capitan12389 escribió:Hola a todos!
Ante todo, debo reconocer que me sentí vedaderamente mal luego de leer los post de muchos capitanes de submarinos, etc, vertiendo todo tipo de comentarios instructo/aleccionadores y que conformaron una apabullante dosis de realismo como para dejar boquiabierto a los “simples jugones” del SH3 como es el que les escribe éstas líneas.
Ante tanta lección sobre como comandar el submarino, los objetivos, y sobre todo, de que manera “vivir” dicho SIMULADOR, decidí tomar el toro por las astas y adentrarme en el mismo.
Pero debo confesar que no resultó nada fácil y comienzo por relatarles: El primer paso consistió en conseguir una docena de personas bien dispuestas, algunos amigos y amigos de amigos, contando además con las esposas de tres de ellos.
Mi amigo Tito, quien insistió en uniformes para imprimirle algo más de realismo, fue quien se encargó de tal tarea. No puedo decirles que la idea resultó brillante ya que no estábamos vestidos de submarinistas alemanes, pues sabrán lo difícil que es conseguirlos, pero vale. Entre gorras de diversa índole, chaquetillas, de cuero algunas; el más ridículo resultó ser Ricardo con su uniforme de botones de hotel y que le quedaba algo grande dada su baja estatura.
Luego de distribuir los galones de oficiales y marineros a seis de nosotros (los otros tendrían a su cargo “los efectos especiales”), establecimos en primer lugar que la sala de mando sería la cocina comedor de la casa, distribuyendo de manera más o menos apropiada tres sillas, la mesa principal y como tablero del oficial de armas una mesita ratona que, dado su chatura, al gordo Daniel, sentado en un banquito, le resultaba algo incómoda. A falta de instrumentos verdaderos, las paredes fueron cubiertas con una decena de relojes de pared y algunos volantes de automóvil en desuso aportados por Johnny el mecánico de la otra cuadra.
Comenzamos con la clásica despedida del puerto. Y mientras los seis estábamos en la terraza realizando ademanes hacia el público detrás de la baranda, los demás nos saludaban desde la vereda al compás de la banda de música, entre ellos, cuatro mujeres, tres esposas de algunos y la mía, ésta última aceptó a regañadientes por el que dirán de los vecinos . A decir verdad, la marcha de guerra no sonó muy bien a manos de Rodolfo y Javier, quienes sólo consiguieron una guitarra y un bombo, y el resultado más se pareció a una samba criolla algo desafinada.
Debo decir que despues de todo la cosa no salío tan mal, ya que algunos vecinos curiosos y niños, aumentaron el número de festejantes “en el puerto” mirando con ojos incrédulos como los seis saludábamos desde la terraza.
Así nos hicimos a la mar, y luego de diez días, por supuesto no reales y utilizando la compresión de tiempo, ya que por razones obvias no estaba dispuesto a hospedar a tanta gente en mi casa, comenzó la acción.
Cuando cuatro de nosostros y como corresponde, estabamos en el puente con los binoculares oteando el horizonte, bien simulados los binoculares con cilindros de cartón de los rollos de papel higiénico atados con cinta, fue cuando Ricardo gritó -- ¡Sisqueshifte! Entonces, como capitán, grité a todo pulmón la orden de inmersión a profundidad de periscopio y nos lanzamos a la carrera y desaforados escaleras abajo. Para que….Jorge, quien bajaba último, está excedido de peso y sigue torpe como siempre, perdió pié, y lanzando un desgarrador grito, se avalanzó sobre los que veníamos delante.
Fue el primer desastre. En un instante, todo de convirtió en una bola humana que, entre gritos y ayes de dolor, llegó rodando hasta el pié de la escalera. Por fortuna aquello no resultó con consecuencias graves y los cuatro “submarinistas”, luego de algunas curaciones de parte de mi esposa, que entre otras cosas solo comentó sonriente: --¡Que pelotudos!, pudimos ocupar cada uno su puesto en la sala de mandos.
Luego de algunas ordenes en “simil alemán” proferidas por mí y no teniendo en cuenta la cara de desconcierto de algunos, el grupo comprendió que nos sumergíamos a toda prisa por venir un destructor que nos había localizado.
Pero la parte brava se vino después, cuando el destructor no nos dejaba en paz. Las cargas de profundidad, simuladas por los asistentes sacudiéndo a los que estaba sentados y a los empellones con los que estaban de pié, hizo que Ricardo fuese a dar con la cabeza contra una repisa donde había adornos y otras cosas. Los terribles gritos e insultos proferidos por mi mujer no resultaron nada acorde a la simulación representada y sacándonos de contexto debido al silencio que produjo en el submarino.
Pero la cosa no terminó allí. Luego de muchas horas de estar en las profundidades la falta de oxígeno en el aire se hizo sentir. Para darle realismo a esta parte de la simulación, los asistentes debían sujetarnos del cuello afirmando unas bolsitas de papel que teníamos puestas cubriendo nuestras cabezas. Y no sé si por exceso de dedicación o que, Alberto sujetó del cuello con demasiada fuerza a Jorge, o tal vez la bolsita era más chica, pero casi se agarran a trompadas y hubo que separarlos.
Un caso parecido ocurrió cuando simulamos que una carga había estallado demasiado cerca y abría una fuga de agua. Gregorio, el encargado de esa parte, debía actuar con una manguera y simular los chorros entrando, pero con tanta mala suerte, que cuando Ricardo giraba los volantes de automóvil simulando cerrar válvulas uno de los chorros le dio de lleno en un ojo.
En un primer momento se cubrió el ojo con ambas manos y dijo ¡Ayyyyyy! Pero después la emprndió contra Gregorio quien tropezó con la mesita ratona (llámese el tablero del oficial de armas) y cayó sobre ella haciendo trizas el vidrio.
Esta vez mi mujer se nos vino encima como una tromba y las otras esposas tuvieron que sujetarla.
Pero, en fin, la simulación continuó adelante con cierto éxito, sólo algunos percances más pero de menor importancia ocurrieron, como cuando en otra inmersión de emergencia ante el grito de ¡Alarm! , Roberto le pisó la patita a mi perro Fito y resultó mordido, cuando Ricardo se apoyó en el lavarropas que utilizábamos para simular el sonido de los motores eléctricos (ojo, suprimida la etapa de centrifugado por se muy ruidosa) y recibió una descarga eléctrica; o cuando durante una recarga de torpedos (simulados con unos largos trozos largos de caño de cloacal de cinco pulgadas) rompimos un cristal de la ventana y por una hora debimos abandonar el submarino ante la furia descontrolada de mi esposa.
Así se vive la simulación!!!!!!!!!!!!!
Un saludo para todos y buenas noches.