la Niña que se hizo Rey

Espacio dedicado a aquellos comandantes que gusten de escribir y leer relatos sobre submarinos y aventuras marineras.

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corkran
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la Niña que se hizo Rey

este es un cuento con el que salude la llegada al mundo de los reyes magos de mi hija rocio. era una forma de suavizar el enorme trauma que todos sentiimos cuando creemos por primera vez que los reyes magos no existen. luego averiguamos que la mentira era mentira: los reyes SI existen. los que quizas dejamos de ser magos somos nosotros.
no tiene nada que ver con subs pero quizas os guste por las fechas que corren.


Oriente,12 de diciembre de 2001


Querida Rocío:

Me he enterado de que andas preguntando por ahí, pensando y pensando... Así que te envío esta carta y con ella haré algo que normalmente no nos está permitido a los Seres Mágicos:
enseñarle a los humanos lo que nunca deben ver, la otra dimensión del tiempo.
Léela y piensa sobre ella. Entre tanto, besos de Baltasar.

Érase una vez...empieza cualquier cuento que se precie, así que...érase una vez una niña de diez años que se llamaba Rocío, sí como tú Rocío, como yo también y esa niña un día comenzó a preguntarle a su madre quienes eran los Reyes Magos, de manera que cogí papel y lápiz y le escribí un cuento. La verdad es que no era un cuento, no es un cuento, porque en realidad me pasó a mí cuando tenía diez años como tú, hace ya mucho, mucho tiempo.
Era más o menos como tú de alta y por entonces, no se me olvidará nunca, vivíamos en la segunda planta de un pequeño edificio de tres pisos, era una casa alquilada con un jardincillo delante de la puerta y un parque mediano al sur, un parque con árboles y columpios para niños donde aún con esa edad me apetecía ir de vez en cuando. Era una casa muy bonita, luego vivimos en otros sitios incluso mejores, pero no se porqué, siempre me acuerdo de esa casa con un cariño muy especial.

Ese año andaba yo preocupada porque los niños de mi clase me decían que los Reyes Magos eran los padres y que yo era tonta porque aún creía en los Reyes Magos. A mí me molestaba mucho aceptar eso, aceptar sin más la idea de que los Reyes Magos no existían y que todo se limitaba a comprar regalos como cuando llega el cumpleaños de una, o como cuando una se ha portado bien o ha aprobado el curso y le regalan algo. Los Reyes son especiales, no sólo es por el regalo, también está la cabalgata y los pajes y el platito con galletas y la copa de vino que le dejaba al camello y la magia incomprensible de que consiguieran traernos los regalos a todos los niños en una sola noche y que supieran si me había portado bien o mal; eso sin contar las habilidades que había que tener para entrar por el balcón o por la chimenea, dependiendo de las costumbres y de si la casa tenía o no chimenea. Bueno, que te voy a contar a ti que tú no sepas, si tú tienes, creo, las mismas dudas. Estarás entonces de acuerdo en que todo no son los regalos, sino el espíritu mágico y misterioso de la Noche de Reyes. A mí me encantaba y no estaba dispuesta a dejarme convencer así de fácil por los niños de mi clase que ya eran todos o casi todos unos incrédulos. Y digo casi todos, porque había uno pequeño, con el pelo revuelto y siempre hecho un asco y con la ropa destrozada de lo desastre que era, que le pasaba lo mismo que a mí y con el que a menudo charlaba sobre el tema de los Reyes Magos.
Conforme el mes de diciembre se acercaba y con él las Navidades y las vacaciones y se encendían las luces de las tiendas y aparecían árboles de navidad por doquier y nos iba invadiendo ese peculiar espíritu navideño, conforme esas fechas llegaban, cada vez más a menudo volvíamos al tema de los Reyes y de si creíamos o no en ellos. Jorge, que así se llamaba, era tozudo y no se daba fácilmente por vencido, así que repasábamos juntos los argumentos a favor y en contra de los reyes, pero él al final siempre hacía una declaración de fe y se obstinaba en que “ tenían que existir “. Yo, siempre me quedaba con la duda de si en el fondo con eso quería decir algo así como que era imposible que no existieran o si, por el contrario, era una manera de afirmar que a pesar de reconocer que no era lógico que existieran, tendrían que existir para que el mundo siguiera siendo perfecto y redondo y todas las cosas funcionaran como era debido. En cualquier caso me resultaba claro que para él era más importante la necesidad de la existencia de los Reyes que la de descubrir una verdad seca y antipática.

