Así que pensé... dejarlo ahí es no intervenir con el curso de la naturaleza pero seguramente muera en poco tiempo, alguien lo iba a pisar o un gato o un perro lo tomaría como aperitivo, entonces lo levantamos y lo trajimos a casa sin saber muy bien que hacer, lo pusimos en una caja de cartón, con unas servilletas de papel para hacerle abrigo y le dejamos unas migas y agua en una tapa, pero no comió... Después de que se le pasó el estres de la caída y se sintió seguro, empezó a piar, de a ratos lo mirábamos pero cada vez que nos acercábamos se acurrucaba y se quedaba quieto, pero se veía sano así que pensé... lo que hacen los padres para darles de comer es rejurgitarles la comida a sus crios, así que mastiqué un pedacito de pan, lo puse en mi mano y lo amasé en forma de gusanito y probé de dárselo, al principio reaccionó igual, se quedó quieto y acurrucado, pero tuve paciencia y esperé... al rato empezó a piar de nuevo, y mi mano seguía ahí, así que le moví el gusanito de pan y empezó a abrir el pico hasta que logré que se lo comiera.
Bueno es una historia que parece que tiene esperanzas para éste huerfanito, mañana le sacaré una foto y la publicaré auí y les contaré como sigue, espero que cuando crezca pueda volar y valerse por si mismo
