
En la renaudación de los convoyes a Rusia, Doenitz apoyado por Schniewind y Kummetz, estaba decidido a enviar contra ellos al . Schniewind, en realidad, ya había dicho el 16 de abril: "Los comandantes de la Fuerza Operativa del Norte no deben dudar que el principal fin de sus buques es combatir". No obstante este espiritu podía eliminar las dificultades que Doenitz y sus compañeros almirantes tan sobradamente por experiencia: malas condiciones metereológicas, superioridad del radar británico, el peligro del ataque de los destructores de la escolta cercana, y el deficiente apoyo de la Luftwaffe. Se dudaba si la primera incursión debería ser realizada por destructores soplos, o si el Scharnhorst debería participar también.
El almirante Kummetz era el hombre de más experiencia en estos problemas, pero a primeros de noviembre de 1943 se le dio "permiso indefinido", reemplazándole en su cargo el comandante en jefe del Grupo de Combate el contralmirante Erich Bey, hasta entonces comandante de los destructores. Creía firmemente en la suerte y en la oportunidad de la acción (que no le fue demasiado propicia en el segundo combate de Narwik, donde sus destructores fueron batidos). Ocupó su nuevo puesto después de la aventura del Scharnorst en Spitzberg y no tuvo tiempo de organizar su trabajo ni de adiestrar a sus artilleros. No obstante sería Bey quien conduciría el Grupo de Combate cuando el primer convoy alaiado estuviera a su alcance.
El 19 de octubre, Doenitz informó a Hitler que el Scharhorst podría atacar en la primera oportunidad. Al día siguiente la futura víctima se puso en camino: el convoy JW-55-B, compuesto por diecinueve mercantes escoltados por diez destructores. Los británicos siguieron el mismo plan anterior: Fraser seguiría el convoy que se dirigía a Rusia con su flota de combate, mientras los cruceros de Burnett, Sheffield, Belfast y Norfolk escoltarían al de regreso, RA-55-A, que salió de Murmansk el 23. Fraser "tenía el gran presentimiento de que el Scharnhorst trataría de atacar" en esta ocasión y se mantuvo tan próximo al convoy como pudo, sin delatar su presencia. en el campo contrario el 22 de diciembre, el Alto Mando Naval Alemán dio la orden de alerta al Grupo de combate al ser avistado el JW-55-B; parece que previó un ataque relativamente f´cil contra el convoy. Pronto se desengañaría.
en la mañana del día de Navidad, el constante seguimiento del JW-55-B por parte de la Luftwaffe, comparado cpon la tranquila navegción del RA-55-A, que aún no había sido detectado, demostró la evidencia de que aquel iba a ser atacado. Fraser reforzó la escolta del JW-55-B con cuatro destructores del RA-55-A, que quedó compuesta por catorce buques de esta clase, y ordenó que arrumbara más al norte. A las 14,00 horas del mismo día, Doenitz dio la orden de inicir la operación Ostfront(Frente Oriental); clara prueba de que el Scharnhorst formaba parte vital de la Gran Estrategia alemana, en uan pretensión de aliviar la presión sufrida por sus ejércitos en Rusia (programa optimista, si es que ciertametne lo hubo).
Doenitz firmó posteriormente que ordenó salir a Bey porque el convoy "no ppdía tener esperanza de escapar". El método de ataque se dejó al criterio de Bey. Parecía que, por primerra vez, en esta ocasión se respetaba la libertad de iniciativa; pero a las pocas horas de hallarse Bey en la mar recibió, igual que Kummetz doce meses antes, un mensaje del Alto Mando Nval. Debería "explorar osadamente la situación táctica", pero "romper el contacto si se encontraba con fuerzas superiores", y conducir la operación de acuerdo con una "información exacta sobre el enemigo"; información que faltaría a los lemanes durnte las siguientes veinticuatro horas.
Al contrario que Kummetz, Bey no tenía la experiencia de coordinar los movimientos de los buques de línea con las escuarillas de destructores en las difícles condiciones del invierno ártico.
Continuará........
