Sidi-Ifni la guerra olvidada

Espacio dedicado a aquellos comandantes que gusten de escribir y leer relatos sobre submarinos y aventuras marineras.

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Walther
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Sidi-Ifni la guerra olvidada

:cry:
El general Mariano Gómez de Zamalloa, el laureado del Pingarrón, el héroe de la División Azul, recibió en su despacho
de gobernador general de Sidi Ifni, un telegrama de Madrid con el siguiente texto:

"Representante bandas armadas asegura a partir 12,00 horas día 30 harán alto el fuego ese sector. Observe
cuidadosamente actitud enemigo, extremando precaución. Fuego propio totalmente prohibido. Aviación no debe volar".
Ese día 30 era el del mes de junio de 1958. El telegrama venía a decir que la guerra había terminado.




Pero ¿qué guerra? ¿Existió alguna vez una guerra en Ifni? Es verdad que murieron casi 200 españoles, y que más de 500
fueron seriamente heridos, que muchos miles de soldados de reemplazo lo pasaron muy mal en aquel enclave africano,
y hasta época tan reciente como 1969, pero ¿fue aquello una guerra?

En el lenguaje oficial de entonces se calificó el asunto como incidente; los asediados en aquel paraje inhóspito y lejano solían
hablar entre sí de "la guerrita". La censura de noticias fue tan dura, perfecta y rigurosa que cuatro décadas más tarde
hasta el mismo nombre del escenario se ha borrado casi por completo de la memoria de la mayoría de españoles. No
obstante, aquellos acontecimientos deben considerarse como la última guerra internacional que ha mantenido España. Y
su verdadero resultado, como el verdadero fin de los siglos de colonización española, saldado con sangre. No
obstante, a nuestro lado hay hombres y mujeres que todavía lamen las heridas entonces sufridas, que recuerdan a sus
muertos, que guardan en sus casas y en sus memorias objetos o recuerdos de lo que ocurrió en el invierno de 1957
en Sidi Ifni; y en el Campo, es decir, en los 2.000 kilómetros cuadrados de montañas estériles plantadas en el pecho
atlántico de África, casi frente a las islas Canarias, que un grupito de soldados al mando del coronel Capaz había ocupado
el 6 de abril de 1934.




La guerra que nunca se declaró y cuyo sello de paz oficial jamás fue estampado duró unos ocho meses. La noche del
23 de noviembre de 1957 estuvo a punto de ocurrir un desastre parecido al de Annual de 1921. Estaba todo dispuesto para
qué guerrilleros marroquíes controlados secretamente por el rey Hassán, entonces príncipe heredero, asesinarán en sus
casas a todos los habitantes de Sidi Ifni y que tomaran todos los fortines del interior del territorio. La indiscreción de una
familiar de un policía nativo y la fidelidad de éste a su capitán evitaron la tragedia: le advirtió del ataque previsto.




El asalto al polvorín y la toma de la ciudad fue un fracaso que se saldó con un puñado de muertos, pero todos los puestos
del interior quedaron asediados. Son terribles las historias que han contado los supervivientes que durante unos diez
días estuvieron cercados, hasta que las fuerzas paracaidistas recién creadas y los legionarios consiguieron liberarlos.
Muchos de estos liberadores murieron en el empeño, como muchos de los asediados.

Pero la censura fue tan férrea que ni los habitantes de la capital ifneña llegaron a saber lo que sucedió en las guarniciones
del interior; ni siquiera los mandos militares, a juzgar por cómo actuaron. Los poquísimos historiadores que se han
acercado a aquellos sucesos se sorprenden de
que un gobierno militarista como el de Franco tuviera a su ejército en tan patéticas condiciones. Las dolorosas anécdotas son
innumerables. El primer muerto ilustre, el comandante Álvarez Chas, cayó al mar en un viejo Heinkel 111, con toda
su tripulación, por un error en el momento del aterrizaje. "En el aeródromo existían todas las marcas posibles de
whisky, pero faltaban elementos de guía a la navegación", cuenta un testigo.




