El día era lluvioso, el cielo de un gris plomizo auguraba que las condiciones adversas para las patrullas aéreas se prolongaría al menos durante todo el día, tiempo más que necesario para huir del lugar.
Me encuentro redactando todo lo sucedido en diario de navegación, la memoria aun fresca redacta de forma objetiva lo sucedido, la mano me tiembla a la hora de registrar el nombre de el camarada muerto, varios pensamientos e imágenes cruzan mi mente, entre ellos imágenes de mi esposa e imágenes de mi alistamiento en la Kriegsmarine.
Son las 11:30 de la mañana y el veterinario de abordo me retira lentamente el vendaje de fortuna que me cubre la ceja, es inevitable, vuelvo a sangrar copiosamente, la cantidad no es tanto como lo espantoso de la herida, me aplica anestesia local y me da 4 puntos que momentáneamente detienen la hemorragia, comentamos el estado de los diferentes heridos entre la tripulación coincidiendo en la suerte que hemos tenido.
Hablo con Fritz para que ponga algo de música por los altavoces, este escoje un disco francés de los recién comprados titulado J’Anttendrai. La verdad es que la melodía con suave y tierna voz femenina es la indicada para estos momentos en los que rebajar la tensión es vital. Los hombres están asustados, la noche ha sido muy larga, nadie ha descansado, la tensión es más agotadora y negativa que el mayor de los ejercicios físicos, los miembros permanecen tensos, las ideas confusas, manos temblorosas y húmedas por el sudor, la sensación de agotamiento se acelera así como el ritmo cardiaco en mi caso además hay que añadir la sensación de pesadez e incluso ardor de estómago. Espero que esta melodía nos relaje a todos.
Me dirijo hacia la sala de maquinas, hay que recordar que navegamos con un solo motor y que tenemos el cincuenta y pico por ciento de la capacidad de los acumuladores dañados. Me detengo con cada miembro de la tripulación que me encuentro en mi camino para interesarme por su estado e intentar infundirles calma y seguridad dos cosas de las que no disponemos en estos duros momentos. La situación general es de tensión, agobio y cansancio. Doy permiso para los más “nerviosos” a subir a la vela para tomar un poco el aire fresco, hay que recordar que buena parte de la tripulación no ve el sol mientras dura la patrulla y hay casos que esta se prolonga por varios meses.
-¡Karl!, ¡Karl! ¿Cómo está el motor averiado?
Tengo que gritar pues el ruido es ensordecedor, uno de los marineros destinado en aquel infierno esta soldando un conducto cubriendo parte de la sala de máquinas de una lluvia de chispas, el humo y el olor de la soldadura da si cabe una sensación más dura a la imagen.
-¡Averiado, Her Kommandant!, ¿Como quiere que esté? -Contesta de forma burlesca el jefe de máquinas.-
-¡Menos tonterías y conteste a mí pregunta Karl!
-¡Tiene un codo del cigüeñal partido!
-¿Puede arreglarlo, Karl?
-¡En estas condiciones no creo, debemos dirigirnos a puerto lo antes posible!
-¡Haga lo que pueda Karl!
-¿Es una orden?
Ni le contesto, me doy media vuelta y desaparezco de la sala de máquinas, Karl es el único miembro de la tripulación al cual le doy tanta confianza como para que me hable así, esto ha causado cierto mal estar entre la oficialidad de la nave, no me importa, se que tengo al mejor mecánico de la Kriegsmarine y eso tiene un precio.
Una vez en la sala de control y junto al oficial de derrota intentamos encontrar nuestra posición de la forma más aproximada posible pues durante el ataque se cambió de rumbo en múltiples ocasiones, por otra parte la imposibilidad de tomar una recta de altura hace que tampoco podamos calcular la latitud exacta en la que nos encontramos, el mal tiempo nos impide ver el astro rey y calcular así nuestra posición. Parece ser que nos encontramos en algún lugar de las inmediaciones de paso de Calé, la zona posible que hemos trazado en las cartas abarca una extensa zona por lo que un error nos puede conducir directos al enemigo. Nos dirigimos hacia el Este de eso no cabe duda y a una velocidad de 7 nudos, por lo que podemos calcular que en unas 12 o tal vez 15 horas podamos alcanzar la protección de las costas francesas, si durante este tiempo nos sobrevolara alguna patrulla aérea enemiga tendríamos las cosas muy crudas para sobrevivir.
