
El mayor buque de guerra jamás construido en España
Se le denomina Buque de Proyección Estratégica, se le ha bautizado Juan Carlos I y será botado en El Ferrol, amadrinado por la Reina Doña Sofía. Cuando se halle totalmente aparejado y listo para las pruebas previas a su entrada en servicio, una mirada apresurada o superficial lo podría confundir con el Príncipe de Asturias. Sin duda, a causa de la rampa de 12º de elevación que distingue y define la proa. Una característica llamativa conocida como sky jump, que empuja hacia arriba a los aviones y los ayuda a incrementar su sustentación en el aire.
Sin embargo, una mirada más atenta apreciará en el acto las diferencias de silueta y rasgos de construcción debidos a los avances tecnológicos experimentados en los últimos años. Después de todo, el Príncipe fue botado en mayo de 1982 (y con la misma augusta madrina). Pero, sobre todo, esa mirada reparará en el tamaño. El Juan Carlos es mucho más grande que el Príncipe. Mide, en números redondos, 35 metros más de eslora (231 por 196). Y, también en números redondos, desplazará 10.000 toneladas más (27.000 por 17.000). Hablamos del mayor barco de guerra construido jamás en España.
Y el más completo. Mientras que el Príncipe es, esencialmente, una plataforma de despliegue aéreo, complementada por las unidades navales de escolta, el Juan Carlos gozará de una polivalencia considerable. Seguirá siendo un aeródromo flotante que descargará a su hermano de tareas y responsabilidades asumidas en solitario. Pero, además, una unidad de proyección lejana de fuerzas de Infantería de Marina y del Ejército de Tierra. En sus tres cubiertas principales, aparte de la destinada a habitabilidad, e incluida la de vuelo, se estibarán y transportarán aviones, vehículos pesados y vehículos ligeros. Los pesados no se reducirán a voluminosos camiones o transportes oruga: se amplían a carros M-60 (53.000 kilos) y Leopardo (59.000). Un dique inundable de 70 metros de eslora y 27 de manga situado a popa permitirá la entrada y salida de lanchones de desembarco de cualquiera de los modelos en servicio en los países de la OTAN.
Y es que el Juan Carlos I, construido en un tiempo récord a causa de un novedoso sistema de módulos, poseerá una gran capacidad de adecuación al material presente y futuro. De momento, por referirnos sólo al actual parque aeronaval, llevará a bordo los aviones AV-8 Harrier Plus y los helicópteros AB-212 y SH-3. Pero se encontrará capacitado para albergar los nuevos aparatos que España ya ha adquirido (pendientes de entrega) o podría adquirir más adelante. Así, los helicópteros multiusos NH-90 y los modernísimos aviones F-35 (Join Strike Fighter) de despegue vertical (aún en pruebas), probables sustitutos de los Harrier. Y esa revolucionaria mezcla de avión y helicóptero que es el V-22 Osprey, ya en servicio con el US Marine Corps. Cualquier helicóptero para un despliegue del Ejército de Tierra (Chinook o Tigre) también tendrá, llegado el caso, un lugar en sus cubiertas y hangares.
El Juan Carlos I podrá llevar a cabo toda misión (aérea, naval, terrestre o anfibia) que se le encomiende. Dotado de una autonomía de 9.000 millas náuticas (unos 15.000 km.) y 50 días con todos los suministros asegurados, su capacidad de transporte de material deberá ser capaz de garantizar durante 30 días el sostenimiento de las operaciones en tierra de la fuerza a proyectar. Protegido por sus escoltas y su grupo aéreo, su armamento propio será débil, como es lógico en los buques de esta naturaleza: esencialmente cuatro cañones de 20 mm, ametralladoras de 12,7 mm y un sistema de defensa cercana antimisil aún por elegir.
