Los americanos y los británicos también les ayudan con el lanzamiento de material; los polacos logran recuperar un total de 52 toneladas..Aunque no han conseguido apoderarse de toda la ayuda están bien preparados, tienen la moral alta y poseen armas suficientes para intentar la sublevación.
Los alemanes contraatacan con dureza.Los polacos luchan con valentía, pero los tanques germanos son un obstáculo casi insalvable.Finalmente descubren una forma de detenerlos, lanzando granadas en manojo contra las orugas. Cerca del cuartel general del coronel Radoslaw, se consigue de este modo detener dos tanques alemanes "Tiger".El primero con las orugas totalmente destruídas, no puede andar a menos que sea reparado, pero no quedan piezas de repuesto de ninguna clase. El segundo no sufre aparentemente desperfectos tan graves, pero resulta imposible conseguir que vuelva a ponerse en marcha. Los polacos obligan a los alemanes a reparar el tanque, pero ni siquiera ellos son capaces de lograrlo porque la avería ha afectado a una zona de gran complejidad mecánica.
Un hombre viejo baja de un edificio cercano. Está vestido con ropa de trabajo y se ofrece como voluntario ante un oficial: "Señor, conozco algo de este trabajo.Déjeme echarle un vistazo. Hasta el sábado pasado estuve trabajando en el taller de mantenimiento de vehículos militares.
Como cada vez es más evidente la dificultad de poner en marcha el tanque, el oficial polaco cree que no hay nada que perder si se permite a aquel anciano que intente repararlo.Las dificultades no son pocas; no hay herramientas a excepción de las que llevaba el tanque, el fuego enemigo es cada vez más intenso y a cada minuto que pasa aumenta el riesgo de que otros tanques alemanes irrumpan en esa calle.
El viejo trabajador sabe exactamente lo que hay que hacer e imparte órdenes a sus improvisados colaboradores. En menos de una hora, el tanque ya está en marcha y los nuevos tripulantes lo celebran izando la bandera polaca sobre la torreta. Pasados unos minutos la munición ya está cargada y el tanque listo para combatir contra los ocupantes alemanes. El veterano mecánico, con las manos llenas de aceite, se limpia el sudor de la cara y le dice al oficial: "Señor, durante dos días he estado pidiéndoles que me dejen luchar a su lado, pero todos me rechazan porque dicen que ya soy muy viejo. Y ahora, ¡ya lo ve! Sirvo para algo ¿no?. - El oficial todavía sorprendido, asiente: - ¿Cual es su nombre? -Jan Lumenski- contesta orgulloso el anciano.
Sacado de una de las 100 mejores anécdotas de la 2GM.
Kummetz
