(OT) Para los padres: la depresión infantil, en aumento

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Bill Bones
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(OT) Para los padres: la depresión infantil, en aumento

Hum... Este artículo es una cosa interesante pero preocupante que me ha llegado por correo, y que creo que vale la pena compartir con la gente de aquí. Resulta que la depresión infantil va en aumento y a día de hoy afecta al 2% de niños menores de 12 años y al 8% de los niños de edad entre 12 y 16 años... ser consciente del problema y actuar a tiempo es fundamental, así que os dejo con el artículo:

Enlace original:

http://www.larazon.es/noticias/noti_soc20155.htm
La infancia, bajo los efectos del Prozac

La depresión afecta al ocho por ciento de los menores de entre 12 y 16 años - Buena parte del espectacular aumento en el consumo de antidepresivos se debe a los tratamientos de jóvenes - El estrés también afecta a los más pequeños
Javier Rodríguez

Madrid- María no salía de su cuarto. De buenas a primeras, y sin saber por qué, sus padres casi tenían que sacarla de allí a rastras para que por lo menos comiera. Tampoco cogía el teléfono, y despachaba en diez minutos a los amigos que acudían a su casa para ver qué era lo que le pasaba. De buenas a primeras todo había cambiado y sus padres estaban desbordados. Habían preguntado a profesores, amigos... Y nada. No había motivo aparente por el que la quinceañera rehuyera el contacto con la gente de su entorno. Con ella también lo habían intentando: «¿Qué te pasa? ¿Cuál es el problema? Aunque parezca imposible, todo tiene solución. Confía en nosotros...». Pero no había nada que hacer. Incluso el padre de la adolescente, impotente, acababa disfrazando las buenas intenciones con reproches y gritos de los que acababa arrepintiéndose cuando escuchaba un portazo a su espalda.


El mutismo de la joven estaba a punto incluso de arruinar la armonía del hogar. Fue una amiga de la madre la que encendió una luz a la que aferrarse para encontrar la salida del túnel:


-Tiene toda la pinta de una depresión.


-¿Una depresión? Por Dios... Sólo tiene 15 años.


-Eso no tiene nada que ver. He leído en una revista que a niños mucho más pequeños también les pasa.


Diagnóstico: depresión


La desesperada progenitora acudió al médico poco convencida. Le parecía un auténtico disparate que su hija estuviera pasando el mismo calvario por el que pasó ella hace poco más de cuatro años. Trataba de autoconvencerse: «Tiene todo lo que quiere. No tiene problemas. Es feliz...». Pero bien pensado, ella también tenía todo eso cuando su mundo se desmoronó y tuvo que luchar a brazo partido para recomponerlo. Tras una serie de pruebas, el diagnóstico no dejaba lugar a la duda: «Señora, su hija tiene una depresión». A partir de ese momento, María se puso en manos de los médicos y hoy apenas recuerda aquellos duros meses.


En los últimos años, la depresión se ha convertido en un lastre también para los menores, e incluso para niños de corta edad que aún no tienen facilidad para expresar qué es lo que pasa por sus pequeñas cabecitas. Estudios recientes cifran en un cinco por ciento el porcentaje de jóvenes que sufren depresiones.
Se trata de un fenómeno nuevo, como señala la doctora de un centro de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid: «No es raro que a la consulta vengan padres desesperados acompañando a sus hijos. Aunque los casos se remiten a los especialistas, los síntomas son muy evidentes. Cuando se pone sobre la mesa esa posibilidad, los padres son muy excépticos, no se creen que lo que les ocurre a sus hijos se pueda deber a algo así. No me preguntes por qué. No sé qué puede haber en el ambiente. Quizás el estrés...».


Aunque los datos del Ministerio de Sanidad no especifican los rangos de edad en los que se prescriben medicamentos para atajar este tipo de problemas, sí resulta significativo el progresivo aumento en el consumo de antidepresivos. De hecho, en apenas diez años se ha incrementado la dispensa de estos fármacos en un 214 por ciento. En 2005, las ventas alcanzaron los 22 millones de cajas. Buena parte de este aumento es debido a la «incorporación» de los más pequeños como potenciales consumidores.


La doctora María Jesús Mardomingo, jefa de Psiquiatría Infantil del hospital Gregorio Marañón, y autora de libros y numerosos artículos sobre la materia, asegura que este trastorno psiquiátrico afecta al dos por ciento de los niños menores de 12 años y al 8 por ciento del grupo de edad comprendido entre los 12 y los 16. Según ella, «aunque no en todos los casos, puede llegar a ser grave y puede derivar en el suicidio si no se trata adecuadamente».


La depresión puede deberse a un componente genético, compartido por varios miembros de la familia que han pasado por lo mismo, o por circunstancias ambientales. Ejemplos de este segundo grupo pueden ser, según ella, una continua conflictividad en el entorno familiar, violencia y agresividad en el mismo entorno o falta de afecto hacia el menor. Fuera del hogar, el estrés escolar es otra de las causas que puede derivar en una depresión, como también el acoso o circunstancias similares. Y es que la doctora Mardomingo afirma que «la vida tiene aspectos a los que puede ser difícil adaptarse».


Falta de comunicación


La experta confirma que el número de menores afectados por este problema ha aumentado: «Cada vez son más los casos de niños y jóvenes». En cuanto a la posible explicación apunta, «pese a que no hay una respuesta definitiva» al «cambio de la estructura familiar. Los padres dedican menos tiempo a sus hijos. No hay comunicación».


La especialista señala una barrera con la que se encuentran: «La falta de concienciación de la sociedad y de las administraciones sobre los problemas de los jóvenes. No tenemos reconocida la especialidad de Psiquiatría Infantil y necesitamos buenos profesionales y servicios para diagnosticar pronto y bien a los niños. Las necesidades de los niños han ido siempre detrás de las de los mayores, se han minimizado». La denuncia no es ni mucho menos gratuita. De hecho, según afirma, «los problemas del 50 por ciento de los enfermos psiquiátricos adultos comienzan en la infancia. Sin embargo, el porcentaje de inversión para los más pequeños está muy por debajo del resto».


En cuanto a los tratamientos que se aplican a los jóvenes cuando se diagnostica una depresión destacan la psicoterapia -la palabra como valor curativo-, el tratamiento farmacológico -medicación- y el asesoramiento a la familia -los padres tienen que implicarse en la curación-. No son excluyentes, sino complementarios -según ella-.


Recuperar la sonrisa


Aunque pueda parecer lo contrario, detectar la depresión en un pequeño no tiene por qué ser fácil. Según la doctora Mardomingo, «hay padres que notan que sus hijos han tenido un cambio de carácter y consultan a su pediatra». Pero estos cambios no tienen por qué significar que la depresión esté detrás.


La gravedad del problema queda reflejado en la multitud de casos que han pasado por las manos de la doctora, como aquel de una joven de 14 años que se tiró de un quinto piso y que milagrosamente salvó la vida. Los padres habían achacado a problemas en el colegio la tristeza, el decaimiento, la disminución del apetito, la irritabilidad, los enfados... Por suerte, tras el tratamiento todo aquello pasó a la historia y ha conseguido recuperar la sonrisa.
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