En la colisión, el “Prinz Eugen” introdujo su esbelta proa hasta la quilla del “Leipzig” por la banda de babor, entre el puente y la chimenea. Las armaduras de las piezas de la D.C.A. resultaron destrozadas. La cámara 2 quedó llena de vapor que escapaba de las calderas, inundándose totalmente en 20 s; minutos antes, cien cadetes habían salido de la cámara 2 para el relevo de las 20:00.
Por su parte, la proa del “Prinz Eugen” quedó totalmente destrozada y enganchada a babor del “Leipzig”. Así engarzados, marcharon a la deriva durante catorce horas en una zona peligrosa en donde operan aviones y submarinos soviéticos. Al llamado de la radio de las naves siniestradas, remolcaldores y buques auxiliares acuden a la zona. Dos de ellos empezaron a bombear ininterrumpidamente, mediante 16 mangas, el agua que subía por la proa del “Prinz Eugen”. Las embarcaciones auxiliares embarcaron a la tripulación del “Leipzig”, quedando sólo el equipo indispensable para tratar de separar los buques.
A las 10:00, catorce horas después del abordaje, las máquinas del “Prinz Eugen” dieron marcha atrás con toda la potencia de sus 133.000 CV, mientras los remolcadores sujetaban al “Leipzig”. Finalmente la roda del “Prinz Eugen” se retiró lentamente de la brecha abierta. Los buques se separaron y los dos flotaban.
El “Prinz Eugen” recaló en Gotenhafen (Gdynia) por sus propios medios; el “Leipzig” tuvo que ser remolcado. Quince días después del abordaje, el “Prinz Eugen” estaba nuevamente disponible. Por su parte, el “Leipzig” recibió reparaciones provisionales que le permitieran efectuar misiones contra el enemigo. Tras el fin de la guerra, fue hundido por los británicos en el mar del Norte, llevando a bordo un cargamento de obuses de gas.
