llamada Cristina. La invita al cine, ella acepta, y se lo pasan bien
juntos.
Unos días después la invita a cenar, e igualmente se lo pasan bien.
Siguen viéndose cada vez con mayor regularidad, hasta que ya puede
decirse que están saliendo juntos.
Una noche, en el coche camino de casa, Cristina piensa en voz alta
"¿Te das cuenta que hoy hace seis meses que llevamos viéndonos?"
Silencio. A Cristina le parece un silencio muy evidente. Piensa para
sí misma: "Vaya, me pregunto si le ha molestado que haya dicho eso.
Quizá se está sintiendo un poco "preso" por nuestra relación; quizá
piensa que estoy tratando de llevarle a cierto grado de compromiso
que él no quiere, o del que no está seguro".
Y Pepe está pensando: "Vaya. Seis meses".
Y Cristina está pensando: "Bueno, yo tampoco estoy segura de qué
clase de relación tenemos. A veces me gustaría tener un poco más
de espacio, así tendría tiempo para pensar si realmente quiero que
sigamos tal como estamos, moviéndonos hacia... ¿hacia donde?
¿Vamos a seguir viéndonos con este nivel de intimidad? ¿Estamos
dirigiéndonos hacia el matrimonio? ¿A formar una familia? ¿Toda
una vida juntos? ¿Estoy preparada para un nivel de compromiso tal?
¿Realmente conozco a esta persona?
Y Pepe está pensando: "....o sea, entonces... empezamos a salir en
Febrero, justo después de llevar el coche a revisión, lo que significa
que... a ver el cuentakilómetros...¡mierda! ¡Tenía que haber cambiado
ya el aceite!
Y Cristina está pensando: "Está enfadado. Puedo verlo en su cara. A lo
mejor estoy interpretándole mal. Puede que quiera más de nuestra
relación, más intimidad, más compromiso; puede que haya notado,
antes incluso que yo, que tengo ciertas reservas a comprometerme.
Si, apuesto a que es eso. Por eso le cuesta trabajo hablarme de sus
sentimientos. Tiene miedo a ser rechazado.
Y Pepe está pensando: "Y haré que me miren otra vez la transmisión.
Me importa un bledo lo que digan los del taller, sigue sin cambiar
bien. Y más vale que no vuelvan a culpar al frío. Qué coño de frío, si
estamos a 19 grados, y el coche cambia de marcha como si fuera un maldito
camión de la basura, después de haber pagado 100.000 ptas. a esos
ladrones".
Y Cristina está pensando: "Está enfadado. No le culpo. Yo también lo
estaría. Dios, me siento tan culpable, haciéndole pasar por todo esto,
pero no puedo evitar sentir lo que siento. Es simplemente que no estoy
segura".
Y Pepe está pensando: "Seguramente me dirán que la garantía era de
tres meses. Los muy cabrones".
Y Cristina está pensando: "Quizá sea demasiado idealista, esperando a
que llegue mi caballero en un caballo blanco, cuando en realidad estoy
sentada al lado de una persona buena, con quien me encuentro a gusto,
una persona que realmente me importa, y a quien parece que realmente
le importo. Una persona que lo está pasando mal por culpa mi egoísmo
y mis fantasías románticas de adolescente".
Y Pepe está pensando: "¿Garantía? ¿Quieren una garantía? Yo les daré
garantía, voy a coger la garantía y se la voy a meter por el c..."
"Pepe", dice Cristina.
"¿Qué?", contesta Pepe, asustado.
"Por favor, deja de torturarte así", continúa ella, sus ojos a punto
de llorar. "Quizá nunca debería haber.... Oh, Dios, me siento tan...."
(Rompe a llorar).
"¿Qué?", dice Pepe.
"Soy una idiota", solloza Cristina. "O sea, sé que no existe ningún
caballero. De verdad lo sé. Es una estupidez. No hay caballero ni caballo".
"¿No hay caballo?", dice Pepe.
"Piensas que soy una imbécil, ¿verdad?", pregunta Cristina.
"¡No!", contesta Pepe, feliz al final de acertar a responder algo.
"Es solo que...es que yo...yo necesito un poco más de tiempo".
(Hay una pausa de 15 segundos en la que Pepe, pensando tan rápido
como le resulta posible, trata de encontrar la respuesta adecuada. Al
fin da con algo que puede valer).
"Sí", dice.
(Cristina, conmovida, le coge la mano).
"Oh, Pepe, ¿de verdad es eso lo que sientes?".
"¿Sobre qué?", pregunta, despistado de nuevo.
"Sobre el tiempo".
"Ah", dice Pepe. "Sí".
(Cristina se gira para mirarle profundamente a los ojos, haciendo que
él se ponga muy nervioso pensando en qué va a decir ella a continuación,
especialmente si menciona al caballo. Al fin, ella vuelve a hablar).
"Gracias, Pepe", dice.
"Gracias", dice Pepe.
Entonces él la lleva a casa, y ella se tumba en la cama, como un alma
torturada y llena de conflictos, y se pasa sollozando toda la noche.
Por su lado, Pepe, llega a casa, se abre una bolsa de Doritos, pone la
tele, y de inmediato se involucra por completo en la reposición de un
partido de tenis entre dos Checoslovacos de los que jamás oyó hablar. Una
vocecita en lo más profundo de su mente le dice que algo importante
ha ocurrido en el coche, pero está seguro que jamás lo podrá entender,
así que es mejor no pensar en ello.
Al dia siguiente Cristina llamará a su mejor amiga, puede que a sus
dos mejores amigas, y hablará de su situación durante seis horas. Con
tanto detalle como es humanamente concebible analizarán todo lo que cada
uno de ellos dijo, una y otra vez, explorando cada palabra, expresión
y gesto en busca de significado, considerando cualquier ramificación.
Seguirán discutiendo el tema esporádicamente, durante semanas, quizá
meses, sin llegar a ninguna conclusión definitiva, pero sin llegar
tampoco a aburrirse.
Mientras tanto, Pepe, un día, durante un partido de tenis con un amigo
común de Cristina y él, justo antes de sacar, preguntará:
"Luis, ¿sabes si Cristina ha tenido alguna vez un caballo?".


