Para Holstein Mampegao Paraban y otros que sientan interés

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Kamille Rososvky
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Para Holstein Mampegao Paraban y otros que sientan interés

La sirena rosa de Copenhague
5 de Marzo de 2007 por José Luis García

FUENTE: http://esetalblog.com/2007/03/05/la-sir ... openhague/

Como cuenta la leyenda, hace siglos a la orilla del Báltico llegaron dos hermanas – sirenas que vivían en las profundidades del mar. Eran mujeres muy guapas pero en vez de piernas tenían colas de pez. Una de las hermanas decidió navegar más lejos a los estrechos de Dinamarca, donde se quedó hasta hoy en día. La podemos ver sentada sobre una roca a la entrada de puerto de Copenhague.
La segunda sirena llegó a Gdansk. La leyenda cuenta que precisamente a las pies de la Ciudad Vieja de hoy salió del agua a la orilla de la arena para descansar, el lugar que vio le gustaba tanto que decidió quedarse allí.
A la sirena de Gdansk se le volvió oscura la piel. Sin embargo a la sirena de Copenhague la piel se le volvió de color rosa. Unos dicen que por amor y otros que a causa de unos trolls.

La sirena viuda


FUENTE: http://www.google.com.uy/search?num=50& ... ue&spell=1

A partir de 1980, yo había estado varias veces en Copenhague y siempre había cumplido con el rito de rendir homenaje a la legendaria sirenita de Eriksen. Debo reconocer, sin embargo, que sólo en esta última ocasión me pareció advertir en su rostro, y hasta en su postura, una casi imperceptible expresión de viudez.
Cierta noche, estimulado tal vez por varias jarras de Carlsberg, me atreví a mencionar el tema ante varios amigos latinoamericanos, verdaderamente expertos en exilios daneses. Por las dudas, y a fin de que no me creyeran más borracho de lo que estaba, traté de darle al comentario un ligero tono de autoburla, pero, para mi sorpresa, todos se pusieron serios y uno de ellos, un santafesino llamado Alfredo, dijo lentamente, como si estuviera midiendo las sílabas: "No se trata de que sólo tenga expresión de viuda; en realidad, es viuda".
Ahí nomás se me pasó la borrachera, y entonces fue Julio, exiliado chileno, quien tomó la palabra: "El protagonista de esta historia es compatriota mío. Aunque te parezca mentira, fue Pinochet quien lo empujó hacia la sirenita. Después de soportar castigos y humillaciones en cárceles chilenas, Rodrigo, natural de Concepción, recaló en Copenhague. No habían transcurrido veinticuatro horas desde su llegada (antes aún de cumplir el primero de los trámites complementarios para confirmar su estatuto de exiliado), cuando ya estaba perdidamente enamorado de la sirenita. Fue un amor a primera vista, aunque, eso sí, rodeado de imposibles, como ocurre, después de todo, siempre que alguien se enamora de un personaje inalcanzable y célebre. Digamos, de Catherine Deneuve, Ana Belén, Sonia Braga. O también de la sirenita de Copenhague. Es claro que Rodrigo tenía sus rarezas, pero tú, que hasta no hace mucho también fuiste exiliado, bien sabes que en el exilio lo raro es apenas un matiz de lo normal. Por otra parte, Rodrigo hablaba pocas veces de su pasión recién estrenada.
"Simplemente, reservaba alguna hora de su jornada para contemplar a la sirenita, como una forma de comprobar que en sí mismo iba creciendo un amor, tan desacostumbrado como indestructible. Además, cuando se enteró de que la sirenita, en lejanos y cercanos pretéritos, había sufrido escarnios, castigos y hasta mutilaciones, halló en ese pasado una nueva zona de afinidad con su propia y escarmentada historia. Así hasta que un día resolvió transformar lo imposible en verosímil. Estábamos en pleno invierno (aquí es una estación realmente inhóspita) pero a él no le pareció justo postergar su proyecto hasta la primavera. Por razones obvias, eligió las horas de la madrugada: no quería arriesgarse a que se formara un corrillo de curiosos (incluido algún indiscreto policía) y que decenas o centenares de ojos mancillaran su más gloriosa intimidad. Eran las tres y cuarto de un domingo de enero cuando Rodrigo llegó hasta el objeto de su amor. Ella estaba como siempre, inocentemente desnuda, y Rodrigo pensó que no era lícito que él permaneciera miserablemente vestido. De manera que, a pesar de los 12 grados bajo cero, se fue despojando, una por una, de todas sus prendas, que quedaron dobladas y en orden junto a sus pies descalzos y ateridos. Ahora sí estaban en igualdad de condiciones su amada y él. Castigados, desnudos, estremecidos. A esa altura, Rodrigo debe haber apretado sus dientes para que no castañetearan y por fin debe haber abrazado tiernamente a su sirena, en el tramo más feliz de su nueva existencia. Que fue breve, claro, porque allí lo hallaron, horas después, dulcemente yerto, sin nueva vida y también sin vida vieja. Y es por eso entiendes? que la pobre sirenita tiene esa cara de viuda que le has visto. Más aún, te diré que desde entonces ha pasado a ser una de los nuestros. Una exiliada más, inmóvil junto al mar, que sueña con la vuelta".
Mario Benedetti en "Despistes y franquezas". 1989. Escritor y poeta uruguayo.

Como posiblemente vean sirenas y otras deidades marinas, ustedes que surcan los mares, me hice eco del pedido de los Comandantes que reclamaron por la Sirena de Copenhague pero, cuando lo programado se complica se complica bien. Disculpen la demora tuve ¡gente en casa!
La imagen no va a salir, visten el sitio indicado arriba.
Buenas noches a todos Kamille
:wink:
Kamille Rososvky
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