ODISEA DE UN VELERO

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Kamille Rososvky
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ODISEA DE UN VELERO

ODISEA DE UN VELERO

Hoy, luego de ir a la piscina volví a casa y decidimos seguir hasta el Balneario Santa Ana, distante 16 kilómetros de casa, donde unos amigos argentinos, tiene una casa tipo bungalow que mi esposo les hizo. Es de ambos matrimonios, uno con seis hijos y el otro con una jovencita.
La mañana había estado medio soleada y hacia el mediodía se nubló y poco después comenzó a cubrir las casas los árboles y el río una niebla espesa que borró el horizonte.
Llegamos hasta la rambla y el paisaje tan colorido siempre se veía gris, y muy oscuro hacia el sur.
Estaba muy frío así que volvimos a casa al no estar estos matrimonios amigos. Pasó el hombre que nos vende la leña a traernos más, venía de Santa Ana y le comentó a mi esposo que había sido avistado un velero que venía muy escorado por el viento del oeste
Se hizo noche temprano pero la casa estaba bien caldeada, habíamos dejado en el hogar un tronco grande, de los que los leñadores llaman trasfoguero.
Preparé un té bien caliente, y traje cerca del hogar la bandeja con bocadillos para comer algo.
Nos sorprendió el ladrido de nuestra perra, y vimos que había llegado alguien.
Eran los amigos a los que fuimos a ver y no estaban. Venían con el rostro cansado, y ropa para náutica.
Habían salido desde San Fernando, para hacer un trayecto hacia Porto Alegre, aprovechando las vacaciones de las hijas que se quedaron con los abuelos.
Llegaron a la altura de Piriápolis y se levantó la niebla, el mar estaba sereno, y tuvieron que usar el motor de emergencia.
Decidieron seguir y de pronto se levanto viento fuerte del sudeste.
Acá las sudestadas llegan acompañadas de frío y lluvia. De esto hace tres días casi cuatro porque ahora que ellos están descansando me conecté de nuevo.
Carlos uno de nuestros amigos estaba mal, se había asustado. Tiene una única hija jovencita, que había querido ir con ellos.
Como siguieron para llegar a Portezuelo en Punta del Este se dieron cuenta que el temporal que empeoraba cada vez más y no les permitiría seguir viaje.
Fue una de las mujeres, que decidió volver. Vendrían con viento de Popa y nos contaba que estaba segura que nos encontrarían.
Radiaron su posición, yo de millas náuticas y nudos conozco poco, pero si entendía el miedo de Patricia pensando en sus chicos, y con Carla con ellos. Nuestra costa es traicionera, con las playas grandes pero altas con puntas de piedras que se adentran en el mar con rocas filosas.
Les aconsejaron amarrar en el Puerto del Buceo en Montevideo, pero querían llegar a Colonia.
Intentar cruzar a la costa argentina era imposible.
Así que repusieron combustible para el motor auxiliar y les dieron permiso para seguir.
Lo peligroso fue cuando rodearon el Cerro de Montevideo, avanzaban rápido y con mucho oleaje pero volvió a virar el viento. La prefectura Marítima le avisó de fuertes vientos del sector oeste y A.D.E.S, que es una Asociación de Socorro a los navegantes, están alertas en cada puerto, ya los mencioné en otro relato y se comunicaron con ellos para saber si todo iba bien, porque el viento iba en aumneto.
Contestaron que si que pese a ir ahora con viento de proa, tenían el control
Les aconsejaron entrar en el Río Santa Lucia, tiene el amarradero y la lancha de auxilio de ADES estaba allí.
Carlos por el momento no muy convencido prefería llegar a Colonia, ya la casa de Santa Ana y saben que si nos llaman, los vamos a buscar. A quince cuadras de casa, está el Embarcadero de Yates de Riachuelo
Discutieron un poco y entraron en el Santa Lucía, me comentó Patricia y que aún allí el río estaba muy picado el río. Es un río ancho y muy caudaloso que nace en las sierras de Minas, pero el Albatros no tiene problemas con ese oleaje, ya que s muy marino.
Se quedaron esa noche y el día siguiente en el amarradero del Santa Lucía.
El club Alemán que tiene les facilitó baños, un lugar seco y comidas calientes, pero tuvieron que dormir en la sentina del velero sintiendo toda la noche el movimiento del río.
Lo que será afuera, comentaban refiriéndose al Río de la Plata. Si allí las olas era muy altas y el viento demasiado fuerte les informó la gente de ADES
Al día siguiente todo seguía igual, aunque en la noche el viento fue amainando pero seguía muy nublado.
