Patrulla en las navidades de 1939

Espacio dedicado a aquellos comandantes que gusten de escribir y leer relatos sobre submarinos y aventuras marineras.

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Patxi
Bootsmannsmaat
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Patrulla en las navidades de 1939

Diciembre 23, año 1939
Navegando con luna nueva en superficie, decido dejar un numero mínimo de vigías en la torre. La mar esta mala y la visibilidad, sin luna, es pésima. Así que aunque tuviésemos la suerte de toparnos con algún mercante en superficie, sería casi un milagro que lo pudiésemos divisar.
Mañana a la mañana será otro día. El parte meteorológico y las estrellas anuncian cielo despejado.
Diciembre 24, año 1939
Habré estado dormitando en mi camastro unas cuatro horas. Ya esta amaneciendo, el día se presenta con mala mar.
Viendo el oscilar del submarino, supongo que las condiciones no habrán variado demasiado. Olas de 4 metros y medio hacen que la nave suba y baje con estrépito llenando el puente de agua en forma de espuma salada. El vigilar en estas condiciones es penoso, la humedad se te mete en los huesos y el frío de la mañana hace que tengas que bailotear golpeando los pies sobre la cubierta de la torre para desentumecer las piernas. El mar barre con cada ola el puente y nos obliga a permanecer amarrados a barandillas y pasamanos para no ser arrastrados por la borda.
Ordeno que los hombres en el puente estén tan solo una hora fuera y que reciban doble ración de sopa caliente cuando bajen a sus camarotes.
De barcos enemigos, mejor ni hablar. En estos momentos, el marinero Otto Grau se pregunta que hace realmente tan lejos de su casa, pasando estas privaciones y penurias en Nochebuena.
Tan solo el toque de cambio de guardia le conforta porque sabe que allí abajo le espera una consomé caliente y por lo menos 4 horas cálidas metido en la cama ¡Malditas patrullas por el Mar del Norte!
Mediodía. Un mensaje del BDU informa sobre un buque enemigo en una posición muy cercana a nuestro área de patrulla. Me vuelco sobre el mapa donde Fritz Frederich ya me ha marcado el lugar del contacto. Le pongo la mano sobre el hombro y le aparto suavemente para hacerme un hueco en la mesa. Quiero encabezar personalmente esta cacería.
Trazo nerviosamente líneas de interceptación mientras Fritz me acerca el compás con la velocidad estimada del mercante. Le dirijo una mirada de aprobación
-El informe indicaba que la velocidad era lenta, capitán.
-Con esta mar, normal.
Y pensé para mis adentros que ojála sea porque este cargado hasta los topes.
Ya estaba. Levante la vista de los mapas para hacerme una idea general.
Si el mercante mantiene el rumbo SSW y la velocidad, que supongo que con esta mar no sobrepasara los 5 nudos, pasara dentro de un par de horas por aquí.
-Señor Totenhagen, rumbo 120º. Otto, aumentamos la velocidad a estándar.
Me gustaría verle venir con tiempo y preparar tranquilamente el ataque. Todavía no me encuentro muy cómodo dentro del submarino. Hace bien poco que salí de la academia y quiero tener todo controlado en esta quinta patrulla.
De hecho, yo creo que toda mi tripulación todavía es bastante inexperta en las tareas que hay que desarrollar en el submarino y claro que se nos nota. Todos tenemos mucho que aprender todavía.
Sin embargo, el entusiasmo me embargaba. Por fin un poco de emoción. Que buen regalo para la nochebuena seria saber que no volvemos de vacío a puerto....
-Vamos a poner un poco de música.
El siempre prudente Otto, ajustándose a las ordenanzas, dice en voz baja:
-Señor eso va en contra de las órdenes porque podría indicar nuestra pos....
-Relájese un poco, Otto. Creo que la tripulación se lo merece después de tantos días de navegación con esta mar tan revuelta. Además es nochebuena.... ¡Que diablos, Otto, a la porra con el reglamento!
Me dirigí hacia la radio, donde el operador, Karl Creutz, estaba jugueteando con un lápiz sobre el papel.
-Señor Creutz..., pónganos algo movidito por el gramófono.
La cara del suboficial se ilumino con una sonrisa.
-Mein komandant, creo que este tema le va a gustar...
-Vamos a la caza del mercante que nos señalo el BDU. A ver si hay suerte y esta noche podemos brindar con champagne francés...
Segundos después, Rina Ketty resonaba a todo volumen dentro de nuestro cascaron y las notas salían inundando el puente, haciendo menos molestas las inclemencias del mar del Norte.
La agitación de la noticia del barco se apodera de todo el submarino, los hombres que estaban dormidos abren las cortinillas para ver que diablos pasa ahí afuera.
-¡Un mercante! Vamos a atacar un mercante...
-Joderrrr...
Saltan desde sus catres, legañosos y mal peinados, todavía atontados por las novedades que les hacen llegar sus compañeros.
