Los navegantes del norte. LOS VIKINGOS
Barco vikingo.
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El saqueo del monasterio inglés de Lindisfarne supuso el comienzo histórico de la "era vikinga", aunque es muy lógico suponer que los vikingos ya llevaban muchos años haciendo este tipo de asaltos a otros monasterios y poblaciones costeras, cuyos habitantes no tuvieron la oportunidad ni los conocimientos suficientes para dejar constancia escrita de ello.
Los drakkar, barcos de guerra ligeros y rápidos, capaces de navegar por aguas poco profundas, llegaban hasta las mismas playas o riberas de los ríos, donde los vikingos inmediatamente saltaban a tierra con las armas preparadas y dando gritos estentóreos -que debieron suponer algo así como lo que hoy en día llamamos guerra sicológica-. Estos ataques fulminantes, llamados "strandhögg", se basaban en el efecto sorpresa, tomando rápidamente y por al fuerza bruta lo que encontraban valioso, matando a todo aquél que se interpusiese en su camino, incendiando las casas y desapareciendo con la misma rapidez que habían llegado.
El éxito obtenido en Lindisfarne originó que se repitieran este tipo de ataques veraniegos año tras año por todas las costas europeas, entre ellas, las de la Península Ibérica.
La primera gran expedición documentada que llegó por nuestras costas fue bastante nutrida, a juzgar por las bajas que fueron dejando. Fue en el 844, y, después de pasar por las costas de Asturias y Galicia, (Jakobsland, Tierra de Santiago), donde fueron repelidos por los hombres de Ramiro I, continuaron su viaje costero hacia el sur, ya en los dominios de Al-Andalus, llegando hasta Lisboa y después a Sevilla, a la que saquearon después de destruir sus murallas. Pero llegaron las tropas musulmanas de Abderramán II desde Córdoba, capital del emirato omeya., y los vikingos perdieron 500 hombres y 30 barcos; fueron seguidos y nuevamente vencidos, cogiéndose muchos prisioneros, que fueron ejecutados, y 30 barcos más, que fueron quemados. No debieron regresar los supervivientes muy contentos de su encuentro con aquellos "blamenn" (hombres negros), como ellos llamaban a los sarracenos. Pero sí hablarían de todas las riquezas que habían visto.
La segunda expedición debió estar muy bien planeada desde el principio, ya que duró 3 años, desde el 859 al 862. Esta es la más larga campaña de saqueo conocida y fue protagonizada por Bjorn Costilla de Hierro (hijo de Ragnar Lodbrok) y Hastein. Las costas gallegas, portuguesas y andaluzas volvieron a ser testigos del paso de los vikingos daneses, pero esta vez se adentraron por el Mediterráneo, haciendo que los habitantes de las islas Baleares, habituadas a lo largo de su historia a todo tipo de piratas meridionales, conocieran también el terror nórdico.
Remontando el río Ebro y algunos de sus afluentes, llegaron a Pamplona, donde secuestraron al rey de Navarra, García Iñiguez, por el que consiguieron un buen rescate. Invernaron en la zona francesa de la Camargue y continuaron después hasta la ciudad italiana, ahora inexistente, de Luna, que, posiblemente confundieron con Roma. En el viaje de vuelta, ya habían perdido más de la mitad de los barcos.
Las siguientes expediciones se realizaron en distintas oleadas entre 966 y 971, y estaban compuestas por daneses procedentes de Normandía, donde habían ayudado al rey Ricardo Sin Miedo a luchar contra los franceses. La más importante fue la del 968, con 100 barcos y unos 8.000 hombres, al mando del "jarl" Gundraed, en tiempos en que los nobles del reino cristiano se desentendieron entre ellos y los vikingos estuvieron durante dos años saqueando una y otra vez las costas gallegas, llegando en el 970 a tomar la ciudad de Santiago de Compostela.
La siguiente incursión se atribuye nada menos que a Olav Haraldsson, que más tarde sería rey de Noruega, cristianizaría su país a la fuerza y llegaría a ser canonizado. Tal vez se le santificó tan rápidamente por haber sido toda su vida el prototipo del guerrero vikingo y, por lo tanto, un héroe a imitar por los demás; parece ser que hizo suficientes méritos como para que la Iglesia de Roma le perdonara todas las tropelías y crueldades cometidas previamente contra los cristianos, laicos y religiosos, desde que participó en su primera expedición de saqueo a la edad de 12 años.