Resultó que aquel glorioso ejército carecía de casi todo: los aviones eran antiguallas de los años treinta; los Junkers que
Alemania había enviado a comienzo de la guerra civil, a falta de bombas lanzaban bidones de gasolina provistos de un
sistema de explosión artesanal ideado por un teniente; a los soldados se les entregaban hasta cinco viejos fusiles Máuser,
con la esperanza de que algunos funcionaran cuando tuvieran que dispararlos; los legionarios calzaban alpargatas
para combatir en un terreno abominable de arena y piedras; cargaban todavía con una manta y su ración alimenticia se
reducía muchas veces a un chusco y una lata de sardinas; para socorrer a los asediados se les lanzaba el agua dentro de
neumáticos de camión, a falta de envases mejores, que reventaban al llegar al suelo; para las comunicaciones, se usaban
radios de carga a pedales... Una pobre defensa llevada a cabo con "vieja chatarra cuidadosamente remendada", como escribe
el general Casas de la Vega.

A todas aquellas desdichas se añadió un tiempo tan malo, con lluvias y mar agitado, que el enclave estuvo casi un mes
sin poder recibir ayuda de Canarias. Muchos civiles tuvieron que formar parte de somatenes para vigilar la ciudad por la
noche en el llamado “Batallón de la Gabardina”, al lado de un puñado de periodistas del régimen que fueron enviados
para cambiar la realidad por crónicas literarias. Las bandas marroquíes dominaron en seguida todo el territorio y
consiguieron incluso golpes notorios, como la aniquilación de toda una bandera de la legión, con 97 bajas (42 muertos),
en Edchera el 13 de enero de 1958. Franco, mientras tanto, disculpaba a su "hermano" el sultán Mohamed V, que había
logrado la independencia de Marruecos un año antes, y hablaba como siempre de las asechanzas del comunismo
internacional. Pero las Bandas atacantes, unos 5.000 hombres perfectamente organizados y pertrechados en
formaciones guerrilleras, eran gente enmascarada del ejército marroquí y muchos de sus oficiales habían estudiado en la
Academia de Zaragoza.

Los habitantes de Sidi Ifni recuerdan con lágrimas aquella terrible Navidad de 1957, encerrados en la hermosa ciudad
colonial. Ni la fugaz presencia de Carmen Sevilla, de Gila y otros actores y cantantes pudo aliviar sus penas. Tampoco los
miles de paquetes -turrón, naranjas, botellas...- que se enviaron desde la península a los combatientes y asediados,
recogidos por un programa de La Voz de Madrid. Lo poco que no se perdió en el camino, se repartió en el mes de
marzo, polvoriento o podrido. De la colonia sólo quedó en poder de los españoles la ciudad, con un círculo de seguridad
de 5 km de perímetro defendido por alambradas y trincheras.

Así se mantuvo durante 11 años más, quizás los más prósperos, en los que Ifni, con sus 50.000 habitantes figuró con la
ridícula categoría de provincia española número 51. En las Cortes franquistas aparecían baamaranis de Ifni ataviados
con vistosos uniformes, a cobrar la paga y a preparar las últimas traiciones. La mañana del 31 de julio de 1969, se
arrió la bandera de España del mástil de la plaza. Hassan II había ganado. Los militares y la mayor parte de la
población civil española volvieron a casa.

Unos meses antes ya se habían embarcado los restos de los caídos, y hasta las cruces que presidían sus tumbas en
aquel cementerio que durante la guerra se iba agrandando de noche, sin que los civiles de Sidi Ifni supieran por qué.
Algunos oficiales lloraron, y también mucha gente de Ait Ba Amrán. La autoridad obligó a todos los civiles a salir de
allí, a todos. Pagaron cien mil pesetas a cada uno para que rehiciesen su vida en otra parte.

