Halcones en las Malvinas

[Walther]

Ya que hay tantos post en alusión a guerras pasadas, me permitiré acercarme un poco más a los tiempos actuales. No sé si se acuerdan cuando incrédulos mirábamos la televisión contemplando las imágenes de un caza argentino maniobrando en mitad de los disparos de la escuadra británica.

“Halcones sobre Malvinas” es el título de un libro en el que se relatan las peripecias, actuaciones en combate y hechos de aquélla contienda. Es un libro que emana el heroismo, habilidad y valor de los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina mostrada contra los ingleses, que creyéndose superiores por la tecnología, fueron superados por el "factor humano" que había dentro de unos aparatos obsoletos construídos en la década de los sesenta y que ahora pasaban atronando por encima de sus británicas cabezas.

El 31 de Mayo de 1982, el Diario ABC de Madrid publicaba:
"No sé si el sacrificio de estos pilotos devolverá las Malvinas a su país. Pero sé otra cosa, tal vez más importante... que cuando, en adelante, se imaginen al argentino ya no pensarán en el gaucho típico, en el engominado cantante de tangos o en la presidente de revista. Pensarán en esos pilotos que han sabido morir por saber por qué vivían, privilegio hoy al alcance de muy pocos. Es lugar común decir que Argentina ha sido bendecida por todos los dones del cielo y de la tierra; pero sobre todo, ahora lo vemos, por sus hijos que se hicieron aviadores."

Esto fué escrito en alusión a uno de los hechos más sorprendentes y heróicos de ésta guerra: El ataque realizado el domingo, 30 de Mayo al buque-insignia de la Armada británica: El HMS Invencible, portaaviones de 22.000 Toneladas que junto con el Hermes, eran la base sobre la cual partían los Harriers británicos. Los argentinos –a través de los pilotos que participaron en el ataque- defendieron con vehemencia que el Invencible había sido alcanzado y dañado….Negado con rotundidad por los ingleses, que sin embargo, lo guardan como “secreto clasificado” por la Real Marina Británica. Estos documentos sólo podrán ser públicos cuando hayan pasado 100 años, osea, en el 2082…Lo cierto es que el HMS Invencible tardó más de tres meses –después de la Contienda- a llegar a un puerto inglés (Porthmout) con indicios de haber sido su cubierta principal parcheada y re-pintada en astilleros australianos…

Ese día fue disparado el último misil Exocet con que contaba la armada, atacando acto seguido los A-4 con bombas retardadas. Los otros Exocet con que contaba Argentina habían sido ya utilizados para dañar al Sheffield y al Atlantic Conveyour. Ese día se perdieron 2 A4 y sus pilotos en la acción …
Para la Task Force inglesa, los portaaviones HMS Invencible y el HMS Hermes eran parte indispensable para asegurar el triunfo de las operaciones aéreas en Malvinas. El Alte Woodward lo sabía, manteníendo los portaaviones alejados de la costa argentina y rodeados de barcos escoltas armados hasta los dientes con misiles Sea-Darth antiaéreos y artillería AA guiada por rádar. La Fuerza Aérea Argentina, por su parte, rastreaban incesantemente la posición de estos dos blancos, para emplear el último misil Exocet. Localizaron al HMS Invincible en una posición al sudeste de la retaguardia de la flota. Se analizaron sus movimientos, haciendo inteligencia con las detecciones de vigilancia que obtenía el radar militar de Malvinas.

Así nació la "Operación Invincible", riesgosa y audaz, considerada la más significativa en su tipo desde la II GM.
La Operación se diseñó con la participación de dos Super-Etendard de la Marina Argentina que portaría uno el Exocet y el otro, el sistema de guiado del misil. La Fuerza Aerea Argentina pondría como apoyo una escuadrilla de aviones A4-Skyhawk los cuales, una vez disparado el misil, seguirían fielmente su estela para dejar caer sus bombas sobre el objetivo. De esa manera, se asegurarían que el portaaviones fuera puesto fuera de combate. Todos sabían que si los Super-Etendard lo tenían difícil, más difícil lo tendrían los pilotos de los Skyhawk: Serían ellos los que, a bordo de aviones diseñados en la década de los 60 se tuvieran que enfrentar a todo el enorme poderío antiaéreo del portaaviones y de sus buques escolta. Atravesar dicha barrera, sobrevolar el portaaviones y lanzar sus bombas sería poco menos que una misión suicida. Conscientes de ello, el Alto Mando viajó a la base de Comodoro Rivadavia donde presentó el plan: Los ingleses estarían alertados por un ataque aéreo procedente del continente: Los aviones tendrían que dar una enorme vuelta, repostar en vuelo a mitad de camino para continuar rodeando la isla fuera del alcance de los rádares ingleses y aparecer de improviso por el lado contrario, osea, desde mar abierto.Una vez lanzado el ataque, el regreso se realizaría eludiendo las defensas enemigas, repostar a mitad de camino y regreso a sus bases en tierra.