Por los altavoces suenan diferentes himnos alemanes lo cual hace que se empiecen a oír algunos coros improvisados entre la tripulación sobre todo al sonar el Die U-Bootlied, principal himno de los submarinistas. La moral sigue baja pero al menos la tensión da paso a un no menos preocupante cansancio que conduce a una especie de somnolencia debido a la tensión acumulada durante tantas horas, hay que recordar que el turno que se encuentra ahora de guardia lleva casi 18 horas de servicio agotador, sin duda estos hombres están hechos de una pasta diferente, no hay duda en la pureza de la raza alemana, estoy orgulloso de ellos.
Son las 14 horas y se produce el relevo de guardia, las literas aun calientes son ocupadas por sus nuevos moradores sin importarles lo más mínimo, a bordo el respeto por los compañeros que descansan se cumple a rajatabla el silencio se intenta respetarlo en la medida de lo posible. Ahora soy yo quien no se tiene en píe, una somnolencia me embarga por completo al sentarme para pasar las anotaciones del libro de Bitácora al Diario de Navegación. Llamo al segundo de abordo y le comento la necesidad de descansar que tengo y le relego el mando de la nave, ordenandole que se me despierte si no hay novedad al anochecer, este con una sonrisa asienta con la cabeza, mientras intento conciliar el sueño escucho por los altavoces una dulce melodía, el balanceo de la nave en el oleaje harán el resto.
Es media noche cuando me despierto por mi mismo, mi reloj de muñeca me hace comprender que se ha ignorado mi orden de ser despertado al anochecer, me incorporo en mi camastro y mientras me pongo las botas y el pesado pantalón de agua recuerdo vagamente en lo que he soñado, soñaba que me encontraba en un velatorio y que mi mujer se encontaba arrodillada ante un ataud, las personas que allí se encontraban eran todas familiares y conocidos, con pasos vacilantes me acercaba al ataud forrado de tela negra y custodiado por cuatro grandes cirios, el ambiente me es conocido, creo que es mi casa, me acerco hasta la caja, tengo miedo, mi mujer me mira horrorizada mientras me asomo para ver que en el interior del ataud se encuentra una persona a quien no conozco, ¿porqué mí esposa y mi familia lloran a un desconocido?. Termino de vestirme y me dirijo a la sala de control con la pesadilla en mente.
Wolgan me sale al paso y con media sonrisa me dice que me ha intentado despertar en varias ocasiones que a sido inútil por lo que ha optado por dejarme descansar, con la misma sonrisa le digo que gracias por intentar cumplir mis ordenes con tanto interés y tesón.
Fritz, el operador de radio me indica con la mano que me acerque, al llegar a su altura compruebo que como de costumbre tiene el cenicero entre sus piernas mientras sentado en la diminuto sillín de motocicleta escruta el dial de la emisora en busca de mensajes. Me informa que en la emisora de radio de onda corta recibe señales cada vez más intensas de emisoras de música en francés claro síntoma de nuestro acercamiento a las costas francesas. Parece que esta vez nos hemos salvado de una buena.
Un humeante y amargo café me aparta por un momento la pesadilla de mi cabeza, en el pequeño espacio destinado a los oficiales nos sentamos entorno a una no menos diminuta mesa Wofgan, Karl y yo. Karl nos indica que varias de las averías menores del sistema mecánico han sido reparadas de una u otra forma pero que persiste la más importante de las averías, la que nos impide poder disponer del motor de averiado por lo que debemos sin alternativa dirigirnos a puerto, pues no solo se trata de uno de los codos del cigüeñal sino también de los apoyos de este en la bancada, siendo esto último lo imposible de reparar en altamar. Wolfgan por su parte tampoco aporta un panorama más alentador respecto al gran margen de error en nuestra posición, también nos recuerda que el estrecho de Calé es una zona “caliente” pudiéndonos encontrar con más facilidad navíos de la Royal Navy y no de la Kriegsmarine, por otra parte la imposiblidad de ocultarnos por mucho tiempo en profundidad ante un más que posible ataque tanto aéreo como naval. La verdad es que la situación es más que complicada.
A la mañana del día siguiente las condiciones meteorológicas son parecidas lo cual nos aumenta el margen de huida. Hace más de 48h. Que no emitimos mensajes meteorológicos pero ante la posibilidad de ser detectados prefiero que de momento no se emitan.
