apetece, luego el foro de relatos sirve mas bien para ir formando una coleccion de relatos y que no se pierdan, pero tiene mucha menos lectura.
pero tienes razon en tu post, si te dejas llevar es posible que lo virtual sustituya a lo real a veces con penosas consecuencias para la vida personal. toda aficion, no solo esta de los sim, llevada a un extremo puede ser molesta para los que conviven tu vida y al fin y al cabo ellos no estan hechos de pixeles, sino de sentimientos, aspiraciones, deseos y tantas otras cosas que conforman la vida.
me apasionan los submarinos, pero tambien mil cosas mas y procuro que ninguna de ellas me devore sino, en todo caso, disfrutarlas sin estar a su servicio. es solo una opinion.
encantado de saludarte luny y de cruzar opiniones contigo.
(de hecho el foro en cuanto a su capacidad de comunicacion me resulta incluso mas interesante que comandar un sub)
saludos nuevamente
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