En el año 123 a.C. el ejército del cónsul Quintus Caecilius Metellus conquista por la fuerza las islas Baleares.
"En aquella época, Metelo sometió con la guerra a las islas Baleares, después de haberlas recorrido completamente, y sofocó el ataque de los piratas, que entonces surgía de aquellas mismas islas, con una gran mortandad de habitantes." (Orosio, Historiae adversus paganos V, 13, 1).
A partir de la lectura de estos fragmentos podemos deducir cuál fue la causa de la guerra, aunque encontrando algunas diferencias de matiz entre ellos, ya que para Estrabón los indígenas serían simples colaboradores de los piratas, mientras que para los otros dos eran los propios habitantes los que atacaban a las naves.
Desconocemos tanto el lugar del primer desembarco de tropas como así también en qué isla se efectuó el mismo, si bien posiblemente se haya producido en Mallorca dada la inmediata fundación de las ciudades de Palma y Pollentia, también es factible que se efectuara dicho desembarco en Menorca.
Las crónicas sólo nos relatan que los indígenas respondieron lanzando piedras con sus hondas, lo cual fue completamente inútil ya que las naves romanas habían sido recubiertas con pieles, y luego de este fracaso, los talayóticos se refugiaron en sus tumuli (concepto extraño que algunos estudiosos identifican como talayots).
Finalmente, tras un breve cerco, los dardos de los infantes romanos acabaron con los focos de resistencia existentes. Por entonces el cónsul romano ya se había ganado el sobrenombre de Balearicus (el balear).
Es más, los romanos aprovecharon su destreza y habilidad con la honda y los incorporaron en su ejército, actuando en la Guerras Púnicas.