Sobre las 10:30, Fritz no indica que ha recibido un mensaje cifrado, se lo entrega al oficial de claves y este va a por la maquina de descodificación llamada Enigma, se sienta en la pequeña mesa de los oficiales y mientras los demás le observamos con impaciencia y curiosidad el oficial empieza ajustando los aros de la maquina en la disposición reflejada en el texto cifrado, a continuación mediante cables conecta unas tomas con otras reproduciendo así los ajustes del día en curso, con un dedo empieza a introducir las letras que forma el texto a descifrar, la tensión y la incertidumbre nos aprisionan hasta que pasados casi cinco minutos nos empieza a leer el contenido del mensaje.
-Avistadas varias unidades de la Royal Navy en las inmediaciones del paso de Calé, se ordenan a todos los U-boots de las inmediaciones que extremen las precauciones y estén a la escucha ante la posible formación de un ataque en manada.
Desde luego las noticias no podían ser peores.
Hace una semana que salimos de patrulla, las filtraciones de agua que sufrimos bajo el ataque de los destructores a mojado las cajas de cartón que mal estibadas se apilaban en el pasillo, tenemos un trabajo extra que consiste en salvar los alimentos mojados. Nada es sencillo la tarea más insignificante se complica en un submarino y más aun en tiempos de guerra.
Tengo una sensación extraña en mi cuerpo, creo que es el miedo. Nunca antes había estado bajo el incesante fuego enemigo, creo que me ha afectado. Había oído hablar a otros comandantes más expertos pero sin duda hay que sentirlo en el cuerpo para asimilar lo que se siente.
He permanecido por espacio de una hora en la torreta con los serviolas y el oficial de guardia y al descender por la escalerilla al interior del submarino me he dado cuenta que entras en otro mundo o mejor en un submundo, es algo así como descender al infierno o a una mina no se como expresarlo, la atmósfera esta viciada y un sin fin de olores destacan uno sobre el otro, la estrechez permanente se hace agobiante en algunas de las estancias de la nave, un interminable numero de tubos y relojes decoran hasta donde llega la vista, válvulas de paso, codos, manómetros.... a un lado del pasillo una estantería con libros arrugados por la siempre presente humedad en el ambiente y al otro lado del pasillo una diminuta mesa y un banco corrido, esa es toda la comodidad de la oficialidad a la hora de comer o reunirse, una ducha en un armario que no se puede utilizar más que como despensa o trastero pues los tanques de agua potable son uno de los bienes más preciados a bordo, a popa y proa en las salas de torpedos y encastados entre estos la tripulación hace parte de su vida a bordo, algunos de ellos jamás ve la luz mientras dura una patrulla y algunas se prolongan por varios meses. Tengo un sencillo método para recompensar a los que por su destino a bordo no salen jamás a cubierta y es una especie de premio por buena conducta o sí ganan alguno de los concursos que organizamos a bordo, el mejor de los premios es subir a la torreta tras hundir algún mercante y ver como se hunde es sin duda el más preciado de los premios.
Otra parte de la vida a bordo es una extraña sensación de familiaridad, no se como expresarlo, la luz es tenue, por los altavoces suena música, nos conocemos todos, hay un mundo de sonidos característicos, el murmullo de la tripulación. Es la parte humana de la dura realidad del día a día en una guerra, la camaradería de abordo no se comparte en ninguna parte de un ejercito, aquí, en un submarino convives codo con codo durante varios meses las 24 horas del día.
De fondo suena la canción “Ondea, ondea bandera germana” los oficiales sentados alrededor de la minúscula mesa cantan a coro la letra, yo los miro y sin darme cuenta siento ganas de abrazarlos a todos, estamos contentos de haber sobrevivido al ataque e intentamos cantando expulsar el miedo que aun llevamos dentro.
Fritz, nuestro operador de radio me ha pedido permiso para escuchar por los altavoces un discurso del Fürer que están radiando por la radio. No puedo negarme, el sonido es defectuoso pero se entiende, el tono de voz es el de siempre, sus palabras te llegan al alma aunque no seas miembro del partido, tiene una oratoria directa, conoce al pueblo alemán y se aprovecha de ello. Relata como el ejercito de tierra se adentra cada vez más en la patria soviética sin apenas bajas en nuestro bando. Cuando relata las toneladas hundidas en la batalla del atlántico por los U-boots de Donitz la tripulación estalla en jubilo, están orgullosos de que el Fürer les nombre. El discurso se hace interminable, los oficiales en silencio escuchan mientras intercambiamos las miradas y se nos escapa alguna que otra sonrisa cada vez que comenta que la guerra esta ganada. Que sabrá.
-¡¡Alaaaarmaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! – se oye desde la escotilla.-
El submarino despierta mientras los serviolas descienden a toda prisa por la escalerilla, me dirijo rápidamente a la sala de control.