Electrónicamente vanguardista, dotado de medios de protección NBQ (guerra nuclear, bacteriológica y química) y propulsado eléctricamente, su régimen de velocidad será habitualmente, y según las circunstancias, triple. Una velocidad máxima a plena carga de 22 nudos (unos 40 km.), una sostenida de 19 y otra económica de 15. Naturalmente, un buque de este porte y prestaciones registra unos números espectaculares en todas sus instalaciones. Por ejemplo, en la capacidad de sus tanques de agua, aceite y combustible; en el tamaño de sus pañoles de víveres, repuestos, municiones, etcétera. Será, por añadidura y por necesidad, un navío muy estable, diseñado para soportar sin daño un estado de la mar 9; mantener las operaciones de vuelo con mar 5; y las anfibias, con mar 4.
Su capacidad de acomodación operacional rondará habitualmente, entre la dotación y los expedicionarios, las 1.500 personas. Incluso podrá superar las 2.000 en casos extremos y por un período breve de tiempo. Sus soluciones habitacionales han tenido en cuenta la existencia de un 20% de personal femenino a bordo, entre el fijo y el eventual.
Su entrada en servicio, su aportación cuantitativa y cualitativa mejorará la actual y casi privilegiada posición de la Armada española entre las potencias navales de segundo orden. Disponemos de una Marina de tamaño medio, como corresponde al conjunto de baremos de nuestro país, pero muy avanzada tecnológicamente. Los nuevos proyectos de construcción de barcos y adquisición de material, algunos ya en marcha, no harán más que reforzar esta característica.
Curiosamente, Don Juan Carlos ha sido el último miembro de la Familia Real en ver su nombre en el casco gris de un barco de la Armada. El Príncipe Felipe (de Asturias) había contemplado el suyo en el buque insignia de nuestra flota. Dos corbetas, reconvertidas hoy a patrulleros de altura, recibieron los nombres de las Infantas Elena y Cristina. Y una fragata, el de la Reina Sofía.
Los 'hermanos menores'
En su versatilidad, el 'Juan Carlos I' es, ante todo, un portaaviones. La existencia de los 'Harrier', aparatos que pueden despegar y aterrizar verticalmente o en un espacio corto, proporcionó a algunos países la posibilidad de contar con buques de esa naturaleza. Con el invento de la rampa de despegue a proa, esas naciones se permitieron definitivamente el lujo de ingresar, con un coste económico soportable, en el restringido club de las que podían proyectar desde el mar su poder aéreo.
Actualmente existen en el mundo siete barcos similares al 'Juan Carlos I', aunque, dadas sus edades, ninguno comparable a él en prestaciones. Incluso el 'Príncipe de Asturias' es muy superior a varios de ellos. La lista la encabezan los tres portaaviones británicos: el 'Illustrious', el 'Ark Royal' y el 'Invincible' (ahora en la reserva). Desplazan algo más de 20.000 toneladas (7.000 menos que el 'Juan Carlos I'). Es equiparable en tonelaje (28.000), pero en nada más, a nuestro nuevo buque el hindú 'Viraat'. Se trata en realidad del viejo portaeronaves inglés 'Hermes', vendido a la India tras las Guerra de las Malvinas.
Mucho más pequeños son el italiano 'Giuseppe Garibaldi' (14.000 toneladas) y, sobre todo, el 'Chakri Naruebet' (12.000), una especie de 'Príncipe de Asturias' en miniatura, construido por España para Tailandia y que lleva a bordo los ya vetustos y poco operativos 'Harrier Alfa', los primeros 'Harrier' de los que dispuso la Armada española, ya inservibles para nuestros intereses y vendidos a la tailandesa a un precio casi simbólico.
Italia está ultimando el relevo para el 'Garibaldi'. Se trata del 'Conte di Cavour', con un desplazamiento similar al 'Juan Carlos I'. Como él, entrará en breve en servicio.
Fuentes:
http://www.elmundo.es 09.03.08
http://www.belt.es/noticiasmdb/HOME2_no ... sp?id=5209