Los saharauis enrolados en las tropas hispanas fueron despedidos. Hoy, algunos de ellos, apenas un centenar, todavía espera
con ansiedad al oficial español del maletín negro que, a principios de cada mes, viaja desde Las Palmas para pagarles la
mísera pensión -unos 30 euros- por «los servicios rendidos a la patria». El pago se realiza en el antiguo palacio del
gobernador, casi en ruinas, la única propiedad que el Gobierno español mantiene allí. Este edificio, un hotel llamado
La Suerte Loca, los llamativos buzones de la antigua Casa de Correos, la iglesia despojada de cualquier símbolo cristiano,
los nombres de algunas calles y poco más, es todo lo que queda del paso de los españoles por allí.




De tarde en tarde aparece un nostálgico español que luchó en las banderas paracaidistas o de la Legión, o que
padeció un servicio militar muy largo y muy duro en las trincheras del monte Bulaalám. Aquí ocurrió esto, allá ocurrió
lo otro, dirá a sus hijos... O tropieza en la calle con antiguos compañeros de escuela, como le ocurrió hace dos meses al
explorador Kitín Muñoz, nacido allí. Los tenientes de la guerra son hoy generales y no quieren hablar del asunto. Porque
hubo demasiadas historias tristes: sangre, corrupción, derrota... aunque también muchos destellos de gloria.
Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos."
sealowe
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Como siempre que un español cae en pos de los demas (al menos en teoria) Un recuerdo enorme para aquellos hombres y mujeres. Podriamos hablar de las causas sociopoliticas de aquello, pero como pronto nos diria el moderador, este no es el lugar.

Pero si quisiera comentar una cosa respecto a lo del He-111.
Muchos de vosotros, si no todos, habreis visto la pelicula " LA BATALLA DE INGLATERRA". Aquellos que ademas la tengais en DVD, con los extras, habreis podido conocer las siguientes curiosidades:
- los aviones alemanes empleados en el rodaje, corresponden a los aviones españoles operativos en esas fechas. Los Me 109 son los hispano buchon, los HE-111 son los bombarderos que teniamos.
- La base alemana de la pelicula es la BA de Tablada (Sevilla).
- El puerto supuestamente frances del canal donde se amontonaban las tropas alemanas de la Operacion Sealöwe (leon marino) es un puerto español del norte ( no recuerdo cual era)
- Lo que nos muestran como Berlin, en el bombardeo represivo de los ingleses, no es otra cosa que las calles de Pamplona.

En fin curiosidades aparte, esto demuestra donde estaba España y donde las potencias del momento. EEUU por ejemplo estaba a las puertas de Vietnam.

Saludos comandantes, y Walther, no dejes de ponernos relatos historicos de estos, que cada dia disfruto y aprendo algo :wink:
sealowe
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editado por repetido. perdon
Huntley
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Ifni 1957-1958, La Prensa y la Guerra que nunca existió

ISBN 978-84-96170-28-5
Madrid : Almena, 2006
366 páginas.
21 eurillos
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Entre 1957 y 1958 España se vio envuelta en un conflicto en sus territorios de Ifni y Sahara contra unas pretendidas “bandas de liberación”. La férrea censura impuesta por el régimen impidió que la sociedad española conociera realmente lo que estaba sucediendo en aquellos lejanos territorios, aparte de la visita que algunos “famosos” de la época hicieron a las tropas y algunos confusos artículos en prensa que más que informar distorsionaban los hechos.

En este trabajo se analiza, precisamente, la cobertura que la prensa dio a las actividades políticas y militares en aquellos tiempos, poniendo en cuestión las carencias y tergiversaciones de la información aportada. A través de este análisis podremos observar cómo la prensa se plegó absolutamente a los dictados oficiales para mantener a la población en la más absoluta ignorancia de unos sucesos en los que perdieron la vida un buen número de españoles.

Estamos seguros que este libro contribuirá en buena medida a descorrer el velo que aún hoy oculta a la llamada “última guerra colonial de España”.