Dada la extrema complejidad y peligrosidad de la operación, el jefe del escuadrón de cazas solicitó voluntarios
Para los Super-Etendard, la pareja formada por el Capitán de Corbeta Alejandro Francisco y el Teniente de Navío Luis Collavino portarían el misil. .

Para los cazas A4-Skyhawk se presentaron dos jefes de escuadrilla, el 1er Teniente José Vázquez y el 1er Teniente Ernesto Ureta. A éstos se los autorizó a designar a sus numerales (compañeros de vuelo): 1er Teniente Omar Castillo, Teniente Daniel Paredi y Alférez Gerardo Isaac. Uno actuaría como reserva.

En la mañana del 29 de mayo despegaron hacia Río Grande. Problemas con los Hércules KC-130 de reabastecimiento hicieron que la salida se demorara hasta el día siguiente. Se aprovechó esta circunstancia para cambiar dos Skyhawk que tenían algunas fallas y estuvieron listos para el día siguiente.
El domingo 30 amaneció como era habitual en Río Grande: nublado, muy frío, y con escarcha por todos lados.

La sala de prevuelo, desde muy temprano, registraba una intensa actividad. Francisco, –piloto que portaría el Exocet en el Super-Etendard-, Collavino y prácticamente todos los demás integrantes de la Escuadrilla, se reunieron con los pilotos de la Fuerza Aérea que participarían en la misión. Juntos realizaron la coordinación final, dejando sentada la importancia de la discreción y acomodando el perfil de vuelo de los A-4C al de los Súper Etendard.

Alrededor de las 12:30 hs Francisco recibió la autorización de la torre de control de Río Grande. Un poco más atrás y a su derecha, Collavino esperaba que su líder y compañero despegara primero, para hacerlo él segundos después.

Francisco aceleró hasta un ochenta por ciento de la potencia de la turbina, soltó los frenos y el Súper Etendard, con el ultimo Exocet AM-39 disponible, comenzó su carrera de despegue. Con un suave movimiento del bastón de comandos hacia atrás elevó la maquina y las ruedas dejaron la pista. Entró el tren de aterrizaje y los flaps, luego redujo la potencia. Giro a la izquierda y vio que el avión de Collavino estaba despegando. Al completar el giro, su numeral ya estaba volando hacia él y se aprestaba a reunírsele.
Aproximadamente unos cinco minutos después, uno tras otro fueron despegando los A-4C. Como los Súper Etendard, ascendieron a 12.000 pies y pusieron rumbo Sudeste.

Mientras tanto, los chubascos aislados eran, por momentos de tanta intensidad que hasta podrían aparecer en interfiriendo en la pantalla del rádar. A mitad de camino, se reunieron prestos con el avión cisterna y en orden, repostaron sus tanques. Ahora tocaba el momento de la verdad. Estaban a punto de entrar en la zona cubierta por los rádares enemigos y se hizo última comprobación de los sistemas de aviónica y armamento. Finalizada la rutina, se ordenó silencio de radio bajando hasta una altura de 10 metros sobre el nivel de las olas, única altura en la que estarían dentro de la zona muda de los sistemas de detección aérea enemiga. El cielo sobre sus cabezas pasaban a velocidad vertiginosa casi rozando las olas, cuya espuma hacía depositar costras de sal en las esquinas de los cristales de sus cabinas. Cualquier fallo en ésas condiciones podía hacer que las olas engulliesen a los aviones, pero la pericia de los pilotos hacía que sus máquinas volasen raudos en condiciones tan extremas. No en vano eran el orgullo de la Fuerza Argentina.
De vez en cuando, un Super-Etendard se elevaba un poco más para ver si su rádar captaba la posición enemiga. Hasta que finalmente, lo consiguieron establecer un poco más al Sur que la posición establecida por Inteligencia. Rompieron el silencio de radio para emitir un escueto “Lo tengo”. Fue entonces cuando el segundo Super-Etendard se elevó también para emitir con su radar,. Collavino acerco su mirada a la pantalla, para distinguir mejor: tenia un eco grande, aparentemente verdadero. En ese instante, escucho en su auricular otra vez la voz de Francisco:
- ¡Lo tengo, lo tengo enganchado!
Collavino también detecto el mismo eco y exclamo, entusiasmado:
- ¡Yo también lo tengo enganchado!. ¡Objetivo fijado!.
¡Lanzo misil! – dijo Francisco, y apretó el botón de disparo.
El avión de Francisco se sacudió.
Collavino y los pilotos de los Skyhawk observaron como el misil se desprendía del Súper Etendard, cayo dos o tres metros y cuando parecía que iba a chocar contra el agua, encendió su motor y comenzó a volar, ya estabilizado, a ras del agua, dejando una estela de humo blanco producto de los gases de combustión.
Una vez mas, el misil había sido lanzado en excelentes condiciones de tiro y una distancia que aseguraba el impacto en un blanco perfectamente destacado por los sistemas de los Súper Etendard.
Inmediatamente Francisco y Collavino giraron a toda maquina y en vuelo bien rasante regresaron a la ruta convenida. El Exocet, fijado su objetivo y rumbo, haría el resto.