-El capitán ha ordenado dar media vuelta, para ver un barco enemigo que intentaba deslizarse a nuestras espaldas.
-Vaya regalo de Santa Klaus, Wilhem. Voy a decírselo a Adolf....
Y así, rápidamente, todo la tripulación del submarino se encuentra levantada y despierta oyendo las novedades que desde la sala de mando se cuelan en los camarotes.
Tras media hora de navegación y con el puente atestado de ojos que escrutan el horizonte, Adolf, desde la torre informa:
-Mercante detectado. Navega lentamente, rumbo sursuroeste....
-Subo trepando rápidamente hacia el puente sin ponerme el chubasquero. Una ola enorme barre en ese momento el submarino y penetra hacia el interior mojándome entero.
Me levanto humedecido y no me hace falta seguir la dirección que con el dedo me esta marcando Adolf, mi oficial de vigías.
El barco enemigo se encuentra muy cerca. Unos 5000 o 6000 metros le hecho a buen ojo. Se distingue claramente su casco y su chimenea.
Joder que cerca –pienso.
Sin tiempo para pensar más, ordeno meterse dentro del submarino a todos los vigías y gritó por la escotilla.
-Inmersión, inmersión.... Profundidad de periscopio.
Espero que no nos hayan visto. No es probable con esta mar, pero quien sabe....
-Creutz, esa música, fuera de inmediato.
La tensión se apodera del submarino y todos los hombres permanecen inquietos en sus puestos. Miro de reojo como Adolf, mi oficial de vigía, baja rápidamente de un salto los últimos escalones de la escalerilla. Estoy un poco decepcionado con él y con el resto de la tripulación que se encontraba vigilando en el exterior. Había colocado a lo más granado en el puente y me habían fallado. Detectar un barco enemigo a tan poca distancia, con tiempo despejado, indicaba lo inexpertos o cansados que estaban mis hombres.
El estado de la mar no es excusa. Ya lo intentaré solucionar más tarde.
Intento confiar en la suerte. Si mis hombres no lo han visto hasta esta distancia, quizás ellos tampoco nos hayan detectado aún.
-Profundidad de periscopio.
-Timones de profundidad nivelados, capitán.
Me dirijo hacia el periscopio. Intento que sobresalga por encima del nivel del mar lo menos posible, pero es complicado debido a la altura de las olas.
Me supongo que por el oleaje, la parte superior de mi torre debe de estar sobresaliendo a ratos por encima del mar y esto lo podrían ver desde el mercante. Decido sumergirme unos metros más.
-Profundidad 16 metros.
Empiezo a cantarle a mi segundo de abordo los datos para que trace con mayor precisión la ruta del carguero sobre el mapa y podamos colocarnos en buena posición de tiro.
Parece que el C2 va en línea recta, no nos ha visto.
Me resudan las manos, la humedad de mi traje mojado empieza a mezclarse con la transpiración de mi propio cuerpo y me empieza a pesar la responsabilidad. Temo fallar a mis hombres y que la lealtad demostrada hasta ahora quede en entredicho por cualquier error que pueda cometer.
Quiero colocar a mi submarino para tener un ataque perfecto, como en los manuales de la academia de Kiel, con el barco enemigo cruzando por delante de mi proa.
- Dita sea.... –refunfuño entre dientes.
El periscopio me ofrece unos datos que no me cuadran. El barco esta claramente por la amura de babor, pero el giroangulo me da una lectura distinta. No lo entiendo.
-Capitán, ¿me puede repetir los últimos datos? –pregunta Fritz.
Mi ojo se hunden más en el periscopio y mi espalda se arquea buscando la altura correcta del tubo con respecto al mar, mientras veo las olas barrer el objetivo del periscopio y emborronarlo todo. Que no sobresalga demasiado entre las olas, que no nos delate –me repito para mis adentros.
Los segundos se convierten en minutos y mi respuesta se hace demorar. No lo veo nada claro.
-¿Señor....? –repite Fritz volcado sobre las tablas.
Me separo un poco del visor. Me quito la gorra y la arrojo sobre una mesa. Me paso la mano por la frente y me la seco en las perneras de los pantalones. Una gota de sudor o de agua de mar resbala por mi nuca y se pierde por el cuello de mi camisa, convirtiéndose en una desagradable sensación de frío que recorre mi espalda. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Quiero suponer que será por la gota que se acaba de colar. Vuelvo a acercarme al visor. Subo de nuevo un poco más el periscopio y giro para encontrar la posición del maldito barco del demonio ¡Allí no esta! ¿Dónde diablos se ha metido el muy.....? Levanto medio metro más el periscopio y comienzo a hacer giros alrededor de la proa del submarino...., pero ni rastro. Ha desaparecido. No está. Las olas golpean el tubo y mojan los cristales. Por un instante, creo ver los mástiles del barco. Espero a que vayan pasando las gigantescas olas sobre el tubo. Mantengo durante una decena de segundos mi cara clavada en la protección de goma del visor. De repente, como sacado de la nada, aparece el carguero inundando con su imagen todo mi campo de visión.