Fernando Schwartz



Extraido de: http://www.elmundo.es/magazine/num137/textos/ifni1.html

El general Mariano Gómez de Zamalloa, el laureado del Pingarrón, el héroe de la División Azul en las estepas rusas, recibió en su despacho de gobernador general de Sidi Ifni, África Occidental, un telegrama de Madrid con el siguiente texto: "Representante bandas armadas asegura a partir 12,00 horas día 30 harán alto el fuego ese sector. Observe cuidadosamente actitud enemigo, extremando precaución. Fuego propio totalmente prohibido. Aviación no debe volar". Ese día 30 era el del mes de junio de 1958. Va a hacer ahora cuarenta años. El texto del telegrama venía a decir que la guerra había terminado.

Pero ¿qué guerra? ¿Existió alguna vez -como decía Giraudoux de la de Troya- una guerra en Ifni? Después de todo, ¿acaso existió Ifni? ¿Existe aún? Es verdad que murieron al menos 300 españoles y que más de 500 fueron seriamente heridos en las batallas, que muchos miles de soldados de reemplazo lo pasaron muy mal en las trincheras y puestos de vigilancia montañosos de aquel enclave africano, y hasta época tan reciente como 1969, pero ¿fue aquello una guerra?

En el lenguaje oficial de entonces se calificó el asunto como incidente; los asediados en aquel paraje inhóspito y lejano solían hablar entre sí de "la guerrita". La censura de noticias fue tan dura, perfecta y rigurosa que cuatro décadas más tarde hasta el mismo nombre del escenario se ha borrado casi por completo de la memoria de la mayoría de españoles. No obstante, aquellos acontecimientos deben considerarse como la última guerra internacional que ha mantenido España. Y su verdadero resultado, como el verdadero fin de los siglos de colonización española, saldado con sangre. No obstante, a nuestro lado hay hombres y mujeres que todavía lamen las heridas entonces sufridas, que recuerdan a sus muertos, que guardan en sus casas y en sus memorias objetos o recuerdos de lo que ocurrió en el invierno de 1957 en la Ciudad de las Flores, es decir, en Sidi Ifni; y en el Campo, es decir, en los 2.000 kilómetros cuadrados de montañas estériles y hermosas plantadas en el pecho atlántico de África, casi frente a las islas Canarias, que un grupito de soldados al mando del coronel Capaz había ocupado el 6 de abril de 1934.




Los legionarios españoles calzaban alpargatas para combatir en un terreno de arena y piedras

La colonia se mantuvo durante apenas 35 años, la guerra que nunca se declaró y cuyo sello de paz oficial jamás fue estampado duró unos ocho meses. La noche del 23 de noviembre de 1957 estuvo a punto de ocurrir un desastre parecido al de Annual de 1921. Estaba todo dispuesto para que guerrilleros marroquíes controlados secretamente por el actual rey Hassán, entonces príncipe heredero, asesinaran en sus casas a todos los habitantes de Sidi Ifni y que tomaran todos los fortines del interior del territorio. La indiscreción de la cuñada aldeana de un policía nativo y la fidelidad de éste a su capitán evitaron la tragedia: le advirtió del ataque previsto. El periodista Jos Martín recuerda que su padre le contaba siempre cómo de madrugada se le presentó un soldado con un extraño y urgente mensaje: "¡Sin novedad, mi capitán: han matado al centinela!".

El asalto al polvorín y la toma de la ciudad fue un fracaso que se saldó con un puñado de muertos, pero todos los puestos del interior quedaron asediados. Son terribles las historias que han contado los supervivientes que durante unos diez días estuvieron cercados, hasta que las fuerzas paracaidistas recién creadas y los legionarios consiguieron liberarlos. Muchos de estos liberadores murieron en el empeño, como muchos de los asediados, y algunos nombres se conservan en el recuerdo y en el afecto de sus familias: el alférez de las Milicias Universitarias Rojas Navarrete, el teniente Ortiz de Zárate...