Repasaron todo, velas, cabos, jarcias y el motor y Hebe, esposa de Carlos trató de serenarlo, lo que fue peor.
Fue cuando Patricia, con la que tiene una amistad desde que conoció a su esposo les dio un buen rapa polvos.
Habían salido a tiempo del Río de la Plata, ella había sugerido con su sensatez habitual no seguir cuando se vino la sudestada.
Así, que o nos calmamos todos porque si hay más problemas nunca llegaremos al Embarcadero de Riachuelo.
¿Pero porqué siempre eres tan pesimista? Preguntó Carlos.
No era pesimista, era sensatez, había escuchado que habría vientos arruchados y muy fuertes con lluvia por la radio.
Tendrían para evitar lo peor de la tormenta, que zarpar de inmediato, y lo que más les recomendaron, fue no acercarse demasiado a la costa, que manutuviera bien el rumbo en el canal.
Hasta ese momento piloteado lo peor Ernesto, el marido de Patricia, así que ella quiso tomar el timón. Es una buena navegante, pero Carlos se sintió obligado a ocupar su puesto.
Desde que salieron de nuevo al Río de la Plata, vieron que la mar estaba empeorando, había mar de fondo, por el gran caudal que aporta el Santa Lucia y ellos eran concientes que cada cincuenta quilómetros hasta el Riachuelo, hay arroyos caudalosos.
Les llevó el doble de tiempo, el trayecto hasta el Cufré, límite departamental con San José, pero como no ha sido dragada en la boca no es navegable, además es zona de campos, hay un balneario, pero no donde amarrar. El Albatros tiene 12 metros de eslora.
Se comenzó a levantar viento de nuevo, quedaba ahora el trayecto más corto pero debían cruzar las revueltas aguas del río Rosario.
Más adelante encontrarían el arroyo Sauce y debían tomar la decisión de amarrar en el puerto de la ciudad de Juan Lacaze.
Pero estaban rendidos, toda la ropa empapada, deseando llegar, a la casa de Santa Ana y hasta Patricia se dejó convencer y seguir.
La lluvia fue amainando ya cerca de Santa Ana y pasó a ser una niebla densa, gris, pero el río no se calmaba, los empujaba hacia nuestras costas.
Las boyas que indican el canal, no se distinguían, solo oían su sirena.
El velero que nos habian comentado que había sido avistado muy escorado, era el Albatros.
Por fin distinguieron muy tenue, la luz intermitente de la boca del riachuelo. Los vecinos los conocen y el administrador del Complejo del embarcadero de Riachuelo los trajo hasta casa.
Para que ir de noche hasta Santa Ana si tenemos donde alojarlos, comida preparada, el fuego encendido. Todo pronto para que pudieran aflojar la tensión nerviosa de estos tres días.
Mañana, llevaremos leña de casa, los ayudaremos a instalarse, todo debe estar húmedo, hacia más de dos meses que no venían. Así que estamos acompañados y tranquilos de que todo ya pasó.
Cuando el tiempo mejore, cruzarán hasta El Tigre en Buenos Aires.
Por ahora seguimos poniendo leña en el hogar, aunque hay calefactores en las habitaciones, el fuego da más calor de hogar y más sensación seguridad al estar en tierra firme.
Por: Kamille Rososvky
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Mix-martes86
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Re: ODISEA DE UN VELERO

Hilo movido del foro de personales al foro de relatos. :wink:
Navegando las tormentas como mejor se puede.
Cpt_Morgan
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Re: ODISEA DE UN VELERO

Estupendo relato Kamillle, creo entender que es real.
No es insensatez empeñarse en llegar a toda costa a un destino navegando... es una soverana estupidez.

Gracias por compartirlo Kam.

Besos
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YES, WE JAAAAARL!!!
Kamille Rososvky
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Re: ODISEA DE UN VELERO

Estimado Capitan Morgan : Tiene toda la razón. con el mar nose puede querer hacer lo quea uno se le ocurre. Es efectivamente un relato es verídico. Son esas cosas de nuestro clima en el Río de la Plata. A la altura que decidieron regresar nuestros amigos, es el Océano Atlántico abierto. Carlos el padre de la jovenita no quería regrear y fue la amiga quien lo hizo entrar en razones.Luego aflojó y se le vino el alma al suelo.
Tengo otras anécdotas de este tipo, le sucedio a mis padres cuando yo tenía cinco años. Mis padres no olvidaron nunca lo sucedido.. y yo tampoco. Lo saluda Kamille
Kamille Rososvky
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