El expreso a París lleva dos horas en camino. Todo el compartimento 5 del vagón de primera está a mi disposición.
De vez en cuando atrae mi mirada los campos rebosantes de color de la Bretaña francesa, sobre los cuales sólo algunas algodonosas nubes dan el matiz apropiado para que todo mi interior se relaje y disfrute por fin del momento, que sólo puede calificarse como perfecto.
Un mes de permiso me espera, París será sólo la primera escala y la única en la que podré disfrutar de algo parecido a la privacidad, pues luego tendré varias semanas encadenando visitas a ciudades alemanas para ayudar a la Kriegsmarine a reclutar más submarinistas. Hazañas así nos hacen ganar la guerra, dijeron. Sólo yo y mis hombres del U-512 sabemos la verdad de lo que ocurrió, y cómo el enemigo es cada vez más fuerte pese a tener más de 100.000 toneladas menos.
Interrumpe mi ensoñación la llamada a la puerta del camarero, que me trae un Tee mit Zitrone y varios periódicos.
Una rápida ojeada a las portadas de los mismos me confirma que dentro de poco ya no podré entrar a una Bäckerei sin que el fornido dueño o (mejor) la dependienta de rubia coleta me llamen por mi apodo, Leovigildo. Esbozo una sonrisa.
Entre todas la portadas destaca el Nachrichten für die Truppe. Curiosamente han sacado una edición en color, sin duda esperan elevar la moral con el reportaje gráfico, reconozco algunas de las fotos, pues las hice yo. Otras proceden de los reporteros alemanes en Estados Unidos que inmediatamente se lanzaron a dejar constancia de lo que estaba sucediendo en los muelles de Nueva York, con 8 barcos hundidos y la estatua de la libertad reflejando las llamas de la humillación. La ciudad debió ser un caos, según cuentan.
Varios Almirantes norteamericanos han tenido que presentar su dimisión y la "Navy" es objeto de mofa universal. Maravilloso.

En París precisamente me entrevistaré con el portavoz de prensa de la Kriegsmarine. Ha preparado una interesante iniciativa en colaboración con varios periódicos, de modo que a través de encuestas esperan sondear a la opinión pública para saber si desean que se les relate la historia de toda la patrulla o sólo la famosa incursión y escapada de Nueva York.
Hasta entonces, me dejarán disfrutar de las delicias de París. Algunos camaradas de la 24 Flotilla ya me han recomendado algunos lugares especialmente selectos.
La vida, sólo a veces, puede ser maravillosa...