Hace muchísimo que no aparecía por aquí y debo decir que también hace el mismo tiempo que no tomaba los mandos de mi u-boote.
Afortunadamente la casualidad y el aburrimiento ha hecho que retome dichos mandos, y esto ha supuesto el renacimiento de este kaulen, que vuelve más motivado que nunca.
Esta misma motivación en el juego me ha dado alas para regresar a este foro, que tanto me ha dado y ha postear esta patrulla del renacimiento.
Pido disculpas a todos por este abandono.
Para esta patrulla del renacer, solo puedo postear algunas imagenes y recortes que he conseguido al finalizar la misma, dado que, no era mi intención postearla en un principio. No obstante espero poder hacerla atractiva aún con la escasez de imágenes y desde luego, me comprometo a conseguir muchas, muchas imágenes para las futuras misiones.
Gracias y sin más, ahí va al 16º patrulla de este kaulen
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27 de Julio de 1947. Base de Lorient. Francia.
Es una mañana fresca pero despejada. Después de las comprobaciones de rigor me dirigo a la torre de vigía, para ordenar la partida mientras la orquesta nos deleita con unas piezas musicales. Un guapa joven nos despide arrojando flores al agua. Esperemos que sea un buen presagio.
Nuestra misión es patrullar la casilla DH28, un paseito por las islas Azores.
Partimos sin más dilación y tras salir del puerto ponemos rumbo SW, en dirección al Golfo De Vizcaya y al Cabo de Finisterre desde donde tomaremos dirección Sur costeando Portugal y finalmente llegando a nuestro destino.
La partida se da sin contratiempos y un par de maniobras de inmersión de emergencia me confirma la profesionalidad de mis hombres y de mi nave. Después de todo es solo la segunda patrulla con el IXB. La moral está muy alta con esta misión y aprovechamos el tránsito por aguas de Vizcaya para hacer una inmersión profunda. LLegamos a los 240 metros sin contratiempos ni daños. Bueno es saberlo, para cualquier situación de emergencia.
Al finalizar el mes bordeamos la costa gallega sin ningún tipo de novedad ni contacto y comenzamos la ruta hacia el sur a unas 300 kilómetros de la costa portuguesa. El dia 1 de Agosto seguimos rumbo sur haciendo inmersiones rutinarias a 100 metros y bajas revoluciones de varias horas.
- Contacto en el sonar, kaulen.- informa Hessler, nuestro sonar, un hombre con oído de murciélago que nos ha salvado ya de varias sorpresas y nos ha conseguido muchas presas.- Mercante rumbo norte a larga distancia.
Ordeno rumbo sur con seguimiento sonar del blanco hasta reducir distancias. Cuando el contacto se encuentra a 3 km ordeno periscopio. La imagen es sorprenderte: ¡¡un carguero C4 con pabellón británico sin escolta!!.
- Linder trace rumbo de aumento de ángulo de proa.- ordenó al oficial de derrota; luego me dirijo al oficial de armas.- Kessler, dos peces eléctricos a 9.5 metros con magnética.
Tras unos minutos de corrección de rumbo conseguimos ángulo de 90º a 900 metros. ¡Fuego 2 y 3!. Dos impactos directos y el gran carguero empieza a llenarse de agua... minutos después el final predecible.

Tras celebrar la primera presa continuamos rumbo sur sin mayor novedad. La costa peninsular se acaba y empieza a ocurrírseme la idea de poner rumbo al estrecho de Gibraltar. Lo hablo con mi segundo y valoramos que la moral está muy alta y los hombres con ganas. Decidido. ¡Rumbo al estrecho!
El plan es sencillo: acercarnos todo lo posible al estrecho evitando ser detectados y hacer inmersiones de larga duración a motor parado, confiando en nuestro sonar.
El plan se cumple a la perfección y el 5 de Agosto nos introducimos en el mismo estrecho sin ser detectados, apenas a 12 kilómetros de la costa: ordenos inmersión a 100 metros, navegación silenciosa y atentos al sonar.
- ¡¡¡Contacto sonar!!!- Hessler vuelve a triunfar.
Es un mercante solitario: un M35B de pabellón británico. Dos peces magnéticos se encargan de enviarlo al fondo. Volvemos a para maquinas y de nuevo a esperar, aunque esta vez la espera no es larga.
- ¡¡Contacto, kaulen!!. Se trata de un carguero de cabotaje. Un solo pez se encarga de la tarea.
- ¡¡¡Contacto sonar!!!- Hessler de nuevo. Otro M35B gemelo del anterior que reposa en el fondo. Este, sin embargo nos da problemas. Uno de los peces impacta pero el segundo falla... el oleaje ha hecho fracasar la espoleta magnética. Iniciamos persecución mientras el capitán del carguero ordena una y mil maniobras evasivas. Finalmente a 700 metros, no hay maniobra que evite el impacto de nuestro pez. Rápidamente se va al fondo y nosotros volvemos a montar nuestra pequeña trampa.
- ¡¡Contacto, kaulen!!.- el tono de Hessler me dice que no es un contacto agradable.- Dos, corrijo, tres naves de guerra acercándose a gran velocidad.
¡Maldita sea!, el capitán del M35 tuvo tiempo de avisar por radio. Decido no arriesgar a mis hombres y mi nave en una misión que no nos ha sido asignada y pongo rumo oeste, fuera de estas aguas embravecidas. Sin embargo nuestros perseguidores son muy rápidos y nos alcanzan antes de salir a mares más abiertos. Aún queda un torpedo por recargar, tan solo unos minutos... de manera que demoro la orden de silencio.
¡¡Gran error!!