Quizá por eso un día me animé a contarle uno de mis secretos mejor guardado, un secreto que no le había contado a nadie y mucho menos a los demás zagalones de mi clase; estaba completamente segura, no sé porqué, de que se hubieran partido de risa, me hubieran hecho toda clase de burlas y al final yo, que era bastante más grande y más fuerte que la mayoría, hubiera tenido que darle una patada en la espinilla al primero que se me pusiera por delante para castigar el atrevimiento de reírse de mis cosas. Así que para evitar todo eso yo no le había contado a nadie que me escribía con el Rey Baltasar y que él me contestaba.
Cuando se lo conté a Jorgito, se quedó con la cara muy seria, se le descolgó un poquito la barbilla y dejó escapar un quejidito medio de sorpresa, medio de envidia y se le pusieron los ojos como platos, maravillado de estar con alguien tan importante que trataba directamente con su Majestad el Rey Baltasar y agradecido hasta el infinito por darle una prueba irrefutable de la existencia de los Magos. “¿ Ves?” Dijo cuando pudo hablar después de un rato largo, ¿ ves? Como si la incrédula fuera yo “ si no existieran ¿ cómo te iban a escribir? se lo pienso decir a todos ¿ porqué no me lo has dicho hasta ahora?” Le tuve que hacer jurar que no, que no se lo dijera a nadie, que era un secreto entre mi hermana y yo, que las dos nos escribíamos con él pero que nadie tenía que saberlo, salvo él. Me las vi y me las deseé para hacerle comprender que los demás se reirían de él, que me llamarían mentirosa a mi y tonto a él mismo por creerme y que al final tendríamos líos porque yo no iba a saber contenerme y le pegaría un empujón asesino al tontaina chulesco de Jaime, por ejemplo.

Eso sí, en los días siguientes me hizo contarle mil veces cómo eran las cartas, cuándo me escribía, qué me decía y qué le contestaba yo. Le expliqué que nos escribíamos por internet, tú no sabes lo que es internet, ni tampoco lo que es un ordenador, porque ahora lleváis esos brazaletes y la pantalla de plasma extensible y los chips implantados y todas esas cosas, pero entonces teníamos unas máquinas grandotas que se llamaban ordenadores, donde jugábamos y nos escribíamos con otras personas. Un día te llevaré al Museo de la Técnica y te los enseño y te demostraré como funcionaban, seguro que te gustan. Pues bien, le expliqué mil veces a Jorge cómo me escribía con el Rey Baltasar, pero cuanto más se lo explicaba y más veía su cara agradecida por despejarle de un golpe todas sus dudas, más dudas me entraban a mí y más tenía que aguantarme para no decirle que si es que no lo entendía, que eso no probaba nada, porque yo solo recibía cartas del Rey Baltasar, pero no lo había visto nunca, que era muy fácil que fuera mi padre o mi madre quien me escribía las cartas si es que los Reyes eran los padres. En fin, cuanto más ilusionado estaba mi amigo, más triste y preocupada y dubitativa estaba yo.

Así que un día me armé de valor y se lo zampé a mi madre: “Mamá, sácame de una duda, los Reyes Magos ¿existen o no?” La pena es que ella no me quiso responder y comenzó con evasivas y con respuestas misteriosas y a medias y por más que yo le insistía en que lo único que quería era saber la verdad, ella insistía en no decirme ni una cosa ni la otra. Total que no me aclaraba...y así hasta que un día en que yo andaba como siempre lanzando insinuaciones sobre el tema a ver si a mi madre se le escapaba algo, una palabra, un gesto, cualquier error que la traicionase y que confirmase mis sospechas o algo que me permitiese recomponer mis sueños y quedarme tranquila porque mis temores resultaran infundados, un buen día, va y me dice “podemos hacer una cosa, tu escribe al Rey Baltasar con lo que quieres y no me lo digas, escríbele una carta de verdad, métela en un sobre, ciérralo y échalo a un buzón sin que yo la lea. Si quieres, dime todo lo que has pedido, todo menos una cosa que sólo sabrás tú y el propio Rey Baltasar, si existe te la traerá, si no existe no te la traerá”.