-Rápido, descendemos, cota 60 mts. –Ordeno-
-Hemos oído las hélices de un bombardero seguramente un B-24 “Liberator” , Her Komandant. –me comenta el oficial de guardia-
La nave se inclina de tal manera que tenemos que agarrarnos para no caer, la tripulación se hacina en la sala de torpedos de proa para aumentar así la inclinación de la nave, el descenso es lento pues con un motor no podemos impulsar la nave para abandonar la superficie. Los segundos son interminables hasta que por fin paramos el motor diesel y se pone en marcha los motores eléctricos, señal que hemos abandonado la superficie.
-Hans! ¿No podemos descender más rápido?
-No, Her Kommandant, la velocidad no es suficiente para descender con más rapidez, los planos de popa y proa están a tope, nos falta propulsión, si hubiese inclinado más la nave posiblemente hubiésemos quedado bastante tiempo con la popa a flote.
-De acuerdo Hans , pero haga lo que sea para ganar profundidad o ese maldito B-24 hará el resto.
-¡El plano de proa se a atascado!-grita uno de los marineros, mientra rebasamos los 30 mts-
-¡Manual, accionar la bomba manual!- Grita Hans-
-¡Popa, arriba a tope! Hay que compensar la nave o no podremos detenerla.
-¡Toda la tripulación a Popa!
-¡Máquinaaaaa, atrás todaaaaa!
Las ordenes se sucedían sin cesar, la tripulación recibía la orden de Hans que se repite por la nave hasta la sala de torpedos de Proa. Los hombres pasan por la ya de por si llena sala de control en su camino hacía popa con la intención de nivelar la nave.
Mientras tanto un marinero releva a otro en una rápida carrera contra reloj para bombear el liquido hidráulico por los conductos y resucitar el plano de proa. Tengo la mirada fija en el profundímetro. Seguimos descendiendo si bien la maniobra de traslado de la marinería surge efecto y la inclinación a disminuido. 40.....45....50....55.....60mts.
-Enrich!!!
-Ja vol Her Kommandant!!-contesta el oficial de derrota-
-¿Que profundidad hay aquí?
-No lo se, Her Kommandant, recuerde que no tenemos nuestra posición exacta estamos navegando por estima.
-¡Maldita sea, haga algo y averígüelo!
-Aproximadamente unos 120 mts, esta parte del canal no es muy profunda.-contesta Enrich.
La situación se complica al rebasar los 80 mts, si bien el ángulo desciende. La labor de los marineros que turnándose bombean manualmente se ve lentamente recompensada.
-100 mts!!!, soplen 1.000 litros!!!
El ángulo es mínimo pero seguimos descendiendo. Las caras de preocupación se centran en el dial de profundidad que acaricia el fondo.
-110 mts!!!!, soplad 1.000 más!!!
-Más rápido, bombeen más rápido, maldita sea!
-Los marinos se turnan pero es inútil -comenta Hans- seguro que tenemos una fuga en el circuito hidráulico ya deberían haber llegado al tope.
-120 mts!!!
-¡Vamos a colisionar! –Grita uno de los marineros-
-Nivelada, la nave está nivelada –Grita Hans-
Como me alegro de no saber a ciencia cierta la profundidad exacta, no creo que mi corazón lo soportase. Las ordenes ahora son la inversa, debemos ascender pues corremos el riesgo de aplastar la nave contra algún alto del fondo.
Los marinos extraen la palanca de la bomba que hasta ahora impulsaba el liquido hidráulico y la introducen en la otra bomba para accionar el pistón hidráulico contrario y así inclinar los planos de proa averiados en sentido opuesto y acercarnos a la superficie. Los dos hidroplanos de proa forman el timón de profundidad de proa, este timón se acciona por un circuito hidráulico compuesto por dos pistones en cada Hidroplano, uno acciona el hidroplano para ascender la nave y el otro para descender la nave, y en popa funciona igual. El funcionamiento es sencillo para ascender ahora simplemente hay que disminuir la presión en uno de los pistones y aumentar la presión en el otro, de esta forma conseguimos variar el ángulo de ataque de la nave.
-¡Paren maquinas!
-¡Avante un tercio!
Gracias a dios el B-24 no nos vio sin duda gracias a las malas condiciones atmosféricas, de lo que no cabe duda alguna es que hay que entrar en puerto y reparar la nave, ahora mismo ya hemos consumido una buena parte de la reserva eléctrica que tenemos tras la rotura de la mitad de las células acomuladoras –baterias-.