Comienza el insopotable pitido del ASDIC, nos tienen localizados y aunque ordeno silenciosa y viró 10º al sur no conseguimos librarnos. Estamos a 150 metros de profundidad cuando comienzan a lanzar las cargas.
Las explosiones se suceden a nuestro alrededor, afortunadamente lejos de la nave... aunque cada vez se acercan más. Parece que tienen una idea bastante acertada de nuestra posición. Entre las tres naves, cubren una zona muy amplia, y no escatiman en cargas de profundidad.
Las detonaciones con cada vez más cercanas, otra y otras más... Finalmente, lo inevitable: una de las cargas explota demasiado cerca y nos abre tres vias de agua. Las de los camarotes no revisten importancia y los mismos tripulantes se encargan, pero la de la sala de radio es más que grave.
Rápidamente el jefe de mecánicos y su equipo se ponen manos a la obra, aunque eso nos suponga quedar al descubierto de nuestros "amigos". No tenemos más remedio, nos inundamos y ya estamos a 200 metros de profundidad. Benditas las prácticas que hicimos al partir y que nos dan confianza en que aún tenemos margen.
Las reparaciones se hacen a marchas forzadas, y solo el talento de Kessler, el jefe de mecánicos, hace que tantos hombres no se molesten en un compartimento tan pequeño. Las cargas siguen explotando a nuestro alrededor y continuamos bajando más y más. Ordenos atrás despacio en un intento de frenar el descenso pero nada parece servir.... ¿será éste el precio de nuestra temeridad?
Tras unos minutos agobiantes la voz de Kessler informa de que han terminado las reparaciones y que las bombas funcionan bien... por fin comenzamos a recuperar el control. Nos mantenemos a 150 metros de nuevo en silencio y aprovecho el paso de una de los enemigos justo por encima para cambiar el rumbo y aumentar revoluciones. Ahora nos está dando la popa y sus propios motores no le dejarán oir los nuestros. En solo unos instantes volvemos al silencio pero el ardil parece haber funcionado: poco a poco las explosiones parecen alejarse. Han sido tres horas de tensión pero al fin, parece que nuestros cazadores se dan por vencidos. Mantenemos profundidad y rumbo hasta estar bien seguros de haberlos despistado y subimos a superficie a recargar baterias y purificar el aire.
Una preciosa puesta de sol, acompaña al llenado de nuestras baterias, que nos permite volver a profundidad 100 metros. Hessler vuelve a ocupar su puesto en el sonar... aunque después de la caza, se ve claro que los hombres ruegan porque no haya más contactos por ahora. No tienen suerte, al parecer.
-Contacto mercante, kaulen.- informa Hessler atento a la pantalla.- Confirmado, señor, un mercante solitario; sin escolta.
Durante un breve instante valoro la posibilidad de dejarlo pasar... pero el deber es el deber. ¡A periscopio!
Otro magnífico C4 nos ofrece su maravilloso flanco aunque con un ángulo poco acertado.
- Lindner.- ordeno.- maniobre para optimizar la posición. Kessler,- digo en voz más baja a mi oficial.- necesitamos una buena victoria para subir la moral y alejar malos presagios.
¡Dicho y hecho!. Desde luego, estos hombres hacen que me sienta orgulloso de ellos a cada momento. 90º de angulo de proa y dos peces magnéticos perfectamente configurados envían al gigante al fondo y nuestra moral a las nubes. Al final parece que tendremos una buena salida de esta aventura.
Amace el 6 de Agosto, cuando el sonar canta un nuevo contacto. Otro mercante. Otra vez sin escolta. Subimos a periscopio y compruebo que se trata de un C2... otra presa jugosa. Maniobramos para buscar ángulo y órdeno peces magnéticos. La mar está muy picada, pero confio en que salga bien la jugada... ¡¡Otro error!!. Los dos peces fallan y solo nos quedan algunas reservas externas. Solo nos queda la opción de huir o salir a superficie y hacer hablar al cañon. El artillero parece deseoso de estrenarse en esta patrulla así que salimos a superficie y comenzamos el ataque. Pero la suerte no esta de nuestro lado esta vez.
El carguero cuenta con un cañón en su popa.... así que aunque no lleven escolta, tampoco van desarmados. Además, su artillero es muy bueno... no es un marinero más al que le han dado unos horas de aprendizaje. Este sabe lo que se hace y las ojivas se acercan peligrosamente. Una de ellas cae realmente cerca hiriendo a uno de mis hombres. No es nada grave, afortunadamente, y el médico se ocupa de él.
Enfilamos hacia el barco a 0º, ofreciéndole el mínimo perfil para ponerles las cosas difíciles... nuestro artillero se afana en acertar, pero este maldito oleaje dificulta muchísimo la diana. No obstante algunos de nuestros proyectiles hacen blanco y se declaran varios fuegos a bordo. Seguimos con el intercambio: su artillero parece haber perdido atino, o quizá ha sido herido por alguno de nuestros impactos y sustituido por otro menos capaz... el caso es que su disparos ya no son tan certeros mientras que los nuestros aumentan en maestría y éxito. Ya son varias brechas en el casco y al menos cuatro focos de incendio a bordo... el final parece estar cerca. Por fin, nuestro artillero hace su magia habitual... y una gran explosión sacude todo el carguero. Seguramente el impacto acertó en la sala de máquinas. El carguero pierde velocidad y comienza a escorarse. No obstante, su artillero no cesa de mandarnos obuses, afortunadamente con poco punteria. Por fin, el buque se escora totalmente y se pierde entre las aguas.
Después de aquello, ordeno rumbo a las Azores.

Finalmente llegamos a las islas y comenzamos nuestra misión de patrulla. No tenemos ningún contacto ni visual ni de sonar, ponemos rumbo a nuestra base de Lorient
