El cambio que tuvo la vida de un marino galés
El domingo pasado, fuimos a visitar la ciudad de Conchillas. El día se presentaba pese a estar a mediados de otoño, con la temperatura agradable, un cielo azul radiante el sol brillaba esplendido, todo invitaba a salir.
Hacía tiempo que queríamos visitar de nuevo un pueblo pequeño y pintoresco.
Hacía años que habíamos estado de paso, viajando hacia el norte, y como se ha hablado tanto de la instalación de una empresa española en las cercanías de esta localidad, quisimos verlo ahora, antes de que comiencen los trabajos y que llegue un sin número de personas que van a trabajar allí.
Sabemos que llegarán de otros puntos del país y que se producirá un cambio como sucedió a fines del siglo XIX.
Ese cambio lo produjo una empresa inglesa Walker-& Cía..
Fue una factoría inglesa a la que se le adjudicó por licitación del suministro de materiales para la construcción de lo que es actualmente en Buenos Aires, Puerto Madero.
Nuestra idea era tomar, fotos, y hablar con la gente que reside en Conchillas, muchos descendientes de los operarios británicos que llegaron a trabajar para la empresa Walker y no sobre la futura planta industrial.
Lo que fue en el pasado la presencia de la empresa Walker, lo sabíamos, produjo un gran movimiento comercial, pero cuando se retiró, el pueblo sufrió la falta de prácticamente su única fuente de trabajo.
Queríamos saber más detalles sobre el hotel Evans, hoy día cerrado, y propiedad de una señora de Argentina, y nos interesaba ver el almacén que proveía de todo lo que se necesitaba en ese pueblo que hoy tiene unos 500 habitantes, pero que tuvo una población mucho mayor durante el auge de la exportación de piedra, arena y cal.
Queríamos plasmar en fotos el pintoresco lugar, las casitas con techos de zinc rojo, y sus jardines llenos de flores, antes de que todo cambie, porque la presencia de esta empresa va a ayudar a la desgastada economía de Conchillas, pero para los que nos gustan los rincones históricos, va a ser un recuerdo pleno de nostalgia.
Primero que nada pensábamos sacar fotos del Hotel Evans, construido en la primera décadas del siglo XX (1911).
Habíamos leído algunos artículos sobre la fundación de Conchillas y buscado más datos en los libros de Historial Nacional.
Estábamos enterados por comentarios de una amiga que el edificio del hotel así como el de los almacenes, estaba aún en buen estado, faltos si, de un buen reciclaje.
En esta zona abunda la piedra de granito, los arenales en forma de médanos que llegaban entonces hasta las tierras cultivables.
En 1887, Charles Hay Walker arrendó a un vecino de apellido Gil, 700 cuadras de campo a condición de que se hiciera un muelle de 30 Mts de largo y que entrara el ferrocarril.
La arena sería cargada, lo mismo que la piedra y la conchilla quemada, en vagonetas que descargarían directamente en los barcos de la empresa para ser llevados a Buenos aires.
A esa altura el Río de la Plata la costa de Conchillas, dista de la capital Argentina unos 40 Kmts.
La empresa trajo operarios especializados desde Gran Bretaña, y de otros países europeos, entre ellos españoles, italianos, griegos, alemanes, turcos, escoceses etc. para explotación de las canteras.
También se trajo maquinaria y una usina de energía eléctrica a baterías.
El personal al comienzo estuvo instalado en forma precaria, pero más adelante se edificaron, lo que en el pueblo aún llaman barracas. Están construidas en piedra asentada con mortero y techadas con zinc, sin cielorraso y en un principio con pisos de tierra apisonada.
Posteriormente se colocaron cielorrasos de madera y los pisos se hicieron de portland
.
Para hablar del Hotel, tenemos que hablar del naufragio del buque Sophia Había zarpado de Inglaterra en 1988 y encalló cerca de la costa de Conchillas.
De este naufragio hubo un solo sobreviviente, David Evans, nacido en Gales en 1861,
Viajaba como marino y cocinero del Sophia siendo sorprendido por una fuerte tempestad lo que al aparecer primero hizo encallar el barco y luego provocó su hundimiento.
David Evans pudo aferrarse al palo mayor, y hacer sonar la campana del barco pidiendo auxilio, hay que tener en cuenta que el naufragio se produjo en medio de la noche.
A 45 Kmts de la capital departamental de Colonia se encuentra la ruta 21 asfaltada hasta la radial de Conchillas. Desde allí la ruta es de balasto
y no muy lejos se encuentra Conchillas.