Tras otra oleada de drakkars, en tiempos en que Galicia estaba gobernada por los obispos y algunos nobles, los vikingos llegaron a quedarse en tierra una temporada, intentando establecer aquí algo parecido a lo que habían hecho en la Normandía francesa; incluso encontraron partidarios entre los nobles gallegos, que seguramente veían en esa alianza el fin de los asaltos, pero finalmente fueron expulsados por las tropas dirigidas por el conde Gonzalo y el obispo Rosendo.
Hubo otras incursiones posteriores, ya entrados en el siglo XII, que se atribuyen a los habitantes de las islas Orcadas (que continuaron con esta forma de vida cuando los demás nórdicos ya la habían abandonado) y a los noruegos del rey Sigurd en su camino a las cruzadas (que no debían saber que los habitantes del norte de España era cristianos como ellos).
Otros pobladores
Los sucesivos invasores, excepto los citados vikingos, árabes (de Almanzor) y franceses (de Napoleón), encontraron en Galicia la hospitalidad que caracteriza a esta tierra. En Galia estuvieron fenicios y griegos, celtas y romanos, y todos dejaron huellas de su paso y de su cultura.
Parece que los antecedentes étnicos del pueblo gallego son celtas y ciertamente de los celtas quedaron algunos rastros en la lengua, en la toponia y en la arqueología. Existen coincidencias entre Galicia y otros países de origen celta, como Bretaña, Escocia, Irlanda y la Isla de Man; todos coinciden en el uso de la gaita.
La cultura romana borró las huellas anteriores. La romanización se centró en Lugo, Lucus Augusti. Los romanos dejaron grandes obras arquitectónicas: las murallas de Lugo, el Faro o Torre de Hércules de La Coruña, el túnel de Montefurado (Orense). Asimismo, el latín vulgar dio origen al gallego-portugués.
En el 409 llegaron los suevos, fundadores de un reino que fue cristianizado a mediados del siglo VI y que alcanzó un notable desarrollo cultural. Más tarde fue absorvido por el reino visigodo en el 585. De los visigodos se conserva la iglesia de Santa Comba de Bande.
La presencia árabe fue muy débil, quedando Galicia sometida al reino de Asturias. A partir del siglo IX y tras el pretendido descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago, la ciudad de Compostela desplaza a Lugo como centro del antiguo reino. Compostela se convierte en centro de peregrinación de toda la cristiandad de Occidente. A lo largo del siglo XI, Castilla consolidó su dominación sobre Galicia. De los mozárabes se conserva la iglesia de San Migel de Celanova (Orense).
Alfonso VI unió Galicia a la corona de Catilla (1071) y la dividió en dos condados: Portugal y Galicia. La independencia de Portugal en 1139 aisló a Galicia de las actividades reconquistadoras, pero significó también un momento de esplendor cultural que duraría hasta el siglo XIII.
La Edad Media gallega estuvo fuertemente marcada por los señoríos feudales, que pertenecían a la Iglesia o a la nobleza. La luchas entre ellos y entre éstos y los reyes de Castilla finalizaron en tiempos de los Reyes Católicos, con la incorporación de Galicia a lo que definitivamente empezaba a ser España.
Las sucesivas derrotas de las clases populares frente a la nobleza, y de ésta (que apoyó a Juana la Beltraneja) frente a los Reyes Católicos, determinó una profunda decadencia que duró hasta el siglo XVIII.
El siglo XIX se caracterizó por el caciquismo y la emigración, reflejo de ambos lo tenemos en las obras de Rosalía de Castro.
A mediados del siglo XIX, resurgió la conciencia nacional con marcado carácter popular, que comenzó a organizarse en el siglo XX con las irmandades da fala, 1916, y en política durante la II República. El estatuto de autonomía de 1936 no llegó a desarrollarse, quedó truncado por la guerra civil.
En 1981 se promulgó el Estatuto de Autonomía, por el cual se reconoce a Galicia como comunidad histórica y su lengua gallega como lengua propia. En esta fecha se legalizó la tradicional bandera blanca y azul.
Saludos. Kamille