La verdad es que me quedé de piedra y no por lo que mi madre se creyó que yo estaba pensando, que entonces anda que sí que me lo iban a traer, sino porque no podía entender que fuera tan fácil y al mismo tiempo tan peligroso: “¿Cómo mi madre se atrevería a hacerme una propuesta así?” si me lo decía tan tranquila tenía que ser porque los Reyes existían sin lugar a dudas y ella por lo tanto estaba absolutamente segura y sabía que me iban a traer mi regalo secreto, porque lo contrario sería terrible sólo de imaginarlo: pedir un regalo a alguien que no existe y que sólo él sabe, descubrir la misma noche de Reyes dos cosas tremendas de un solo golpe: que los Reyes no existen y que yo me había quedado sin regalo secreto. Decididamente eso no podía deseármelo mi madre, así que ella sabía que los Reyes existían y que Baltasar me iba a traer ese regalo aunque no se lo dijera a nadie más que a él...no sabía que hacer, ni que decir, ni que pensar. Esa noche me dormí tarde dando vueltas en mi cama, erre que erre con la paradoja que mi madre había puesto delante de mí sin darse cuenta y esperando que el sábado llegara pronto para que mi hermana viniera y se lo pudiera contar a ver que opinaba ella. No podía solucionar el dilema: o no me atrevía a descubrir la verdad o me arriesgaba a que fuera la peor noche de Reyes de mi vida, salvo que...salvo que Baltasar existiera de verdad y estuviera ahí esperando mi carta y yo como una tonta sin dormir, dando vueltas en la cama y dudando de su existencia.

Faltaba poco para el día cinco de enero cuando se me ocurrió la solución. Le pedí a mi madre los regalos habituales y no nombré más la carta, ni el tema de la existencia de los Reyes, no volvimos a hablar de ello salvo para ir dejando caer así como con desgana y sin darle mucha importancia lo que quería que me regalaran: esto y lo otro y si no puede ser aquello, entonces me conformo con lo de más allá...total lo normal, pero una tarde me puse a escribir la famosa carta, puse las cosas que mi madre ya sabía y puse mi regalo secreto. Era un regalo muy, muy especial. Cerré la carta, la metí en un sobre y escribí la dirección con mucho cuidado: “Su Alteza Real El Rey Mago De Oriente Baltasar, Oriente”. Y mi remite . Cuando iba camino del colegio la eché en un buzón que me pillaba de camino, no recuerdo si le puse sello o no, aunque creo que no porque ya suponía que una carta de una niña al Rey Baltasar echada en el correo ordinario no iba a necesitar un sello de manera imprescindible para llegar a su destino: si es que tenía que llegar, llegaría con sello y sin sello y si no tenía sitio adonde llegar tampoco hacía ninguna falta ni sobre, ni sello, ni carta...

Los pocos días que quedaban para Reyes me los pasé rogando que no me hubiera equivocado y me decía a mí misma una y otra vez que seguro, que sí, que Baltasar existía y por supuesto que me iba a prestar atención porque el regalo era muy especial, tan especial como para despejar todas las dudas y para hacer que Baltasar se tuviera que esforzar.

Y por fin llegó el dia cinco de enero. Amaneció lentamente y el día pasó como a cámara lenta, las horas se me hicieron interminables y no sabía que hacer, no me concentraba en nada. No podía leer, no podía ver la tele porque todo era hablar de la noche que llegaba y yo ya no lo soportaba, no podía hacer nada salvo mirar al reloj con reproche por lo lentamente que despachaba el tiempo. Al fin, llegó la hora de irnos a la cabalgata, cogí los caramelos de rigor que me tiraron desde las carrozas y vi pasar con cierta indiferencia por primera vez en mi vida a esos falsos reyes, pues ya era lo suficientemente mayor como para saber que, en caso de existir, no eran esos con sus barbas postizas y sus vestidos estrafalarios de carnaval. Los Reyes magos de verdad eran mucho más majestuosos y más imponentes, pero también más tiernos y más sencillos. En mi imaginación eran unos seres impresionantes y cariñosos, hechos de una materia que sólo los niños podíamos entender. En fin, esa era la cabalgata, un trámite imprescindible, un rito necesario para que se cerrara la noche, me fuera a la cama, me durmiera, y me despertara y ahí estuvieran los regalos y con los regalos, mi regalo secreto, el que despejara todas mis dudas, un regalo único, a medias entre Baltasar y yo, sin ningún padre de por medio que me falsificara la verdad.

