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Historias de francotiradores
Entre los soldados y oficiales que participan en una guerra, los francotiradores ocupan una posición especial. Su destreza en el manejo del fusil --el mejor amigo de un soldado-- y el miedo que inspiran en el enemigo justifican su celebridad. Precisamente por la devoción que inspiran en los combatientes, sus historias cuentan con un atractivo muy especial para la propaganda. Si funcionan entre los soldados, tienen también que ser efectivas entre la población.
En el excelente libro "Un escritor en guerra", Antony Beevor y Luba Vinogradova recuperan los cuadernos inéditos del periodista Vasili Grossman. El corresponsal de guerra del periódico Estrella Roja acompañó al Ejército soviético en algunos de los grandes escenarios de la Segunda Guerra Mundial: el sitio de Stalingrado, la batalla de Kursk y el avance ruso por Alemania hasta Berlín, incluido el doloroso descubrimiento que supuso para Grossman comprobar por sí mismo la existencia de los campos de exterminio.
Grossman conoció a dos de los más famosos francotiradores rusos, Anatoli Chejov y Vasili



Zaitsev, cuyas hazañas en Stalingrado fueron la base de grandes leyendas.
Saizew nació el 23 de marzo de 1915 en la pequeña aldea de Jeleniskoje en Oblast Tscheljabinsk y creció, hijo de un pastor, en los Urales. Allí aprendió a los pocos años la destreza de manejar un fusil en la caza.Después del comienzo del ataque , por parte de los alemanes, a la Unión soviética, ingresó en la Marina Soviética, siendo destinado a Administración.
Si bien eran auténticos combatientes, es obvio que sus logros fueron exagerados por la propaganda soviética. Moscú necesitaba buenas historias que levantaran el ánimo de la población y le hiciera creer que la victoria contra el gigante alemán no sólo era posible, sino inevitable.
El gran reportero ruso acompañó a Chejov en una de sus misiones, lo que fue la base de un largo artículo. A Grossman le interesaba mucho indagar en la capacidad inventiva del soldado ruso para crear formas de hacer la guerra que pudieran compensar la superioridad alemana. Los francotiradores --una mezcla sugerente de habilidad innata y técnica depurada-- eran un buen tema para sus crónicas.
En "Un escritor en guerra", Beevor describe el valor propagandístico de los francotiradores y se refiere a un célebre enfrentamiento entre Zaitsev y un oficial alemán que recordarán aquellos que vieron la película "Enemigo a las puertas".
Éste es un extracto del libro. Los párrafos destacados proceden de los cuadernos de Grossman:
Se hablaba de las hazañas de los francotiradores y se comentaban casi como las de los jugadores de fútbol. Cada división estaba orgullosa de su estrella y los siberianos de la 284 División de Fusileros estaban convencidos de que tenían a la mayor estrella en la persona de Vasili Zaitsev. Pero la exageración de la propaganda hacía sospechosos los resultados alcanzados por esos estajanovistas de la guerra urbana.
"Zaitsev es un hombre reservado, del que los soldados de la división dicen: 'Nuestro Zaitsev es instruido y modesto. Ya ha matado a 225 alemanes'. Sus otros francotiradores son conocidos como 'lebratos'. Batiuk dice: 'Le obedecen como ratoncillos'. Pregunta: '¿Estoy diciendo la verdad, camaradas?', y todos responden: 'Sí, Vasili Ivanovich'".
En el cuaderno de notas de Grossman hay una anotación llamativa, difícil de verificar:
"Murashev y el enfermero Zaitsev habían sido condenados a muerte, el primero por dispararse en una mano, y el segundo porque había matado a un famoso piloto que caía en paracaídas desde un avión derribado. A ambos se les conmutó la pena de muerte, y ahora ambos son los mejores francotiradores en Stalingrado (Murashev tiene diecinueve años)".
Zaitsev era el único francotirador conocido con ese nombre en Stalingrado, y no hay ninguna otra noticia de que fuera enfermero o que hubiera matado a un "famoso piloto" que caía en paracaídas. Quizá Grossman fue la única persona que registró esa historia antes de que la máquina de propaganda soviética reescribiera su vida convirtiéndola en una leyenda.