Pero la censura fue tan férrea que ni los habitantes de la capital ifneña llegaron a saber lo que sucedió en las guarniciones del interior; ni siquiera, en realidad, los mandos militares, a juzgar por cómo actuaron. Los poquísimos historiadores que se han acercado a aquellos sucesos -militares todos- se sorprenden de que un gobierno militarista como el de Franco tuviera a su ejército en tan patéticas condiciones. Las dolorosas anécdotas son innumerables. El primer muerto ilustre, el comandante Álvarez Chas, cayó al mar en un viejo Heinkel 111, con toda su tripulación, por un error en el momento del aterrizaje. "En el aeródromo existían todas las marcas posibles de whisky, pero faltaban elementos de guía a la navegación", cuenta un testigo.

Resultó que aquel glorioso ejército carecía de casi todo: los aviones eran antiguallas de los años treinta; los Junkers que Alemania había enviado a comienzo de la guerra civil, a falta de bombas lanzaban bidones de gasolina provistos de un sistema de explosión artesanal ideado por un teniente; a los soldados se les entregaban hasta cinco viejos fusiles Máuser, con la esperanza de que algunos funcionaran cuando tuvieran que dispararlos; los legionarios calzaban alpargatas para combatir en un terreno abominable de arena y piedras; cargaban todavía con una manta y su ración alimenticia se reducía muchas veces a un chusco y una lata de sardinas; para socorrer a los asediados se les lanzaba el agua dentro de neumáticos de camión, a falta de envases mejores, que reventaban al llegar al suelo; la puntería de los aviadores era tan mala que disparaban contra soldados propios que salían desesperados de los fortines en busca de agua y comida; para las comunicaciones, se usaban radios de carga a pedales... Una pobre defensa llevada a cabo con "vieja chatarra cuidadosamente remendada", como escribe el general Casas de la Vega.




En los sesenta, Sidi Ifni floreció como nunca y los militares cobraban tres veces su salario

A todas aquellas desdichas se añadió un tiempo tan malo, con lluvias y mar agitado, que el enclave estuvo casi un mes sin poder recibir ayuda de Canarias. Muchos civiles tuvieron que formar parte de somatenes para vigilar la ciudad por la noche, incluido en un llamado Batallón de la gabardina, incluso al lado de un puñado de periodistas del régimen que fueron enviados para cambiar la realidad por crónicas literarias... Escaseaba la comida, proliferaba la epidemia de gripe. Las bandas marroquíes dominaron en seguida todo el territorio y consiguieron incluso golpes notorios, como la aniquilación de toda una bandera de la legión, con 97 bajas (42 muertos), en Edchera, en el territorio sahariano, el 13 de enero del año 58... Franco, mientras tanto, disculpaba a su "hermano" el sultán Mohamed V, que había logrado la independencia de Marruecos un año antes, y hablaba como siempre de las asechanzas del comunismo internacional. Pero las Bandas atacantes, unos 5.000 hombres perfectamente organizados y pertrechados en formaciones guerrilleras, eran gente enmascarada de un ejército oficial marroquí al que el propio Franco estaba regalando armas y municiones. Más aún: muchos de sus oficiales habían estudiado en la Academia de Zaragoza.


NAVIDAD
Los habitantes de Sidi Ifni recuerdan con lágrimas aquella terrible Navidad de 1957, encerrados en la hermosa ciudad colonial. Ni la fugaz presencia de Carmen Sevilla en plan Marilyn Monroe, de Gila y otros actores y cantantes pudo aliviar sus penas... y su falta de comida. Tampoco los miles de paquetes -turrón, naranjas, botellas...- que se enviaron desde la península a los combatientes y asediados, recogidos por un programa de La Voz de Madrid. Lo poco que no se perdió en el camino o entre manos interesadas, se repartió en el mes de marzo, polvoriento o podrido. De la colonia sólo quedó en poder de los españoles la hermosa ciudad que ellos mismos habían construido sobre el rocoso vacío desértico, con un círculo de seguridad de unos cinco kilómetros de perímetro defendido por alambradas y trincheras.