Mientras tanto los cuatro aviones Skyhawk habían seguido la estela del Exocet, en su camino hacia el blanco, pero como el misil desarrollaba mucha mayor velocidad, pronto lo perdieron de vista, a pesar de que la visibilidad era buena y alcanzaba a un poco mas de 15 km.
Vázquez que era el líder de la escuadrilla, hizo una seña a sus numerales para que cerraran la formación
Los aparatos configurados con tres bombas de 250 kg. cada uno, se fueron acercando velozmente al objetivo, en vuelo bien rasante: apenas 12 mts los separaban del agua.
De pronto a lo lejos apareció una mancha oscura, borrosa por el efecto de la bruma. No había dudas ahí estaba, inexplicablemente solo, sin otros barcos cercanos. Había llegado el momento de enfrentarse frente a frente con uno de los buques mas buscado de la Task Force.
Dientes apretados, las manos aferradas a los mandos y un frío sudor que le empapaba el cuerpo.
Poco a poco, la figura inconfundible del portaaviones se fue haciendo mas clara, mas nítida: la cubierta ligeramente curvada hacia arriba en el sector de la proa; la "isla" desplazada hacia la banda de estribor. El barco navegaba a muy poca velocidad. Algo les llamo la atención: desde la base de la "isla" salía una densa columna de humo cuyo tamaño iba en aumento. Rápidamente se dieron cuenta que era la prueba indudable de que el Exocet había impactado.
Cuando los pilotos llegaron a unos 12 km. del blanco, pusieron la máxima potencia a sus motores y se prepararon para la aproximación final. A la izquierda volaban Vázquez y Castillo, y a la derecha, Ureta e Isaac.
En ese momento, un misil Sea-Darth que nadie vio llegar, impacto en el avión de Vázquez, que estalló cayendo al mar convertido en una inmensa bola de fuego.
Tratando de dominar la angustia y la impresión que les había causado la inesperada muerte de su líder, los tres pilotos continuaron con su vuelo.
El blanco estaba a unos dos kilómetros. Ya casi lo iban a "saltar" para descargar las bombas cuando una nueva explosión los sorprendió, era el avión de Castillo que también explotaba víctima de los implacables misiles Antiaéreos y prácticamente se desintegraba en el aire. Las maquinas de Ureta y de Isaac se sacudieron debido a la onda explosiva.
Los misiles disparados desde algún buque desde el sector oeste, impactaron en los dos aviones que volaban a la izquierda de la formación.
Ureta apretó con rabia el disparador de sus cañones y levanto su avión, lanzando la carga y cruzando al portaaviones de popa a proa, en un ángulo de 30° respecto del eje de la nave.
Por su parte, Isaac tiro también con sus cañones, arrojo las bombas y cruzo a la nave cuando está estaba totalmente cubierta de humo. Para evitar llevarse por delante la torre del portaaviones, tiro hacia la derecha y, planchándose al agua, comenzó a efectuar maniobras evasivas, mientras tomaba el rumbo de escape. Los oficiales ingleses que estaban en ése mismo momento en sus puestos vieron muy de cerca la enseña argentina en los extremos de las alas del caza.
Así, volaron, separados, durante unos kilómetros, bien rasante y en absoluto silencio de radio.
Isaac empezó a buscar, con su vista, a su compañero. Estaba agitado, empapado en transpiración y con un nudo que apretaba su garganta y lo sofocaba; la angustia por la desaparición de los dos compañeros nublaba sus ojos y los humedecía. Se sentía solo, muy solo en medio de ese impresionante mar azul oscuro.

A lo lejos, un poco a su derecha, un punto parecía agrandarse. Si, era el avión de Ureta que lo había visto y estaba reduciendo su velocidad... A pesar de estar fuera del alcance antiaéreo, siguieron rasante en rumbo 230º / 240º, hacia el punto en que deberían reunirse con los aviones cisterna. Primero se avistaron entre ellos y luego, en el punto exacto, se encontraron con los dos Hércules KC-130. Una vez fijado en las mangueras, el piloto del Hércules por radio les preguntó si había de esperar a los dos “halcones” que faltan por reabastecer…Uno de los pilotos le informó que ésos dos compañeros, no íban a regresar.

La operación había durado casi cuatro horas. Pero para sus participantes, había durado una eternidad. Sus compañeros caídos pasaron a formar parte del Tablón de Honor de “Caidos por la Patria”. En días posteriores, la Fuerza Argentina siguió demostrando el porqué merecieron tanto respeto por parte de sus enemigos.

Diario de guerra del del 30 de Mayo de 1982:
... 15:40: Gran revuelo de helicópteros ingleses sobre la flota. Los Harrier de las PAC aterrizan en puntos distintos de los que despegaron.

Muchos pueden opinar que murieron producto de las locuras de un General dictador ebrio de alcohol y de poder ….pero ello no les quita el Mérito ni el Honor de que realmente lucharon y dieron su vida por una causa que ellos, los que fueron allí, consideraron justa: Que las Malvinas fue y debería de ser un trozo de la Patria, que es Argentina.

Saludos.