Cené y me acosté, me costó trabajo dormirme, no te voy a engañar, como te costará a ti este año, estoy segura, te pareces mucho a mí y puedo adivinar casi, lo que está pensando esa cabecita. El caso es que la sorpresa empezó justamente cuando cerré los ojos. Recuerdo que soñé que me dormía y luego que me despertaba. Me puse las zapatilla y unas extrañas ropas que no sé de donde saqué y comencé a entrar en casas y casas y cada vez que entraba en una, sólo tenía un regalo en las manos e inmediatamente tenía otro y otro más. Esa noche dejé miles de regalos, entré por puertas, ventanas, balcones, chimeneas, no sé como y tampoco me importaba, el caso es que podía entrar y dejar un regalo y otro, regalos grandes y pequeños, envueltos en papeles de colores, con cintitas, en bolsas, regalos planos y regalos gruesos, balones...por la forma, bicicletas sin embalar y ordenadores en cajas, miles y miles de regalos en miles y miles de casas de todas las formas y tamaños, en casas humildes y en palacios impresionantes, regalos para miles y miles de niños y a todos los besé y les deseé felices sueños.
los últimos regalos que entregué los recuerdo perfectamente, no los podré olvidar ni a esos últimos regalos, ni al reflejo fugaz en el espejo de la entrada de mi casa, porque esos dos últimos regalos fueron para mi madre y para mi padre, les di un beso silenciosamente mientras dormían y salí del dormitorio, pasé por el recibidor y me pareció adivinar un reflejo de piel negra en el espejo de la entrada. No sé porqué, pero no quise mirar de nuevo, no quise asegurarme de a quien pertenecía la cara que vi en el espejo y que debía de ser mi cara.
En ese momento desperté con el ruido de risas y sacudida por mi hermana “ Rocío, Rocío, vamos los regalos” salté de la cama en un solo movimiento, me calcé y me puse la bata y corrí hasta el salón. Allí estaban todos los regalos, recorrí con la vista para encontrar el que yo buscaba, no lo veía, no estaba, seguí mirando mientras ya empezaba a decepcionarme y entonces lo vi, junto al equipo de música, apartado de todos los demás paquetes. Había un sobre pequeño y blanco dirigido a mí, ponía “ Rocío” y en el remite venía escrito simplemente “Baltasar”. Lo abrí con cuidado fijándome en no rasgar el papel que había dentro, extraje la carta y leí con atención, estaba escrita con una letra grande y puntiaguda, una letra decidida pero cariñosa, unas cuantas líneas solamente pero que nunca olvidaré:
“ Querida Rocío, he recibido tu carta y me ha sorprendido tu atrevimiento, tu decisión y el regalo que me has pedido. Siempre he sabido que eres una niña muy especial. A muy pocos niños se les ocurriría pedir lo que tu me has pedido: “solo quiero un regalo, que existas y que no seas una fantasía, no quiero nada más”.

Por eso has soñado esta noche lo que has soñado, por eso has sido mi mejor paje durante toda la noche y por eso te dejo esta carta.

Ahora me tengo que despedir para siempre ya sé que estás preparada para comprender la verdad y que realmente tu ya sabes esa verdad en tu corazón. Ya no nos veremos más, pero quiero que recuerdes que te querré siempre y que has sido una niña verdaderamente especial. Ha llegado la hora de que te hagas mayor y tu seas de ahora en adelante un Rey Mago, como antes que tú tu madre y antes que tu madre...

Hasta siempre, espero que en el futuro sepas trasladar lo que ahora sabes a todos los que tu quieras, para que ellos también comprendan con el corazón.

Bienvenida a Oriente entre los Reyes Magos. 6 de enero de 2.002.

He seguido siempre el consejo de Baltasar. De eso hace ya más de sesenta años. Ya no queda nadie de los que estaban conmigo esa noche, pero nunca la he podido olvidar y todavía me acuerdo como si tuviera diez años y fuera la Noche de Reyes de ese año 2002. Así que cuando mi hijo tuvo edad para preguntarme si los reyes magos éramos los padres, le dije lo mismo que mi madre me dijo a mí, “escríbele una carta a Baltasar y pide tu regalo secreto”. Después mi hijo se lo contó al suyo, tu padre, ahora te lo cuento a ti, quizás porque también te llamas Rocío o quizás porque me recuerdas mucho a mí cuando tenía tu edad. Escríbele a Baltasar pidiendo tu regalo secreto, quizás te lleve de paje en un sueño, quizás te responda con una carta personal solo dirigida a ti y donde te dé la bienvenida a Oriente, donde te diga que ya eres un rey mago tú también...Es más, estoy convencida de que lo hará, puede ser que porque eres mi biznieta, porque te llamas Rocío, pero en todo caso porque tú también eres una niña muy especial.