Buscamos con la mirada el edificio y donde comienza las construcciones vimos un edificio grande de dos plantas, con techo a dos aguas, de zinc, con galerías hacia la calle tanto en la palta baja como en la planta alta, con barandas de madera.
La construcción está realizada en piedra y está rodeada de un parque grande en su entorno, además de lo que fue una cancha de tenis.
Actualmente, como fue vendido a una persona que no reside en el pueblo no pudimos acceder a recorrer el parque ni las instalaciones.
Tomamos fotos desde el exterior de la fachada principal y como está ubicada en una esquina pudimos apreciar la vasta propiedad. Doblamos por la calle lateral hasta el límite de la propiedad, desde allí como solo un alambrado la separa de la calle y no existe un seto pudimos ver una escalinata que baja curvándose hacia lo que fueron los jardines.
No vimos a nadie, observamos desde la calle, la parte posterior del edificio, el pasto estaba cortado y evidenciaba la presencia de un cuidador.
Las tardes son cortas en esta época así que seguimos recorriendo el pueblo observando sus casitas de techos a dos aguas, de zinc rojo, con las paredes de piedras revocadas y pintadas de blanco o amarillo pálido en su mayoría.
Nos llamaron la atención las viviendas, dispuestas una a continuación de la otra, de esquina a esquina lo que puede ser una distancia de un poco más de una cuadra (80 mts).
Habíamos estado años atrás pero en esa visita no preguntamos detalles sobre el pueblo, llovizna fuerte y no se veía a nadie en sus callecitas.
Seguimos un poco más adelante y vimos a un hombre mayor, en su jardín, que a su vez había estado observando nuestras idas y venidas.
Nos acercamos y nos recibió con una sonrisa amable y un brillo juvenil en sus ojos azules.
Comenzamos a conversar y nos invitó a pasar a su casa.
Hablamos del hotel del cual nos dijo que tenía 40 habitaciones y nos confirmó que no se podía visitar, comentando que podría funcionar nuevamente como hotel o ser un centro cultural y museo.
Comentamos sobre lo pintoresco y hermoso que es en su estilo.
La conversación derivó a las demás construcciones, casas como la suya, en un estilo sencillo y diferente a las que vemos en nuestras ciudades y pueblos del interior.
Las fachadas tienen las paredes inclinadas hacia fuera, siendo aplomadas al piso en el interior y techadas con zinc pintado de rojo.
El señor Colman ya jubilado nos habló primero del hotel, edificado por un galés llamado David Evans y de el edificio del que fue su comercio. .
Nuestro anfitrión se disculpo por un momento y nos trajo un té servido con un bonito servicio de loza inglesa, que fue un obsequio de bodas.
La conversación con el señor Colman se centró en el galés, que como dijimos, salvó su vida cuando se hundió en las embravecidas aguas del Río de la Plata, frente al puerto, la embarcación en la que viajaba como cocinero.
Naufragar en plena noche y en medio de una borrasca debe ser terrible aún para un marino.
Se puede pensar que ese fue el motivo del cambio de vida de David Evans, aunque luego se sumaron otros factores.
David Evans tuvo un cambio de vida total. De marino, cocinero de abordo y náufrago, pasó a ser el cocinero de los operarios de Walker. Luego fue socio de la empresa y fundador del Hotel Evans en 1911 y propietario del comercio de Ramos Generales más próspero de la zona.
Allí se traía desde Inglaterra, todo lo que puede ser necesario, incluidas las galletitas inglesas para la hora del té, porque a la cinco en punto, sonaba un silbato en la planta y se detenían los trabajos para tomar el té.
Esta resultó ser una historia muy diferente, no es una historia de guerra, sino de una historia de vida..
La factoría de la Empresa Walker pasó a ser Walker y Evans.
Se habían arrendado 700 cuadras al señor Gil, vecino del lugar y luego se compraron 625 cuadras en la zona de la costa.
Allí se comenzaron a explotar varias canteras de piedra granítica, llegando a ser quince aproximadamente y comentaba el Señor Colman, que cada una tenía su nombre.
El granito se usó para relleno y adoquinado en la construcción del Puerto Madero de la ciudad de Buenos Aires.
Así mismo se exportaba arena, por la existencia de los médanos de arena fina que se adentraban hasta las zonas fértiles y conchillas de agua dulce que se quemaban para la fabricación de cal..
Los obreros vivían en ranchos precarios levantados con ladrillos crudo y techos de paja.
