Misiles y cohetes: El arma decisiva
Los cohetes fueron los que dieron a los técnicos la esperanza de obtener un arma decisiva, y casi lo logran. Todavía hoy los Misiles Balísticos Intercontinentales ICBM siguen siendo el principal elemento de disuasión de las grandes potencias y todos, sin excepción, tienen su origen en los logros alemanes de la II Guerra Mundial y en los estudios de Tsiolkovsky, Goddard y Oberth, creadores de los primeros cohetes eficaces.
En una curiosa obra de 1923 titulada: “El cohete marchando hacia el espacio interplanetario” se abordó por vez primera el proyecto de crear un cohete no muy diferente de lo que luego fue el V-2. Sus ideas, continuadas por Poggensee y Winkler, fueron decisivamente apoyadas por la Oficina de Pruebas del Ejército y por la división de cohetes dirigida por el entonces capitán Walter Dörnberger, quien tenía como misión construir cualquier cosa que volase más alto, más lejos y con más poder que cualquier arma conocida.
Tras instalar un gran complejo en la isla báltica de Peenemünde, cientos de científicos, muchos sin saber qué finalidad tenían sus trabajos, crearon las bases de los primeros misiles teledirigidos del mundo: las bombas volantes V-1 y V-2. Pero Dörnberger no llegó a convencer a Hitler sobre su eficacia hasta 1943, momento a partir del cual gozó de fondos ilimitados.
Misiles teledirigidos
Los nazis crearon los primeros misiles teledirigidos del mundo. También fueron los pioneros referente a tecnología de cohetes y misiles balísticos.
JH 9
JH 10
Además de estas armas dirigidas contra las ciudades aliadas (principalmente Londres), se idearon otros interesantes proyectos, como el BV-143 y BV-246, misiles crucero contra la navegación que debían volar a ras de agua; o la terrible SD-1400, una bomba antiblindaje con alas, que lanzada desde un avión hundió el acorazado Roma.
Sin duda de todas las armas antibuque la más conocida fue la HS-293 y sus sucesoras, que lanzadas desde aviones y guiadas por radio hundieron decenas de barcos aliados. Además, los resultados experimentales facilitaron la creación de cohetes susceptibles de ser usados como apoyo a las tropas de tierra. El catálogo era realmente impresionante, desde el Rheinbote (mensajero del Rhin), un terrible misil táctico tierra-tierra, lanzado por vez primera durante la ofensiva de las Ardenas en diciembre de 1944, hasta los primeros misiles antiaéreos como el Rheintochter. Y si el fin de la guerra no lo hubiera impedido, las V-9 y V-10 que se preparaban en abril del ‘45 en los complejos industriales subterráneos del macizo montañoso del Hartz hubieran permitido a los nazis bombardear los Estados Unidos.
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