En cierta etapa de mi vida, me vi envuelto en un proyecto de comercialización de un producto a base de silicio que potenciaba el sistema inmunitario de una manera espectacular. Con estas carácterísticas inmaginaros las posibilidades terapeúticas de dicho producto.
El caso es que lo presentamos a diversos profesionales (médicos, fisioterapeutas, etc.) que atendían a equipos de fútbol, ciclistas, etc. En más de una ocasión, tras probarlo y ver su eficacia, se negaron a seguir con él porque el producto les iba a quitar protagonismo, e iba a reducir las sesiones de terapia (el producto se lo tenía que autoadministrar el mismo paciente en forma de compresas).
También se presentó a alguna empresa famacéutica, y ya nos advirtieron que si era muy efectivo, no iba a ser de intererés por la pérdida de mercado de otros productos.
Tampoco quiero generalizar, pero esto que os cuento, por desgracia es cierto, muy cierto.
Si alguien se pregunta qué es lo que ocurrió con el producto, eramos una peña de pardillos y sin un duro. Con lo que fracasamos. Sé que ahora está dando vueltas en una empresa vasca, pero le he perdido la pista.
Gracias a todos por vuestro apoyo.