Una expresión de sorpresa se me escapa de los labios:
-Redios...
Mi segundo levanta la cabeza de las tablas, papeles y gráficos y me interroga con la mirada, pero no le doy tiempo a preguntarme nada porque empiezan a salir datos de una forma atropellada desde mis labios.
-Rumbo 100º..... Distancia 2000.... No, corrijo, distancia 1950. Uno, nueve, cinco, cero...
Pasan unos segundos angustiosos. Fritz ajustando tablas y apuntando numerajos en un papel andrajoso nos va a tener que dar la solución de tiro rápidamente. El maldito C2 va a una velocidad endiablada: 7 nudos. Y con esta mar...
-Joder, se va a pasar por delante de nuestras narices y no vamos a poder mandarlo a pique... –pienso fugazmente mientras lo veo avanzar bamboleante entre estas atroces olas.
-Datos cargados en el torpedo, capitán - aúlla mi segundo- Torpedos listos.
-Fuego el uno.
Bajo el periscopio y clavo mi mirada en el reloj que sostiene Udo entre sus descomunales dedos.
-Minuto y medio minuto para el impacto, capitán –musita.
Pasados unos segundos levanto el periscopio e intento ver si el torpedo hace su trabajo.
-Cinco segundos, cuatro, tres, dos, uno...
-¡Impacto!
Una torre de agua se levanta en un costado del buque. Hurra.... Comienzo a respirar más sosegadamente. Relato a la tripulación lo que ocurre fuera:
-Le hemos dado por estribor, cerca del timón. Buen trabajo muchachos.
Las sonrisas se adivinan entre los rostros oscurecidos por las incipientes barbas de los oficiales y marineros.
Continuo con el relato mientras las palmadas y los apretones de manos recorren la sala de control.
-Comienzan a reducir velocidad... Se esta escorando hacia estribor.
-Esto ya esta hecho, capitán.
Sin embargo y a pesar de la mala mar, el carguero no para máquinas. Sigue manteniéndose tozudamente a flote navegando a 5 nudos.
-Dita sea su estampa – gruño-, el maldito no quiere irse al fondo.
Veo que a la velocidad a la que vamos, incluso puede que nos deje atrás.
-Aumentar velocidad a flanco. Preparen torpedo número dos. Distancia 1000, mantienen rumbo.
Empieza a alejarse ofreciéndome su popa. Pensando que esto iba a dificultar nuestro tiro y para ganar unos segundos más en la mejor posición posible para el ataque, ordeno virar unos grados hacia estribor.
-Fuego el dos.
El torpedo sale a toda velocidad hacia el mar. A los pocos segundos, Fritz dice susurrando:
-Torpedo perdido, capitán.
El mercante avanza terriblemente escorado y girando para ofrecer su popa hacia nuestra posición. Sin darme tiempo para lamentar la maldita torpeza puesta en la fabricación de los torpedos en Alemania, doy la orden de lanzar al agua el tercer y último torpedo:
-Fuego el tres.
Velozmente pienso en un nuevo fallo en el torpedo que se aproxima al objetivo, así que ordeno al grandote Udo:
-Coja a los hombres que necesite para cargar rápidamente los tubos uno y dos. No quiero que ese maldito se nos escape vivo de aquí.
El torpedo vuela sobre las olas y enseguida se oye la explosión que hace que el barco pare máquinas definitivamente.
Mirando por el visor, veo la violenta agonía del carguero. Deja de avanzar, empieza a escorarse más y más hacia estribor y hacia popa. Veo algunos hombres correr por una cubierta cada vez más empinada. Algunas cajas caen al mar. Y algunas explosiones sacuden la popa del barco que levantándose perpendicularmente al mar, se hunde violentamente.
Espero unos instantes más para ver alguna chalupa en un mar cubierto de restos de madera, cajas y trozos de metal. Pero ninguna presencia humana asoma entre los restos del naufragio.
Con la temperatura del agua los desgraciados que hayan podido sobrevivir al naufragio, perecerán en pocos minutos.
Me separe del tubo, acople los mandos y baje el periscopio apesadumbrado por la rapidez y la violencia del hundimiento.
Mis hombres con los ojos brillantes esperaban, expectantes, noticias del hundimiento, pero no se me ocurrió otra cosa que decir al oficial de navegación:
-Otto llévenos sumergidos hasta el cuadrante AN21.
Y me fui retirando cabizbajo hasta mi camarote mientras aturdido recibía las sonrisas francas y las miradas extrañamente complacientes de los hombres que hasta ese momento formaban mi única familia allí, en alta mar.
Esa noche, a pesar de los manjares que el cocinero preparó y de la animada conversación de mis suboficiales, la cena de nochebuena fue fría, triste y amarga.
Días después, con nuestra proa apuntando hacia Alemania, por radio conozco la noticia del Graf Spee y del suicidio de su comandante....