No sé si has comprendido esta historia, pero si piensas sobre ella seguro que lo harás. ¿Querrás ser mi paje en la Noche de Reyes, para que los sueños se hagan realidad? Quizás esa noche te escriba y me despida de ti. Hasta tanto un beso para ti y otro para tu biznieta Rocío dentro de sesenta años.

Baltasar
(corkran)
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Mancuso
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Joder Cockran, se me han saltado las lágrimas...y eso es algo difícil en mi. Creo que has aportado una posible solución a un problema casi general de muchos padres de la 24. De nuevo, ha sido un placer leer tu relato. Gracias!
J.P. Mancuso
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oarso
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Estimado Corkran, yo he llorado a moco tendido, porque soy de lagrima facil.

Gracias por este relato, amigo.
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¿Profesión?
Técnico Superior en sistemas de refrigeración de materiales de construcción.
¿El que moja los ladrillos en las obras?
El mismo.
Alfonsuas
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joder que nudo. Gracias ¡¡¡Maestro!!!
TIEMPO DE PAZ
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OTROS TORNEOS::
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Invitado

Cosas así son las que hacen de la 24ª ese sitio tan especial al que entramos siempre que nos es posible, para sentirnos anímicamente en casa, y del que siempre salimos con la sensación de que nuestra vida es mejor gracias a amigos así.

Yo no puedo calificar este relato. Solo puedo expresar lo que siento con una frase: Hoy, los amigos de la 24ª ocupan un poco más de sitio en mi corazón.
Un abrazo, Joaquín.
corkran
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gracias tony. me alegra que te guste a ti especialmente porque te lo tenia dedicado. no sabia que tenias una cria de tres añitos. tambien se lo dedico a ella (y que se recupere pronto). cuando sea mas mayor y tenga que aprender que los reyes, como ella los concibe, no existen exactamente, puedes personalizar el cuento y dejarselo escrito en papel de verdad entre los regalos de esa noche: te lo agradecera.
este cuento esta escrito con esa idea servir a quien quiera usarlo para explicarle a sus hijos que no es que los reyes no vengan es que ellos son ahora reyes. no quiere ser un bonito relato, lo que mas le gustaria es ser un relato de carne, hueso y papel, que pasa de mano en mano con mil nombres y miles de añadidosde manera que incluso un dia yo no lo reconociera en sus palabras pero si en su idea.
si algun dia encontrara que ha sido utilizado en otro sitio y con otros nombres me haria mas feliz que si una editorial me lo incluyera en algun tipo de seleccion.
saludos
corkran
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Beltza
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¡¡Joder, qué hermosura!! Me has tocado el alma, amigo Corkran. Mi hija Susana tiene 7 años y, siempre precoz, siempre mujer, con tan tierna edad me planteó hace unos días la pregunta inevitable con la cabecera de "dime la verdad". Desde pequeñita siempre le he dicho la verdad, siempre. Por dura que fuese, siempre se ha merecido la verdad, y tras ella mi respeto. Pero le tenía advertido que sólo en una cosa le mentía, pero que con el tiempo me iba a comprender y perdonar esa mentira. ERa sobre los Reyes Magos. Y así fue el otro día. Y como siempre que sabe la verdad, se sintió satisfecha y tranquila: tan niña, tan blanca; pero con ese brillo de verdad que sólo las mujeres dejan entrever en su mirada. Tan mujer.

Un vez más, Corkran, me has hecho saltar las lágrimas disfrutando de la belleza.
Esta vez no te doy las gracias, porque hacerlo es muy poco.
Comandante en Jefe de la 24 Flotilla
¡Larga vida a la 24!

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corkran
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pues tambien dedicado a Susana para que los reyes le traigan las mismas dosis de paciencia y de inteligencia que le trajeron en su dia a su padre y para que sepa hacer amigos como el.
saludos
corkran
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