-Fritz, conecta el micrófono a la megafonía.
-Tripulación a sus puestos. Estamos ascendiendo hasta cota de periscopio, vuelvan a sus puestos.
-110 mts
La nave vuelve a superficie lentamente, posiblemente fuente de nuestros nervios y miedos se nos antoja el regreso a la superficie mucho más lento que el descenso. Los hombres también lentamente vuelven a sus obligaciones los que están de guardia y a la litera los que no. Los comentarios entre ellos son comprensibles pero al pasar junto a mi lado se los guardan.
-90 mts
La voz de Hans el ingeniero jefe, ahora más relajada nos indica la profundidad mientras dos marinos ya más relajados siguen bombeando según las indicaciones de Hans.
-60 mts, popa arriba 3º, proa arriba 2º.
Me dirijo hasta Fritz el operador de radio y le pregunto si hay algo en superficie, este me indica que no. Vuelvo a la sala de control en el preciso momento en que Hans me indica que ha establecido cota de periscopio.
-Arriba periscopio.
-Guardia preparense.
Me giro la gorra para inclinarme sobre el visor, hago un giro rápido de 360º seguido de otro mucho más lento. Nada, no hay nada en superficie.
-¡Fritz!, ¿alguna novedad?
-¡No, Her Kommandant!
-A bajo periscopio. A superficie.
La guardia en la escalerilla empieza a abrir la escotilla para salir rápidamente a la torreta y ocupar sus puestos. Hemos permanecido una hora sumergidos y casi hemos agotado las reservas eléctricas, la avería es más sería de lo que me temía.
Hablo con Enrich, para que me indique nuestra posición aproximada y trazar un rumbo al puerto más próximo.
-Estamos en Antón Nordpol 33, justo en la boca del lobo Her Kommandant.
-Menos, mal que lo cruzaremos de noche. ¿La posición exacta la conocemos?
-No, hasta que no aclare y pueda tomar una recta de algún astro no será posible conocer nuestra Latitud exacta y la Longitud no la sabremos hasta avistar tierra o reconocer algún faro de la zona y por desgracia no funcionan todos.
-Maldita sea Enrich si despeja estaremos a descubierto y si no despeja podemos embarrancar en la costa si el error de estima es grande.
-Así es.
-Bien, supongamos que esta noche cruzamos el paso de Calé, el puerto más próximo es Rótterdam, ¿no?
-Si
-Bien, ponga rumbo a Rótterdam y deje una separación entre la costa francesa mayor de lo habitual para pasar de noche no sea que embarranquemos. Mire en el almanaque náutico a que hora es el órto e intente sacar una recta, yo daré orden al oficial de guardia que si aclara por un instante que lo notifique, haber si podemos calcular nuestra Latitud.
-¡Ja vol Her Kommandant!
Os recuerdo que los anteriores capítulos los encontrareis en la sección histórias en la A-11
8º capítulo de las desventuras del U-251
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Re: 8º capítulo de las desventuras del U-251
Formidable !!!!
Te felicito Von, es excelente este relato y quedo a la espera de mas informes del U-251.
Un gran abrazo.
Buena cacería !!!!
Te felicito Von, es excelente este relato y quedo a la espera de mas informes del U-251.
Un gran abrazo.
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- Leutnant der Reserve
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Genial
Anda, se me habia pasado este post, con esto de que el foro va que vuela.
Tan solo felicitarte de nuevo. Nada que no sepas ya. Eres ya el novelista oficial de la 24, jeje. Eso si que es pasion por los u-bootes.
Un saludo
Tan solo felicitarte de nuevo. Nada que no sepas ya. Eres ya el novelista oficial de la 24, jeje. Eso si que es pasion por los u-bootes.
Un saludo
... GENIAL...
... como siempre Camarada, y no solo es la novela oficial de la 24 -como bien indica Mac- sino que traspasas todas las fronteras... incluso he recibido correos en la ODSH, de aficionados ajenos a la 24, preguntandome si sabía cuando publicarías la siguiente entrega.
Gracias y felicidades von Drakkar.
Pep.
Oficial de Documentación y Servicios Históricos.

"El arte de la guerra es el arte de destruir a los hombres,
de la misma manera que la política es el de engañarlos". D'Alembert.
Gracias y felicidades von Drakkar.
Pep.
Oficial de Documentación y Servicios Históricos.



"El arte de la guerra es el arte de destruir a los hombres,
de la misma manera que la política es el de engañarlos". D'Alembert.