"Martes 12/19/1939
Se suicida el Comandante Langdorff mientras se encontraba en su habitación en el Arsenal naval de Buenos Aires, el Comandante Langdorff comete suicidio, con un tiro en la cabeza, siendo encontrado al día siguiente envuelto en la bandera del Graf Spee".
gamab
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Magnifico relato. Me parecen un acierto las 2 ultimas lineas.
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oarso
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Buen relato, facil y agradable de leer.

Gracias Patxi
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¿Profesión?
Técnico Superior en sistemas de refrigeración de materiales de construcción.
¿El que moja los ladrillos en las obras?
El mismo.
Cpt_Morgan
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ME GUSTA... SI SEÑOR
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YES, WE JAAAAARL!!!
CHARLY1989
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muy real , me gusto
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"Nos vemos en alta Mar"
Bolson
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Buen relato.... :wink:
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Nurek
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relato de Patxi

Aupa Patxi. Zelan ?
Bueno antes que nada dos cosas. Una: en la pantalla del ordenador abajo a la derecha itenes un boton para subir la velocidad del juego si lo deseas. La segunda: si eso ya lo sabias y sentias esas cosas; ¿ que version del juego tienes que la quiero yaaaaaaaaa ?. Estoy impresionado, pero mucho. Senti los pies helados, la mar golpeando el casco y viendola subir por cubierta..... A partir de ahora me quito la calefaccion en mi cuarto una manguera de agua y lo pongo en el altavoz. jejejeje. Es broma, pero me ha encantado tu relato. AGURRR
Caminante
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Ubicación: En alguna parte a mitad de camino virando a estribor y a la vela

Muy bueno.. :)
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Facchi
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Fenomenal!
24th Unterseebots Flotille
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kummetz1938
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Asunto

Estupendo relato.Aquí tenemos a verdaderos genios.También me ha hecho recordar una Navidad en mi antiguo "Júcar" que sobre las Navidades de 1957 teníamos órdenes de partir para Ifni.Por suerte nuestra la orden fue anulada poco después.
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El de enmedio es "Kummetz"..."sólo" han transcurrido 49 años.
:roll: ::boss
Kummetz
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Si hago una buena obra, me siento bien; y si obro mal, me encuentro mal: Esta es
mi religión. (A.Lincoln)...¡Vivir y dejar vivir: Esta es mi política!
FFuston
Stabsbootsmann
Stabsbootsmann
Mensajes: 431
Registrado: 23 May 2006 02:00

Muy buen relato, muy conseguida la ambientación y la tensión del momento, da la sensación de que esta uno dentro de esa sala de mando.

Enhorabuena, comandante Patxi ::fan
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Hay tres clases de hombres... Los vivos, los muertos y los que van por la mar.
Aristocles de Atenas al. "Platon"
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