Así se mantuvo durante 11 años, y con la ridícula categoría de provincia española, la número 51. En las Cortes franquistas aparecían baamaranis de Ifni y saharauis de la otra provincia, Sahara Occidental, ataviados con vistosos uniformes, a cobrar la paga y a preparar las últimas traiciones cuyas consecuencias todavía colean en el Sahara Occidental, después de la famosa Marcha Verde de 1975. Aquella mañana del 31 de julio de 1969, va a hacer veintinueve años, se arrió la bandera de España del mástil de la plaza del mismo nombre (hoy plaza de Hassán II). Unos meses antes ya se habían embarcado los restos de los caídos y hasta las cruces que presidían sus tumbas en aquel cementerio que durante la guerra se iba agrandando de noche sin que los civiles de Sidi Ifni supieran por qué. Algunos oficiales lloraron, y también mucha gente de Ait Ba Amrán. La autoridad obligó a todos los civiles a salir de allí, a todos. Pagaron cien mil pesetas a cada uno para que rehiciesen su vida en otra parte.

Pero en esos últimos 11 años, en los sesenta, la ciudad todavía asediada brilló como un insólito paraíso. No había riqueza alguna, pero el gobierno asfaltó calles, levantó y pintó casas, construyó un extraño e ingenioso puerto a golpe de millones (puerto que los marroquíes abandonarían enseguida). Sidi Ifni floreció como nunca: los militares todavía salían a caballo a cazar gacelas, cobraban su salario hasta multiplicado por tres, paseaban con uniformes blancos, se casaban con gran boato, multiplicaban las fiestas, las partidas de póquer... Y los pocos civiles que completaban la población española vivían como en una película. Mientras, seguía siendo muy dura la vida en la península.

A su lado, unos 8.000 baamaranis, más otra gente de Marruecos, tenían hospital, escuelas, beneficios de todo tipo. También muchos de ellos lloraron, especialmente los áscaris, los antiguos soldados de nuestro ejército. En realidad, se sabe que unos 8.000 chavales de esas ásperas montañas habían sido reclutados para luchar en la guerra civil. Licenciados, seguían cobrando sus pensiones. Todavía ahora muchas familias viven del dinero que un militar les lleva desde Las Palmas cada dos meses.

La que fue hermosa ciudad colonial conserva todavía muchos recuerdos de la presencia española y no han sido eliminados aún todos los rótulos de calles y negocios. Mucha gente siente nostalgia de aquella riqueza y mantiene con cierto entusiasmo el idioma que aprendieron. Claro: el hotel España se llama Belle Vue, el cine Avenida está cerrado, en la fachada del ayuntamiento se lee Hôtel de Ville, la iglesia de Santa Cruz, descabalgadas las campanas y tapiada la gran cruz, es sede de los juzgados; el palacio del gobernador sigue siéndolo, pero de Hassán (que nunca ha querido ir a ocuparlo); el aeródromo al que volaba Iberia es un campo de matorral para cabras... El primer hotelito de la ciudad de Sidi Ifni continúa llamándose Suerte Loca y por allí merodean alemanes de chamarra de cuero que fuman kif o turistas de paso asombrados por la mera existencia de una ciudad tan extraña en aquella esquina del mundo. Su antigua belleza se va marchitando día y a día y hace poco se sacó a subasta el fastuoso edificio de la Pagaduría militar, también llamado Consulado. Continúa en su fachada el escudo del águila con su yugo y sus flechas... Los baamaranis de a pie -el barbero, el carpintero, los empleados del ayuntamiento- se lamentan de que España haya olvidado la ciudad que levantó, la cultura que sembró, los recuerdos que dejó.