Como los demás francotiradores, Zaitsev parecía enorgullecerse de disparar sobre cualquier mujer rusa que fuera vista con los alemanes.
"Zaitsev ha matado a una mujer y a un oficial alemán: "Cayeron uno junto al otro".
Varios de los principales francotiradores en Stalingrado, incluidos Chejov y Zaitsev, informaron sobre duelos con francotiradores alemanes. Esto no es muy sorprendente, ya que las acciones contra los francotiradores eran consideradas de la mayor prioridad.
"Un combate singular entre Zaitsev y un francotirador alemán: 'Había matado a tres de nuestros hombres. Esperó quince minutos. Nuestra pequeña hondonada estaba vacía, y comenzó a alzarse. Vi que su fusil estaba en el suelo y me levanté. Me vio y comprendió que estaba perdido. Y disparé'".
Este breve encuentro mortal fue probablemente el que reprodujo más tarde la propaganda soviética. Se hinchó hasta convertirse en la saga épica de un prolongado duelo entre Zaitsev y el ilocalizable "comandante Koenig", jefe de una igualmente ilocalizable "escuela de francotiradores de Berlín" que pretendía hallar a Zaitsev y matarlo. Sin embargo, no se menciona nada parecido en fuentes alemanas. La afirmación de Zaitsev de que ambos se pusieron de pie es muy poco convincente. Los francotiradores de ambos bandos solían trabajar en pareja, y un francotirador victorioso que cayera en un gesto de jactancia tan excesivo habría recibido un disparo inmediatamente.
A juzgar por la forma en que el general Chuikov contó esa historia en sus memorias, puede muy bien que fuera él mismo quien tuvo la idea de promover el mito, especialmente porque Zaitsev pertenecía a la división de Batiuk y no a la de Rodimtsev. Es sorprendente que Grossman, que reprodujo en "Vida y destino" sus notas de guerra sobre el enfrentamiento entre los dos francotiradores casi como las había escrito en su momento, hiciera un cambio. El duelo que Zaitsev había descrito tan detalladamente en la conversación registrada en las notas de Grossman dura "días" en la novela. Grossman, por una vez, parece haber preferido la versión de la propaganda.
Las memorias de Zaitsev (escritas casi con seguridad con ayuda de expertos de la propaganda soviética) cuentan la misma historia, excitante pero poco convincente, de un duelo que duró varios días. Hasta hoy día se muestra en el museo de las fuerzas armadas de Moscú una mira telescópica alemana con una etiqueta que dice que había sido recuperada del cadáver del comandante alemán, pero lo más significativo es que no se mencione en absoluto ese famoso duelo en ninguno de los informes que el departamento político del Frente de Stalingrado envió a Moscú durante la batalla, aunque se informaba de cualquier detalle sobre las actividades de los francotiradores que se pudiera utilizar para la propaganda.
El fusil de Wasili Zaizev, puede verse en el museo de guerra de Stalingrado(actual Volgogrado).
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Saizew wurde durch eine Landmine verwundet. Für seine Leistungen ernannte man ihn am 22. Februar 1943 zum Held der Sowjetunion.
Nach seiner Genesung diente Saizew weiterhin an der Front. Dabei erreichte er bis 1945 den Rang eines Hauptmann und wurde zusätzlich mit dem Leninorden, dem Rotbannerorden, dem Vaterländischen Verdienstorden (1. Klasse), der Medaille für die Verteidigung Stalingrads und der Verdienstmedaille „Für den Sieg über Deutschland“ ausgezeichnet. Nach dem Krieg leitete er eine Fabrik in Kiew, bis er am 15. Dezember 1991 im Alter von 76 Jahren starb.
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Saizew fue herido por una mina terrestre. Por sus logros fue declarado el 22 de febrero de 1943 "Héroe de la Unión Soviética".
Después de su recuperación continuó sirviendo en el frente. En él obtuvo el rango de capitán y además se le concedió la Orden de Lenin, de la Bandera Roja, De la Orden de servicio (l. clase) por la Patria, la medalla de Defensa de Stalingrado y la medalla por la Victoria sobre Alemania. Después de la guerra dirigió una fábrica en Kiew. En el 15 de diciembre de 1991 falleció a la edad de 76 años.