- La leyenda del desierto
A veces nos irritamos con las reacciones exageradas de nuestro prójimo. Hacemos un pequeño comentario, una broma –y he aquí que la persona comienza a llorar, o se enfada.
Una leyenda del desierto cuenta la historia de un hombre que iba a mudarse de oasis, y comenzó a cargar su camello. Puso los tapetes, los utensilios de cocina, los baúles de ropa –y el camello soportaba todo el peso.
Cuando iba saliendo se acordó de una hermosa pluma azul que su padre le había regalado. Decidió buscarla, y la puso sobre el camello. En ese momento, el animal se desplomó por el peso, y murió.
“Mi camello no aguantó el peso de una pluma”, pensó el hombre.
Muchas veces pensamos lo mismo de nuestro prójimo –sin entender que nuestra broma puede haber sido la gota que derramó la copa del sufrimiento.
- El esfuerzo adecuado
Zizhang buscó a Confucio por toda China. El país vivía un momento de gran convulsión social, y él temía derramamiento de sangre.
Encontró a su maestro frente a una fogata, meditando. Maestro, necesitamos urgente su presencia en el gobierno –Dijo Zizhang- Estamos al borde del caos.
Confucio continuó meditando.
-Maestro, nos enseñaste que no nos debíamos omitir. –continuó Zizhang –Dijiste que éramos responsables por el mundo.
-Estoy rezando por el país -respondió Confucio-Después iré a ayudar al hombre de la esquina. Haciendo lo que está a nuestro alcance beneficiamos a todos. Tratando apenas de tener ideas para salvar al mundo no nos ayudamos ni siquiera a nosotros mismos.
Existen mil maneras de hacer política, no es necesario ser parte del gobierno.
- La carrera de bicicletas
La vida es como una importante carrera de bicicletas –cuya meta es cumplir con los objetivos personales.
En la largada, estamos juntos –compartiendo camaradería y entusiasmo. Pero, a medida que la carrera se desenvuelve, la alegría inicial cede su lugar a los verdaderos desafíos: el cansancio, la monotonía, las dudas sobre la propia capacidad.
Reparamos en que algunos amigos desistieron del desafío –todavía están corriendo, pero nada más que por que no pueden parar en el medio de una calle; ellos son numerosos, pedalean al lado del auto de apoyo, conversan entre sí, y cumplen una obligación.
Terminamos por distanciarnos; y entonces nos vemos forzados a enfrentar la soledad, las sorpresas, como pueden ser las curvas desconocidas, los problemas con la bicicleta. Y, al cabo de algún tiempo, comenzamos a preguntarnos si vale la pena tanto esfuerzo.
Sí, vale la pena. Se trata sólo de no desistir.
- El matador de dragones
El célebre autor chino Zhungzi cuenta la historia de Zhu Pingman, quien salió en busca de un maestro para aprender la mejor manera de matar dragones.
El maestro entrenó a Pingman durante diez años seguidos, hasta que éste consiguió desarrollar a la perfección la técnica más sofisticada para matar dragones.
Desde entonces, Pingman pasó el resto de su vida buscando dragones para poder mostrar a todos sus habilidades. Para su desilusión, nunca encontró ninguno.
El autor de la historia comenta:
“Todos nosotros nos preparamos para matar dragones y terminamos siendo devorados por las hormigas de los detalles, a las que nunca prestamos atención”.
“Nunca entres en ninguna cuestión sin haber estudiado previamente la retirada; por otro lado, nunca entres en nada para querer luego salir corriendo”
Un cordial saludo.