Posteriormente la Compañía a raíz de una epidemia de difteria que asoló la zona, edificó lo que los lugareños aún recuerdan como “las barracas” para alojar en condiciones de mayor higiene a sus operarios
Las obras se ejecutaron en piedra unidas por mortero, se techaron con zinc, sin cielorrasos y el piso en un principio fue de tierra apisonada.
Más adelante se hicieron pisos de portland lustrado en algunas de ellas.
Eran once barracas, con salida para ambos frentes. Luego se realizaron divisiones de tres a cinco habitaciones y se las otorgaron a las familias que trabajaban allí, a condición de dar alojamiento a un operario soltero con ellos.
De esta forma se fue organizando el pueblo.
Nos preguntamos como de marino y cocinero Evans pasó a se socio, dueño de un hotel espléndidamente equipado y de ese comercio que uno ve en pie, con su inclinado techo a dos aguas rematado en su mojinete con forma de pico que fue traído de Inglaterra y se armó en Conchillas para techar el comercio de David Evans.
Fue una noche de tempestad que el Sophia encalló y la fuerza de la tormenta hizo zozobrar al barco y como mencioné anteriormente, era cocinero del barco siniestrado y como su profesión no era la de cantero, comenzó a cocinar para los hombres que trabajaban para la compañía Walker improvisando con unas chapas un cobertizo para cocinar y dar de comer.
Pronto los representantes de la empresa repararon en la diligencia de este galés y su notable habilidad para los negocios.
Fue socio de la empresa y comenzó el comercio de importación desde Inglaterra y exportación de la mercadería que se producía en la zona.
Edificó el enorme almacén y ya en la primera década del Siglo XX era propietario del hotel que hasta hoy lleva su nombre.
EL señor Colman narró el movimiento general del comercio en sí.
Emprendedor como era, estableció el comercio más grande la zona, que en mi país se denominaban “almacenes de Ramos Generales”.
En este tipo de almacenes se vendían hasta hace cincuenta años atrás,
todo tipo de mercaderías, desde comestibles, ropa, botas, monturas, piezas de género y todo lo que concierne a las necesidades de la gente que trabaja en el campo, o en la ciudad. También se vendían muebles, herramientas, y además se vendían cosechadoras y llegando a venderse el primer auto, de marca Ford A.
Otra aclaración que nos hizo el Señor Colman, fue lo querido que fue este hombre en Conchillas y apreciado por los habitantes de los campos de la zona.
Si no se tenía dinero, se compraba anotando el género y la suma en un libreta que se pagaba a fin de mes, o cuando se cobraba y la gente de campo pagaba con el importe de la cosecha.
En el “Almacén Evans”, aunque no se dispusiera de dinero era sabido que su propietario les insistiría en que llevaran la mercancía que necesitaban, su lema era “después me paga, siga trabajando”
Para Navidad regalaba juguetes a todos los niños y cuando se tuvo que decidir que nombre llevaría la calle principal, los habitantes de Conchillas votaron en mayoría, para que llevara el nombre de David Evans.
Fue una tarde diferente, entre nosotros se sentían los recuerdos de la niñez de el señor Colman, su excelente forma de expresarse nos llevó a otro siglo. Acordamos en vernos y en hacerle una próxima visita.
Conoce al cuidador del hotel, y dejó entrever con un guiño, que tal vez, como no somos unos jovencitos o nos encantó su pueblo, puedan dejarnos admirar el interior
Se hacía noche, el té que nos sirvió en los frágiles pocillos de loza inglesa se había enfriado, nos fuimos con ganas de quedarnos, con ganas de que el hotel vuelva a brillar, a servir sus platos especiales, y haya quien juegue en su cancha de tenis, en memoria de ese extranjero que hizo suya nuestra tierra.
Kamille Rososvky.
Fuente: Prof. Alfredo Traverzoni: Historia del Uruguay y de América
Prof. Benjamín Nahum: Breve Historia del Uruguay Independiente.
Vecino de Conchillas: Mario Colman
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Kamille Rososvky


Re: El cambio que tuvo la vida de un marino galés
Muy bonito relato...encantadora Kamille...

¡¡¡Joooo mamáaa........me ha quitado el cheriffff...!!!"...un admirador, un siervo, un esclavo, un amigo..."
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Re: El cambio que tuvo la vida de un marino galés
Muy interesante, gracias. 

Navegando las tormentas como mejor se puede.
Re: El cambio que tuvo la vida de un marino galés
Saludos:
Menuda tarde me estoy dando de lecturas.
Gracias Kamille.
Menuda tarde me estoy dando de lecturas.
Gracias Kamille.