De tarde en tarde cae por allí un nostálgico español que luchó en las banderas paracaidistas o de la Legión, o que padeció un servicio militar muy largo y muy duro en las trincheras del monte Bulaalám. Aquí ocurrió esto, allá ocurrió lo otro, dirá a sus hijos... O tropieza en la calle con antiguos compañeros de escuela, como le ocurrió hace dos meses al explorador Kitín Muñoz, nacido allí. Los tenientes de la guerra son hoy generales y no quieren hablar del asunto. Porque hubo demasiadas historias tristes: sangre, corrupción, derrota... También algunos destellos de gloria, ciertamente. Porque todavía se mantiene el secreto.

Pero Sidi Ifni, la que fue levantada por ingenieros militares a lo largo de tres décadas sobre el acantilado, frente a un mar intratable, existe todavía. Languidece solitaria a unos doscientos kilómetros al sur de la turística Agadir, ensimismada en su propia sorpresa, pero dueña aún del rescoldo de las bellezas que un día tuvo. Después de todo, sólo han pasado treinta años desde el cambio de bandera, aunque parece que casi todo ha sido olvidado.

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http://www.24flotilla.com/html/modules. ... c&start=75

Dedicado a mi padre y todos los del 57.
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Siurell
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Leer anecdotas de los veteranos de las dos banderas de paracas es descorazonador...heroismo, sangre, polvo, falta de medios, honor, valor, rabia...


Me llama la atencion el altisimo concepto que tiene los veteranos de sus mandos (tenientes y capitanes) hoy jubilados generales o coroneles.

Hablan de "desaparecidos" en combate...¿Qué sabeis de esto?

Por ejemplo los soldados Abdón Clemente Gallego, José María Jiménez Morales, Domingo Miranda Vuduarias, José Urbano Aragu, Ramón Vilariño García y Diego Zambrano Zambrano...

http://www.veteranosparacaidistas.com/m ... ums&t=2952

http://www.veteranosparacaidistas.com/m ... pic&t=6513
Huntley
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Voy a mirar en mis archivos y te digo algo Toni...


Saludos.
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Siurell
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Alguno de la lista es KIA en alguna de las listas que he revisado...pero en otra fuente habla de 81 desaparecidos...Me imagino que o desertaron o fueron KIAs...me llama la atencion. En varias paginas incluso al oficial de la BRIPAC hablan de ellos.

Se puede desaparecer en el mar pero no en un combate en tierra :roll:
Huntley
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sealowe
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Se puede desaparecer en el mar pero no en un combate en tierra
con el tema que tratais, la verdad no se nada al repecto, solo lo que vais escribiendo, pero a la cita en cuestion.......si es posible de varias formas. una de ellas me la relato mi abuelo.

En plena guerra civil, servia en comunicaciones. Creo que en aquel momento en el bando republicano.
Pues estaban tendiendo unos cables para restaurar las comunicaciones, cuando oyeron el zumbido de un avion. Estaban en zona rocosa y arbolada al parecer, cuando divisaron lo que mi abuelo llamo una Pava. Pensaron que habia soltado ya la carga en algun sitio, por lo que no hicieron mas que observar el vuelo sobre ellos, cuando al final vieron que el avion viraba de nuevo hacia ellos.
rapidamente se pusieron a cubierto, excepto un sargento que permanecio quieto gritando ¡ no seais cobardes ! ¡ no os escondais ! ¡ esta ya descargo!.
segun picaba el avion a la posicion donde se encontraban, realizo un ametrallamiento y acontinucacion...........una fuerte explosion. El avion se desvio y desaparecio.

Donde estaba el sargento solo habia un gran crater, y de el solo encontraron una bota, una maldita bota destrozada.

Mi abuelo salio de debajo de la roca donde estaba con una bala en el antebrazo. Pero vivo para contarlo.

Con esto quiero decir que un infante tien muchas maneras de desaparecer.

saludetes, y seguir que uno aprende mucho :wink:
Siurell
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Uno puede desaparecer de manera "voluntaria", desertando por ejemplo o involuntaria, cayendo en combate o prisionero. Las placas de identificacion se hicieron para casos como los que relatas.

Saludos.
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